(Cualquier semejanza con las “crisis” habituales es pura coincidencia)
1
Lo encontré sentado meditando sentado sobre una roca. Desde ese lugar se divisaban panorámicamente los trabajos de excavación de la nueva represa.
El viejo ,me miró como si me conociera. Sentado, luego de examinarme con curiosidad sin palabra previa dijo
"Oiga usted, una pala, lo que se dice una pala, no se ha hecho para palear tierra, no es verdad ?,
Sorprendido por la repentina e imprevisible pregunta contesté
"Claro hombre. Para eso es”.
"Soy Tomás, dijo, mirándome con aire de satisfacción. ¿ Así que para usted la pala se hizo para palear tierra?"
"Por supuesto", contesté secamente, pues me parecÍa la pregunta de un chalado.
"¿Es usted de este lugar?"
"No, acabo de llegar", le respondí".
"Ah, entonces lo entiendo. Yo también sostengo que una pala es para palear tierra y que quien desee palear debe ser provisto de una pala".
Me extrañó el breve e inesperado diálogo. Pero no le di importancia. Uno siempre se encuentra con alguien raro cuando llega por vez primera a un lugar.
Tampoco se me ocurrió pensar que ese breve y trivial cambio de palabras pudiera tener algo que ver con mi misión técnica. Habia viajado hasta Paloalto para investigar las causas de la inexplicable demora en los trabajos de excavación se una simple represa. Terminé de dar el vistazo que me habáa propuesto aleje rápidamente del extraño personaje.
2
La población de Paloalto quedaba en la parte alta del valle del mismo nombre y destinado a ser irrigado con las obras en marcha. El valle, un casi desierto poblado por algunas ovejas, medía unos 80 kilómetros de largo por otros 30 de ancho. Desde la estación de ferrocarril más cercana se había construido un tramo de vía para traer personal y provisiones al campamento. De hecho era la única vía de acceso a ese bolsón de territorio aislado por las montañas del resto del mundo.
Por las dificultades que acarreaba ese severo aislamiento, que no permitía introducir ningún tipo de máquina de algún porte, la empresa constructora debió recurrir solo a las palas de mano para hacer la excavación inicial. Calculados los costos de la obra y para mantener el ritmo de trabajo se resolvió contratar al personal necesario de una sola vez y por todo el tiempo que demandara este trabajo. Esto tenía sus ventajas.
Se estimó que 1400 trabajadores completarían la represa del río Negro en 15 años y que luego la desviación del río se podía realizar con la mitad de ese personal durante 3 años.
Los habitantes de Paloalto llegaron a sumar 6000 almas, incluyendo trabajadores, sus familias y comerciantes. Todos se establecieron en el campamento que pronto se convirtió en un pequeño pueblo. Era, por decirlo así, una metrópoli en el desierto.
Ya llevaban 8 años trabajando con el personal completo. Pero comparando lo planificado con lo realizado , el avance de la obra no era satisfactorio. La empresa me había enviado para averiguar la causa de ese atraso.
Pensé que era un buen punto de partida aprovechar mi relación con aquel inesperado interlocutor, así que tras aquel encuentro fortuito , lo busqué como quien deseara seguir el hilo de su un tanto absurda pregunta inicial NO me costo esfuerzo hallarlo. Todos conocían a Tomas. Luego de saludarlo fui directamente para trabar mejor relacion hice como siguiera la conversación inicial.
"Dígame Tomás, es que hay alguien que discuta aquí que la pala se hizo para palear tierra?".
"¿Qué si alguien lo discute? Eso es lo que nos pasamos haciendo. Siempre discutiendo lo mismo
"¿Y quién lo discute?, pregunté asombrado.
"Todo el mundo", respondió Tomás sentado en la roca. "Martín fue quien empezó todo y nunca logramos ponernos de acuerdo. Si no hubiera sido por él esta obra estaría mucho mas adelantada", dijo cabeceando como con enojo.
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"Oiga, justo por eso he venido. Tengo que averiguar qué es lo que pasa..."
"¡Al fin! , saltó poniéndose de pie como tocado por un resorte. Usted es entonces el hombre que yo necesito ver, ", exclamando lleno de júbilo. "Soy Tomas López. Me conocen como Tomás, el campeón de la teoría de que las palas son sólo para palear tierra". Ese soy yo, señor", agregó estrechándome la mano.
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El campeón de semejante idea comenzó a contarme incidentes del campamento que al principio yo tomé por fantasías suyas, pero que ante algunos los hechos había decidido incluirlos en mi in¬forme a la Compañía.
Según Tomás, un ingenioso peón , excavador de brechas, llamado Martin García, había sido el fundador del sistema económico de Paloalto.
No es del caso averiguar los motivos que lo impulsaron a llevar a cabo su plan. Pero, según parece, sus objetivo eran tan elevados como desarrollar, enriquecer y civilizar a Paloalto.
El caso es que cuando llegó el primer cargamento palas ( nunca se supo por qué), en lugar de recibir las 1400 necesarias solo había 1000. Las instrucciones de la Compañía eran estrictas. Ellas debian ser vendidas a los obreros a su precio de costo. Es decir a $1000 por pala. Toda vez que eran 1400 los trabajadores, 400 de ellos, por rezagados o no haberse enterado a tiempo de la llegada de las palas, no lograron adquirir las suyas. Por lo tanto se quedaron sin trabajo.
Como nadie sabía cuándo llegaría el resto de las palas, algunos de los trabajadores desocupados comenzaron a ofrecer hasta $5000 por una pala. Quienes hacían estas ofertas, a pesar de ser tan elevadas les resultaba conveníente. Estimaban que trabajando duro lograrían ganar en concepto de salarios unos $30.000 mensuales. Con lo ganado en una semana de trabajo podían recuperar el valor de la pala y de ahí en más seguir trabajando sin problemas.
Muchas de las 1000 palas comenzaron entonces a cambiar de mano, aunque al fin de cuentas siempre quedaban 400 trabajadores desocupados. En esto nada había cambiado; pero lo que si cambió fue el precio de las palas que de $1000 pasaron a valer $5000 cada una.
