Por Dr. Antonio I. Margariti junio 2019
Desde el año 2004
el Observatorio de la Deuda Social de la UCA viene alertando que la pobreza
aumenta sin cesar y ahora en 2019 alcanza al 33,4% de la población
total. Una auténtica catástrofe.
No
hay mejor señal del fracaso de nuestra dirigencia política que ésta penosa pero
autorizada estadística social, de la cual surgen tres observaciones:
a)
Que la política económica basada en la repartija mediante el Gasto público no sirve para reducir la pobreza;
b)
Que la política populista falazmente denominada “justicia social” o “asistencialismo” sólo produce el efecto perverso de estimular
la vagancia y castigar al que se esfuerza por ser laborioso;
c) Que los
pobres, nunca de por vida, podrán abandonar el estado de indigencia que
transmiten a sus hijos si no se remueven las verdaderas causas que provocan la pobreza.
d)
Que la principal causa
de la pobreza radica en el perverso sistema de recaudación de impuestos, tributos,
tasas y cargas laborales dispuesto por el Estado en beneficio de oligarquías
mafiosas, que arrebatan a los pobres el excedente de capital necesario para
abandonar la pobreza.
LA POSICIÓN ECLESIÁSTICA.
Después de conocidas las
estadísticas del Observatorio Social de la UCA, los obispos agrupados en la Pastoral Social hicieron,
en diversas Semanas Sociales de Mar del Plata, claras referencias a los
gobiernos sobre la extrema pobreza que aumenta y se perpetúa, sin solución de continuidad.
Peronistas kirchneristas, renovadores, progresistas, radicales, conservadores,
socialistas y seudoliberales no han podido abatir la causa de la pobreza. Por
el contrario, la han exacerbado y aumentado.
En esas jornadas sociales, los
obispos ratificaron el compromiso de “la
opción por los pobres”, preocupados por
los rostros concretos de quienes viven en la miseria y no cubren sus
necesidades más elementales, especialmente la desnutrición infantil.
Hicieron
suya la exhortación del Papa Bergoglio en
los dos Encuentros Mundiales de Movimientos Populares, realizados en el
Vaticano (oct. 2014), en
Santa Cruz de la Sierra (jun. 2015) y
en Roma (nov.2016).
Allí dijo el Papa : "Ninguna familia sin
Techo, ningún campesino sin Tierra y ninguna persona sin Trabajo. Es extraño
pero si hablo de esto, para algunos resulta que el Papa es comunista, pero el
amor a los pobres está en el centro del Evangelio y no responde a una ideología”.
Tanto el Pontífice como la jerarquía eclesiástica
argentina se mueven, legítimamente, en
el campo de los deseos y las peticiones.
Claro es que debieran recordar aquella frase del más
grande teólogo laico que tuvo la Iglesia, Dante Alighieri, cuando escribiera en
el Canto V: “Non fatevi ingannare dalla
larghezza della porta, la strada per l'inferno è lastricata di buone intenzioni
“ (no
se dejen engañar por el ancho de la puerta, el camino del infierno está
empedrado de buenas intenciones)
En
este campo, los deseos y anhelos del Pontífice pueden ser buenos o malos, pero
en el mundo real no bastan y suelen ser contraproducentes.
Si
los requerimientos papales o episcopales pretendieran ser entendidos como meras
críticas por las omisiones o perversidades en la acción del gobierno, debieran tener
en cuenta “que las críticas sin propuesta son destructivas: NO
SIRVEN; y que las propuestas sin crítica son meras
ilusiones: VALEN POCO.
En
esta frase debe advertirse que la palabra “crítica” se aplica en sus dos
acepciones: a) en
el primer sentido como reproche o rechazo por la acción u omisión en la
acción del gobierno, b) en
el segundo significado, como aquellas condiciones requeridas para que una propuesta permita alcanzar soluciones prácticas.
ENREDADOS EN EL ENGAÑO
La
mera crítica como reproche o rechazo, se basa en un postulado que parece
razonable pero que es erróneo y engañoso
en su base. Hasta el propio papa Francisco ha caído en este error cuando
critica solemnemente la “teoría del
derrame” atribuyéndola a un ignoto grupo de economistas neoliberales que no
menciona pero que denuesta. El famoso argumento del “derrame”, esgrimido de
este modo en documentos pontificios es
presentado así por el Papa: “Algunos (¿?) todavía defienden que las “teorías del
derrame”, supuestas en todo crecimiento económico favorecido por la libertad de
mercado, logra provocar por sí mismas mayor equidad e inclusión social en el mundo.
Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una
confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y
en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante”. (Papa Bergoglio,
2013).
