lunes, 18 de octubre de 2010

CUANDO EL CIELO SE TRANSFORMÓ EN INFIERNO

Un sacerdote cristiano, dormitando en su sillón soñó que llegaba al Cielo. Un ángel de aspecto hermoso tras abrirle la puerta, lo primero que hizo fue recomendarle escogiera bien sus compañeros y no se asociara con ángeles de mala reputación. El asombrado sacerdote le preguntó : “¿pero no es este, acaso, el Cielo?”. Sí, pero lamentablemente ha aparecido aquí una turba de ángeles pobres, vagabundos y muy perturbadores. Nada recomendables, por cierto.
“Cómo puede ser esto”, preguntó con asombro el recién llegado. “¡Yo creía que en el Cielo había paz y abundancia para todos!”.
Solía haberla, respondió el ángel guardián, pero hace tiempo. Era la época en la que si necesitabas tener pulida tu arpa o limpias tus alas tu mismo tenías que hacer esos trabajos. Pero las cosas han cambiado desde la Convención.
“¿Que convención? “, pregunto intrigado el sacerdote.
Hace años atrás se hizo una Convención con todos los ángeles para escuchar las proposiciones de algunos de los muchos que habían viajado al extranjero, es decir a la Tierra. Tras sus abundantes y bien armados argumentos, eran favorables a la modernización. Con entusiasmo la Convención aprobó y puso en ejecución las mismas reglas de propiedad que los humanos habían inventado para poblar sus países más civilizados. ¡Piensa que nuestras leyes databan desde la Creación¡ Y la verdad sea dicha cuando sus proposiciones fueron adoptadas y puestas en marcha hubo un gran progreso. Sobre todo entre los integrantes de las altas jerarquías. Pero dejémonos de historias. Lo importante ahora, continuó el ángel guardián, es que decidas dónde te hospedarás.
“Yo no necesito hospedarme en ninguna parte, contestó firmemente el sacerdote. Siempre soñé con venir aquí y en verdes prados como los que desde aquí veo, tenderme a gozar de la gracia de Dios”.
No te aconsejo hacer tal cosa, le respondió el ángel anfitrión. Ese hermoso collado pertenece a un ángel que no tolera tales transgresiones. Recuerda que desde la Convención cada ángel tiene su propiedad privada sobre su parcela del Cielo.
“No me perece mal, pero espero que me hayan tenido en cuenta cuando hicieron la repartición”.
Imposible, no estabas aquí por aquel entonces. Pero si te pones a trabajar y ahorras lo suficiente, en un par de siglos podrás reunir lo necesario para comprar una pequeña parcela. Pero entretanto tendrás que buscar un hospedaje. Los alquileres no son muy altos, por ahora, y empeñando el par de alas que te corresponden, tendrás para tres o cuatro meses. Te bastará hasta que consigas trabajo. Pero no te demores en buscarlo, pues como te dije abundan los ángeles vagabundos y cada día se hace más difícil conseguir un buen puesto.
“¿Pero en que podré trabajar?”.
La industria principal aquí es hacer arpas y coronas. También cultivar flores. Pero de hecho las oportunidades mayores son la prestación de servicios. Los ángeles más selectos se valen mucho de servidores en relación de dependencia.
“Prefiero cultivar flores libremente”, respondió de modo cortante el sacerdote. Desde aquí mismo veo un prado excelente para criarlas”.
Lo lamento hermano, pero esa propiedad pertenece a uno de nuestros ángeles más previsores. Como el valor de cada parcela aumenta cada día, cuando se hizo el reparto, tomó en propiedad ese predio y aun lo conserva para rentarlo. O venderlo, si en algún momento lo estima oportuno. Es uno de nuestros ángeles más ricos y por eso mismo convendría que a él le solicitaras trabajo. Aparte de generoso gusta contar con un gran número de servidores.
El sacerdote abatido por la tristeza partió en búsqueda de un hospedaje. Vista las cosas solo cabía hacerlo por los arrabales de la Jerusalén Celestial. Su desconsuelo no tuvo límites cuando al llegar a esos remotos lugares vió que las callejuelas estaban repletas de ángeles andrajosos y pedigüeños. Empeñadas sus alas a esos miserables solo le restaba errar por el Cielo. Al intentar doblar por el recodo de una estrecha senda el sacerdote se aterrorizó. Tuvo la horrible sensación de ser asaltado. El sobresalto lo despertó. Secó el sudor frío que bañaba su frente, diciendo “!Oh Dios ¡Qué pesadilla horrible he tenido hoy”.
(Resumen del cuento “Un sueño” escrito por sacerdote presbiteriano de Nueva York, P. Abner Thomas, c.1890. Tr. H.R.S)

Dedicado a los tigres sean abogados, economistas, legisladores y politicos, que sostienen este perverso sistema juridico que permite la apropiación privada de la renta publica condenando a sus hermanos al infierno.
-5:30
Pero los tigres vienen de noche
con sus voces suaves como el trueno
Hacen pedazos tus esperanzas
y convierten tus sueños en vergüenza
Y todavía sueño que el volverá a mi
y que vamos a vivir los años juntos
Pero hay sueños que no pueden ser
y hay tormentas que no podemos aguantar
Tuve un sueño que mi vida seria
tan diferente de este infierno que estoy viviendo

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