martes, 26 de mayo de 2009

La conspiración en la enseñanza de la ciencia económica y la historia



Entrevista de Adam Jon Monroe Jr. A Mason Gaffney autor y profesor de Ciencia Económica en la universidad de California, River Side.

AM: en su último libro “La corrupción de la ciencia económica” expone usted un asombroso y prolongado escándalo en la ciencia económica en el sistema de de educación norteamericano. Sumariamente díganos ¿cómo, por qué y quiénes cree Ud. que con su enseñanza han corrompido a la ciencia económica en Norteamérica?

MG: para contestar eso hay que retroceder muchos años. Todo sistema que divide a la sociedad en rentistas que viven sin trabajar y en proletarios obligados a producir lo necesario para vivir, requiere una justificación para sostenerse. Los que gozan de tiempo y de recursos suministran los fundamentos que mantienen esa división. Algunas veces lo hacen directamente los propios beneficiados, pero habitualmente usan a quienes pueden hacerlo a su servicio, incluso mediante las armas.
En los Estados Unidos esta necesidad de sostener esa división se tornó mucho más aguda durante y después de la época del gran progreso , cuando se expandió la democracia y el voto secreto. Los electores ya no podían ser comprados ni intimidados directamente. Se tornó necesario un lavado de cerebro. El instrumento usado fue reemplazar la antigua ciencia económica, denominada economía política, ( desarrollada por Quesnay, Adam Smith, Ricardo, Mill y Henry George), por otro saber denominado ciencia económica “neoclásica”, la cual borraba toda la distinción entre productores y rentistas.
Henry George fue claro en advertir sobre los peligrosos efectos que produciría el desarrollo de la ciencia neo clásica en América y el resto del mundo. El no fue sólo un escritor sobre economía si no también el forjador de una fuerza política. En esta actividad casi fue el intendente de la ciudad de Nueva York, una posición clave dentro de la politica nacional norteamericana. Había logrado una buena comunicación con el pueblo. Con algunos pocos que entendieron su razonamiento, una gran masa que captó su idea central y su sobresaliente personalidad, echó las bases de una gran fuerza política.
Había además un componente étnico: los irlandeses residentes en Nueva York, quienes aprovechaban las ideas de George para explicar el conflicto entre Inglaterra e Irlanda, un trampolín en la lucha contra el colonialismo en todo el mundo. Los irlandeses llevaron sus ideas hasta el Vaticano y sus quejas contribuyeron a la emisión de la Encíclica “Rerum Novarum”, un documento que es parte aguas en los puntos de vista de la acción social de la Iglesia Católica.
Los seguidores de las ideas de George ganaron fuerza en el ala más radical del Partido Liberal en Inglaterra, que tuvo una gran influencia en la política bajo el rey Edward, lo que culmino con la reducción del poder de la Cámara de los Lores en 1911.

AM: Bueno, esto lleva bastante mas atrás que a los detractores de Henry George. ¿Quien sería para usted el primer economista “profesional”?

MG: Thomas Malthus fue, quizá, la primera persona que enseñó esta materia con ese nombre, aunque desde épocas tempranas hubo escritores que se refirieron a estas cuestiones, incluyendo escritores de la Iglesia, como Tomás de Aquino, fuertemente influyentes, o hasta el mismo Aristóteles,

AM: ¿Los economistas profesionales fueron pagados para guardar silencio en torno a la cuestión de la tierra?

MG: No más que por cualquier otra cosa. Vivian en una sociedad dominada por los terratenientes. Adam Smith recibía su paga de la nomina de los que servían al duque de Buccleuch, pues era profesor del hijo de Su Graciosa majestad, el duque. Los terratenientes estaban muy seguros y alguno de ellos hasta permitían que los intelectuales de su propia casa discurrieran bajo sus narices exponiendo ideas radicales, probablemente por considerarlas un entretenimiento. Fue solo más tarde, con la propagación del sufragio universal, que los terratenientes comenzaron a sentirse inquietos , a declarar su antipatía por esas ideas y a defenderse, terminando por apelar al lavado del cerebro del electorado.
David Ricardo y von Thünen eran ricos y económicamente independientes y por lo tanto podían dar curso a sus ideas de un modo de objetivo. Mill fue un prodigio , había conseguido hacerse de una gran reputación y ejercido cargos públicos antes de presentar sus radicales ideas acerca de la propiedad de la tierra. A.R. Wallace, también, había logrado una impresionante reputación como biólogo antes de dar a conocer sus arriesgadas opiniones sobre las políticas públicas. Si no hubiera hecho esto último , hoy sería más famoso que Darwin, como originariamente lo fue.
Pero ya por aquel entonces había una gran mayoría de pequeños intelectuales que servían a los intereses de los terratenientes. Nassau Senior fue uno de ellos. El peso de su número compensaba la mediocridad de sus talentos. Calificaron a Mill de solitario excéntrico, de idealista carente de sentido práctico, hasta de marica por su posición favorable a los derechos de la mujer.

AM: ¿Cree que esta compra de teorías económicas continúa aún hoy y si es así, sospecha usted de algún economista reconocido involucrado en ella?

MG: La cultura de la profesión está impregnada de ese fenómeno. La mayoría de los miembros de la profesión buscan subsidios y promociones para avanzar en sus carreras. Llaman a esto “respuesta a los incentivos de la estructura”, ríen tontamente cuando hablan de esto y culpan confusamente al “sistema”. Pronto abandonan la responsabilidad moral y se hacen parte del sistema. Racionalizan su propia entrega atacando a aquellos que los exponen tal cual son, convirtiéndose en una generación de víboras. Los subsidios vienen de aquellos que tienen dinero. Siguen la ruta de la moneda. La mayoría de los administradores (de las casas de estudios) son incluso peores: impulsan a los facultativos a obtener subsidios externos, sin importarles la fuente. Solo ocasionalmente resignan alguno: cuando se hace publico algo que avergüenza.
Mire los nombres y las historias de los principales subsidiantes y patrocinantes: Stanfors, Rockefeller, Russell, Sage, Carnegie, Hewitt, Cornell, Wharton... Mire los consejos de gobierno de las más importantes instituciones publicas y privadas. Ahí esta todo a la vista, al menos para quienes tienen ojos para ver, cabeza para sacar sus propias conclusiones y corazón para afrontar la lucha por el interés general.
Upton Sinclair lo describió con todas las letras allá por el año 1923 , mas o menos, en su escrito “The Goose Step: a Study of Education in America”.
En parte se trata de cooptar personas haciendo tintinear monedas delante de ellas, en parte se selecciona y apoya a aquellos que sostienen ideas simpáticas a los principales subsidiantes. Es difícil diferenciar, en edades tan tempranas, distinguir entre quienes han sido corrompidos inconscientemente y quienes se corrompen por propia voluntad.

1 comentario:

Guillermo Andreau dijo...

¨La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre¨. Arturo Jauretche