Es evidente que la
posición ideológica de este Papa, es hostil a una economía social libre, de
mercado o abierta, como la que sostuviera el anterior papa Karol Wojtyla en
“Centesimus Annus” (1991). Por eso aprovecha el discurso para objetar “la libertad de mercado”, la “falta de equidad” y “la exclusión
social”, de cualquier orden social no intervencionista y sospechado de
estar basado en la libertad y la responsabilidad individual. Son exactamente
los mismos argumentos retóricos utilizados por el neomarxismo y la escuela de
Frankfurt para denigrar y aniquilar cualquier
pensamiento hostil al materialismo dialéctico.
En cada una de sus
intervenciones políticas o económicas, sobre todo en los encuentros pontificios
con grupos sociales denominados “Movimientos Populares” el actual pontífice se place en ser señalado
como “revolucionario” adoptando los fundamentos del análisis marxista de la
economía, tal como fueran refutados por Eugene Böhm von Bawerk (1851-1914) en
el libro “La conclusión del sistema marxista” sin que Carlos Marx haya podido
responderle y dejando de publicar la 2da.
parte del panfletario libro “El Capital”.
Por eso, Francisco sostiene
que tanto la economía libre como el mercado son una superestructura que condiciona la
riqueza de las naciones y la pobreza de los pueblos. El mismo error y parcialidad de enfoque puede advertirse en los
videoclips del Papa denominados “Red mundial de la oración del Papa” cuando
enfoca temas económicos. Toda su posición intelectual en esta materia se ha
reducido a plantear una dura crítica contra el capitalismo al que confunde con
el mercado, sin discernir sus aplicaciones prácticas, ni tener en cuenta sus formidables
resultados y sin ofrecer, en cambio, alguna vía de solución a los problemas que
señala. Se ha convertido en un simple agitador de izquierda.
Es una lástima que
el pontífice no haya sido enterado que siete años antes de su exposición, en
2006, el economista estadounidense Thomas Sowell de la Universidad de Standford, había advertido sobre este inusitado prejuicio
marxista acerca del derrame: “Desafío a que alguien señale un economista que trabaje en el sector
público, o que enseñe en la academia o
en cualquier otro lugar que no sea un asilo para lunáticos, que alguna vez haya argumentado a favor de una
`teoría del derrame’. Para criticar esta
teoría nada es más fácil, que inventar una versión absurda y utópica de la
misma”. Pero esto es una felonía, una absoluta falta a la virtud de la verdad.
LA
IGLESIA NO NECESITA ARGUMENTOS AJENOS.
Lo notable
es que ni el Papa ni el episcopado
necesitan recurrir a estos falsos argumentos contra una inexistente “teoría del
derrame” para exigir soluciones al problema de la pobreza. Porque de este modo no
se perderán en los laberintos de las ideologías revolucionarias, sean jacobinas, masónicas o
marxistas. La propia Iglesia tiene en su
seno un poderoso arsenal de verdades que le permiten desarrollar un pensamiento
propio, idóneo para ponerse en práctica
con resultados sorprendentes.
Nos
referimos a la Escuela de Salamanca, desarrollada por la orden de los
predicadores (frailes dominicos) entre
los años 1480 a 1630 cuyas sabias enseñanzas se extendieron a todas las
universidades europeas y que siguen exhibiendo hoy, una sorprendente e inusitada actualidad,
recogida por modernos investigadores.
Hasta tal
punto esos dominicos son actuales, que sus numerosos análisis económicos han
servido de base a la escuela del “Public-choice” que liga la Economía con la Política y el
Derecho a través del Estado. Dicha
escuela, al comprobar el afán recaudador de ciertos gobiernos por quedarse con la mayor parte de
la renta privada, definió este proceso como un “nuevo Leviathán”. Para evitarlo,
recomiendan sancionar Reglas
Constitucionales de naturaleza fiscal garantizando derechos económicos elementales a los
ciudadanos para limitar el poder omnímodo de los gobernantes. Este moderno
enfoque recoge, íntegramente, la tradición de la Escuela de Salamanca y ha
merecido varios premios Nobel. Comprende dos ramas: a)
la Elección Pública Positiva, que
estudia las consecuencias sociales de las decisiones políticas en la economía;
y b) la Constitución Económica que establece los límites y las
condiciones del marco institucional del
Estado para neutralizar e impedir el efecto de un poder político desmedido.
