viernes, 19 de febrero de 2010

LA REVOLUCION DE MAYO ESTA PENDIENTE DE EJECUCIÓN


He leído el escrito El Enfiteuta y me siento obligado a disipar los errores que contiene..
Se dice en el editorial del EL ENFITEUTA que “tal vez la Ley de Enfiteusis de Bernardino Rivadavia sea el primer ejemplo del fracaso estruendoso de una medida de política agropecuaria ". Se afirma, en ese editorial , que “en 1826, las tierras públicas se encontraban inmovilizadas como garantía del empréstito Baring. Rivadavia necesitaba recursos para fondear la guerra con el Brasil y las tierras públicas podían ser una fuente de recursos.”
En otras palabras, los patriotas de Mayo, y nada menos que quien es considerado como el más grande civil de los argentinos, Rivadavia, solo habría sido uno de los primeros casos de los quebrados gobiernos argentinos que caracterizan la última parte del Siglo XX y comienzos del XXI. Aquella afirmación es un disparate, aunque – para ser justos – es un infundio muy propagado y sospechosamente sostenido por políticos e intelectuales de nuestro país. .

El editorialista cita de manera muy general a Jacinto Oddone. Las cosas no son como se las describe en ese editorial e importa mucho aclararlo. No solo por mero afán de verdad histórica sino porque en la prédica contra la ley de enfiteusis (que sin duda fue muy defectuosa ) , se esconde la defensa de un pésimo régimen de acceso a la tierra. Cuestión gravísima para un país vacío como el nuestro y para el que Constitución Nacional ordena poblar su inmenso territorio. El Preámbulo dice que la Constitución es dictada “para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” dispuestos a vivir de su trabajo. Nada más alejado de ese mandato que la realidad actual.

La verdad histórica es que a los principales actores de la Revolución de Mayo de 1810 más que la independencia pretendían les importaba una "revolución social” en esta parte del Virreinato. La meta de la independencia apareció más tarde y como consecuencia de la impertinencia del dominio imperial, que no atendía a ninguna de las demandas revolucionarias. Las propuestas de Vieytes (1805) o de Mariano Moreno (1809),entre otras, no hablaban de “independencia”, sino de necesarias transformaciones del orden social, en especial del orden económico.
Bregaban contra los monopolios y por el librecambio, como se decia entonces o, como hoy se dice mejor, por un orden en el que los procesos económicos fueran dirigidos por mercados en libre competencia.

Esto se observa nítidamente en los escritos “pre-revolucionarios”. Patente en dos grandes transformaciones del orden social impulsadas por quienes eran efectivamente revolucionarios, los que a cada paso debían vencer la resistencia de los reaccionarios de entonces. La revolución social de Mayo apuntó a dos grandes ideales de la modernidad en materia económica: libertad de trabajo y tierra libre para los habitantes. Ambos ideales eran incompatibles con la concepción española. La misma que perduró en España hasta avanzado el siglo XX.

Echemos un vistazo a la forma en que la revolución de Mayo pretendió concretar los ideales políticos de la modernidad. Esos ideales recién comenzaban a experimentarse y apenas en un par de países en el mundo entero y no siempre con éxito completo. En los EEUU, en 1776 (quien sin embargo cargó con la hipoteca de la esclavitud hasta casi el fin del siglo XIX) y en Francia, en 1789, país que, sin embargo, pasado el vendaval de la revolución, a poco andar, recayó en el antiguo régimen.

La Argentina, mejor dicho Buenos Aires, fue quizá el único lugar del mundo de aquella época en que se pretendió a conciencia concretar los dos ideales básicos de la modernidad: a) que cada hombre fuera el dueño del fruto de su trabajo y b) que todos los hombres tuvieran igual derecho para acceder a la tierra. Veamos cómo los revolucionarios trataron de avanzar en ese camino

1) Libertad de trabajo. ¿Puede dudarse que la Revolución de Mayo tuviera como propósito poner fin a la esclavitud? Esta eliminación equivale a sostener que cada hombre debe de vivir del fruto de su propio trabajo. En el mundo solo cuarenta años después ( c.1856) comenzó a concretarse este ideal en el derecho internacional descalificando la trata de esclavos. Fue nuestra primera Asamblea, conocida como la Asamblea del Año XIII, (1813) la que declaro la "libertad de vientres". No puso término inmediato a la esclavitud, milenaria institución de la humanidad, sino que lo hizo prudentemente. Nadie, a partir de lo legislado por la Asamblea nacería esclavo en esta tierra. ¿Se comprende la revolución que esto implicaba?.La reacción local también existía. Lo resuelto por aquella asamblea quedo sin efecto bajo la dictadura de Rosas. Pero ese ideal revolucionario de Mayo revivió tras su derrocamiento y quedó definitivamente estampado en la Constitución nacional de 1853.

