LA CULTURA DEPREDADORA Fred Harrison desarrolla una serie de estudios de casos reales a escala global para mostrar cómo el nacimiento violento de las naciones-Estado, ya sea como resultado de la conquista o del colonialismo, divide a la población en dos clases, los vencedores y los vencidos. Esta división se perpetúa y se legitima a través del sistema de la propiedad de la tierra. Las consecuencias patológicas tan diversas como estados fracasados, el crimen organizado (mafi a), el fundamen talismo religioso o el resurgir de la piratería son el resultado de una subleva ción violenta de los nativos de esas tierras.
Entender el fundamento territorial del poder político y la riqueza es el requisito básico, de acuerdo con la argumentación de Fred Harrison, para que tengan sentido fenómenos tan diversos como el genocidio, el narcotráfi co, el terrorismo y el fascismo. La lucha por la tierra y los recursos, mantiene Harrison, está en la raíz de la crisis global actual. Se han hecho algunos intentos para devol ver la tierra a aquéllos que la necesitaban, desde la oferta de tierra en Afganistán a los talibanes como un incentivo para abandonar sus estrategias violentas, hasta el reparto de las rentas del petróleo en Nigeria para atraer a los defensores del medio ambiente hacia el movimiento político organizado. Sin embargo, estas tácticas parciales han fracasado a la hora de conseguir reunir las condiciones necesarias para la paz y la prosperidad.
La cultura depredadora proporciona un marco para la verdad y la reconciliación en un mundo que se ha convertido en violento y que se está yendo peligrosamente fuera de control.
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