La famosa Escuela
de Salamanca llamada también “escolástica hispánica” o “escolástica tardía”
supo unir la Razón con la Fe y permitió -gracias a Santo Tomás de Aquino- que la
Lógica de Aristóteles y de los estoicos (Zenón de Citio, Séneca, Epicteto,
Cicerón y Marco Aurelio) fuese aplicada
al análisis y la solución de los problemas económicos de la vida real, para
encontrarles remedio. No debemos olvidar que nuestro amado papa Juan Pablo II
se definió a sí mismo como “un estoico”.
Gracias a
la Escuela de Salamanca, la lógica racional o filosofía del sentido común, entró a formar parte de la economía. Mérito
indiscutible por encima de los elogios que correspondan a la escuela escocesa
de Adam Smith.
Francisco de
Vitoria, Domingo de Soto,
Luis de Alcalá, Martín de
Azpilcueta, San Bernardino de Siena,
Juan de Mariana, San Antonino de Florencia, Tomás de Mercado y Francisco Suárez
(jesuita)
entre muchos otros dominicos, crearon los
fundamentos del derecho natural, los derechos humanos, la noción de soberanía
política, el derecho de gentes y el derecho internacional tal como hoy se lo
concibe.
Una idea
revolucionaria entre las desarrolladas por los salmantinos es que se puede
hacer el mal aunque se conozca a Dios, y se puede hacer el bien aunque se le
desconozca. Es decir, que la moral no
depende de la divinidad. Lo cual resultaba especialmente importante para el
trato con los paganos, ya que el hecho de que no fuesen cristianos no
presuponía que no fuesen buenos.
Francisco
de Vitoria proporcionó una imagen nueva para explicar la presencia del mal en el mundo. La
existencia de éste hacía difícil pensar que Dios pudiese ser infinitamente
bueno e infinitamente poderoso a la vez. Vitoria explicó esta paradoja apelando
al libre albedrío humano. Puesto que
la libertad es concedida por el mismo Dios a cada hombre, no es necesario que
el hombre actúe eligiendo siempre el bien. La consecuencia es que el hombre puede
provocar voluntariamente el mal.
Propiedad privada
Pero,
el aspecto que más hizo famosa esta
Escuela son sus investigaciones sobre la economía. El espaldarazo final a la
denominación Escuela de Salamanca de economistas vino dado por
el gran economista austríaco Joseph Schumpeter en su monumental Historia del
análisis económico (1968), aunque muchos historiadores económicos ya
emplearon el apelativo antes que él. Schumpeter estudió la doctrina escolástica
en general y la española en particular, elogiando el alto nivel de la ciencia
económica en la España del siglo XVI. Según el citado economista, esta escuela
merece el título de fundadora de la ciencia económica. La Escuela de Salamanca llegó a elaborar una
doctrina económica completa, y estableció las primeras teorías económicas
modernas para afrontar los nuevos problemas que habían surgido en el mundo real.
Muchos
investigadores han encontrado una influencia directa de la Escuela de
Salamanca en la Escuela austríaca fundada en 1871 por Carl Menger y Eugen von Böhm-Barwerk. Entre
ellos destacamos especialmente el indispensable libro “Memorias del Comunismo”
de Federico Jiménez Losantos (periodista de la cadena radial Cope de España)
editado por “La esfera de los libros” en
Madrid 2018, 857 pág. y que lleva
tiradas 23 ediciones ininterrumpidas con más de 200 mil ejemplares.
En 1517 Francisco de Vitoria,
por aquel entonces en la Sorbona, fue consultado por
comerciantes españoles establecidos en Amberes sobre la
legitimidad moral de comerciar para incrementar la riqueza personal. Era una
consulta sobre la legalidad del espíritu emprendedor. A partir de entonces, Vitoria y los dominicos comenzaron a Incorporar
la lógica aristotélica-tomista al análisis económico. Se alejaron de antiguas posiciones
y las sustituyeron por nuevos principios extraídos de la ley natural.
Descubrieron
que el orden natural se basa en la libre circulación de personas, dinero,
bienes e ideas, de manera que los hombres pueden conocerse entre sí, realizar
intercambios voluntarios e incrementar
sentimientos de cooperación. Esto implicaba que la actividad de los empresarios
y comerciantes no sólo no era moralmente reprobable, sino que llevaban a cabo
un servicio importante para el bienestar general, porque creaban trabajo.
Desgraciadamente,
no hubo continuidad desde finales del siglo XVII, y muchas de sus aportaciones
acabaron olvidadas.
Ellos
también descubrieron y describieron en textos ejemplares, las bases de las modernas
leyes económicas, en temas como: mercado de competencia perfecta e imperfecta, monopolio y oligopolio, la ley de
oferta y demanda, la ley de equidad en los intercambios, los salarios y la formación
de precios, los costos de producción y
de transacción, el valor económico como utilidad subjetiva, la emisión de
moneda e inflación, los impuestos y la pobreza, el despilfarro de la corte y la miseria
del pueblo, el crecimiento perdurable o el estancamiento secular, los ciclos
económicos, la industrialización y división del trabajo, el comercio internacional entre países, la
balanza comercial y el balance de pagos.