2) Igual derecho a la tierra para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. En 1813, alimentada la opinión revolucionaria por las ideas traídas en 1794 por Manuel Belgrano, se prohibió la venta de las tierras publicas, la mayor parte del territorio argentino. Propulsado por Rivadavia como Secretario de Gobierno, el 1º de Julio de 1822 se dictó un decreto que cerró las puertas al derecho de romano propiedad sobre la tierra. Inspirado revolucionario, Rivadavia como los patriotas de Mayo, encarnaba la idea de los Fisiócratas. A partir de esta concepción , ya en 1822 por Decreto del 1º de julio se adoptaron dos medidas fundamentales: a) Por el artículo 1º se prohibía la venta de la tierra pública; b) por el artículo 2º se disponía que los terrenos solicitados por los habitantes para su uso y trabajo serian entregado en “enfiteusis”. Los patriotas revolucionarios de Mayo INVENTARON LA EFITEUSIS PUBLICA. Institución radicalmente revolucionaria (lo sería aun hoy) por la cual quedaba erradicado el derecho de propiedad privado sobre la tierra. La tierra no podía ser tratada comop un “bien comerciable” (como lo es actualmente). La ley estableciendo la nueva institución fue dictada por el primer Congreso argentino, celebrado en 1826.

En este punto conviene seguir aclarando las cosas. En Roma desde el Siglo V existía una institución llamada “enfiteusis”. Por eso, al estilo romano, también se la encuentra entre en la época colonial en America. Pero el invento argentino nada tiene que ver con la enfiteusis romana. En Roma la enfiteusis era efecto de un contrato privado. Para poder celebrarse requería la existencia de un “propietario particular de la tierra”, mientras que los revolucionarios de Mayo, justo a eso se oponían. La Revolución de Mayo se hizo para evitar que hubiera “propietarios privados del suelo”.

La enfiteusis romana emergía de un contrato semejante al alquiler. El propietario del suelo “arrendaba”, tierra de su propiedad particular por el pago de un precio, generalmente anual, que debía pagarle a él el "enfiteuta". El invento argentino importó un cambio radical: negar la posibilidad de un derecho de propiedad particular sobre la tierra a perpetuidad. Desde las primeras disposiciones revolucionarias se consideró al “territorio patrio” como el perpetuo recurso material y económico de vida para todos los habitantes existentes y los por venir. Condición indispensable para poder invitar a “todos los hombres del mundo a poblar nuestro país”

De este modo era “la Patria” la que, mediante sus gobiernos, entregaría la tierra en "enfiteusis" a quienes la necesitaban para vivir y trabajar. La Patria, mediante la Ley de Enfiteusis , remedaba la palabra de Dios: “Esta tierra es mía y os la doy para que la trabajéis. No se apropien de ella porque sois mis inquilinos” (Levítico 25: 23). Andrés Lamas (intelectual y estadista uruguayo) calificó de genial al invento argentino y su compatriota Herrera y Reissig la destacó como la más notable institución jurídica creada para que todos los hombres del mundo, en pie de igualdad, pudieran habitar su suelo. Como diría Echeverria, con esta ley se cumplía uno de los mayores valores humanos: la fraternidad, pues con aquella igual y en uso cada uno de su libertad, la hermandad humana dejaba de ser una recomendación para ser realidad. Léase del “Dogma Socialista”.

La tierra estaba a disposición de todos. Decisiva condición para que abolida la esclavitud y los hombres fueran efectivamente libres. ¿De que vale la cacareada libertad política si la mayoría de los hombres de trabajo, por el sistema de propiedad de la tierra romano, debían contentarse en ser “inquilinos” de un pequeño puñado de otros hombres, los propietarios de la tierra? Por esta razón Alberdi en su Sistema Rentístico, daba mayor importancia a la participación del ciudadano en la economía que en la política. Propugnarlo al revés era, para él, poner el carro delante de los caballos. ¿No esta ocurriendo así entre nosotros generando la malsana planta del “clientelismo”?

Tierra a disposición de todos, sí. Pero no gratis. Para usar de ella, además de ocuparla, había que entregar parte de los producido por el trabajo a su genuino propietario, la Patria argentina. Se llamó un canon. Pagarlo responde al mismo principio por el que hoy se paga un “peaje” para estacionar el automóvil en la playa de estacionamiento. El canon debía ser un tanto por ciento del valor de mercado del suelo libre de mejoras. Casi 100 años después, otros autores, vulgarizaron a esta idea haciendo de ella un programa político revolucionario con el nombre "single tax" o "impuesto único".