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Transcribo mi informe tal como, palabra por palabra, fui registrando la narración de Tomás en mi grabadora.
"Martin al principio con lo que pasaba se quedó perplejo. Su cabeza comenzó a funcionar aceleradamente. En verdad no dejaba de pensar y decir en todo momento:”Ojalá hubiera comprado 100 palas cuando llegaron. En un par de días, en una semana a lo sumo, me hubiera ganado ! 400. 000 dólares!”. Como el descubridor de una mina me dicia una y otra ves:”¿Sabe una cosa, Tomas, que en este campamento uno se puede enriquecer todos los días más y más sin que nadie trabaje?"
"Lo dudo", le replicó Tomás. "Yo creo que sólo se logra ganar trabajando. Nos pagan un millón de pesos diarios a los mil que estamos trabajando: no veo que le vayan a pagar a quienes no trabajen."
“Pero Tomás, ¡yo no estoy hablando de trabajar!", dijo Martin exhultante. "Me refiero a la partida de palas. Hace 5 días valían $l.000.000 y ahora valen $5.000.000".
“No creo que valgan un centavo más” , dijo Tomás dirigiéndose a mi, sosteniendo la teoría de la que se declaraba campeón. "Las palas son las mismas. Uno no puede palear más tierra con ellas. Una pala es una pala, que sirve para palear tierra, y eso es todo."
Comencé a percibir que Tomas hablaba sin darse cuenta que había algo importante en lo que sostenía y que en esta disparidad de opiniones entre Tomás y Martín estaban las bases o las raíces de distintos sistemas económicos a establecerse en el campamento para el futuro.
Martín insistía. "Si esas palas se venden a $5000 cada una es porque valen a $5000". No había quien lo convenciera de lo contrario. Tan impresionado estaba con su descubrimiento que la cabeza le daba vueltas y vueltas.
Tomás, por su lado le repetía, " Martín , una pala es para palear. Así que , hombre, déjate de ilusiones"
"Tal vez para otros sea así, pero no para mí", dijo Martín a quien en la cabeza le bullía una idea.
"No me siento bien", dijo para poner fin a una discusión inútil. “Avísale al jefe que estoy algo enfermo y que me he ido a casa"."Esta bien", contestó Tomás.
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Según Tomas, Martin tenía algún dinero en efectivo y no fue a su casa. En lugar de hacerlo entró en conversación con un compañero de trabajo. Discutieron la nueva idea y decidieron entrevistar al almacenista de la Compañía. El plan estaba en marcha.
Dos días mas tarde llegó el resto de la partida de palas y los desocupados se lanzaron con los $1000 en la mano para adquirir las suyas.
"Siento mucho señores", dijo el almacenista. "Entiéndanse con Martin García que ya las ha comprado todas”
"¿Que diablos va a hacer Martin con 400 palas?" se preguntaban azorados los desocupados mientras iban a la casa de Martín. Este los recibió de modo amable. pero con serena firmeza lesw dijo: "Estimados amigos, como sabéis yo soy legal el dueño de las palas , que, como ustedes recuerdan valían , según últimas operaciones, alrededor de $5000 la unidad. Yo estoy dispuesto a vender palas, pero según mi mis cálculos y planes empresariales, no venderé más de 100 plas y esto sólo a quienes estén ya interesados y dispuestos a pagar 7000 pesos cada una.”
A la sorpresa que dejó pasmado a muchos siguió un fuerte murmullo. Algunos comenzaron comentaban a viva voz ¡"Que va! ¡Que va! ¡Este hombre esta chalado!, gritaban otros ¡Vamos hombre, véndenos las palas!", exigían los desocupados.
"¡No se alarmen señores! No se preocupen, que esto no esto no es un atraco a ustedes, es más bien una bendición. Paloalto entrará ahora en una época de pros¬peridad inigualable, el mayor período de expansión en los negocios que ha registrado campamento alguno. Por favor escuchen: ¿Cuál es la riqueza de Paloalto calculada solo en palas?".
"Mil cuatrocientas a las a $ 1000 cada una son un millón cuatrocientos mil pesos!" vociferó uno desde atrás del grupo.
"Muy equivocado está usted cpmpañero”, dijo sonriendo Martín. "La riqueza de Paloalto está cerca de los 10 millones. En cifras exactas, llega a $ 9.800.000 a $ 7000 por pala. Jamás han visto ustedes crecer la riqueza tan rápidamente. Si yo no me hubiera apresurado a comprarlas y a agregarle $2000 al valor de cada una, su precio hubiera caido a $1000 por unidad y la comunidad hubiera perdido $8.400.000."
Se produjo un silencio general. Martín lo aprovechó para abundar en sorprendentes consideraciones sobre su condición de benefactor.
"No solo he protegido la riqueza honestamente ganada por cada uno de los que en este campamento compraron una pala, sino que en este momento se la estoy aumentando al subir el precio de ellas de $5000 a $7000. La riqueza de quienes compraron las primeras mil palas, sorpréndanse, ha aumentado en $6.000.000. Más aún, estoy en posición de hacer esto y de garantizar su precio porque pongo solo 100 palas para la venta , cuando son 400 los desocupados. Paloalto inicia , estén seguros, una épo¬ca de prosperidad y de riqueza jamás oídas".
No todos podían hacer cálculos tan rápidamente como Martín los hacía. Pero era claro que los millones danzaban en sus cabezas y eso los dejaba estupefactos. Sobre todos a los que teniendo palas se habían aproximado al grupo de los protestadores.
"Los que me compren las palas a $7000 pagarán justamente el precio de hoy día, pues todos sabemos que es el mercado el que fija su valor", dijo Martín con aires de una objetividad incuestionable. "Este es un hecho que nadie puede negar. Todos están protegidos porque las palas nunca rebajarán de precio, y digo esto con certeza, porque tengo otra buena nueva para ustedes: el gobierno ha aprobado una resolución por la cual se prohibe la entrada de más palas o de su fabricación aquí. Esta es la mejor garantía de que ellas mantendrán su precio. Reconozcamos que la pronta intervención del gobierno ha salvado a Paloalto de un posible desastre”. La gente cuchicheaba entre sí y cabeceaba en señal de conformidad.