Estos
monjes dominicos de la Escuela de Salamanca se anticiparon casi 3 siglos a las
ideas de Adam Smith, el padre de la economía moderna, enseñando exactamente lo mismo que el escocés
mostró en sus dos libros: “Teoría de los sentimientos morales” y “Naturaleza
y causa de la riqueza de las Naciones” publicados en Edimburgo alrededor de 1776.
No se
comprende entonces, porqué el Papa Bergoglio y la Iglesia deban recurrir a ideologías
sospechadas de doctrinas intrínsecamente
repulsivas, sobre todo marxistas-comunistas, cuando tiene tal riqueza
intelectual en su patrimonio histórico intelectual.
En este y
en todos los sentidos el pensamiento marxista no sólo es funesto y perjudicial
sino antitético y opuesto al pensamiento cristiano. Pareciera que hoy, motivados
por “la opción preferencial por los pobres”, se echase por la borda la
enseñanza del magisterio de Pio XI (Divini Redemptoris) y de Pio XII (Miles
Christi) sobre la esencia intrínsecamente perversa del marxismo-leninismo y la
práctica totalitaria del comunismo o “socialismo real” como lo denominara Pablo
VI.
LA
ESCUELA DE SALAMANCA Y LOS IMPUESTOS.
Es asombroso y
causa gran impacto intelectual leer y releer lo que estos dominicos escribieron
entre los siglos XV y XVII (*) sobre temas impositivos.
Sobre todo es
impactante comprobar que estas mismas enseñanzas se aplican perfectamente a la
situación de pobreza y desmedida presión impositiva que padecemos hoy en
nuestro país. Los obispos argentinos podrían encontrar aquí la explicación de las causas que originan nuestra
decadencia y el estado de pobreza estructural. Veamos entonces los pensamientos
de esa “escolástica tardía”.
Pedro Fernández de Navarrete, capellán
del rey y canónigo de Santiago de Compostela escribió (1619): “el mayor problema del país es la emigración
causada por los altos impuestos necesarios para solventar los gastos del
Estado. Por eso la moderación en los gastos es el mejor medio para engrandecer
al Reino; sólo el Rey que vive en austeridad no se halla con la necesidad de
imponer tributos intolerables a su pueblo.”
Sobre los empleados
públicos añadía: “La miseria es causa de
que la Corte no sólo está llena de personas de alto rango, sino también de
muchos otros de inferior jerarquía que son lacayos, cocheros, moços de silla,
aguadores, suplicacioneros, esportilleros y abridores de puertas que viven del
Estado y la Corte, chupando como harpías el patrimonio real, mientras que los
miserables jornaleros y labradores debían sustentarse con limitado pan de
centeno y algunas pobres yerbas que le quitan sus fuerzas vitales”.
Sigue diciendo Navarrete: “Los impuestos que no son razonables,
originan la pobreza del pueblo y de ella ha nacido el imposibilitarse
muchos de estos trabajadores-vasallos para poder sustentar las cargas de su
familia. Pero además temiendo cada día la venida de los cobradores de
impuestos, toman por expediente desamparar sus tierras y las convierten en
dehesas, devastadas e infértiles, porque sólo es agradable aquella heredad en
la cual no se temen los exactores y recaudadores de impuestos.
Navarrete advirtió que “los impuestos crecen y crecen porque el gobierno imprudentemente
aumenta los gastos por la excesiva cantidad de cortesanos que debe alimentar y
por eso no es suficiente con prohibir y estorbar que la corte se hinche de más
gente, sino con limpiarla y purgarla de la mucha gente que al día de hoy
tiene”.
Bartolomé de Albornoz, otro dominico fundador
de la Universidad de México en su libro El Arte de los Contratos, Valencia (1532)
dice: “Los impuestos son por lo común el azote de los pueblos y la pesadilla
de los gobiernos. Para aquellos son siempre excesivos para éstos nunca son
sobrados ni bastantes”.
Pedro de Navarra (1597) en su
libro “de Restitutione”: “los impuestos
no son razonables cuando el gobierno carece de la potestad necesaria, pero también cuando a
algunos se les grava más que a otros y cuando el dinero de los impuestos en
lugar de ser utilizado para la utilidad común son destinados a satisfacer el
bien particular del gobernante. Si el príncipe emplea los fondos de impuestos
para sus intereses privados, comete un robo grave y la potestad impositiva se
convierte en rapiña y confiscación tiránica”.
