HOMENAJE A MANUEL BELGRANO
Genio de la
Revolución de Mayo
Héctor Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA
Manuel Belgrano nació
el 3 de
junio de 1770.
Murió en la pobreza el 20 de junio de 1820.
El aniversario de su fallecimiento ha sido
declarado por gobiernos posteriores día feriado. Pero esta celebración
oficial, para nuestro mal, no tiene en cuenta el hueso duro de su pensamiento,
su acción como jurista y su genio político. El titulo elegido para recordar a
Manuel Belgrano - “Dia de la bandera” - es muy ambiguo para rememorar esa
triple dimensión.
Por importante que haya sido crear nuestra enseña patria, necesaria para mostrarnos ante el mundo como una nación
en el conjunto de las naciones, mucho más fue el significado político y moral de
su vida y su obra.
La nueva bandera
anunciaba la emergencia una nueva nación, es verdad. Pero para Belgrano
ésta pretensión consistía de modo principal en constituir ante la humanidad
toda una real y novísima forma de orden social. No era el camino cambiar el
idioma o la religión e incluso su forma política. La cuestión primera, como
base material de la vida, era establecer
un nuevo
tipo de orden económico. La necesaria
base material para que fuera posible la
libertad de todos los individuos en todas las dimensiones en que la
libertad humana debe ser ejercida. Este orden económico debía
posibilitar a todos y cada uno ganar el pan con el sudor de su frente.
Crear la bandera en medio del combate militar era necesario para distinguirse del enemigo en el campo de batalla. Pero su
profundo sentido fue el crear una divisa que expresara -ante el mundo entero- que
en este sitio del planeta, se pretendía crear una “nueva y gloriosa nación”
formada por individuos libres, tratados
en pie de igualdad y unidos en abierta fraternidad.
Doctor en leyes, el joven Manuel Belgrano fue en 1794 designado Cónsul
por el gobierno del Virreinato del Río de la Plata y desde 1810 miembro de la
revolucionaria Junta de Mayo. Ya mucho antes, desde el Consulado, había
comenzado a explicar la necesidad de un “nuevo
orden económico”. Resaltaba sobre todo la importancia de la enseñanza y
el aprendizaje de oficios y actividades
para que todos y cada uno pudiera incorporarse al proceso de producción y
así vivir del fruto de su trabajo. Para esto era necesaria una “economía de libre mercado”.
Esencial pero no suficiente.
Gracias a su conocimiento de la “nueva economía política” explicada por los fisiócratas franceses y conocida por Belgrano en los círculos
liberales españoles, desde sus distintos
cargos, de palabra, en escritos oficiales,
mediante la prensa y en secretas reuniones, dio lecciones a los futuros
patriotas. Los instruyó sobre algo principal: que el gasto público fuera soportado por un recurso
singular. Crear un fondo público formado por el cobro de un porcentual sobre el valor de la tierra libre de mejoras. Desde luego uso el lenguaje actual y no el de
la época para expresar de modo fiel el núcleo de su pensamiento.
Su propuesta sorprendió primero pero prendió después en los grandes
hombres de Mayo. Germinó lentamente en su generación y creció fuerte en la siguiente luego de su muerte. El efecto
de su filosofía política fue la Ley de Enfiteusis aprobada por el Congreso
de 1826. Fue la primera ley positiva dictada en el
mundo consagrando un sistema de recursos para el gobierno
compatible con el poblamiento del territorio y el desarrollo económico.
Esta ley disponía un sistema
legal para formar el tesoro público consistente en dos
pasos:
1) poniendo la tierra al alcance de todo aquel que quisiera
usarla en la ciudad o trabajarla en el campo.
2) Cobrar a los beneficiarios un alquiler perpetuo (llamado
“canon”) para que los gobiernos contaran con recursos para pagar los
bienes públicos sin ofender los salarios
ni a la recompensa por la inversión de los ahorros particulares. Cada
uno sería así el dueño exclusivo del
producto de su trabajo y de la inversión de sus ahorros en el proceso de
producción y el gobierno de la “renta socialmente creada”. La ley de enfiteusis
argentina (que nada tuvo que ver con la enfiteusis del derecho romano) fue la
ley mas revolucionaria dictada por un Congreso americano.
El pensamiento de
Belgrano tuvo terribles adversarios y honorables herederos. Su legado, en los
1830, fue recogido por Esteban
Echeverria y los integrantes de la Asociación de Mayo de 1837, perseguidos y
obligados a exiliarse del país por un poder político ocupado por los acaparadores
de la tierra y su renta.
Principal discípulo de Echeverria fue don Juan Bautista Alberdi
quien en forma decisiva obró para consagrar esos principios en nuestra actual Constitución
nacional. Constitución Nacional que,
lamentablemente, permanece meramente declarativa en este fundamental asunto. Por intereses creados, fallas en la educación
superior y en los dirigentes políticos y sociales.
Los intereses creados en su época y los sobrevinientes
después, han obrado para desnaturalizar el
pensamiento germinal de don Manuel
Belgrano. El mal trato práctico dado a la ley de Enfiteusis produjo grandes latifundios e indujo en 1870 a dictar Código Civil inspirado
en el Antiguo Derecho Bárbaro de los Romanos. Hizo de la tierra –recurso vital
dado por Dios a todos los hombres por igual- pasó a ser una mercancía con una
grave consecuencia, de no atenuar sus efectos. El
derecho de propiedad sobre la tierra fue y es un recurso para apropiarse del fruto
del trabajo ajeno.
La radical separación de
la idea matriz de Manuel Belgrano y de los ideales de la Revolución de Mayo se
agravó en los 1930. A tal grado que por
leyes se transformó la “real constitución social de la Argentina” En la
actualidad la
Constitución no es espejo en que debiera contemplarse la
sociedad argentina.
A principios de los 1930 se creo un nuevo sistema de recursos
para los gobiernos. Este consistía en apropiarse
por la fuerza de parte de los salarios de los trabajadores, los beneficios de
los empresarios y los ahorros de los consumidores. Esta ley –llamada de impuesto a los réditos–
fue dictada con vigencia provisoria, solo por 3 años. La fuerza de los
intereses creados y la ignorancia de la dirigencia social y política la convirtieron en la columna vertebral del sistema de recursos del Estado central. Quien
no vea en esto el germen de la actual decadencia argentina no presta debida atención
a la realidad o carece de los conceptos necesarios para comprenderla.
La dupla “apropiación de
la renta del suelo por los particulares propietarios de la tierra” y “la
apropiación por el Estado de los
ingresos de los trabajadores e
inversores mediante miríadas de impuestos “, ha hecho de la Constitución de
1853/60 – en materia económica– papel pintado. Las consecuencias están a la
vista: ruinosas condiciones de vida de millones de personas y la no menos
ruinosa condición del país en el mundo. Este sistema interno ha puesto a nuestra
patria a merced de los usureros que proliferan por doquier.
Justo hoy, en el aniversario de la muerte de Manuel Belgrano,
por ignorar sus postulados para un buen orden social, nuestra patria y sus
habitantes sufren las consecuencias de un crónico endeudamiento externo y
el asedio de inescrupulosos agentes financieros. Es el precio de ignorar a
Belgrano y limitarse a honrar al creador de la bandera.
Desde la cátedra de Filosofía de Derecho, rendimos
homenaje al primer gran economista argentino, el abogado Manuel Belgrano,
rogando a "Dios fuente de toda razón y justicia" para que
su numen espiritual inspire a todos los argentinos en la tarea de
recobrar las condiciones de vida que una vez pudimos lograr.
Buenos Aires, junio 20 de 2014