Martín calló unos segundos para agregar en voz fuerte y firme: ""Ahora amigos comenzaremos la venta de las cien palas a $7000 cada una" Los trabajadores se arremolinaron para conseguir la ansiada pala, las cualespara los desocupados era la posibilidad de trabajar. En pocos momentos se vendieron las cien. Cuando se vendió la ultima de las palas, los trescientos desocupados permanecieron tan cabisbajos como descontentos. Quizá, con la secreta esperanza que en poco hubiera otra venta.
Martín, que se retiraba del lugar se volvió hacia ellos para decir: "Hasta luego señores, y mantengan la fe en el progreso de Palolato".
6
Los que compraron las cien palas pronto difundieron la noticia de la era de prosperidad de que hablara Martin. En todas partes la idea era bienvenida. Las palas de Paloalto no se podían reproducir, su valor no dependería del costo de fabricación y el gobierno no dejaba importar más. En pocas horas Martín se volvió el hombre más popular del pueblo. Ansiosos 300 hombres no dejaban de andar detrás de él.
"No señor , le dijo a uno, "por ahora no vendo más."
Pero gran parte de los desocupados no cejaban en su interés por lograr una pala. Cada quien hacía su especial oferta tras ese propósito. Al fin Martín se detuvo y volviéndose hacia ellos dijo: "Hagamos un trato: estoy dispuesto a alquilar hasta 200 palas a cambio de la quinta parte de los salarios".
"¿Cómo así?", replicaron algunos, "nosotros tenemos derecho a todo nuestro salario, lo mismo que usted al suyo".
"Pero las palas son mías", fue la seca respuesta de Martín.
Los desocupados estaban de muy mal humor. Nada bien les caía tener que dar el quinto de sus salarios futuros. Pero la necesidad tiene cara de hereje, dicen. Sea por esto u otra cosa, al fin resolvieron alquilar las palas por un quinto de los salarios. En todo caso era mejor recibir cuatro quintas partes que nada. Siendo los salarios de $30.000 mensuales quedó establecido el alquiler de cada pala a $6000 por mes.
No obstante todavía quedaron cien hombres desocupados."Y nosotros?" preguntaron con la angustia en sus rostros."Lo lamento . dijo Martin. No hago más negocios por hoy. Ha sido un día agotador para mi. Me voy a casa a descansar"
"Y que vamos a hacer nosotros?"
"No soy yo quien para decidirlo. Sois libres. Este es, felizmente, el mundo de hoy", replicó Martin," Que cada cual atienda sus asuntos coln responsabilidad, no más".
“¿Cómo vamos a conseguir una pala?" murmuraban, tratando que Martin los oyera.
"Eso es cosa de cada uno, que cada cual resuelva su problema. Hay miles de palas en el pueblo"
"Yo se una solución", gritó uno de ellos, "Que el gobierno deje entrar más palas al campamento"
"¿Más palas?", dijo Martln. ¿Qué pretende Ud? "¿Quién puede querer semejante cosa? No olvide señor que esta es una demo¬cracia , en donde manda la mayoría, y la mayoría ha elegido al gobierno actual y satisfecha está porque se les ha aumentado el valor de las palas de $1000 a $7000. ¿Cree usted que a la mayoría le va a convenir que se les rebaje el valor de sus palas?". El silencio fue total.
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Martin se fue a su casa satisfecho. Su ganancia en la venta de las palas había sido tremenda y además tenía palas alquiladas a un quinto del valor de los salarios. Esas eran sus cuentas cuando luego de relamerse con ellas, al fin se durmió.
Al despertar y sin saberlo, era mucho más rico de lo que podía imaginarse. No había estimado bien los hechos. Otras circunstancias lo favorecían más de lo que él mismo podía calcular. Los cien desocupados, tras tanto tiempo sin poder trabajar, habían tomado una decisión desesperada. Prácticamente se habían precipitado a la obra y ofrecían todo lo que podían por las palas de quienes estaban trabajando. El caso era que más interés mostraban por ellas, más subían los dueños su precio. Algunos sacaron sus ahorros tentando a los otros a vender. En un momento las palas llegaron a precios increíbles.
Se desató una locura de vertiginosas ofertas y contraofertas. La necesidad de calcular cada uno lo que el otro le proponia y o que le significaba para el futuro, se hizo sentir. Habia mucho para pensar y discutir. Los hombres dejaron de trabajar. En medio de alaridos de quienes no dejaban de pensar en el enriquecimiento que las palas podía producirles, nadie hacia otra cosa. Algunos, con más visión financiera, las guardaban las palas en su poder esperando me¬jores precios. Fue así como muchas palas fueron retiradas del mercado. La mayor escasez así producida elevó los precios de todas las palas.
El mercado desbordó al saberse que Martín estaba alquilando palas a $6000 mensuales. Rápido se hicieron las cuentas. A un interés comercial del 3% mensual el alquiler de una pala equivalía a los intereses de un capital de..... $200.000. Poseer una pala era lo mismo poseer un capital de $200.000 . ¡Increíble! ¡Esto era la locura! La riqueza de la comunidad - medida en palas - había pasado de un modesto mero millón cuatrocientos mil dólares a $280.000.000. Y no era calculo del almacenero. ¡Lo decían los analistas financieros!
8
Esa misma noche la muchedumbre se reunió en la plaza pública. El ansia de de negocios y de riqueza tan fácilmente adquirida, los había transformado. Nerviosos conversaban entre ellos sobre la extraordinaria época que les había tocado vivir. Había cierta indescriptible intranquilidad en el alma de cada uno. Sentían la necesidad de una palabra esclarecedora y a la vez tranquilizadora.
Fue entonces que se oyó la voz de Martin.