Hace ya muchos
siglos que la Escuela de Salamanca dejó establecida la máxima moral que tiene plena
vigencia hoy en día y en nuestro país: “No
todo impuesto es justo y no toda evasión fiscal es injusta”.
Pedro
de Navarra (1599) sostenía: “cuando la razón por la cual se pone un
impuesto ha dejado de existir, por derecho natural los ciudadanos no están obligados a pagarlo,
porque como decía Tomás de Aquino en Summa contra gentiles: para considerar que un impuesto
sea justo debe derivar 1° de la ley
natural que todo hombre tiene inscripta en su conciencia, 2° estar en
concordancia con las reglas de la razón y la utilidad humana, 3° ser de posible cumplimiento según los recursos de
la gente y 4° formulada por el
gobernante sin excederse de un límite en sus facultades tributarias. En cambio
el impuesto se torna injusto y opresivo cuando el peso de la ley no es igual
para todos y concede privilegios a algunos a costa de otros; en tal caso más
que leyes son actos de violencia que merecen ser resistidos por la gente
negándose a pagarlos “
¡Cuán distintas
y valiosas serían las declaraciones del
Papa y de los obispos de la Pastoral
social si comprendiesen estas circunstancias y adoptaran las verdades
innegables proclamadas por la Escuela de Salamanca de la orden de predicadores
dominicos!
Entonces no sólo
estarían haciendo críticas con propuestas, sino que podrían hacer propuestas razonables
basadas en la propia doctrina secular de
la Iglesia.
Hoy la la enorme
presión fiscal que soportan las empresas que operan en el mercado interno tanto
como las corporaciones que actúan en el comercio internacional, termina siendo
trasladada íntegramente a las personas físicas, que soportan el efecto de los
impuestos y la inflación.
Existen en
nuestro país, 163 impuestos directos e indirectos del orden nacional,
provincial y municipal. Con todos ellos el Estado llega a sustraer el 75 % del
valor económico creado por las actividades económicas de las personas físicas.
Este arrebato fiscal se repite incesantemente mes a mes. La presión fiscal
abusiva es un verdadero pecado mortal
que debiera merecer la excomunión de los gobernantes.
Si los obispos, con
sus reclamos pastorales, consiguiesen convencer al gobierno que la pobreza sólo
se elimina con educación de alta calidad y rebajando impuestos, para que los pobres
que trabajan en negro o en blanco, puedan acumular capital con las rentas
generadas por su propio trabajo, habrán brindado el mejor servicio temporal que
el Señor les está requiriendo.
Cada día que pasa
es más angustiante la necesidad de que nuestros pastores sepan hacerlo. De lo contrario, serán meros
“idiotas útiles” al servicio de la revolución mundial, atea y Cristófoba.
Y una última reflexión sobre estos temas:
En innumerables
discursos el papa Bergoglio alienta una especie de neo anticlericalismo dirigiendo
fuertes críticas a su frente interno calificándolo de “cristianos avinagrados”,
“católicos con cara de pepinos”, “pelagianos” y “gnósticos”.
Cuando desde
esa cátedra más importante del mundo, se dice ¿Quién soy yo para juzgar? y se consiente en nuevos derechos amparados
por una misericordia sin justicia, se está destruyendo la civilización
cristiana que tardó siglos en edificarse, porque convierte el mal
en bien y el bien en mal. Es decir, vivimos tiempos de blasfemia contra el Espíritu asegurando
que lo malo es bueno y lo bueno malo. A partir de ahí, no es
que no haya manera de construir, es que no hay manera concluir o de pensar.
Los
anticlericales clásicos preocupaban menos. Por ejemplo, un comecuras estilo Luis IX de Francia, fue elevado
a los altares precisamente porque prohibía a los obispos franceses apropiarse
de los bienes de los excomulgados. Entonces, Luis IX de Francia era anticlerical
pero nunca fue cristófobo. Por el
contrario era un tipo simpático y justo.
Hoy, en la
alta jerarquía eclesiástica, ciertos prelados y obispos parecen cristófobos. Pero también hay cristianos con un valiente dejo anticlerical.
Son aquellos que exigen a sus obispos que sean una referencia
moral, no inmoral ni
híbrida, cuya exigencia se hace, con la corrección
fraterna. Estos anticlericales modernos intentan contribuir a
que no se propague la desinformación o el falso discernimiento, las herejías o
la confusión doctrinaria y la revisión cismática de las enseñanzas cristianas, con
el pretexto de adaptarla a los tiempos modernos.
