lunes, 9 de julio de 2018

LA PEOR GRIETA ARGENTINA CAUSADA POR LA LEGISLACIÓN POSITIVA

Hector Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA
En la madrugada del 4 de julio del corriente año (2018) la H. Camara de Diputados aprobó el  PROYECTO DE URBANIZACIÓN DE BARRIOS POPULARES con el propósito  que tras el siguiente trámite  se dicte una ley que impulse  la expropiación de terrenos para urbanizarlos, creando así el régimen de integración socio urbana y de regularización dominial.  La media sanción se produjo a las 02.30 de la madrugada tras sesionar unas 14 horas.  Según el Registro Nacional de Barrios Populares tenido en cuenta por los legisladores, hay 4.228 villas en todo el país, 22 en Ushuaia y 14 en Río Grande. Los diputados  atienden así al gravísimo problema social de los  asentamientos denominados  “villas miseria” y otros semejantes.
¿Qué grado de utilidad tiene este proyecto para resolver le cuestión de la escasez de viviendas? Categóricamente ninguno. Sin embargo no es del todo inútil, pues es una acabada  prueba de  cierta ignorancia de nuestra clase política sobre las causas del problema que pretende remediar y – a la vez – la prueba de una general ignorancia que padece nuestra  población,  sin distinción en clases sociales ni por la formación educativa,  sobre las causas de  la carencia de viviendas que agudamente  padece la  Argentina desde hace muchas décadas.
Las organizaciones civiles y los funcionarios del gobierno que han proyectado el remedio y la totalidad de los legisladores que han aprobado la ley  para ponerlo en práctica,  sostienen que a la fecha hay 4228 villas, o asentamientos en los que residen (en condiciones poco humanas ) alrededor de 3.500.000 personas. Pero la pésima condición de este grupo  es apenas la punta de iceberg de un estado de cosas mucho peor. Encuestas e investigaciones practicadas por distintos organismos, entre las que se destaca la Universidad Católica, estiman que aparte de quienes viven en “villas miseria” y asentamientos peores , hay mas de 12 millones de individuos  cuyo hogar  está por debajo de las condiciones mínimas adecuadas.  Sumadas ambas cantidades  habría más de 16  millones de personas que no viven en una vivienda adecuada a los tiempos actuales  a pesar de las favorables  condiciones geográficas de nuestro país. Esa cantidad sobre pasa  el tercio de la población total estimada en unos 42 millones de habitantes. Es un dato bastante para interrogarse acerca de las causas de esa falencia. Sin embargo, cabe preguntarse ¿es lo descripto lo peor de  las condiciones demográficas de nuestro país?  De ninguna manera.
Hay otro dato que debiera ser causa de mayor asombro y motivo de preocupación académica y política. La casi totalidad de la población reside aglomerada en una ínfima parte  de la superficie territorial . Dominan en nuestro país, al mismo tiempo,   el hacinamiento urbano y el desierto territorial.
De acuerdo a los últimos censos el 90% de la población argentina es calificada como “urbana”. Esto significa que sobre 42 millones de habitantes, 38 millones viven en distintas “urbes”. Una suma hecha  a vuela pluma de las superficies que ocupan la CABA,  los Partidos de la Pcia.  de Buenos Aires que rodean a la CABA, denominado  el Gran Buenos Aires, las de la ciudades como  La Plata , Rosario y Cordoba , con mas las de la sendas capitales de todas las demás Provincias,   arroja una cantidad inferior  a los 10.000 km2.  Es en este reducido espacio reside y trabaja el 90% de la población. ¿ Cuál sería  la densidad media poblacional en ese pequeño espacio de 10.000 km2?  ¿Cuál la media en el resto del vasto territorio argentino? Las cifras resultantes muestran a ojos vistas  un gravísimo desequilibrio.  La densidad media urbana resultante  de dividir 38 millones de habitantes por los supuestos 10.000 km2 que ocuparía ese 90% de la población , da una media urbana de 3800 h/km2. ¿ Y en el resto del territorio? Es la que resultaría de dividir  4 millones de habitantes esparcidos en 2,690.000 km2; o sea una densidad de 1,4 h/km2. El desierto.
El real “desequilibrio” demográfico – analizando las superficies y la poblacion efectivamente asentada sobre ellas  – es mucho peor.  Hay otros grotescos desequilibrios demográficos. Así y solo a modo de ejemplo, aparecen en la CABA.  No se trata de la distinta densidad “barrial” o entre las distintas zonas de la Capital, fenómeno que suele tener una razonable explicación. No es este el caso cuando observamos la densidad que se da en las “villas miserias” y aglomeraciones  semejantes..  En la 11/14 la densidad sobrepasa los 45.000 h/km2. El triple de la media de toda la ciudad.  Aquí la palabra “densidad” alude no solo a cantidad de habitantes en una superficie dada sino a un “denso” clima social. La multilicación de conflictos individuales y colectivos de cada día es la menor de las pruebas que se pueden ofrecer
En síntesis nuestro país sufre una primera terrible grieta material: a) hacinamiento de su población en pequeñas parcelas ciudadanas por un lado y por el otro b) un vasto desierto sin población bastante como para dar lugar a la emergencia de una sociedad civil.  Los demógrafos han estimado que el “desierto” solo es vencido si se sienta la base para una posible sociedad civil cuando la población sobrepasa un mínimo de 12 h/km2.  
A mediados del siglo XIX Juan B. Alberdi predicó que para nosotros “gobernar es poblar”. Reto que acogió y postuló  la Constitución  Nacional de 1853  vigente en esta materia.  Ella  manda legislar para hacer efectiva la invitación del  Preámbulo  dirigida a “ todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. ¿Por qué este mandato constitucional no tuvo una vigencia efectiva?
Lo llevado a cabo durante dos siglos y medio de cultura colonial  habría de obrar  como materia  a la que la Constitución 1853 procuraría dar otra forma. Una  arreglada a los  nuevos  principios económicos y políticos  fundados  en la libertad individual . Mas el pasado obró y lo hizo de tal modo que la  legislación dictada,  supuestamente en  consecuencia de la Constitución,   ha producido un  creciente divorcio entre el orden mandado a establecer por la Constitución y el orden realmente establecido en nuestra sociedad.  
Recobrar el rumbo debido y con él la general prosperidad demanda un mejor conocimiento de ese divorcio y una ardua y singular tarea común para establecer un mejor orden social. El que ha de responder al vigente mandato contenido en el Preámbulo de la actual Constitución.  
Buenos Aires, 9 de julio del año 2018
202 Aniversario de la Independencia Argentina

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