"Conciudadanos". Silencio sepulcral. "Paloalto está a punto de llegar a la cima. ¡ Conciudadanos!, volvió a repetir agregando , Paloalto está a punto de llegar a la cima de la civilización moderna. Hay en nuestra sociedad 1400 palas que valen a $200. 000 cada una, es decir, que poseemos bienes por valor de $280. 000. 000. Y esa enorme riqueza ha sido. conseguida en pocos días. Ningún campamento en el mundo hasta hoy conocido, ha logrado acumular un desarrollo tan grande, en tan poco tiempo y con tan escaso sacrificio. Es nuestro deber, el deber de cada ciudadano, rendir homenaje a nuestros gobernantes que con su visión inigualable han hecho esto posible". Aplausos frenéticos.
Entre la multitud, casi frente a frente a Martín, estaba José Muñoz. Era un trabajador más que apaleaba tierra junto al escéptico Tomás. Éste, como se recordará, era el raro sujeto que sostenía la exótica teoría que reducia la utilidad de pala a remover tierra. José, por su honestidad y compañerismo había sido electo representante de los trabajadores. Como dirigente gremial se sentía obligado a apoyar cualquier movimiento de avanzada que aumentara la riqueza, pues producida ésta, se daría la oportunidad de luchar por su mejor reparto entre los trabajadores. José no se perdía reunión del sindicato, ni discurso en plaza pública. En estos días, no tenía dudas: quien se opusiera a las nuevas ideas económicas era un reaccionario indigno de ser considerado un compañero trabajador.
José Muñoz estaba orgulloso de trabajar con una pala de $200 000, por la que pagaba un quinto de su salario a Martín , a quien, además le estaba altamente agradecido "Ese hombre si sabe para que tiene la cabeza", solía decir quien quisiera escucharle, pero especialmente a sus compañeros de trabajo.
"Basura, pura basura.", le grito Tomás, volviendolo a molestar con su reaccionaria teoría. Tomas insistía "Una pala vale $1000, te guste o no te guste.¿ Para qué sirve una pala? Para palear. Y a uno le pagan por palear y la riqueza no está la pala sino en la represa hay que construir".
A José no le gustaba pelear con Tomás. Su teoría era rara y pesimista; pero era buen hombre. En lugar de discutir prefirió usar la prueba evidente que tenía en sus manos. Mirando a Tomás a los ojos , levantando en alto su pala con ambos brazos, le dijo: "Aquí como la vez, vale 200.000 dólares y si no hubiera sido por Martin valdría apenas $1000. ¡Ese si tiene cabeza"!
9
El sistema estaba en marcha. Todos estaban felices pues habían encontrado la manera de enriquecerse fácilmente.
Martín se mantenía alerta a toda reacción popular. Los cien desocupados estaban resentidos, pero la satisfacción general por la riqueza creada tapaban sus quejas.
La mayoría estaba satisfecha consigo misma, pero molesta con los desocupados. Aunque nadie lo decía, los habitantes de Paloalto sabían que si todos podían adquirir libremente palas, su precio caería verticalmente. Nadie daba importancia a los que se quejaban: la culpa era de ellos mismos por no haber adquirido las palas cuando llegaron. Cuándo Martín se las ofreció al contado o en alquiler.
No encontrando otra solución, los desocupados comenzaron a hacer lo imposible para sobrevivir. Unos lograron convencer a los dueños ofreciéndoles dinero y otros finalmente lograron hacerse inquilinos. En la era de especulación que siguió a la subida de precios algunos resultaron dueños de varias palas y buscaron clientes con quienes hacer contratos de arrenda¬miento o de venta con hipoteca. Una persona que lograba hacerse de cinco palas ya no trabajaba: recogía el alquiler de ellas y de eso vivía.
Aunque se compraban y vendían palas, la situación general seguía igual, pues por cada trabajador que adquiría una otro dejaba de trabajar.
Lentamente se fue creando una clase de personas que vivía del alquiler de palas y otra que vivía de los intereses sobre hipotecas.
Entre las funciones del gobierno, como en todos los países civilizados, estaba la administración pública y para atender a los gastos se cobra¬ban impuestos. En vista del aumento en el valor de las palas se resolvió ponerles un impuesto. El avalúo de la pala estaba muy por encima de su costo original, pero muy por debajo del precio de mercado.
Martín García carecía de cultura académica pero era en extremo listo. Tan pronto se enteró del proyecto del gobierno de poner impuesto a la pala, calculó que un gravamen de ese tipo podía echar abajo su precio. Ante el peligro que amenazaba sus inversiones, sobre el argumento de que el impuesto a las palas disminuiría su valor, amenazando así la prosperidad de la comunidad, pergueñó otra solución. Entre los alimentos esenciales en el campamento estaban los víveres, maíz ,arroz, frijoles, biscochos, etc., suministrados por un contratista llamado Miguel Vazquez que vivia fuera de Paloalto. Una nueva idea germinó en la cabeza de Martín. Usando del poder de convocatoria que su creciente prestigio y poderío económico le daban, convocó a una asamblea popular para discutir un urgente tema de "interés general"
"Señoras y señores: sentimientos patrióticos me mueven a hacerles comprender que los impuestos son necesarios para mantener los servicios de la comunidad. Este deber de pagar impuestos queda fuera de discusión. Pero es mi deber ciudadano advertirles que una imposición sobre las palas es un grave error, pues son que ellas las que constituyen la piedra angular de nuestra riqueza".
"Un impuesto a las palas es una injusticia para con los ciudadanos que han invertido en ellas, es un perjuicio para quienes las tienen guardadas esperando situaciones mas propicias, y un ataque a los ahorros de viudas y huérfanos, representados en palas. Aceptar ese impuesto es desanimar a los capitalistas que conceden préstamos para la adquisición de palas por parte de los que quieren trabajar honradamente".
"Felizmente creo que hay una manera de evitar el desastre. Mi plan es hacer que el proveedor don Miguel Vázquez pague el impuesto por gozar del derecho a entrar en nuestro mercado. Con esas entradas el gobierno podrá atender a los nuevos gastos y el impuesto recaerá en un individuo que ni siquiera vive entre nosotros".
