lunes, 5 de diciembre de 2011

CATASTRO INMOBILIARIO Y LA NOBLE IGUALDAD

Hay un medio para asegurar los derechos iguales de todos, no dividiendo la tierra en pedazos iguales, sino tomando para uso de todos aquel valor que se adhiere a la tierra, no como el resultado del trabajo individual sobre ella, sino como resultado del aumento de población y del progreso de la sociedad. Por ese medio todos estarían igualmente interesados en la tierra de su país nativo. Si uno utilizaba un pedazo de más valor que su vecino, pagaría un impuesto más pesado. Si no usaba tierra directamente, aun así sería un igual partícipe en la renta. He aquí el camino sencillo el sistema económico y rentistico de la Revolución de Mayo y del Cristianismo (Levitico 23-25).

CATASTRO INMOBILIARIO Y ECONOMIA DE MERCADOS LIBRES
Raul Girbau, economista

Mucha razón tiene Héctor Sandler cuando resalta la importancia del Catastro Inmobiliario para llevar adelante una política publica racional para generar el tesoro público: recaudar la renta del suelo en lugar de imponer impuestos al trabajo, la producción y el consumo.

Por ello felicito a todos los que defienden este principio de orden social. Sin embargo (y esto no es una critica sino una advertencia) limitarse a postular la conveniencia de recaudar la renta de la tierra “en general” nunca sobrepasara el nivel de una declaración de buenos deseos. ¿Por qué? Porque sin catastro inmobiliario no hay tierra imponible.

El Catastro inmobiliario es el sistema legal/geodésico que precisa “la cosa imponible”. Sin Catastro inmobiliario no hay renta visible. Es posible que la voluntad política de líderes y partidos argentinos en las primeras décadas del Siglo XX, no se haya podido concretar porque sus postuladores no alcanzaron a ver que sus propuestas era “angelicales” si, primero, no ponían los Catastros inmobiliarios en orden.

Proponer el “impuesto a la tierra libre de mejoras” sin Catastros, es una buena expresión de deseos, pero condenada al fracaso por la fuerza de los hechos.

No existe la menor duda que la “renta del suelo” aumenta en proporción al crecimiento y desarrollo de la sociedad. Pero hay dos obstáculos, uno de orden político y otro administrativo, que hacen imposible recaudar la renta del suelo de quien posee o es titular de un predio.

El primero, es un obstáculo político. Ocurre cuando se lleva adelante la “colectivización de la tierra”, declarando único propietario de toda ella al Estado, tal como lo han hecho los regímenes comunistas. Colectivizar la tierra es apagar la luz y no poder saber a cuánto asciende la renta del suelo en cada lugar, en cada predio en todo momento. No hay mercado de tierras.

Otro obstáculo tiene igual efecto, por “anticomunista” que sea el sistema político. Es de naturaleza administrativa. Es la falta de un Catastro Inmobiliario.
Esta carencia es la mejor coraza con que cuentan los “apropiadores privados de la renta del suelo”, renta pública por excelencia. Cuando no se “individualiza” y “grafica” en un plano a cada predio, “la cosa” y su “valor” , la renta que se acumula no existe a la vista. La gente que mercadea con ella lo sabe muy bien; pero el gobierno no lo puede saber.

La falta de Catastro Inmobiliario deja a ciegas al gobierno y por mas voluntad política que tuviere en recaudar la renta, no tiene a disposición el termómetro necesario para medir la variable temperatura que la renta inmobiliaria alcanza en cada predio, lugar o región a través del tiempo.

Pasar de una economía social centralmente dominada por el Estado (existente hoy en Argentina) hacia una economía social en la que los individuos se orienten por los precios de mercados libres (el que dispone que exista para la Argentina la Constitución Nacional), empieza por la organización de buen Catastro Inmobiliario. No reducido a la mera función topográfica de medir lotes y predios, sino – de manera primordial – la de medir el valor de mercado de cada uno de ellos.

Sin Catastro así entendido, toda política de impuestos carece de base científica y será mera expresión de la arbitrariedad gubernamental.

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