N. de la R.: "Existe una barbarie letrada mil veces más peligrosa que todos los indios de América" Juan Bautista Alberdi
La educación pública y gratuita sostiene la matrix neoliberal
tributaria y esclavista emergente del derecho bárbaro de los romanos que
conduce a la guerra civil para sostener una sociedad jerárquica a
traves de los siglos; y oculta y pervierte el derecho enfitéutico del
cristianismo y de las grandes revoluciones Inglesa, Americana, Francesa y Latinoamericana de 1810 que generaría una sociedad de
hombres libres, justa, igualitaria y fraternal.
Ésta es una cuestión importante que pocas veces se pregunta. En la
década del '40 el número de estudiantes universitarios en el mundo se
contaba por cientos de miles. Actualmente, el número sobrepasa la decena
de millones y, seguramente, a mediados del siglo XXI será de cientos de
millones. Es difícil hacer una estimación del monto que se gasta en
universidades hoy, pero seguramente no debe ser inferior a los cien mil
millones de dólares anuales. En el mundo se asigna una proporción
creciente de recursos para alimentar instituciones universitarias a las
que asiste un creciente número de hombres y mujeres jóvenes en edades
donde están en plena actividad física e intelectual. Estas personas
generalmente halen un paréntesis en la creación de riqueza para consumir
una proporción importante del producto bruto nacional. Se dice que el
objetivo consiste en que se eduquen y luego harán contribuciones
importantes, contribuciones que no serian posibles si no obtuvieran
aquella educación. Pero el punto sobre estas contribuciones que realizan
los egresados resulta controvertido.
Las universidades, como las
conocemos hoy día, tienen su origen en la Edad Media. Básicamente
comienzan en el siglo XII. Los prototipos son la Universidad de París,
la Universidad de Padua en Italia, la Universidad de Salamanca en España
y las Universidades de Oxford y Cambridge en Inglaterra. Las
universidades del resto del mundo derivan de modelos europeos. Las
universidades antiguas de la Europa medieval no fueron concebidas para
elevar el producto bruto nacional ni para actuar bajo ningún otro
propósito secular. Originalmente su objeto era entrenar a personas en lo
que llamaban “la reina de las ciencias”: la teología. La mayor parte de
sus debates tenía como centro a Dios. La estructura actual de la
universidad mantiene algunos aspectos de la universidad 'original: el
año lectivo corresponde a la estructura eclesiástica, establece
distinciones entre estudiantes de grado y postgrado y muchas veces la
estructura curricular tiene resabios medievales.
Las universidades
siempre estuvieron sujetas a diversas críticas. La famosa Universidad
de Paris en Mont Aigu donde se educaron, entre otros, Calvino e Ignacio
de Loyola -dos gigantes de la Reforma y la Contrarreforma fue criticada
flor otros das distinguidos alumnos: Rabelais y Erasmo. En su Discurso
del Método 11637)' Descartes critica severamente los métodos educativos
que recibió en uno de los mejores colegios de Europa y Edward Gibbon, el
gran historiador de la Roma antigua, criticó duramente también a su
colegio de Oxford (que casualmente es también el mío) sosteniendo que
era absolutamente inservible. Darwin mantenía que en realidad su
educación comenzó cuando dejó la universidad. Resulta interesante
subrayar que la revolución industrial que hizo de prólogo al mundo
moderno comenzó en Inglaterra en las, últimas tres décadas del siglo
XVIII y se produjo sin ninguna contribución de sus dos principales casas
de estudios: Oxford y Cambridge. Esto no es válido para todas partes,
desde luego, porque, por ejemplo, las universidades escocesas fueron
decisivas para el tratamiento serio del capitalismo y los procesos de
mercado: Adam Smith era profesor en la Universidad de Glasgow y su libro
La riqueza de las naciones ha sido uno de los que mayor influencia han
ejercido en el mundo de las ideas. Sin embargo, podemos decir que
generalmente los grandes acontecimientos culturales y económicos de la
historia se han producido a pesar de la existencia de las universidades y
no debido a la existencia de las mismas. El rol de las ideas es
decisivo pero no surgen necesariamente de universidades propiamente
dichas.
