martes, 30 de agosto de 2011

BUENOS AIRES , TOMADA POR LOS BARBAROS. ¿PERO QUIENES SON LOS BÁRBAROS?

“Existe una Barbarie Letrada mil veces mas peligrosa que todos los indios de América” Juan Bautista ALBERDI (1870 BARBARIE LETRADA)

Héctor Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA

En la tapa de La Nación 29 de Agosto del 2011, natalicio de Juan Bautista Alberdi y del “Día del Abogado”, se publica una conmovedora y alarmante nota titulada “Ideas para que la Capital deje de ser una ciudad tomada”. Subyace la idea que nuevos “barbaros” la han tomado. Su autora, Laura Rocha, ha titulado muy bien su informe.

Sin embargo comete un grave error. Considerando los males que presenta en 6 sucintos capítulos (las “Villas”, los “Trapitos”, los “Puestos de Comida” callejera, las “Veredas Ocupadas”, los “Vendedores Ambulantes” y los “Piquetes”) y las 7 propuestas dadas por sendos entrevistados y ofrecidas al lector para solucionar aquellos problemas, uno llega a una deprimente conclusión. A la luz de la nota completa, integrada por los “males” inventariados y las “soluciones propuestas” por los entrevistados, no hay duda que la Ciudad de Buenos Aires esta tomada por grupos bárbaros.

Pero no son éstos los que la autora enumera en aquellos 6 capítulos, sino los 7 entrevistados. Los juicios, opiniones y propuestas vertidas por esos opinadores revelan a las claras el estado de “barbarie cultural” que padece la clase dirigente argentina.

En su 5ª. acepción de la palabra “bárbaro” alude al inculto, grosero o tosco. Las pobres causas de las que los entrevistados se ocupan para explicar la existencia de aquellas 6 “tribus” invasoras de la Ciudad, bastan para considerarlos gente de opinión muy gruesa (“groseros”) y francamente “incultos”, en relación a las causas de los males sobre los cuales opinan y proponen sus drásticas soluciones. Una idea que denota su grueso saber es que en gran medida sus soluciones son de carácter “represivo”. Hacer cumplir la ley, sin parar en mientes si es buena, regular u horrible.

Si se tiene en cuenta su relevante posición política y social, la naturaleza de su “barbarie cultural” es mucho más nociva de lo que se cree. Según la 1ª acepción el término “bárbaro”, se aplica a los grupos que abatieron al Imperio Romano. En el caso que comentamos, los bárbaros son otro tipo. No son exógenos sino endógenos. Una clase de dirigente que por desconocer a ojos vista las causas de los específicos males sociales existentes entre nosotros, son incapaces para presentarlos como un “problema” a resolver, yerran en el diagnóstico y en consecuencia fracasan en los remedios. Por eso - a semejanza de aquellos bárbaros de la Antigüedad, a los que se atribuye abatir al Imperio romano –en este caso, estos barbaros nativos, acabarán por abatir la ya tambaleante Republica establecida por nuestra Constitución fundadora de 1853/60.

Repasando las “tribus” ciudadanas que inventaría la autora.
Comienza por decir: “La ocupación ilegal o informal de la calle se revela de distintas formas: con la venta ilegal ambulante y con el avance irregular de locales habilitados; con el crecimiento de los asentamientos producto de la marginalidad social y con los que lucran con el estacionamiento; a todo eso se suma el flagelo cotidiano de los piquetes que colapsan el tránsito y crispan tanto a automovilistas como a peatones”.

En todos los casos el común denominador es “la ocupación ilegal o informal de la calle “. Cientos de miles de personas que para ganarse la vida, tratan de trabajar, viéndose obligados para ello a “ocupar la tierra publica o sitios abandonados”. Ante este hecho lo que corresponde a un dirigente social de buena formación es hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuál es la causa por la que tantas miles de personas que optan por vivir de su trabajo, lo hacen en tan precarias condiciones y, para colmo, avanzando sobre el espacio público”.

Sin esta pregunta y sin una respuesta basada en la correcta observación de los hechos, todo lo que se diga es palabrerío puro y, para colmo, nocivo pues aparta la vista de la realidad profunda. Cientos de miles de personas “perforan el espacio publico de la ciudad” (no pocas con la legal autorización del gobierno), como es el caso de los abundantes quioscos de diarios y revistas, de florerías, etc.). Esto ocurre por dos causas fácilmente verificables, pero ignoradas en absoluto por los 7 “opinadores”.