(*) Las referencias a la Escuela de Salamanca, se
recogen de las publicaciones y testimonios
de cuatro extraordinarios investigadores:
1° la realizada por el argentino ALEJANDRO
CHAFUEN: “Economía y Ética”, Rialp, Madrid 1991;
2° la del célebre teólogo y economista
alemán JOSEPH HÖFFNER: “Estática y dinámica en la ética económica de
la escolástica” Wissenschaftliche Forschung Gesellschaft; Nordrhein-Westfalen, 1968;
3° la del célebre prof. rumano Dr. ORESTE POPESCU de la Universidad de la
Plata: “Contribuciones de teoría monetaria en la economía indígena e hispánica“
Academia Nacional de Cs.Económicas, Buenos
Aires, 1994; y
4° la famosa obra de la británica MARJORIE GRICE-HUTCHINSON “Early economic
thought in Spain 1177 to 1740“ London
1998.
“La Escuela de Salamanca”
La
Escuela de Salamanca tuvo su origen en el siglo XV a través de un grupo de eminentes
teólogos y juristas de la Universidad de la misma ciudad. Todos ellos eran
monjes dominicanos de la orden predicante. Son muy conocidos por su pensamiento
económico liberal y por sus estudios sobre los problemas económicos generados
en España tras el descubrimiento de América.
La escuela de Salamanca fue
una corriente ideológica fundada por el dominico Francisco de Vitoria,
creador del Derecho Internacional. Tuvo como principales exponentes a Domingo
de Soto, Luis de Molina, Juan de Mariana y Martín de Azpilcueta.
Dicha Escuela fue la continuación de
la lógica, creada por Aristóteles y
perfeccionada por Tomás de Aquino al unir magistralmente la FE cristiana con la
RAZON griega y el DERECHO romano, aplicadas al Derecho Internacional, la
Economía y la Vida Social. Se llamó Escuela del Escolástico tardío.
En esa época, la Iglesia había
perdido parte de su influencia cultural porque primaba la idea de incrementar
la riqueza del reino y del Estado, con sus palacios y las lujosas residencias
de nobles, duques y marqueses. Los dominicos fueron una orden fundada por San
Domingo Guzmán como frailes mendicantes; practicaban la
pobreza
y trabajaban para elevar la dignidad de los pobres, no sólo para discursear
sobre ellos. Fundaron monasterios, verdaderos talleres de cultura y trabajo manual. La defensa de los pobres no la hicieron para
usarlos como pretexto de influencia
eclesiástica sobre el pueblo llano. Sino
que estuvo centrada en cómo hacer para que los pobres dejen de ser pobres y
puedan ascender en la escala social.
Para eso, cuestionaron los impuestos que la burocracia del reino imponía al
pueblo humilde para goce y placer de gobernantes y su corte.
Existe unanimidad entre los historiadores
sobre que la agrupación de los pensadores escolásticos españoles, bajo el
amparo de la Escuela de Salamanca, produjeron cambios sociales de mejoramiento
de las clases humildes. Fueron los primeros que trasladaron los principios de
la Lógica aristotélica al campo de la economía debiendo mencionárselos como los
verdaderos creadores de la moderna ciencia económica casi III siglos antes que
lo hiciera Adam Smith (1768) filósofo
escocés a quien se le atribuye falsamente el título de padre de la economía. Estos
monjes dominicos pudieron hacerlo porque
supieron unir la RAZON con la FE.
PENSAMIENTO ECONÓMICO
DE LA ESCUELA DE SALAMANCA
El primer
concepto que defendió la Escuela de Salamanca fue el de la propiedad privada;
el grupo de teólogos -siguiendo la trayectoria que ya marcó siglos atrás Santo Tomás
de Aquino- consideraba que la propiedad privada era muy necesaria para
el desarrollo de la sociedad mediante el comercio y, por tanto,
poseía una función completamente legítima y socialmente favorable.
Así pues, Domingo de Soto afirmaba
que dicha propiedad privada era fundamental para promover la paz pero
insuficiente para erradicar todos los males de la sociedad dada la capacidad
pecadora e innata del hombre. Por eso, además de la propiedad privada,
defendieron temas que siguen aún vigentes como: la competencia,
la inflación, el déficit público, el sistema impositivo, la libertad económica,
el sistema de precios, los mercados, monopolios y oligopolios, la emisión
descontrolada de dinero y la naturaleza dinámica de los mercados.
Por otro
lado, el encuentro
con el Nuevo Mundo fue el desencadenante de la inflación y carestía en España. La Escuela de Salamanca se dio cuenta de este
fenómenos que pasaba desapercibido para muchos. Es
decir, que la llegada de abundantes
cantidades de oro y plata provocaba en Europa que los países se sumieran en graves condiciones de pobreza, en medio del
lujo de palacios exquisitos y
residencias repletas de fina mueblería, tapicería, marquetería y obras de arte.