Recuerdo que en los años '60, cuando las universidades
estaban expandiéndose aceleradamente, muchas de ellas se politizaron
rápidamente -por supuesto en dirección a la izquierda-, lo cual
produjo
camadas de egresados que entraban en las empresas para causar problemas
sociales de diversa índole. Muchas de las universidades contemporáneas
infligen daños con sus modas intelectuales. Del mismo modo que en la
Edad Media y en el Renacimiento reflejaban posiciones encontradas en
materia teológica, en nuestro siglo, en no pocos casos, han resultado
teatros donde se representaban dramas culturales. En otras ocasiones,
cuando la prosperidad es mucha, y la moda intelectual se enrarece,
aparecen fenómenos como el libro absurdo de J. F. Galbraith The affluent
society, que condena la riqueza del sector privado a expensas del
sector público. La politización izquierdista en las universidades que
comenzó a intensificarse durante la década del '60, y que aún continuaba
en los '80,,constituyó tina de las razones principales por las
cuales-los estudiantes decidieron perfeccionarse en instituciones
independientes de las universidades y se tornaron indiferentes en
materia política.
En mi libro Tiempos modernos he caracterizado a
los años '60 como la “década de la ilusión” -diez años especialmente
tontos-, y a los años '70 como la “década de la desilusión”, puesto que
allí se vieron los errores y las consecuencias de los años anteriores. A
los años '80 los he llamado “el retorno al realismo”. Durante los años
'80 se 'han puesto en evidencia las ideas del sistema capitalista o del
sistema de mercado. Al mismo tiempo, se ha visto con mayor claridad la
debilidad de la ideología comunista. Esto incluye el reconocimiento de
que no hay coartadas para el progreso, más aun, la utopía no existe, el
mundo es difícil y siempre lo será. Debemos sin embargo estar prevenidos
de los riesgos que presentan el materialismo y la búsqueda del dinero
por el dinero mismo, que hace que se distraiga la atención de temas más
relevantes. Debe prestarse especial atención al tema universitario,
puesto que los intelectuales están expuestos a ideas e ideales, y por
ende resulta vital saber en qué consisten estas ideas. Hemos visto a
través de la televisión a estudiantes tratando desesperadamente de
liberarse de regímenes totalitarios en Pekín, en Praga y en otros
lugares. También la historia nos ha mostrado que en muchos casos los
estudiantes han mantenido regímenes totalitarios, y en otros casos los
han entronizado. Recordemos que los estudiantes llevaron a Lenin al
poder y encabezaron la marcha de Mussolini a Roma. Recordemos también
que Hitler tenía el mayor rating entre los estudiantes, mayor que en
ningún otro sector de la población. Es importante, en este
ejemplo,,destacar que Hitler llegó al poder en una nación que poseía
grandes universidades, y el pueblo alemán era considerado el más educado
del planeta. Contemporáneamente, la mayor violencia en América Central
tiene su origen en las universidades locales. Lo mismo ha sucedido en la
Universidad de La Habana, en Cuba. Allí es donde primeramente se
entrenó Fidel Castro como activista universitario. Allí fue donde
aprendió a manejar armas de fuego. Los estudiantes del mundo árabe, por
ejemplo, tienden cada vez más a respaldar posiciones intransigentes y
fundamentalistas, además de antisemitas. Tienden a ser extremistas en
aspectos religiosos y políticos, respaldando posturas nacionalistas y
racistas en la forma mas virulenta que se pueda concebir. En resumen,
adoptan todas las actitudes que durante el siglo XX han conducido a la
guerra y a la inestabilidad generalizada. Esta situación es grave, pero
lo peor es la aparente unanimidad con que actúan. No hay discusiones
internas, debates ni divisiones en las que podamos cifrar esperanzas: el
consenso se logra generalmente por medio del terror.
En las
universidades de las naciones más civilizadas no se recurre a estos
métodos para lograr homogeneidad; sin embargo, hay presiones por parte
de activistas estudiantiles, especialmente en aquellas universidades que
son financiadas con los recursos de los contribuyentes. En estos casos,
a través de las referidas presiones, generalmente se bloquean
posibilidades de libertad de expresión a los oponentes del sistema.
Incluso en Gran Bretaña han sucedido episodios de esta naturaleza.
Incidentes similares también han ocurrido en algunas de las
universidades de más renombre en los
Estados Unidos, en Francia,
Alemania, Italia y España. En todos los casos que conozco, el obstáculo a
la libertad de expresión ha provenido de los movimientos de izquierda
que actuaron con diversas etiquetas. Han sido procedimientos similares a
los que han utilizado los estudiantes alemanes en los años '30 para
obstaculizar que se expresaran los profesores judíos.