1) El alto costo de la tierra privada. El valor de la tierra se traduce en altísimos precios a pagar por la compra y , en consecuencia, por los obligados a pagar alquiler. En pocas palabras, el incesante “crecimiento valor del suelo” fruto de la labor de la comunidad (o sea de “raíz social”) por obra del Codigo Civil se “privatiza”. La tierra pasa a ser una “fuente de ingresos” para el propietario del suelo. Los cobrará al vender o al alquilar. Y los compradores o inquilinos lo han de pagar con su trabajo. En otras palabras, el régimen de propiedad privada de la tierra obra como bomba que succiona gran parte de los ingresos de los trabajadores y los pasa a los bolsillos de los propietarios. LO publico – la renta del suelo – se hace privada por el regimen del Código Civil.
Mal sistema que, al cabo de medio siglo de vigencia, se tornó en pésimo. Ignorando este mal, desde 1943 a 1985, se pretendió paliarlo con las llamadas “leyes de alquileres”. Sus funestos resultados llevaron a abolirlas. Pero el tendal de “los sin tierra” se fue incrementando. Son hoy los “sin derecho a acceder a la tierra con el fruto de su trabajo”, los habitantes de “conventillos”, de los “hoteles temporarios”, de las “villas miseria”, de lugares de “hacinamiento” en viejas casonas y tugurios, de los “okupas” y finalmente de los impúdicamente denominados por juristas, sociólogos y políticos, “gente en situación de calle”. En ese escenario social han emergido – entre otros –los 6 grupos de los que da cuenta Laura Rocha , la autora de la nota.

2) El régimen de impuestos es la otra causa. La base del régimen de impuestos vigente deviene de la época de la Colonia; es decir del que regia cuando languidecía la Edad Media. El formidable y revolucionario intento para reemplazarlo, acorde con “la modernidad”, se gesto durante la Revolución de Mayo de 1810 . Se lo instauro por el Congreso de 1826 dictando la Ley de Enfiteusis. Su principio de orden era el siguiente: el gasto publico debía ser solventado con el creciente valor del suelo. Y a este valor se lo haría crecer poblando a nuestro gigantesco , vacio territorio por completo y con la inversión de capital real atraido por la tierra barata. Argentina debe enorgullecerse en haber sido el primer país del mundo moderno en adoptar ese principio para ordenar sus finanzas publicas. Y avergonzarse por haberlo abandonado.

La novedad de Mayo desvirtuada primero por la poderosa clase terrateniente de la época. Presidida por Rosas la dejo de hecho sin efecto . Pero, luego,. la presidida por los unitarios no obraron mejor. La derogaron por ley en 1857. En su lugar , reimplantaron el derecho clasista de Roma en 1869. Allí se estableció el actual sistema de propiedad privada de la tierra y la de su renta (Código Civil). En 1932 fue remachado el régimen clasista romano. Cuando por la crisis internacional era imposible sustentar el gasto publico con impuestos a las exportaciones, se dicto una leu que fue el ADN del actual régimen impositivo vigente. Se dicto “solo por 3 años” la Ley de Impuesto a los Réditos. Fue “transitoria para siempre”.

Esta ley es la columna vertebral del vigente sistema de recursos para el gobierno del Estado central. Desarrolló múltiples ramas : el Impuesto a las Ganancias, el IVA y otros 80 y pico de impuestos semejantes, caprichosos, absurdos y todos dañinos para la gente de trabajo y el país. Tienen estos principios de común: trabaja y serás castigado. Ahorra y serás castigado. Invierte capital real y serás castigado. Produce y serás castigado. Y, el colmo, consume y serás castigado. ¿Cómo asombrarse de la crónica ruina argentina. manifiesta al haber descendido del 5º lugar en el ranking mundial a la posición 150?

3) El terrible juego de pinzas que explica la presencia de “los marginales”
El alto costo de la tierra, usada como objeto de comercio para especular, por un lado, y la miríada de impuestos que castigan al trabajo, a la inversión de capital real, a la producción, al comercio y al consumo, por el otro, forman la mas terrible maquina destructora del orden social diseñado por la Constitución. Por un lado genera muy pocas riqueza a cargo de la actividad particular, salvo se goce de monopolios y privilegios. Por el otro, propaga la empleomanía estatal, pues cada uno de los “gobiernos” se tiende a la demagogia y ofrece sus oficinas y negocios y recursos a los millones de “invalidados” por el alto costo del suelo y por la miríada de impuestos que despluman a los que solo les cabe trabajar. El “mercado negro” , el “informal” y semejantes, son la unica salvación para los jóvenes de cada generación.

Vistazo a las 7 opiniones de los dirigentes encuestados
El problema que acabo de plantear es ignorado por completo en las 7 exposiciones de los opinadores que se expresan en La Nación. Esto basta para descalificarlos a todos.

Seria sobrecargar al lector transcribir las trivialidades que exponen estos dirigentes políticos y sociales. Pero debe aclararse que ellos no son los únicos ni los principales responsables de su trivial opinión. El “nido de los huevos de la serpiente” se encuentra en nuestras máximas casas de estudio, estatales y privadas.
Muchas razones exógenas y endógenas pueden explicar y dar cuenta del poco servicio que prestan al buen orden social argentino. En especial las carreras que imparten en ciencias económicas y jurídicas.

No nos detendremos en este importante asunto. El lector puede y debe por su cuenta enterarse de este “descarrío” de las ciencias sociales al uso. Debe comprender que en lo que respecto a estos problemas, la falencia de los 7 opinadores se ha originado en esas casas de estudio.

Sirva esto de advertencia para todos aquellos que desean actuar en la vida política democrática, para los que lidian en los sindicatos de trabajadores y en los que forman las agrupaciones empresariales.
Buenos Aires, en el Día de Abogado, 29 de agosto de 2011

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