La ley de Enfiteusis fue el mayor acto revolucionario de Mayo: pero como todo acto nuevo lleno de defectos. Para colmo amenazada por los codiciosos. No se puede pedir que fuera perfecta. Pedir esto revela padecer de idiotez semejante al que sufre quien se preguntara,¿Por qué Ford no fabrico de entrada y directamente un automóvil como el actual Focus en vez de construir ese armatoste que llamó Ford-T?
La idea de la enfiteusis argentina era fantástica; pero necesitaba ser aplicada, ensayada, experimentada y mejorada con el paso del tiempo. A este necesario proceso lo impidió la reacción proveniente de los terratenientes de entonces. Los encumbrados socialmente que, tras derrocar a Rivadavia, usaron aquella ley para acaparar desvergonzadamente para unas pocas familias a todo el territorio argentino.

El ocupante de cada predio debía que pagar , según la ley, (hablo en lenguaje actual) un tanto por ciento del valor de mercado de la tierra libre de mejoras, variable de año en año, conforme al aumento de población y demanda de tierra. La idea era (y es) genial. Con el ingreso recaudado por el cobro del canon se soportaría el gasto público. Nada de impuestos al trabajo, a la producción y al consumo. Esta manera de formar el "tesoro público" producía, un doble efecto: a) por una parte evitaba el “despilfarro” , a los que tan proclives son los gobiernos. b) Si, como era lógico, el gobierno y la sociedad necesitaban contar con mayores ingresos, la principal preocupación de todo gobierno (y esto vale hasta hoy), debía ser poblar el país. Alberdi, heredero moral e intelectual de Echeverria y de la Revolución de Mayo, lo acuño en famosa (pero no comprendida frase): "gobernar es poblar".

Una gran estafa a la Patria concebida por los revolucionarios de Mayo fue cometida por algunos hombres encumbrados en el poder después de derrocado Rivadavia y – aunque suene a paradoja – continuada por quienes siguieron en el poder después de derrocado Juan Manuel de Rosas. Ambos usaron la Ley de Enfiteusis para acaparar sin recato ni vergüenza toda la tierra argentina. Jacinto Oddone, a quien cita el editorial que comentamos, reconoce que más del 95% de la tierra argentina estuvo y está en menos del 1% de la población. En “fraude legis” aprovecharon la ley de enfiteusis federales primero y los unitarios después En 1857 fue derogada. Ahora para proteger los intereses de los comitentes de ese latrocinio, a libro cerrado, en los 1860 se aprobó el Código Civil. Este codigo - básico para el orden social - en contra de los ideales de Mayo implantó el derecho romano de propiedad privada sobre la tierra. Lo dice Vélez Sarsfield en el párrafo quinto de la nota al Titulo IV, De los Derechos Reales. La Argentina social se partió en dos grupos, ingeniosamente distinguidos al Centenario por la señora Casares, cuando sostuvo que en nuestro país había dos clases de personas: las inteligentes, que compran tierra y las estupidas, las que la venden. División que anticipaba la emergencia de la legión de los “ familias sin tierra” que merodean en todas las ciudades del país.

El distinguido presidente Roque Sáenz Peña es recordado por su ley dictada por su ley alentando a que “quiera el pueblo votar”. Es la base política de la democracia. Pero nadie menciona otro hecho más importante. Convencido Sáenz Peña que no hay democracia sin ciudadanos con tierra barata y al alcance de todos, en 1912 reprodujo, a su manera, los principios de la Ley de Enfiteusis. Junto a la ley para el voto obligatorio propuso otro proyecto de ley creando el “impuesto al valor de la tierra libre de mejoras”. Esta ley no fue tratada. Fallecido Sáenz Peña, fue archivada para siempre.