Esto me
lleva a mi primera conclusión. Cualquiera que sea el motivo por el cual
se establecen las universidades, de lo que sí estoy seguro es de que no
son para ser usadas como arena política, porque el resultado
inevitablemente conduce a la intolerancia y a la violencia.
Lamentablemente, muchas autoridades universitarias, especialmente en
sistemas democráticos y liberales de las naciones occidentales, son
reticentes a usar su autoridad para detener a los estudiantes que actúan
como activistas políticos. Es mi opinión que si se discuten temas
políticos en la universidad no pueden aceptarse la violencia y las
presiones, todo lo cual debe ser evitado por las autoridades. Creo que
la politización de las universidades en el sentido antes descrito se
debe básicamente a la cobardía de las autoridades de la universidad y
quienes las apoyan, que no muestran la necesaria valentía y coraje para
enfrentar el activismo estudiantil. Discutir filosofía política no es
Politización. Creo que no debería aceptarse a estudiantes cuyo propósito
principal es la política partidaria. Creo que esos estudiantes deberían
ser expulsados. No creo que sea para nada procedente aceptar
movimientos estudiantiles que actúen como sindicatos sobre la base de
modelos y actitudes de los sindicatos contemporáneos. Estos no deberían
ser permitidos, y mucho menos deben ser financiados por el Estado a
través de aportes compulsivos.
En algunos casos se ha llegado al
extremo de permitir que los líderes estudiantiles permanezcan un año más
en la universidad -sin estudiar para poder dedicarse a sus actividades
sindicales y politizadas. No puedo pensar en persona alguna cuya
presencia resulte más ingrata a la labor universitaria. Estos llamados
líderes adquieren autoridad por procedimientos dudosos, generalmente a
través de presiones y del uso de la fuerza directa o indirecta. En este
sentido es importante recordar la reflexión del doctor Samuel Johnson:
“Señor, una universidad es un lugar donde los estudiantes vienen a
aprender, no a enseñar”.
Esta politización que conduce a la
intolerancia y a inhibir la posibilidad de escuchar otras opiniones se
comenzó a acentuar especialmente en los años '60. Esto está íntimamente
ligado a la idea de la ingeniería social. Ingeniería social es la
pretensión de cambiar la sociedad tratando a los individuos como si
fueran objetos susceptibles de manipulación. La politización a que me
vengo refiriendo hace de apoyo logístico a la enseñanza de ese sistema
de ingeniería social en las universidades. Paradójicamente, esto sucede
en aquellos lugares donde deberían imponerse métodos rigurosos de
aprendizaje y búsqueda de la verdad con la necesaria apertura mental.
Lamentablemente, estos procedimientos muchas veces son apoyados por
figuras “de prestigio” que deberían saber las consecuencias de esos
actos, pero que no tienen el coraje de enfrentar la situación.
Resulta
increíble pero en muchos lugares se establece lo que se ha dado en
llamar “discriminación positiva”, la ' cual se aplica en favor de
estudiantes que provienen de colegios estatales con bajas calificaciones
y en detrimento de estudiantes que provienen dé colegios privados con
altas calificaciones. Esto se hace argumentando que los padres de estos
últimos chicos tienen un ingreso que es mayor que el nivel “aceptable”.
Se dice curiosamente que el objeto de todo esto consiste en lograr un
“balance social más equitativo”. Personalmente, me resulta difícil
concebir un sistema que sea más intrínsecamente injusto y mejor
calculado para producir daños en la reputación de las universidades y
sus resultados, afectando especialmente el objetivo de excelencia que
debe perseguir una entidad educativa. La gente piensa que esto no sucede
en algunas universidades de gran reputación; sin embargo, sucede
incluso en algunos departamentos de la Universidad de Oxford, en Gran
Bretaña. En mi opinión, esa universidad ha sufrido tanto que lo que fue
uno de los centros de más refinados estudios no debe ser considerado así
en estos momentos. Claro que no es sólo el caso de Gran Bretaña, me
refiero también en Estados Unidos a ' universidades como Harvard, Yale y
Stanford, donde la ingeniería social opera de diversas maneras. Los
mecanismos actuales hacen imposible que se expulse a un estudiante por
recurrir a procedimientos violentos que han sido aprobados por los
activistas de izquierda, o incluso por no realizar ningún tipo de
actividad académica si están aprobados por esos grupos. Sin embargo, en
estos mismos centros académicos, un estudiante puede ser expulsado si
usa expresiones que no son aprobadas por aquellos activistas,
especialmente contra mujeres, negros y homosexuales. Resultan increíbles
los extremos a que se ha llegado en algunas instituciones (como por
ejemplo el Smith College, una de las mejores instituciones educativas
para mujeres), donde se ha acuñado el término lookism, lo cual significa
ofender a una persona fea por mirarla durante un tiempo prolongado.
