lunes, 18 de octubre de 2010

“Soberanía del territorio y los recursos. La necesidad de un proyecto emancipador.” Ing. Mario Cafiero.


Disertación en la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca organizada por Proyecto Sur de Bahía Blanca.

Si yo pregunto aquí ¿cuál es la ciudad situada en el centro geográfico de nuestro país?, seguramente la mayoría del auditorio pensará en la ciudad de Córdoba o cerca de allí. Muchos se sorprenden cuando caen en la cuenta que la ciudad situada en el centro de nuestro país es Ushuaia (ciudad equidistante entre La Quiaca y el Polo Sur).

Si pregunto ¿cuál es la superficie de nuestro país?, nuestro cerebro buscara en la imagen triangular de nuestro territorio continental, olvidándose que tenemos una de las plataformas submarinas más extensas del planeta. Pocos tienen presente que la Argentina abarca no solo los 2.800.000 km2 de su territorio continental, sino que hay que adicionarle otro 1.000.000 de km2 de la península antártica y cerca de 5.000.000 de km2 de la plataforma continental o submarina (350 millas de costa). La Argentina está entre los 6 países más extensos del mundo y si computáramos la plataforma continental seríamos uno de los 3 países de menor densidad poblacional (junto con Australia y Canadá).

Tampoco tenemos presente que casi el 50% de nuestro territorio está usurpado o es pretendido por el Reino Unido, que haciendo base en Malvinas y las Islas del Atlántico Sur, ha extendido su ocupación de hecho a los enormes espacios marítimos circundantes y pretende extenderse a lo que ellos llaman la Antártida británica (superposición de los reclamos argentinos y chilenos). Aunque parezca increíble, transcurrido el bicentenario, todavía los argentinos no tenemos la certeza de cual el territorio definitivo que abarca nuestra Nacion.

Si los argentinos poco conocemos de la magnitud de este conflicto, mucho menos las otras naciones del mundo. Que importante sería que en la Asamblea anual de las Naciones Unidas un presidente argentino, en vez de gastar el tiempo en conflictos ajenos, mostrase al mundo un mapamundi y denunciara que las pretensiones británicas no solo se remiten a las Islas Malvinas, sino a los enormes territorios marítimos y a la Antártida.

Esta decisión británica no es producto de una rémora de su pasado imperialista, sino que es una necesidad estratégica de futuro. En un mundo que avanza claramente hacia la agudización de los conflictos por el control y disposición de los recursos naturales, los millones de km2 de espacios territoriales en juego y sus inmensos recursos naturales, son para ellos un “espacio vital” a anexar.

Es entonces infantil preguntar por el twitter presidencial si los ingleses serán “¿piratas for ever?”. Los ingleses tienen y están ejecutando un plan estratégico para asegurar acceso a recursos naturales a su población y a sus socios europeos. Esa es la razón de Estado. Por la cual no debemos sorprendernos su política de anexion y militarización de territorios del Atlántico Sur. La frase que fundamentó el expansionismo alemán fue que «los alemanes tienen el derecho moral de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al crecimiento de la población». Donde dice “alemanes”, hay que reemplazar por “ingleses” o “europeos”, para entender lo que está pasando.

Se revive el inquietante concepto que la existencia de un Estado queda garantizada cuando dispone del suficiente espacio para atender a las necesidades de su población. De allí viene la palabra alemana “Lebesraum” o “espacio vital”, que diera origen a la geopolítica. Aunque teniendo en cuenta que la mayor parte del territorio en disputa es mar, tendríamos que hablar del concepto de “talasopolítica” (la geopolítica pero teniendo en cuenta el facto mar como territorio).

La relación territorio y población es hoy un concepto de enorme actualidad, en un mundo cuya población crece a razón de 230.000 personas por día o 84.000.000 por año. Se calcula que en el 2050 la población mundial será de 10.000 millones de seres humanos.

En el mundo ya no existen espacios o territorios vacios, al ser humano solo le resta ocupar el 15% del planeta, principalmente la Antártida. El mundo también ha dejado atrás la era de la abundancia de recursos naturales.

Surgen con fuerza cuestionamientos a la economía tradicional o convencional por no considerar precisamente la escasez y agotamiento de los recursos naturales y los residuos que se generan. Se abren paso las ideas de Economia Ecológica o Bioeconomía, que trabajan transdisciplinariamente junto con la biología, la física, etc; buscan de estudiar los límites que la naturaleza -y las leyes físicas que la gobiernan- le imponen al sistema económico.

Los modelos económicos convencionales y las bondades de las leyes del mercado no son suficientes, debemos incorporar los principios básicos de la energía y termodinámica. La energía no puede crearse, solo puede transformarse. Pero además, por cada transformación que hacemos, esa energía se degrada y no podremos volver a utilizarla.