La proposición fue aprobada por unanimidad. El impuesto necesario recae¬ría sobre el proveedor extranjero. No fueron pocos los que se apresuraron a dar la mano a Martín para felicitarlo.
Juan Uribe, empleado del proveedor Miguel era el encargado de pesar, empacar, despachar y facturar por los víveres. Cuando supo lo del impuesto, en el acto lo cargó en el precio de las provisiones destinadas al público del valle.
Seguramente el impuesto hubiera mortificado al proveedor de tener que pagarlo. Pero éste nun¬ca se enteró de nada. Juan Uribe vendía al nuevo precio, pagaba el impuesto al gobierno y le seguía remitiendo a su patrón don Miguel, lo mismo de antes. Así que éste nunca se enteró de la carga que se decía caía sobre sus hombros. Y todo el mundo seguía tan contento.
Todos, menos Tomás quien sostenía que el impuesto lo pagaba la gente del valle al comprar en el mercado mas caro y seguía proponiendo que se le cobrara impuesto a las palas. De este modo, decía, se le quitará a la gente de la cabeza toda esa tontería de inflar el valor de las palas y pronto todo el mundo podría adquirir una por su valor de costo y con ella conseguir trabajo.
El traspaso del programado impuesto de las palas a los víveres produjo dos cosas. Primero, las palas quedaron sin impuesto, lo cual produjo un alza de su precio en el mercado. Segundo, al subir los precios de los víveres y provisiones, quienes estaban ahorrando para comprar una pala , pronto se dieron cuenta de que podían ahorrar mucho menos, y algunos nada. ¡Adios a la pala!
Era imposible comprar palas al precio del mercado y la gente comenzó a endeudarse en más de lo que podían; las hipotecas eran más grandes cada día. Con los nuevos precios los arrendatarios de palas se vieron en la obligación de pagar hasta un cuarto de sus salarios por el uso de ellas.
Martín era el hombre más feliz: sus cuentas no podían estar erradas. Al pasarle el impuesto al proveedor Miguel Vázquez, la riqueza del campamento había aumentado en vários millones más. Los resultados eran muy halagadores.
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La cosa empezó a ser distinta con el dirigente sindical, José Muñoz. Pese a sus limitaciones algo maliciaba. El veía que aunque según los números la riqueza general aumentaba, de hecho le costaba más la comida y le cobraban más por el alquiler de la pala. Ambas cosas se traducían, al fin y al cabo, en una progresiva rebaja en el salario. ¿Había gato encerrado?
Discutió con otros sus dudas y hasta llegaron a creer que Tomás tenía razón cuando les decía que eran ellos, no el proveedor, quienes estaban pagando el nuevo impuesto a las provisiones.
Pero todas estas inquietudes se disiparon cuando Martín les explicó que eso no podía ser. Él mismo había visto a Miguel Uribe sacar de su bolsillo el dinero correspondiente al impuesto. "Y aunque fuera así", agrego' Martín, "no hay por que quejarse ya que el impuesto se compensa con el aumento de valor de las palas".
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Al final de ese año las palas ocupaban sitio primordial en el inventario de todos los negocios y su valor era tan aceptado que casi todas las transacciones comerciales tenían como base a las palas.
Era posible hipotecar una pala a corto o largo plazo. Los propietarios podían adquirir préstamos respaldados por palas para construirse lujosas mansiones.
Es de notar que a medida que aumentaba el valor de las palas el número de propietarios disminuía y el número de los que tenían que alquilarla aumentaba.
Sin embargo la vida se hizo mas fácil para los que poseían palas y podían ahorrar para comprar otras. Esto lo hacían cuando algún trabajador enfermaba y no tenía otro recurso que vender o hipotecar la pala, o cuando alguno moría y la compraban a la viuda.
Así lentamente todas las palas quedaron en manos de los que ya tenían la mayoría de ellas.
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Ahora he llegado al punto de explicar por qué los trabajos de construcción de la represa siguen tan atrasados.
Hay en la población unos 100 ciudadanos que poseen la mayoría de las palas y no hacen absolutamente nada. Su ocupación es hacer cuentas de sus entradas, recolectar alquileres e inventar pasa-tiempos para entretenerse.
Otros 100 habitantes están en la pobreza más absoluta. Habiéndose con¬vencido de que nada lograban con lamentarse, se han dedicado a toda clase de actividades, muchas ilícitas. Estimo que otros 200 han abandonado el trabajo en la represa y están ahora de sirvientes en las casas de los ricos, o han formado compañías como en las grandes ciudades, que se dedican a la recolección de alquileres de palas, a su compra y venta, a la publicidad de lo múltiples negocios con palas, estrategias de marketing para lograr los mejores rendimientos, etc.
Descontando los muy ricos y los muy pobres quedan solamente unos mil hombres trabajando, pero los agentes de las distintas compañías se la pasan todo el día negociando con ellos la renovación de contratos, recolectando alquileres, amenazando a los que están atrasados en las cuotas, discutiendo con ellos el valor futuro de las palas, etc.
También están los especuladores que mantienen palas 'de engorde' con la esperanza de que suban de precio. Esos individuos ni trabajan ni dejan trabajar y si se les llama la atención contestan que ellos cumplen con la importante función económica de guardar palas hasta que la demanda llegue al punto en el cual su utilización sea la más productiva.
Hay también muchos que están convencidos de que no vale la pena trabajar y se la pasan caminando de un lado al otro.
Estimo entonces que los mil trabajadores en estas condiciones solo ejecutan el trabajo de ochocientos, y es debido a ellos el que la obra continua. Si no fuera por estos trabajadores todo el sistema se vendría a pique, pues son los únicos que reciben pago de la compañía y las ganancias de todos los demás salen de sus salarios.
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Las teorías de Martín jamás pudieron convencer a Tomas, cuyas dudas aumentaban al ver el lujo por un lado y la pobreza por el otro. "¿Palas a $200 000? ¡Ridículo! A lo sumo valen $1000."
