En la madrugada del 4 de julio del corriente año
(2018) la H. Camara de Diputados aprobó el PROYECTO DE URBANIZACIÓN DE BARRIOS POPULARES
con el propósito que tras el siguiente trámite se dicte una ley que impulse
la expropiación de terrenos para
urbanizarlos, creando así el régimen de integración socio urbana y de regularización
dominial. La
media sanción se produjo a las 02.30 de la madrugada tras sesionar unas 14
horas. Según el Registro Nacional de Barrios Populares tenido en cuenta por los
legisladores, hay 4.228 villas en todo el país, 22 en Ushuaia y 14 en Río
Grande. Los diputados atienden así al
gravísimo problema social de los asentamientos denominados “villas miseria” y otros semejantes.
¿Qué grado de utilidad tiene este
proyecto para resolver le cuestión de la escasez de viviendas? Categóricamente
ninguno. Sin embargo no es del todo inútil, pues es una acabada prueba de cierta ignorancia de nuestra clase política sobre
las causas del problema que pretende remediar y – a la vez – la prueba de una general
ignorancia que padece nuestra población,
sin distinción en clases sociales ni por
la formación educativa, sobre las causas
de la carencia de viviendas que
agudamente padece la Argentina desde hace muchas décadas.
Las organizaciones civiles y los
funcionarios del gobierno que han proyectado el remedio y la totalidad de los legisladores que han aprobado la ley para ponerlo en práctica, sostienen que a la fecha hay 4228 villas, o asentamientos en los que residen
(en condiciones poco humanas ) alrededor de 3.500.000 personas. Pero la pésima
condición de este grupo es apenas la
punta de iceberg de un estado de cosas
mucho peor. Encuestas e investigaciones practicadas por distintos organismos,
entre las que se destaca la Universidad Católica, estiman que aparte de quienes
viven en “villas miseria” y
asentamientos peores , hay mas de 12 millones de individuos cuyo hogar está por debajo de las condiciones mínimas
adecuadas. Sumadas ambas cantidades habría más de 16 millones de personas que no viven en una
vivienda adecuada a los tiempos actuales a pesar de las favorables condiciones geográficas de nuestro país. Esa
cantidad sobre pasa el tercio de la
población total estimada en unos 42 millones de habitantes. Es un dato bastante
para interrogarse acerca de las causas de esa falencia. Sin embargo, cabe
preguntarse ¿es lo descripto lo peor de las
condiciones demográficas de nuestro país? De ninguna manera.
Hay otro dato que debiera ser causa de
mayor asombro y motivo de preocupación académica y política. La casi totalidad
de la población reside aglomerada en
una ínfima parte de la superficie
territorial . Dominan en nuestro país, al mismo tiempo, el hacinamiento urbano y el desierto territorial.
De acuerdo a los últimos censos el 90%
de la población argentina es calificada como “urbana”. Esto significa que sobre
42 millones de habitantes, 38 millones viven en distintas “urbes”. Una suma
hecha a vuela pluma de las superficies
que ocupan la CABA, los Partidos de la
Pcia. de Buenos Aires que rodean a la
CABA, denominado el Gran Buenos Aires,
las de la ciudades como La Plata ,
Rosario y Cordoba , con mas las de la sendas capitales de todas las demás
Provincias, arroja una cantidad
inferior a los 10.000 km2. Es en este reducido espacio reside y trabaja el
90% de la población. ¿ Cuál sería la densidad media poblacional en ese
pequeño espacio de 10.000 km2? ¿Cuál la media
en el resto del vasto territorio argentino? Las cifras resultantes muestran a
ojos vistas un gravísimo
desequilibrio. La densidad media urbana resultante de dividir 38 millones de habitantes por los
supuestos 10.000 km2 que ocuparía ese 90% de la población , da una media urbana
de 3800 h/km2. ¿ Y en el resto del
territorio? Es la que resultaría de dividir 4 millones de habitantes esparcidos en
2,690.000 km2; o sea una densidad de 1,4 h/km2. El desierto.
El real “desequilibrio” demográfico –
analizando las superficies y la poblacion efectivamente asentada sobre
ellas – es mucho peor. Hay otros grotescos desequilibrios demográficos.
Así y solo a modo de ejemplo, aparecen en la CABA. No se trata de la distinta densidad “barrial”
o entre las distintas zonas de la Capital, fenómeno que suele tener una
razonable explicación. No es este el caso cuando observamos la densidad que se
da en las “villas miserias” y aglomeraciones
semejantes.. En la 11/14 la
densidad sobrepasa los 45.000 h/km2. El triple de la media de toda la ciudad. Aquí la palabra “densidad” alude no solo a
cantidad de habitantes en una superficie dada sino a un “denso” clima social. La
multilicación de conflictos individuales y colectivos de cada día es la menor
de las pruebas que se pueden ofrecer
En síntesis nuestro país sufre una primera
terrible grieta material: a) hacinamiento de su población en pequeñas
parcelas ciudadanas por un lado y por el otro b) un vasto desierto sin población bastante como para dar lugar a la
emergencia de una sociedad civil. Los demógrafos han estimado que el “desierto”
solo es vencido si se sienta la base para una posible sociedad civil cuando la población
sobrepasa un mínimo de 12 h/km2.
A mediados del siglo XIX Juan B. Alberdi
predicó que para nosotros “gobernar es poblar”. Reto que acogió y postuló la Constitución Nacional de 1853 vigente en esta materia. Ella manda legislar
para hacer efectiva la invitación del Preámbulo dirigida a “
todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. ¿Por qué
este mandato constitucional no tuvo una vigencia efectiva?
Lo llevado a cabo durante dos siglos y
medio de cultura colonial habría de
obrar como materia a la que la
Constitución 1853 procuraría dar otra forma.
Una arreglada a los nuevos principios económicos y políticos fundados
en la libertad individual . Mas el pasado obró y lo hizo de tal modo
que la legislación dictada, supuestamente en consecuencia de la Constitución, ha
producido un creciente divorcio entre el
orden mandado a establecer por la
Constitución y el orden realmente
establecido en nuestra sociedad.
Recobrar el rumbo debido y con él la
general prosperidad demanda un mejor conocimiento de ese divorcio y una ardua y
singular tarea común para establecer un mejor orden social. El que ha de
responder al vigente mandato contenido en el Preámbulo de la actual
Constitución.
Buenos Aires, 9 de julio del año 2018
202 Aniversario
de la Independencia Argentina
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