El mundo tiene una capacidad finita o límite de producción bioproductiva y de reciclado de residuos. ¿Cuál es la capacidad de carga de humanos en el planeta?. La respuesta es: depende de lo que consumamos. Se calcula que a lo largo de nuestra vida habremos consumido 7.000 litros de leche, 1.000.000 de litros de agua solo para bañarnos, 40.000 kg de basura y talado 24 árboles solo para el papel de los libros y periódicos que leeremos (ojo aquí que primero hay que plantarlas) ,etc. Esta es la “huella ecológica” que dejaremos como hipoteca a las futuras generaciones.

¿Cuántas hectáreas bioproductivas del planeta son necesarias para abastecer el nivel de consumo actual de la población?. Se calcula que son necesarias en promedio 2,7 hectáreas bioproductivas. Pero los promedios son el más engañoso de los indicadores, porque un europeo o norteamericanos necesita más de 6 hectáreas, un argentino 2,3 y un africano menos de 1 ha. O sea se necesitarían tres planetas tierra para abastecer el nivel de consumo de los países “desarrollados”.

Como señala el economista argentino Walter Pengue: “La huella ecológica de EEUU supera las 12 has., mientras su disponibilidad de espacio vital es de 5 has. Quedando por fuera 7 has. La huella ecológica de las naciones, muestra como se está demandando espacio entre cada una de ellas. Tanto o más interesante será calcular la huella ecológica entre naciones, lo que permitirá inferir las relaciones existentes entre producción, demandas y comercio, junto a ocupación territorial virtual de los bienes y servicios de otras economías”.

Pengue señala que “Hoy en día, la huella ecológica de China a través de la demanda de soja, se expande en territorio argentino. Hasta ahora de manera virtual, solo a través de la incidencia sobre los precios de las materias primas y su orientación a hacia la producción de uno u otro producto.”

Siguiendo ese razonamiento me tomé el trabajo de clasificar las exportaciones argentinas en el periodo 2003-2009, en el siguiente cuadro:


Queda claro por las cifras de su comercio exterior que el rol de la Argentina es prestar su huella ecológica a otras naciones. Estamos sustentando la balanza comercial principalmente con exportaciones de recursos naturales no renovables, con monocultivos transgénicos y en general con materias primas, repitiendo un esquema histórico de cuestionada sustentabilidad económica y ahora hay que agregar la ambiental.

En la década de los 90 se nos decía que habíamos encontrado un modelo sustentable y después se descubrió que los números cerraban porque se computaba como ingresos la venta del patrimonio o sea lo que habíamos ahorrado a lo largo de generaciones. Ahora el modelo “cierra” porque estamos usando recursos que nunca podremos reponer. Nos contestarán con cifras de crecimiento del PBI. Le respondemos que buena parte es crecimiento basado en el decrecimiento de nuestro patrimonio y el de las generaciones futuras de argentinos. Tomemos conciencia.

En materia petrolera ni siquiera exigimos que se reponga con nuevas reservas lo que se exporta, resultado una caída vertiginosa de las reservas. En materia minera el “negocio” es entregar los recursos, no valorizar absolutamente nada en el país (ni siquiera exigimos que el oro se exporte refinado), quedarnos con la contaminación, sin impuestos y sin los dólares porque permitimos que las mineras los liquiden afuera. En materia agraria, no clasificamos ni el trigo y las exportadoras manejan a piacere los precios internos y condiciones de venta. Además el gobierno nacional recién se anoticia que son evasores, cuando duerme en el Congreso la comisión investigadora adhoc creada en el 2008 post debate de la 125.

Pero a confesión de parte relevo de prueba, la presidente CFK acaba de decir -criticando a un fallo de la Corte- que la Argentina “está en mano de las corporaciones”. Son la políticas cómplices del Ejecutivo las que consolidan esa sumisión.

Aunque no lo sepamos o no lo creamos los argentinos estamos inmersos en una grave disyuntiva: ¿Seguiremos entregando nuestros recursos naturales a las corporaciones transnacionales?.¿Dejaremos que nuestra nación sea el territorio donde otras naciones dejen su huella ecológica para sostener un consumo insostenible?.

Necesitamos hacer un replanteo profundo, por eso la necesidad de un proyecto emancipador, donde la soberanía de los recursos y territorio es su eje fundamental.

Ing. Mario Cafiero


N de la R: Sabrá el Ing. Cafiero que el único proyecto emancipador que logra la soberanía territorial y de sus recursos es el Sistema jurídico y económico de la Revolución de Mayo de 1810, contrario al vigente. Parece que no. pero su objetivo lo llevara hacia el.

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