martes, 18 de noviembre de 2008

Felipe González, la China, los Sistemas Fiscales, la Revolución de Mayo y la Escuela de Salamanca.




El ex presidente de gobierno español, Felipe González, advirtió a quien quisiera escuchar: “Ustedes los argentinos tómense más en serio la reforma agraria que ha comenzado en China. Puede pesarles no hacerlo". Desconoce Felipe González -y la inmensa mayoría del pueblo argentino- que en la China se están implementando las ideas de Rivadavia y de Belgrano. "El Derecho y la Propiedad de los Modernos" de la Revolución de Mayo de 1810 defendida a sangre y fuego por San Martin, Urquiza y Alberdi florecieron en la más populosa de las naciones.

En la China no hay una "reforma agraria". En la China hay una revolución de los sistemas fiscales que libera al trabajo, a la inversión y al consumo de la carga de mantener al Estado para poner su peso en la renta de la tierra libre de mejoras. Hoy, por el desarrollo de las ciudades, la renta urbana es mucho más importante que la renta rural.
Desconoce Felipe González que es una revolución moral y jurídica que revive el principio de igualdad de la Revolución Americana -violentada en America Latina por los Códigos Civiles- que significó la restauración del perverso y jerárquico "Derecho y Propiedad Romana". El mismo sistema que destruyó a Roma se está devorando hoy a Occidente.

Una sociedad civilizada de hombres libres sólo se logra mediante sistemas fiscales sustentados por la imposición de los incrementos no ganados del valor de la tierra, es decir, la plusvalía de los suelos.

Bajo el sistema de propiedad romana los sistemas fiscales tienden a ser sustentados progresivamente por inmorales impuestos al trabajo, a la inversión y al consumo generando sociedades jerárquicas -o esclavistas-, corruptas, improductivas, violentas y Bárbaras como la Argentina de hoy.

Los sistemas fiscales sustentados por la imposición de los incrementos no ganados del valor de la tierra evitan la especulación sobre las tierras, por lo tanto, los salarios suben y se evitan las perversas burbujas inmobiliarias que generan el catastrófico ciclo económico.

Como consecuencia de este sistema, la tierra es puesta al servicio de la producción, eliminando la perversa especulación sobre tierras, generando sociedades libres de alta producción constructora de paz y riqueza para todos.

Dijo Juan Bautista Alberdi: “Hija absoluta del trabajo libre, la riqueza moderna escapó del todo a las trascendentes miras del Derecho Romano que, al contrario, deshonró el trabajo haciéndole propio del esclavo, y decoró el pillaje y el latrocinio político con el rango de fuentes legitimas de la propiedad”.

Estas palabras encierran toda una ética de la libertad y de la igualdad que los hombres de la generación de 1880 no supieron comprender, restaurando en la legislación el antiguo regimen, generando así una democracia corrupta, explosiva y autodestructiva.

Las retenciones al agro y el perverso sistema fiscal argentino son consecuencia de la eliminación académica en nuestras Universidades de los principios del liberalismo que incorporaba la Revolución de Mayo de 1810. Los mismos fueron reemplazados por sistemas "neo-liberales" donde la Tierra fue eliminada como factor de producción. El marxismo y el justicialismo en todas sus vertientes -radicales y peronistas, de izquierda o de derecha- están nutridos por estos falsos y perversos principios que logran enfrentar al Trabajo con el Capital -que es trabajo acumulado-. “Combatiendo al capital” dice la marcha peronista, generando el clima de una guerra civil larvada entre argentinos, que cada tanto -cuando se cumple el ciclo económico- emerge como un monstruo devorándose a unos cuantos.

Sin duda, el modelo Chino debería servirnos como un espejo para que los argentinos nos reconozcamos en los principios que deliberadamente decidimos traicionar; hemos pagando un alto precio por ello y efectivamente como sentencia Felipe González, va a pesarnos no volver a ellos.

Tambien parece desconocer Felipe Gonzáles -y la inmensa mayoria del pueblo español- que estas ideas germinaron en la Escuela de Salamanca por los salmantinos Domingo de Soto y Francisco Suárez -entre otros- y que los españoles han pagado un precio muy alto por traicionar esas ideas.
Ustedes los europeos tómense más en serio la revolución que ha comenzado en la China. Va a pesarles no hacerlo.


Por Guillermo Andreau

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