En este
sentido, fue Martín de
Azpilcueta quien analizó -por primera vez en la historia- la cantidad de dinero que existe en una economía determinada en relación a su nivel de precios. El religioso se expresó unos términos muy comunes para la economía actual
pero en los que, en aquella fecha, todavía nadie había reparado: la abundancia
de dinero genera inflación en los precios, hecho que repercute de
manera muy negativa en la sociedad y empobrece a los pobres.
INFLUENCIA DE LA ESCUELA DE SALAMANCA
Con el paso
del tiempo, la influencia de la Escuela de Salamanca se trasladó a
Italia, Portugal,
Francia, los principados alemanes y Países Bajos. Sus miembros fueron criticando científicamente la
especulación financiera y a los bancos que prestaban para ejecutar a sus
clientes. Entonces, decidieron apoyar de manera fehaciente la prohibición del préstamo usurario
con intereses superiores al índice de la
inflación, al estimar que la
usura y codicia financiera eran una práctica inmoral. Además, se negaron a aceptar los
nuevos márgenes económicos impuestos por el mercantilismo -como el
proteccionismo en el comercio exterior y las balanzas comercial-, sus planteamientos fueron atacados por
los poderosos de turno y dejaron de ser tenidos en cuenta a comienzos del siglo XVII.
Siglos más
tarde, la moderna escuela austriaca de Ludwig von Mises, Friedrich
Hayek, Wilhelm Röpke, Friedrich Lutz, Göttfried Haberler, Walter Eucken, Vera
Smith, Carl Menger, Eugen von Böhm Bawerk, Friedrich von Wieser
y Alfred Müller Armack rescataron y resaltaron las investigaciones
y los principios teóricos de la Escuela de Salamanca. Todos de rigurosa
actualidad.
AZPILCUETA Y JUAN de MARIANA, UNOS AVANZADOS EN ECONOMIA
En pocas
palabras, Azpilcueta es el precursor de la Teoría Cuantitativa del Dinero, en la cual la masa monetaria
multiplicada por la velocidad de circulación equivale al producto nacional bruto
multiplicado por el nivel de precios: MxV= PxY, una
ecuación angular en la economía moderna. Asimismo, el teólogo afirmó que, en
circunstancias de igualdad, los bienes presentes siempre se valoran más que los
bienes futuros. O, lo que es lo mismo, expuso por
vez primera el concepto de la “preferencia intemporal” del dinero; una idea básica para la Escuela
Austríaca del siglo XX , que
permitió conocer cómo influye la tasa de interés sobre los precios y el valor
del capital. Por tanto, Azpilcueta fue uno de sus pioneros.
Otro de los grandes exponentes de la escuela de Salamanca es Juan de Mariana, el cual tenía unos principios de libertad
económica que siguen en plena
actualidad. En aquel momento, el propio Felipe III destuyó la mayoría de sus libros porque pensaba que atacaban su figura. El fraile fue
calificado como agitador a favor de los pobres. No sólo los
defendía sino que enseñaba cómo podían dejar de serlo.
El siguiente esquema pertenece a la
Escuela de Salamanca. Nos muestra cómo el Estado se apodera -mediante impuestos-
del dinero de las familias y también del dinero de las empresas. Luego, las
empresas trasladan esos impuestos al precio de los artículos que venden a las
familias. Cuando las cosas llegan a punto de estalla, el Estado ayuda a las
empresas desplumadas, con transferencias
de recursos y exenciones. Lo cual es una
forma de disminuir el peso de la exacción fiscal. Al mismo tiempo y por razones
electorales, adopta una posición populista, otorgando subsidios a las familias
de pocos recursos. En definitiva el Estado con sus impuestos y las empresas convertidas en estibadoras de
tributos, lo trasladan al precio y despluman al pueblo que se empobrece
progresivamente. Según la Escuela de Salamanca, el pueblo llano sólo puede defenderse exigiendo la rebaja de impuestos,
competencia con reglas éticas y libre
comercio para que los productores locales no tengan mercados cautivos y
exploten a los compradores.
Cuando el
Estado gasta y se apodera anualmente más del 25% del Producto Bruto Interno,
inexorablemente provoca el estancamiento económico, la decadencia social y la
pobreza generalizada. Hoy en Argentina el Estado se queda con el 47% del PBI.