Sin embargo nadie prestaba atención cuando sostenía que la construcción de la represa se estaba demorando más con el sistema de Martín. Que él no creía que la población fuera más rica y que, peor aún, que el campamento estaba más pobre, puesto que había 100 hombres que no hacían trabajo alguno y que por lo tanto no recibían salarios. "Si estos hombres hubieran trabajado durante los ocho años anteriores habrían recibido millones en salarios y la represa estaría a punto de terminarse".
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En general la vida en Paloalto pudo haber sido diferente, pero las teorías de Martín lo cambiaron todo.
Antes de dos años los negocios comerciales y financieros adquirieron una complejidad indescriptible. Una vez aceptadas las teorías de Martín los bancos reconocían las palas como base para toda clase de créditos y preferían el respaldo de una pala a la capacidad de trabajar de quien solicitaba el préstamo. En general, el sistema de crédito era respaldado en palas.
Martín hacía uso de todo esto para argumentar en favor de mantener el valor de las palas. Una rebaja en el precio sería la ruina de todas las instituciones financieras y con ello la ruina de los que tenían depósitos y la bancarrota general de la población.
Tomás se reía de todas estas operaciones financieras basadas en el precio inflado de las palas. El no creía que las palas pudiesen valer $ 200.0OO. El veía hombres comprando palas, cambiándolas por otras, alquilándolas. Era cierto lo que veía. Pero agregaba: "algún día se van a arrepentir".
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Despue's de tres o cuatro años las clases sociales ya estaban demarcadas. No eran pocas las personas que poseían 10 palas y que ganaban $75.000 mensuales. Otros disfrutaban de ganancias muy superiores. Artículos de lujo inundaron la ciudad y fue entonces posible medir la posición social de la gente. De los $30 OOO OOO que se pagaban mensualmente en el campamento como salarios, un poco más de la mitad quedaba en manos de los que trabajaban. El resto se repartía entre cobradores de alquileres, dueños de palas, inversionistas, banqueros: en total unas 100 personas. Estas 100 personas y sus familias constituían lo que llego a llamarse "los de arriba", "las 10 familias".
Esta división de ingresos dejaba por fuera a los desocupados.
La acumulación de riqueza tal como sucede en Paloalto se debía al monopolio amparado por la ley, que priva al trabajador de los medios para aplicar su trabajo. El monopolio de los recursos naturales, ya sea por parte del gobierno o de particulares trae iguales consecuencias.
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La vida social en Paloalto siguió el mismo camino que en otras comunidades que adoptaron semejantes sistemas. Después de ocho a los niños que habían llegado a la madurez durante el sistema implantado por Martín no hablaban sino de negocios de palas.
Las personas de más edad comentaban con ellos las variaciones en los precios y los propietarios de palas dedicaban su tiempo, el cual tenían de sobra, a enseñarles a sus hijos la manipulación del mercado.
Los financistas oficiales recomendaban a los jóvenes unas veces casarse pronto; otras veces no casarse hasta tener ya la pala conseguida; a tener familias numerosas, a tener solo cuatro hijos; a casarse con una chica cuyo padre tuviera siquiera dos palas; a beber intoxicantes para olvidar las preocupaciones, a no beber; a depositar el dinero en los bancos para financiar las industrias; a gastar el dinero para impulsar los negocios, etc. etc. y con el cambio de gobernantes, prácticamente , se cambiaban las recomendaciones.
"Los de arriba" no tenían problemas. Matar el tiempo y divertirse eran sus preocupaciones. Algunos compraban caballos y los hacían correr para ver cuál llegaba primero; otros se emborrachaban y se quedaban en cama; otros competían entre ellos en la adquisición de mas palas y otros prestaban sus servicios gratuitos en comités encargados de resolver los problemas de la comunidad
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Las mujeres jugaban cartas y se entretenían con revistas y desfiles de modas, concursos por reinados de belleza, etc.
Las cárceles se llenaron, los mendigos recorrían la ciudad de arriba a abajo y no pocos trataban de ahogar sus penas en el alcohol o en la droga.
Martín veía todas estas tendencias decadentes, pero concluía que hay gente que no merecía la prosperidad que traía la riqueza y logró que el gobierno aumentara los impuestos a los licores y a las diversiones populares.
Sin embargo nada de esto modificó la conducta del pueblo.
Tomás seguía predicando que las reformas sociales no tenían sentido. "Solo cuando haya palas y trabajo para todos se mejoraran las cosas", decía. En la práctica, no había quien lo escuchara.
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La clase dirigente de Paloalto había recibido educación adecuada y si bien ya existía un núcleo de profesionales, profesores, maestros, periodistas, pensadores, ninguno se preocupaba por analizar a fondo el sistema de Martín.
Este estado de cosas mantenía confundidas las ideas: economistas, filósofos, moralistas, financieros y aún los teólogos no sabían si hablar de las leyes de la oferta y la demanda, de la libertad individual, o de la hermandad de los hombres. Nada de lo que decían encajaba en Paloalto.
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El centro de actividad intelectual en Paloalto lo constituía la Universidad, institución comparable a las mejores del país.
Los profesores Jaramillo y Vallejo estaban encargados de la cátedra de Economía. Graduados en los Estados Unidos y Europa, habían hecho sus investigaciones y según la opinión popular, cuando hablaban lo hacían con autoridad.
El sistema de Paloalto, decían los profesores Jaramillo y Vallejo, es tan sólido como una roca. Ellos habían visto con sus propios ojos que el precio de las palas llegaba a $200 000 y lo que no habían visto lo habían tomado de un estudio económico elaborado por un técnico internacional que decía así:
"La riqueza de Paloalto y su prosperidad sobrepasan las de cualquier otro campamento. El valor de una pala ciertamente es superior al capital que posee un trabajador; por eso el capitalista presta sus servicios equipando a los trabajadores, y si no fuera así los trabajadores no podrían adquirirlas por ellos mismos y la represa no se construiría. Por lo tanto, si en este campamento hay desocupados es por la falta de capital suficiente para la adquisición de palas. La solución es, obviamente, la consecución de un empréstito externo o la reducción de personal".