Procedimientos similares han sucedido en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Harvard, y en Stanford se está trabajando actualmente en
un código especial de términos en los cuales queda proscripta la
expresión girls para sustituirla por el término pre-women, expresión que
deberá usarse obligatoriamente. Más aun, algunas mujeres sugieren que
se sustituya la palabra women por Womyn, debido a que la primera
contiene la palabra mea.
En última instancia, estas y otras ideas
similares apuntan q igualar en los niveles más bajos, ya se trate de
universidades norteamericanas o universidades inglesas. Cada vez más se
está aceptando la idea del political correctness (PC); bajo este rótulo
se puede expulsar a estudiantes por utilizar términos y expresar ideas
que son contrarias a esta nueva versión de relativismo cultural. Una
chica lo más bien una “pre-woman”)fue expulsada de una conocida
universidad por haber hecho manifestaciones en contra del comportamiento
inmoral de los homosexuales. Así es que algunos estudiantes tienen que
hablar en voz baja como si estuvieran en la Rumania de Ceaucescu o en el
Irak de Saddam Hussein. Incluso la palabra “individuo” es objetada en
algunos lugares, puesto que implica que hay algunos que tienen
condiciones distintas de otros. Este proceso de nivelación hacia abajo
se aplica desde luego también en las áreas de la literatura y el arte.
La Universidad de Yale ha sido invadida por este movimiento, que se
llama “desconstruccionista”, cuyo objetivo es la destrucción de todo
estándar y punto de referencia a que se pueda recurrir para hacer
comparaciones, puesto que todo es igual. Los que contrarían esta postura
son tildados de fascistas. Una de las cabezas intelectuales del
desconstruccionismo es el profesor Houston Baker, de la Universidad de
Pennsylvania, quien ha sido recientemente elegido presidente de la
Asociación del Lenguaje Moderno de los Estados Unidos. Específicamente,
él declara:”Soy una de esas personas que han dedicado toda su carrera a
erradicar los llamados estándares”. Debemos tener en cuenta que este
relativismo conduce a la ingeniería social y al desconocimiento de lo
que hemos considerado como “valores culturales”. Por mi parte, creo que
las instituciones educativas deberían esforzarse para promover
individuos de mayor talento en busca de la verdad y la bondad y, en este
contexto, me parece de gran importancia poner énfasis en la enseñanza
de la filosofía.
El positivismo lógico enseña que las
proposiciones que no pueden ser verificadas empíricamente carecen de
significado y son meras tautologías. Por tanto, áreas de la filosofía,
la moral, la religión, la política, la teoría social y la 'estética,
fueron consideradas como carentes de significado. Lamentablemente, un
gran número de filósofos no reaccionaron frente a esta corriente de
pensamiento. Muchos lingüistas argumentaron que los problemas
filosóficos no eran más que el caos producido por el mal uso del idioma.
Los positivistas lógicos sostenían que nada de esto servia para la
gente común. Bertrand Russell afirmó que el sentido común era la
metafísica de los salvajes (podía opinar de esa manera porque tenía muy
poco sentido común). Esta forma de ver las cosas creó un moderno
gnosticismo. Tal vez el autor que con mayor énfasis desarrolló este modo
de ver las cosas fue Ludwig Wittgenstein, cuya concepción fue sin duda
radicalmente distinta de la de Emmanuel Kant. A. J. Ayer afirmó que “la
filosofía tiende a mostrar que en realidad no podemos saber muchas de
las cosas que creemos saber”, lo cual es contrario a toda la tradición
de Occidente, ya que significa contradecir los aportes de filósofos de
la talla de San Agustín y tantos otros.