ESQUEMA
ECONÓMICO DE LA ESCUELA DE SALAMANCA
Tiene la misma validez científica para economías
capitalistas, socialistas, intervencionistas, de mercado, de planificación
centralizada, corporativas, cerradas, abiertas, monetaristas, basadas en
el trueque, en los criterios primitivos de los koljses
soviéticos, los kibutz israelitas, los grupos cuáqueros y los amish americanos.
1. LAS
FAMILIAS COMPRAN BIENES Y SERVICIOS A LAS EMPRESAS
2. LAS EMPRESAS PAGAN SUELDOS, INTERESES Y DIVIDENDOS
3. AL MISMO TIEMPO TRASLADAN IMPUESTOS EN LOS PRECIOS.
4. EL ESTADO ES EL GRAN
SUCCIONADOR DE RECURSOS.
5. DESTRUYE EL VALOR ECONÓMICO
CREADO POR FAMILIAS Y EMPRESAS.
6. PORQUE LA PRODUCTIVIDAD DEL ESTADO ES NEGATIVA.
7. LA BUROCRACIA FORMA TRABAS Y OBSTÁCULOS A LA EXPANSIÓN
ECONÓMICA Y EL ORDEN
SOCIAL PARA ARREBATAR LA RENTA.
8. CUANDO EL ESTADO AUMENTA LA INTERVENCIÓN CON LA
COMPLICIDAD DE LOS JUECES
y ABANDONA
SU FUNCIÓN DE
ORDENAR Y PROMOVER, SE CORROMPE Y CONVIERTE EN UN «VASTO
LATROCINIO» (*)
(*) San Agustín
de Hipona: « Civitas Dei y Civitas
terrena » (año
387)
Tabla de Cálculo de la Carga Fiscal 2019
para un individuo
escrupuloso que cumpla con las
64.960 normas fiscales vigentes
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Valor del Trabajo
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133,-
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-Aportes Patronales 33% s/ingreso bruto
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-33,-
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-33,-
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Salario o Ingreso Bruto
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100,-
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-Aportes Personales 16% s/ingreso Bruto
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-16,-
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- 16,-
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Salario o Ingreso Neto
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84,-
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-Ganancias 35% s/el Neto
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-29.40
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-29,40
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Imptos.-Salario
Bolsillo
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-78,40
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54.60
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Otros Impuestos sobre la Ganancia de Bolsillo
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-IVA
(21% s/salario de Bolsillo)
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-11.46
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-Ingresos Brutos
(est.4% s/salario de Bolsillo)
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-2.18
|
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-Transf.Financiera
(4% s/salario de Bolsillo)
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-2.18
|
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-Aranceles/Protección
(est.3% s/salario de Bolsillo)
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-1.69
|
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-Internos-Comb-Bs.Person.
(est.5% s/salario de Bolsillo)
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-2.61
|
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-ABL. CABA
(est.1% s/Bolsillo)
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-0.56
|
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-Impuesto Inflacionario 35% (Moneda/PBI = 10%)
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-1.98
|
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TOTAL OTROS IMPUESTOS
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-22.66
|
-22.66
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Valor del Consumo Final (Bolsillo - Otros Imptos.)
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31.94
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IMPUESTOS TOTALES
sobre
Valor del Trabajo
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100*(1-31.94/133)
|
76%
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Según
la
Escuela de Salamanca podríamos inquirir a los gobernantes:
¿Es moralmente lícito que el Estado arrebate
tamaña porción de la renta individual, honestamente ganada?
¿Pueden los
individuos vivir decentemente con el 24 % de lo que producen?
¿Cuál es el límite
moral de la obligación a pagar impuestos?
¿No surge el
derecho natural a resistir tamaña requisa mediante la rebelión fiscal y la
evasión impositiva?
El país más caro y complejo del
mundo
en materia
tributaria
El
Fisco argentino le cobra 163 impuestos
cuando
usted .
GANA DINERO…………….. 31,0 %
GASTA ESE
DINERO……. 29,8 %
USA LO QUE COMPRÓ… 13,7 %
CONSERVA BIENES………. 1,5 % 76%
CUATRO ETAPAS DEL IMPUESTO SOBRE PERSONAS FÍSICAS
PERCUSIÓN = Las empresas
pagan impuestos
TRASLACIÓN = Cargan en el precio mayores costos
INCIDENCIA = Las
personas sufren la presión fiscal
DIFUSIÓN SOCIAL= Los impuestos
generan pobreza
El régimen impositivo argentino es perverso:
1. causa un daño intencional a las personas,
2. impide que mejoren su nivel de vida,
3. destruye el ahorro genuino de la familia,
4. corrompe las costumbres morales,
5. alienta el delito en los jóvenes,
6. traba la virtud
de la compasión porque la
gente deja de ayudar al prójimo.