En cuanto a la existencia de pobreza dentro de tanta riqueza, el profesor Gaviria, del departamento de Sociología, suspiraba y decía que era evidente que había mucha gente en la población, en proporción al número de palas que se podían poner en uso con el capital existente.
El padre Sanchez, de la cátedra de Filosofía, por su parte, pensaba en la lucha por la existencia y concluía que todo es pasajero en este mundo y que el destino habría de traer 'la edad de oro' de que hablaron los antiguos. Sus obras completas están en la biblioteca para que sirvan de guía también a las futuras generaciones.
El profesor Barrientos, doctor en Ética, condenaba todo proyecto en el cual se ganase algo sin hacer nada, pero no hacía comentarios con relación a la situación de Paloalto.
El director espiritual, monseñor Monsalve, por su lado, condenaba el alcohol, los naipes, los dados y el desempleo, pero, apostaba doble a sencillo a que el año próximo las palas estarían aún más caras.
Por ultimo el Dr. Zuloaga, quien acababa de llegar de Norteamérica se reía de todos y culpaba al exceso de población. "No tendríamos este problema", decía, "si estos 100 hombres pobres y sus familias no hubieran nacido" Favorecia al control de natalidad incluyendo el aborto.
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Como en todas las grandes ciudades, los partidos políticos abrieron sus oficinas y por intermedio de sus respectivos periódicos daban a conocer sus planes para lograr el aumento en el precio de las palas y conseguir con ello el respaldo en las futuras elecciones. Uno de los problemas más graves de Paloalto llegó a ser la inestabilidad social, pero las soluciones propuestas por distintas personas estaban tachadas de politiquería. Por fin, y presionado por el departamento de Planeación se aprobó el proyecto de un visitante extranjero que se hallaba de paso.
Su plan, muy sencillo por cierto, consistía en darle a cada trabajador un subsidio para la adquisición de su pala. Una pala por trabajador, fue su consigna.
Inexplicablemente al aprobarse esta medida subió el precio de las palas y para contrarrestar lo cual se pensó en aumentar igualmente el subsidio, pero el visitante fue llamado por su propio gobierno y no logró poner en marcha el proyecto definitivo.
Como alternativa se sugirió que el gobierno hiciera préstamos a través de entidades oficiales, única y exclusivamente para la adquisición de palas, y luego, de un estudio a fondo se fijó que para este caso especial un interés del 2% mensual en lugar del bancario seria la solución. Pero tan pronto salió la medida a luz pública, los analistas encontraron que un alquiler de $7500 mensuales, al 2%,equivalía a un capital de $375 000. El valor de las palas había subido nuevamente. Los periódicos locales dieron la noticia y como estaban en vísperas de elecciones se abandonó el proyecto.
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Mientras el gobierno buscaba la manera de allegar fondos para la administración publica, el problema de Martín era mantener y de ser posible aumentar sus entradas.
El empobrecimiento de muchos ciudadanos dentro de tanta riqueza ya era insoportable, y aunque se aceptaba como obra de la Providencia, el gobierno decidió hacer algo. Se aprobó rápidamente la ejecución de obras públicas para resolver el problema del desempleo.
Mientras Martín permanecía sentado en su oficina recogiendo los alquileres de palas, comerciantes, constructores, financistas e industriales peleaban entre ellos por la adjudicación de los contratos de construcción. Estos sí que se convirtieron en una fuente de ganancias nunca conocidas, y cuando Martín se dió cuenta de que había a otros con mejores utilidades, ya era tarde. "La industria de las palas carece de todo apoyo oficial", declaró en una entrevista. Los profesores Jaramillo y Vallejo fueron entonces encargados de elaborar un proyecto que aumentara las entradas del fisco y que al mismo tiempo apoyara la industria de las palas.
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Los citados profesores propusieron lo que se llamo impuesto invisible. La gente lo pagaba sin darse cuenta y a los profesores se les acreditaba el milagro de mantener el gobierno sin más impuestos.
Haciendo uso de los 'indirectos' las palas quedaron exentas y el impuesto se hizo recaer sobre consumidores, trabajadores, profesionales, comerciantes ocasionándose un alza en todos los precios que en realidad no era otra cosa que una rebaja en los salarios.
La riqueza de Paloalto era ya incalculable. Martín se reía de los constructores, industriales y comerciantes que trataron de salirle adelante pues con la exclusión de las palas, del pago del impuesto el alquiler subió a un tercio del salario. ¿Quién lo hubiera pensado?.
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"Según las estadísticas de los profesores Jaramillo y Vallejo trabajamos en el campamento más rico del país"; pero "la situación se hace cada vez mas dura", decía Juan Muñoz ya por esa época jefe del Sindicato de trabajadores. ¡No sé que hacer!, decía.
"Son los impuestos", le comentó su antiguo compañero Tomas .
"No puede ser comento Juan. Los impuestos son para ordeñar a los ricos".
"¿Entonces qué es?", preguntó Tomas.
"La falta de cooperación".
"Yo estoy cooperando", dijo Tomas y para comprobarlo echo una palada bien grande.
"Usted no tiene problema", continuó Juan. Usted comenzó cuando una pala costaba $1000, pero ahora que el campamento se ha enriquecido las palas valen $200 000 al contado . Un pobre no tiene esperanza."
Juan veía a todo el mundo haciendo negocios alrededor de él en supermercados, bancos, almacenes, depósitos de mercancía de toda clase, y terminó por culpar al capitalismo.
"Ésa es la razón. Los capitalistas son los dueños de los bancos, de los negocios, de los almacenes. Los salarios que recibimos son infelices. Cualquiera puede verlo hasta con los ojos cerrados. Tenemos que abolir el sistema capitalista, reestructurar el orden social, coordinar nuestras vidas y acabar con esos salarios de miseria".Juan se hizo miembro del partido comunista ese mismo día.
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Más o menos así se desarrollaba la vida en Paloalto cuando llegué.
