jueves, 5 de noviembre de 2009

Los errores del Neoliberalismo. Parte 4 Antitesis del Liberalismo.


LIBERALISMO Y NEOLIBERALISMO, CONCEPCIONES CONTRARIAS
Raul Girbau, economista
Me parece que se puede contribuir a un mejor entendimiento entre los participantes de este blog si se definen de manera más precisa, las doctrinas “liberal” y “neoliberal”. No se trata de una cuestión semántica sino conceptual.
Rasgo primordial del “liberalismo económico”
Una doctrina, una teoría o una política de gobierno pertenecen a la familia “liberal” en la medida que consideren que en las primeras etapas de la evolución del hombre, la producción de Riqueza fue el resultado de aplicar energía humana (Trabajo) a la naturaleza dada al hombre (Tierra). Esta Riqueza es el stock de “cosas producidas” por los hombres” en forma cooperativa. En principio no existe riqueza alguna que no sea fruto del trabajo aplicado a la naturaleza. Ergo la Riqueza definida como “lo producido” no es trabajo ni tierra. Éstos son los primarios “factores de la producción”. La Riqueza producida puede ser consumida por completo. Si así se procede la carga de producirla cada dia, cada mes, cada año, es perpetua. Tal comunidad apenas sobrepasaría la condición de los animales de presa.
Pero dada la evolución/anímico espiritual del ser humano, en un momento de ella, tal estado fue superado. Nació como idea que no era conveniente consumir todo lo producido. Que resultaba beneficioso ahorrar parte de lo producido para aplicarla, oportunamente, a la producción de más riqueza. De esta manera de modo conciente o intuitivo el hombre dio nacimiento a un nuevo factor de producción , algo antes inexistente en el mundo: el Capital. El mayor auxilio con que pueden contar los trabajadores en la faena de producir.
El “liberalismo” como teoría (y doctrina) económica se distinguió por hacer patente que la Riqueza de una sociedad avanzada depende de la conjunción de 3 factores: Trabajo, Tierra y Capital. De Manera correlativa, considera que por razones de justicia, y mas frecuentemente para asegurar mayor y mejor producción, es conveniente que la Riqueza sea distribuida en 3 partes: el Salario para los trabajadores (incluyendo empresarios) , el Interés para los inversores de Capital (ahorristas) y la tercera, llamada Renta. Esta por tradición y derecho antiguo era para los propietarios de la tierra. Este última realidad fue y es un punto crítico. En el han naufragado la mayoría de los pensadores liberales y con ello se ha desacreditado al liberalismo económico.
El escollo de la “propiedad de la tierra” se les presentó a los economistas como el reto de la Esfinge. Las equivocadas respuestas dadas precipitaron la caída de los “liberalismo”, luego de su rutilante propagación durante el Siglo XIX. Incluso la de los anti-liberales que buscaron la solución en la “colectivización” de la tierra. La falta de una solución a aquel enigma, clara y por todos compartida, fue fatal para el liberalismo. Ante la ineludible cuestión de los “recursos para el gasto público”, que se presenta en toda comunidad que desee contar con un gobierno, la mayoría de los liberales se resignaron a la antigua receta del autoritarismo pre-liberal: que los gobiernos se apropiaran de los frutos de la actividad económica mediante los llamados “impuestos”. Las principales víctimas fueron, sin duda, los que vivían de su trabajo. La miseria en lugar de ser eliminada con el invento, la máquina y el avance científico y tecnológico, creció en la masa de la población. Algunos millones de trabajadores consiguieron, a partir del siglo XVII, rehacer sus vidas emigrando desde sus viejos países a America, tierra recién descubierta. Emigraban a un “nuevo mundo”, uno en el que la tierra era abundante y barata. A la cabeza, los EEUU y la Argentina. No es de extrañar que los trabajadores sin posibilidad de emigrar soñaran con apropiarse del Estado para rehacer, con el poder en la mano, el orden social enfermo. El “fantasma del comunismo” comenzó a sobrevolar toda Europa (C.Marx).
Solo unos pocos entre los liberales supieron señalar rumbos hacia las respuestas correctas con el fin de reconstituir la sociedad inspirándose en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Entre los norteamericanos se destacó Henry George (1839-1879). Sus teorías y doctrina se propagaron por el mundo entero durante las últimas décadas del siglo XIX. Entre nosotros se lo registra en proyectos como los del presidente Roque Sáenz Peña, del diputado nacional Carlos A. Rodríguez, del maestro Arturo Orgaz, del poeta Arturo Capdevila, entre otros. No es difícil descubrir (por su raíz fisiocrática) que la doctrina de George era la concreción del ideario de Mayo ( Andrés Lamas, La legislación agraria de Bernardino Rivadavia, Buenos Aires, 1915)
Pero el clima político en el mundo se enrareció por completo a fines de ese siglo, para oscurecerse de manera insospechable con la guerra 1914-1918 . Esta guerra abrió las puertas a las concepciones colectivistas y totalitarias. Quizá por influencia de la movilización en los países en la “guerra total” o por ideas místicas ya registradas en la Revolución Francesa, las doctrinas y teorías económicas liberales fueron abandonadas. Los pueblos, en distinto grado, fueron ganados por la idea que el Estado debía asumir la dirección central la economía; o al menos intervenir fuertemente en ella. El liberalismo quedó sepultado bajo los escombros de la gran conflagración. De modo muy fuerte en el periodo posterior a la primera guerra. Acabada la segunda (1939/45) el mundo paso a ser gobernado por principios colectivistas, estatistas e intervencionistas en la actividad económica de los particulares.