Una institución educativa
debe enseñar a los alumnos las formas de incrementar su conocimiento,
las maneras de discutir y debatir en una atmósfera de excelencia
académica. Debe intentar la respuesta a los interrogantes de ¿por qué
estamos aquí?, :hacia dónde vamos?, ¿qué significan nuestras vidas?
Deben enseñarse precisamente a los alumnos las formas para ejercer sus
facultades críticas para poder distinguir lo bueno de lo malo, la verdad
del error. Entre otras cosas, para detectar los errores de Comte,
MacLuhan, Herbert Marcuse, Michel Foucault y tantos otros. En esta misma
línea de pensamiento es importante facilitar las herramientas para que
pueda distinguirse lo errado de lo acertado en un mismo autor; tengo in
mente autores como Claude Lévy-Strauss y Noam Chomsky. Hoy hay
aproximadamente cien mil journals que se publican en el mundo en los
cuales aparecen aproximadamente veinte mil ensayos por semana. Cuando se
analizan estos trabajos, no se trata de detectar diversas culturas. No
hay diversas culturas. Sólo hay una: la que respeta la dignidad del ser
humano. Tampoco debe hacerse una separación entre los científicos y el
resto de los pensadores. Los poetas y los científicos buscan la verdad
cada uno a su manera. Peter Medawar ha explicado con claridad la
falsedad de la distinción que habitualmente se hace al afirmar que las
científicos trabajan con “hechos” y el académico humanista trabaja con
“ideas”. Todos los académicos trabajan con hechos e ideas. Como muy bien
ha dicho Einstein, el descubrimiento científico siempre parte de un
acto de la imaginación: el científico se cuenta a sí mismo un cuento y
Mego examina los datos para ver si hay verdad en esa apreciación. Así es
como Einstein desarrolló su teoría de la relatividad, primero la
formulación especial y luego la teoría general. Esto distingue a un
verdadero científico, como Einstein, de un seudocientífico como Freud.
Medawar también explica los errores de la pretendida diferencia entre
ciencia pura y ciencia aplicada. El nos enseña que esa distinción en
realidad fue formulada por académicos no científicos. Lo que se llama
investigación pura no es mejor desde el punto de vista moral, ni desde
ningún otro punto de vista, que la llamada investigación aplicada. Los
diversos campos de las ciencias recurren a diversas metodologías que a
veces, al confundirse, producen graves problemas de interpretación. Pero
debería mostrarse la ciencia al estudiante no como algo deshumanizado y
alejado, sino como algo familiar. Precisamente, este enfoque sirve para
que el estudiante distinga entre ciencia y seudociencia.
Durante
las últimas décadas han aparecido en las universidades lo que podemos
denominar “ciencias fraudulentas”. En este sentido, se destaca la
sociología. La sociología ha servido tal vez como ninguna otra
seudociencia para implementar la ingeniería social en las instituciones
educativas. Del mismo modo en que se enseña qué se puede hacer con el
conocimiento, también debe enseñarse qué es lo que no se puede hacer.
Como muy bien ha señala o el filósofo McIntyre, durante las décadas del
'60 y del '70 muchos estudiantes han entrado en los departamentos de
sociología “para encontrar métodos y formas para reformar la sociedad”,
pero la ciencia no sirve para legitimar deseos de cambio social.
Pienso
que un rol fundamental de las tareas educativas es mostrar la
convicción de que la humanidad puede progresar. Eso sí, debe señalarse
que, contrariamente a o que propuso Marx, no hay atajos para lograr ese
objetivo. Lo cual no quiere decir que haya obstáculos insalvables. Está
bien que en las universidades haya cierto grada de escepticismo que
ayuda a ser inquisitivo. Este .es un ingrediente importante en las
universidades, pero el cinismo y el nihilismo no tienen sentido en la
universidad. Sir Francis Bacon, en su Novum Organum (1620), escribe que
tal vez el obstáculo mayor para la comprensión humana aparece cuando el
hombre “se desespera y piensa que las cosas son imposibles”. El
“entendimiento humano', agrega,”es por naturaleza inquieto y no puede
descansar; presiona siempre para continuar su tarea”. Continúa diciendo
que nuestros espíritus están siempre “obsesionados por la oscuridad que
presenta la naturaleza, lo corta que es la vida, lo engañosos que pueden
ser los sentidos, lo provisorios que son nuestros juicios, las
dificultades de experimentar, etcétera”, pero debemos aprender a
enfrentar estas dificultades,”por eso hablo de esperanza”. En verdad la
esperanza y la creencia de que podemos progresar es una inclinación
natural en el nomo sapiens, quien deriva sus mayores satisfacciones del
conocimiento que puede lograr de la resolución de asuntos difíciles,
alguna vez considerados imposibles. La carrera por la vida no tiene una
meta final. La felicidad consiste en la participación en esa carrera.