Martín seguía a la cabeza de su sistema y no tenía problemas laborales puesto que no empleaba a nadie. Cada vez que el gobierno aprobaba nuevos proyectos, el costo de la vida subía, pero los trabajadores le echaban la culpa a los capitalistas que los empleaban.
Pero estos capitalistas sabían tan poco de las causas del problema como los obreros y por eso las batallas entre ellos, el capital y el trabajo, se peleaban en la oscuridad.
Tan interesado estuve yo en Martín que me pase todo un día tomando nota de sus actividades:
9 am Recibe una delegación de políticos que quieren ser elegidos para la campaña "pro salvación de la ciudad". Martín los apoya económicamente.
10 am Martin declara ante un grupo de periodistas que lamenta el estado moral de la comunidad y el poco respeto que se tiene para con las autoridades.
11 am Martin recibe varias delegaciones al tiempo, unas en favor y otras en contra de llevar a cabo lo mismo. A todos aconseja y todos reciben su contribución.
12 m Durante el almuerzo aprovecha para firmar cheques a favor de varias obras de caridad.
1 pm Lo entrevistan los reporteros de "Ultima Hora". Le toman fotografías en distintas poses y bajo el tema "Cómo tener éxito" discuten problemas de actualidad.
2 pm Discurso en la Universidad: "Nunca jamás ha tenido la juventud oportunidad semejante. La riqueza de Paloalto es garantía de un futuro mejor. Afortunadamente tenemos palas suficientes que son base esencial del progreso y desarrollo patrio".
3 pm Discute con el contador y decide abrir otra sucursal para la compra, venta y alquiler de palas.
4 pm Recibe visita de su médico particular quien está preocupado por el recargo de trabajo de Martin.
5 pm Recibe varias delegaciones y a todas promete contribuir.
6 pm Discurso en la Asamblea General de la Cámara de Comercio. Defiende el nuevo sistema fiscal y agradece a los profesores Jaramillo y Vallejo su colaboración, pero insiste en que solamente una continua vigilancia del sistema garantizará la prosperidad general.
11 pm Después de cenar con los delegados tiene un altercado con Tomás quien sigue insistiendo en que las palas valen $1000.
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Una vez analizada la situación del campamento anuncié las recomendaciones que presentaría a la Compañía, más o menos en los siguientes términos:
1) No me interesa saber si el sistema económico implantado en Paloalto es bueno o malo;
2) En las condiciones actuales, el adelanto de los trabajos es mínimo y para resolver la situación recomiendo:
a) Facilitar palas a precio de costo a quienes deseen adquirirlas;
b) Decretar un impuesto que haga antieconómica la mera posesión de palas, es decir, que el impuesto sea tal que todas las palas tengan que ser utilizadas al máximo para así lograr el mayor rendimiento en la construcción de la represa. El impuesto acabaría de una vez por todas con las "palas de engorde"
El pánico invadió la ciudad al conocerse mis recomendaciones a la Compañía, pero Martín no se inmutó. En una reunión citada especialmente arengó así a los asistentes:
"Amigos ciudadanos: En crisis como la presente debemos enfocar la mirada hacia el futuro. Algún día se acabará la construcción de la represa y la demanda por palas llegará a su fin. Las palas quedaran sin valor y los trabajadores desocupados".
"Tenemos entonces una obligación inmediata que cumplir. Alguien debe proceder a urbanizar la tierra para vender a quienes deseen residir este valle".
"Me permito informarles que ya hemos adquirido toda la tierra útil alrededor de la represa, donde los trabajadores esperan construir sus viviendas al finalizar la obra".
"Los campesinos de la región han recibido gustosos $100 000 por hectárea y las parcelaciones ya han sido aprobadas por el Plano Regulador".
"El mes entrante iniciaremos la venta de lotes de 250 m2 cada uno a razón de $200 000 por lote, y los trabajadores que no puedan adquirirlo al contado tienen la oportunidad de hacerlo a plazos.
"Aunque el valor de los lotes parezca exagerado, piensen ustedes que el día de mañana más y más personas vendrán a residenciarse entre nosotros, además de los que nacen aquí mismo. Todos sabemos que la tierra no se puede fabricar ni importar, y que la competencia no va a determinar su valor
"Lotes a este precio significan una riqueza de $800 000 por hectárea urbanizada o sea ocho mil millones de pesos en la tierra ya adquirida para la comunidad. Sabemos por lo ocurrido en otras ciudades que al cabo de unos años estos mismos lotes se venderán a $5000 y a $10000 el metro cuadrado. Afortunados los que vivan en esa época de prosperidad"
"En el suministro de tierra para las viviendas, industrias y comercio, tenemos el apoyo del Gobierno el cual ha concentrado los impuestos en artículos de consumo, en aduanas, en utilidades de particulares y de compañías, y en los salarios recibidos por profesionales, empleados y obreros.
Como en el caso de las palas, el caer los impuestos sobre otras cosas hará subir el precio de la tierra, y con él la riqueza de la comunidad., "Os aseguro", dijo levantando la voz, "que, esta riqueza no se acabará al terminar la represa sino que continuará para siempre".
"Eso sí, es necesario mantener legisladores que garanticen la operación de nuestro sistema, experimentado y comprobado ya con las palas".
"Ya inventó otra cosa", dijo una voz familiar. Era Tomás. "Así como las palas solo sirven para palear y valen a $1000, la tierra......
Martín lo interrumpió bruscamente y visiblemente molesto: "Qué sabe usted de la tierra? El sistema de aumentar la riqueza p¬pular está aprobado por el Gobierno y respaldado por estadistas y economistas internacionales. ¡Cállese la boca que usted nunca ha sabido lo que dice!".
Aplausos de todo el público asistente.
Un guardia de seguridad se lleva a Tomás quien sigue balbuceando lo mismo de siempre y que nadie alcanza a entender....
C.RALSTON /G.LEMA/ H.R. SANDLER
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
2 comentarios:
En el 2004 yo ya tenía hecha una versión en PDF de este libro. Pueden descargarla aqui.
Ah! Y también tengo al Dictador Demócrata en PDF.
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