Rasgo primordial del neo-liberalismo
A finales del Siglo XIX comenzaron a surgir escuelas llamadas “neoclásicas” o “neoliberales” Ellas comenzaron a emerger como una manera de atajar al avasallante liberalismo. Quizá nunca hubieran tenido significación; pero con el desmoronamiento mundial ocurrido en el siglo XX, y el debilitamiento del ideal y la doctrina liberal, ante un florecimiento de doctrinas colectivistas y estatizantes, el neoliberalismo cobro fuerte impulso como supuesta alternativa al colectivismo. Se hizo efectivo en instituciones académicas y organismos internacionales de crédito durante el proceso de reconstrucción posterior a la 2ª. Guerra mundial.
Equivoca el camino quien cree que el neoliberalismo es un “liberalismo renovado”. No hay tal cosa. Se lo aprecia en el modo de formular en algoritmo el proceso económico. La “escuela neoliberal” abandona la palabra Riqueza usada por los fundadores de la ciencia económica para aludir al producto anual de una sociedad con otro término. Es sustituida por “Producción”. Este parece un insignificante cambio de nombre. Pero es un cambio que sirve para orientar hacia su separación del liberalismo. El neoliberal habla de Producción como si tratara de algo distinto a lo que mencionaban los clásicos con el término Riqueza. Con los neoliberales la teoría económica sufre un fuerte cambio. Mientras la Riqueza, sea lo que esta fuere, era para el liberal (e incluso para los anti-liberales) el resultado de 3 factores, la ahora llamada Producción de los neoliberales resulta de solo 2: Trabajo y Capital. La “cuestión de la tierra” desaparece de esta teoría económica. Es posible que se la cite en algún capitulo de los libros de texto. Pero no forma parte del núcleo de la exposición teórica global. Ni entra en consideración al formular las “políticas económicas” para ordenar la sociedad como un todo.
Que se haya sostenido y prosperado esta errónea posición sin temor a llamar la atención por ser un disparate (pues hasta el menos avisado de los mortales sabe que nada de lo que se come, viste o usa, puede ser creado sin tierra), es un fenómeno muy curioso. Pero de hecho para los neoliberales su formula no es ningún disparate. Y esto puede haber ayudado a explicar su aceptación por la gente en general. Si se acusa al neoliberal de cometer un disparate, lo negará. Y, desde su punto de vista, con razón. Pues para él la Tierra es Capital. En consecuencia no hay razón alguna para acusarlo de haberla omitido como factor de producción. La tierra esta incluida en el concepto Capital. Naturalmente así el concepto se vuelve ambiguo. Toda cosa que sirva a la producción: máquinas, dinero, patentes, aptitud técnica, salud, etc., y por supuesto, la tierra, es considerado, según la ocasión y el fin, Capital.

El factor escamoteado
Esta conceptualización es arte de birlibirloque. La tierra, base de la vida y punto crucial de la actividad económica desaparece de escena. y La ciencia de la economía deja de ser tal. Nadie protesta por ello. Basta leer los periódicos comunes y especializados, los rubros sobre los que se elaboran estadísticas, para ver como el concepto tierra no tiene relevancia alguna. No aparece como principal factor económico de producción. Tal concepción tiene que tener efecto (y lo tiene) a la hora de presentar la fórmula de la distribución de lo producido. El Producto ahora se ha de distribuir entre aquellos 2 factores: Salario para los trabajadores e Interés para los capitalistas. Como la tierra no figura en la teoría, tampoco cabe hablar de su aporte y el destino de lo que le corresponde en concepto de retribución. El mayor valor de la tierra libre de mejoras (su renta) es apropiada por los particulares con arreglo a un derecho de antigua prosapia: el derecho romano.