Quienes lo archivaron eran semejantes a los hicieron fracasar la ley de Enfiteusis. Son aquellos que en 1932, necesitado el Estado de recursos, en lugar de volver a los principios de la Ley de Enfiteusis, inventaron - contra lo que establece la Constitución - el "impuesto a los réditos". O sea contra el trabajo y la producción. Dictaron esta ley por una supuesta emergencia y de modo provisorio, solo para 3 años. Se aprovechó para crear la DGI nacional, una "policía inquisitiva" para quien todos los “negocios privados” son públicos, en contra de lo establecido por artículo 19 de la Constitución Nacional,

Los gobiernos centralistas y autoritarios le tomaron el gusto al nuevo sistema. Es más fácil exaccionar a indefensos trabajadores y productores obligados “declarar en su contra” – amenazados con el Código Penal - que hacer oficinas de catastro, registrar y valorar sistemáticamente al tierras rurales, especialmente las urbanas. En cambio parece duro obligar a los propietarios del suelo de la tierra a abandonar un inmoral negocio: especular con la tierra que los demás también necesitan. Dato dramático: al vencer el plazo de 3 fijado en 1932, en un tris tras se lo prorrogó por otros 10 años más. Así se forjo entre gallos y medianoche la cepa del actual hasta “texto ordenado” de leyes impositivas. “Madre de todo el sistema de impuestos" actual. El que arruina a la Argentina. El que destruye a empresarios, trabajadores, inversores de capital y vacía el bolsillo de los consumidores. Todos se quejan de los efectos, pero nadie cuestiona el sistema. En este pantano estamos.

Flaco favor se hace a la democracia, al derecho, a los trabajadores, empresarios y productores argentinos repitiendo como loro la leyenda que finca el origen de la Ley de Enfiteusis en el préstamo Baring Brothers. Revela pereza intelectual y estar ganado por la ideología de intereses egoístas, los que logran ser ricos apropiándose para si de la renta del suelo y con ello del trabajo ajeno. De modo harto paradójico, estancieros, chacareros, peones, inquilinos, "okupas”, villeros y los intelectuales en general , aceptan sin chistar el sistema. La ignorancia del proyecto de Mayo los iguala. Cambiar esta “conciencia social” es la menuda labor que tienen por delante los políticos sinceramente democráticos

No iluminar sobre el profundo sentido de la principal ley de la Revolución de Mayo es contribuir a la derrota del pueblo argentino y hacer de la democracia un sistema político inviable. La abolición de la legislación de Mayo ha sido la matriz de la pobreza argentina , del clientelismo y la corrupción institucional, especialmente de la moneda.
Hacerse cargo de lo que he expuesto es el reto que pesa sobre todo aquel que quiera rendir homenaje al Bicentenario de la aquella revolución. Revolución aun hoy pendiente. Celebraciones que no se ocupen de esto, es cháchara.
Héctor Raúl Sandler
Profesor de Derecho, UBA

2 comentarios:

Guillermo Andreau dijo...

Estimado colega: El Programa "Economía del Sector Público Argentino" dependiente de la FCE-UBA está desarrollando el Proyecto "El federalismo fiscal en la Argentina", desde un punto copernicano con respecto a lo que se investiga y se difunde en los ámbitos académicos nacionales, que no es otra cosa que más de lo mismo: gravar el trabajo. El regimen tributario argentino es el verdadero punto de partida de la decadencia argentina, del cual son responsables todos los gobiernos de los últimos 80 años y aquellos técnicos fiscales que los han asesorado. Bien decía Parkinson, el sistema impositivo hace grande a un país o lo destruye, cosa que está sucediendo entre nosotros e incluso en prestigiosos países del hemisferio norte, que no salen del endeudamiento y la emision monetaria. El trabajo que se está realizando se encuentra en la etapa de valorizar el espacio físico de la CABA a valores de mercado (sector urbano) y un Partido de la Provincia de Buenos Aires también a precio de mercado (zona rural) y establecer un canon por el uso de un recurso natural. Los primeros resultados que se vienen obteniendo son sumamente relevantes como para financiar todos los servicios públicos locales, provinciales y nacionales, eliminando la catérbula de tributos (80 y tantos ) que menciona el Dr. Antonio Margariti. Esta reforma no solo favorecera al contribiuyente, a las actividades económicas sino que permitirá la eliminacion de instituciones y de asesores impositivas dedicados a la elusion fiscal o trampa fiscal. La metodología que se elaborará estará al servicio de los gobiernos municipales, provinciales y de la Nación como contribución de la Universidad estatal. A continuación le remito un trabajo publicado por el Dr. HRSandler, que dado su experiencia académica y política, trata de clarificar interpretaciones equivocadas e incluso intencionadas sobre hechos históricos argentinos. Nos gustaría conocer su opinión, ya que será sumamente importante para el conflictivo momento histórico que se avesina en el horizonte de nuestra patria. Afmo. Prof. Guillermo Sandler.

Guillermo Andreau dijo...

Armando Ribas dice: Si Rivadavia fué uno de los grandes fracasos y a causa de ello llegó Rosas como salvador para enfrentar a los jacobinos desde la Inquisición.
Armando