Esté es precisamente el espíritu que debería prevalecer en la
universidad: la vida es una carrera, es un desafío para lograr lo mejor,
lo más excelente. Es por eso que todas las verdaderas universidades son
necesariamente elitistas. Y es por eso también que la ingeniería social
degrada a la universidad, porqué produce nivelamiento y uniformidad en
sentido decreciente.
Resulta de gran importancia subrayar que por
más esfuerzos que se hagan para obtener conocimientos, la universidad no
puede dejar de lado la dimensión moral. Admito que ésta es un área que
presenta dificultades, pero seria cobarde de mi parte eludirla. Muchos
son los científicos, como por ejemplo Galileo, que piensan que la
investigación científica es un proceso autónomo reñido con los juicios
humanos sobre la moral. Fue en parte por esto que durante la Guerra de
los Treinta Años ofreció sus servicios tanto a España como a sus
enemigos, a los efectos de encontrar un método para establecer
longitudes que por siglos se habían mantenido en secreto. No estaba
interesado en el aspecto moral del conflicto. El problema es difícil
para un científico, especialmente si considera que su país está envuelto
en una guerra justa. Pero este tipo de problemas deben estudiarse en
las universidades. Los estudiantes deberían capacitarse en
procedimientos para examinar y pesar argumentos en este campo. En
resumen, estoy diciendo que los estudiantes universitarios tienen que
aprender el significado de lo que es el bien, de lo que es la bondad. El
conocimiento no puede estar divorciado de la ética. Las universidades
mismas deben operar en un marco ético. Mi convicción personal es que ese
marco debe inspirarse en la tradición judeo-cristiana, el único sistema
de comportamiento humano que es consistente y que promueve la justicia
permitiendo simultáneamente el progreso. Si encontramos un sistema
secular que apunta al bien, éste variará muy poco respecto de la antes
mencionada tradición judeo-cristiana. Tengo absoluta certeza respecto de
un solo punto y quiero poner el mayor énfasis que pueda: una
universidad nunca debe enseñar relativismo moral. Afirmar que los
sistemas morales son relativos y que son o no válidos según se trate de
determinado lugar o de determinada etapa histórica se traduce en el
abandono completo de la ética. Este modo de razonar permite que se
justifique el apartheid, el comunismo, el nazismo, Ceaucescu o Saddam
Hussein.
La universidad no sólo tiene el derecho sino la
obligación de explicar los ideales de un sistema moral a través del cual
solamente puede producirse una sociedad libre, creativa y justa. Cuando
a un estudiante universitario se le enseña la ética, podrá o no ser una
buena persona, pero sabrá de qué se trata el bien y cómo definirlo.
Aquí
entonces está la respuesta a la pregunta que forma parte del título de
esta conferencia: ¿para qué sirven las universidades? Son para estimular
la investigación, promover el conocimiento y definir lo que está bien
separándolo de lo que está mal. Así, de esas casas de estudios saldrán
individuos que se beneficiarán con este triple objetivo. Los hombres son
criaturas imperfectas y las universidades son instituciones imperfectas
pero nuestro esfuerzo permanente debe apuntar hacia la excelencia. Como
decía Bacon, “debemos hablar de esperanza”. El hombre ha sufrido un
siglo XX que deja mucho que desear, como lo expliqué en la conferencia
que pronuncié anoche en el acto académico de ESEADE. Lamentablemente,
las universidades han hecho poco para aliviar los sucesos catastróficos
del siglo XX. Más aun, en algunos casos los han promovido. Hay muchas
instituciones educativas que hoy están haciendo esfuerzos para revertir
esta tendencia. Espero que antes de morir veré las universidades moverse
en la dirección que he señalado. Tengo esperanzas de que esto suceda.
Muchas gracias.
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
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