El neoliberalismo foco de desorden social
Con tales formulas “amputadas” de la Producción y la Distribución se impulsa al imaginario social en una dirección precisa: considerar intelectual y emotivamente a las relaciones económicas entre trabajadores e inversores de capital como inevitablemente conflictivas. Como en los procesos de producción y distribución solo entran “capitalistas” y “trabajadores”, ellos han de disputar frente a frente lo producido, forcejeando ambos por la misma manta. Su nueva tarea es ver como consiguen acumular más fuerza para el combate. Sindicatos de asalariados, junto con corporaciones empresarias, por un lado, y monopolios y oligopolios empresarios por el otro, son naturales consecuencias.
La cuestión se agrava porque el Estado (ahora en papel de gran mediador y suministrador de bálsamos a los heridos en la lucha) debe ser sostenido y alimentado con crecientes “impuestos”. Cosa que – por la nueva situación – todos se apresuran a aprobar porque pese a las apariencias desean y cuentan con un “Estado fuerte” a su favor. , aunque no a cumplir en lo que a cada uno corresponde. Todos estos pólipos gangrenosos de de la vida social aparecen como recursos para los dos únicos actores: capitalistas y trabajadores. Pero el mayor ganancioso es el Estado espectador-activo, pues de la espiral de enfrentamientos sociales obtiene más poder.
No se necesita ser demasiado perspicaz para calcular que a la luz de tal concepción cada uno de los bandos, capitalistas y trabajadores, tratarán de obtener del Estado “leyes jurídicas” a la “carta” sin importarles cuanto se respetan los principios del Derecho. Leyes coactivas que les aseguren en la constante pugna y a costa de la sociedad la mayor porción posible. El privilegio, el monopolio, el oligopolio y la evasión son los instrumentos más apetecidos. El derecho positivo es, inevitablemente, cada vez mas, reflejo de intereses en lucha y del desorden general causado. Cada vez menos es un principio de orden para constituir una sociedad de hombres libres, en pie de igualdad ante la ley, habilitados para cooperar en creciente fraternidad.
¿Y la tierra, ese factor que para los fundadores de la ciencia económica era la clave que mantenía en arco armonioso las relaciones entre el capital y el trabajo? Pues nada; que duerme en paz. Ajeno a las lides políticas y sociales. Lista para ser objeto de la más codiciosa especulación y capaz de servir de base para amasar las más grandes fortunas privadas.
La doctrina neoliberal oculta este principal problema de la economía social y estatal y con ello impide hallarle solución. El camino abierto hace 200 años por el pensamiento liberal ha sido cerrado por los hechos descriptos. Pero sellado herméticamente por la doctrina neoliberal. Esta es la diferencia entre ambas concepciones.
Buenos Aires, noviembre 5 de 2009

3 comentarios:

Guillermo Andreau dijo...

Con el cambio tecnológico producido por la revolución industrial, "el problema de la escases se soluciono" y eso pareció solucionar "todo" el problema; por lo tanto, el antiguo régimen revivió en el seno de la incipiente Revolución Liberal.
Hoy al antiguo régimen jerárquico y tributario romano se lo llama "neo clásico" o "neo liberal". Si bien el problema de la escases en parte se soluciono, no se solucionaron los problemas emergentes de un "sistema jurídico básicamente injusto" que genera una sociedad desigual y la desigualdad es la madre de todas las violencias.
La inseguridad y la violencia que se precipita sobre nuestra sociedad, es la consecuencia de estar viviendo de acuerdo a ideas y reglas de juego básicamente injustas que se oponen violentamente a las leyes que gobiernan el universo. Jamas pensemos que la violencia, la inseguridad y las guerras civiles son catástrofes irracionales; las guerras ocurren cuando formas erróneas de pensar y de vivir conducen a situaciones intolerables que aumenta la tensión de civilización, emergiendo la barbarie.
El antiguo régimen -hoy escondido detrás del neologismo NEOLIBERALISMO- se enseña en todas nuestras Universidades y Thinks Tanks -CEMA, ESEADE, NAUMAN, LIBERTAD, ATLAS, CADAL- un ejercito de instituciones y hombres de ciencia componen su fuerza; mientras las ideas LIBERALES de la Revolución de Mayo de 1810 son vilmente ocultadas y tergiversadas en beneficio de unos pocos y en perjuicio de todos.

Guillermo Andreau dijo...

La Revolución Liberal fue la revolución por la "igualdad" y decia: "todos somos iguales en la medida que todos somos libres; y cada uno el libre en la medida que es dueno del total del fruto de su trabajo".
El Liberalismo se opone a la sociedad tributaria, clasista y jerarquica antigua -o romana-. Se oponia al cobro de todo tipo de tributo o impuesto.
La pregunta es ¿cual es el origen de los recursos del Estado en una sociedad de hombres libres? La respuesta la da el liberalismo clasico las RENTAS fundiarias.

Walter Jerusalinsky dijo...

En otro foro sostenía hace unos días que en Argentina estamos encerrados desde hace décadas, digamos ocho, en una círculo entre dos o más corrientes ( por lo menos el comunismo y el fascismo como reacción) originadas por una premisa a mi modo de ver falsa: la inexorabilidad e irreductibilidad de la llamada lucha de clases.- La supuesta imposibilidad de asociarnos para bien de todos y no para mal de nadie, como manda el Martín Fierro-

En realidad mi fundamento para sostener la falsedad de tal premisa era la capacidad del ser humano para negociar, capitular, pactar, asociarse y cooperar, pero veo acá un fundamento mucho más robusto desde lo económico , y que muestra que no son aquellos los únicos dos barrotes de la jaula ... .-