Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
lunes, 31 de julio de 2017
EL CAMBIO NECESARIO PARA DESPUÉS DE LAS ELECCIONES
Hector Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA
En la Nación del 27 de julio/2017 Daniel Gustavo Montamat al tratar de “Los consensos que serán necesarios tras la elecciones”, en la parte final sostiene, y con razón, que “la Argentina no ha podido desde el golpe del 30 exorcizar la idea que la democracia de la Constitución es débil y que la suma de consensos políticos dentro de su marco es signo de resignación y contubernio”. Para salir de falsas alternativas practicadas y lograr fortalecer la democracia, sostiene que en las próximas elecciones se pone en juego mucho más que una gestión, pues, a su juicio, cumplidas que fueren hemos de elegir “los instrumentos institucionales del cambio”. Con ese propósito considera de primerísima prioridad que nos apliquemos a lograr “los consensos básicos liminares para pavimentar la ruta republicana” , los que a su juicio son tres: un nuevo pacto fiscal, una reforma política y una reforma judicial.
Sin restar importancia a las dos ultimas, y tratando de lograr el necesario consenso, me limitare a exponer sobre la primera de las cuestiones propuestas. De paso, el examen que haremos, mostrara porque es “débil” nuestra democracia política. Examinaremos ciertos conceptos indispensables para legislar con el fin de lograr, de una vez por todas, la siempre prometida y nunca lograda, recuperación económica y social de nuestro país. Comienzo por sostener que tras ese objetivo es indispensable sustituir al actual régimen de impuestos por un sistema muy distinto. Uno opuesto al actual, que como principio rector, mas allá del palabrerío, dice: “Produce y serás castigado, consume y serás penado” . Necesitamos uno opuesto en 180º. Uno que premie la producción y el consumo a la vez que asegure recursos necesarios para el gasto público.
Esta ambición no es fantasía. Es absolutamente posible si se legisla correctamente. Necesitamos un sistema de recursos dinerarios para los gobiernos (de la nación y las provincias) que a la vez que dote al Estado de fondos, de modo principal sirva para poner en marcha a la Economía Social. A tal fin hay que echar por la borda al “saber oficial” y atenerse a principios que pongan en existencia un orden económico social productivo. Útil para la vida de las familias y satisfactorio para el progreso social. La formula corriente , tremendamente falsa, es la base teórica del actual régimen de impuestos. Atribuye la producción económica a solo dos factores: Trabajo + Capital . Es una falacia. Se pasa por alto que sin “Tierra” ningún trabajo es posible y por tanto menos posible es formar Capital ahorrando parte del producto.
El escamoteo intelectual del factor “tierra” no es insignificante para la real constitución de la sociedad humana. En primer lugar se quita de la vista de la gente que la tierra es la base material de la vida y de toda actividad económica. En segundo lugar abre camino al peor trato que se puede dar a ese recurso natural base de la vida: se induce a la gente a tratarla como una mercancía. No es casual que una antigua inmobiliaria sostuviera como lema publicitario “No hay mejor negocio sobre la tierra que la tierra misma” . Con la borratina del factor “tierra” de la ecuación de la producción , es imposible toda consideración a la hora de planear la distribución. El “valor de la tierra” en dinero y fijado por el mercado es derivado de la finitud de la superficie territorial. De su progresiva escasez a tenor de una creciente demanda. Esto se manifiesta en el llamado “valor de la tierra”.
Las teorías económicas al uso borran de los textos y de la conciencia social a ese valor, que en cierta forma y con razon ha sido llamado “Capital Social” de un país. Este valor se manifiesta en el precio de mercado de cada lote de tierra , sin tener en cuenta a las mejoras sobre él construidas. El deriva de su cercania a los mercados de producción y consumo y – especialmente en las ciudades – de las mejoras privadas y publicas que rodean al lote de tierra. Vaciada la ecuación el valor del factor “tierra”, nadie se pregunta sobre el malsano destino que hoy tiene ese valor manifiesto en el precio de mercado. La “renta anual que sobre la tierra existe y crece” se debe a la demanda. Esta cuestión es silenciada por la actual enseñanza de la economía y del derecho. Fue presentada con claridad por la Economía Clásica. Para los fundadores de la Ciencia Económica tres eran los factores de producción: el Trabajo, el Capital y los Recursos naturales (llamados “tierra”, urbana y rural). A partir de esta conceptualización, en tres partes debía distribuirse la “riqueza anual producida”. Una parte para el pago Salarios , otra llamada Interés para los aportadores Capital real y una parte – llamada Renta - para los aportados de lotes de tierra (urbana y rural). Esta en verdad debe ser para la sociedad, pues ésta es la “propietaria eminente del “territorio” del cual es parte cada lote de “tierra”. Insistimos : cada parcela de tierra, grande o pequeña, es parte del “territorio” sobre el cual la Soberania se ejerce. Por ello el rendimiento de esta parte ha de ser destinado a solventar los gastos de la Sociedad. De este modo cada Gobierno podría contar con los fondos necesarios para afrontar el Gasto demandado por los “bienes públicos” y la tierra dejaría de ser objeto de ”especulación” o servir de “caja de ahorro”. El tener que pagar esa renta al gobierno tiene dos ventajas: 1) la primera, que todo lote de tierra seria ofrecida al mercado para su uso y producción; 2) El cobro de esa renta por las sendos gobiernos (de municipios, provincias y estado nacional) proveria lo necesario para el Gasto y con ello libera a los productores y consumidores del pago de los actuales disparatados Impuestos. El gran presidente Roque Saénz Peña pretendió establecer este sistema legal como base para la sana democracia que proponía. Con ese fin envió al Congreso dos leyes. Una establecía el “voto secreto, universal y obligatorio” dando paso a la “democracia política”. La otra ley procuraba la “democracia económica”, base y condición de la política. Establecía como obligación a cargo de los propietarios en tierra pagar el impuesto anual proporcional al valor real de la tierra sin considerar las mejoras. Los intereses creados y su prematura muerte evitaron tratar esta ley. Otro importante antecedente argentino, poco recordado, es la legislación dictada por el gobierno de la provincia de Córdoba a cargo de Amadeo Sabattini. Su situación fiscal como miembro del Partido Radical (cuando el gobierno nacional estaba en manos de los Conservadores), era muy difícil. Para sortear la dificultad y contar con los recursos dinerarios necesarios para cumplir con su plan de gobierno, logro que la Legislatura dictara una ley como la que aquí se propone. Hasta hoy se lo recuerda por la prosperidad economica que logro a pesar de la adversidad del gobierno nacional.
Luego de tres decenios de democracia política se ha tornado indispensable establecer la democracia económica. El bienestar general y el porvenir de la República lo exigen.
Buenos Aires, Julio 28 de 2017
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