domingo, 4 de agosto de 2013

CRITICA DE HECTOR SANDLER A CARLOS RODRIGUEZ BRAUN



Critica al articulo de Carlos Rodriguez Braun: CLICHÉS ANTILIBERALES "La tierra para quien la trabaja"


Héctor Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA

Según Rodríguez Braun la consigna del campesino Emiliano Zapata, “La tierra para quien la trabaja”  es estandarte de las organizaciones enemigas de la libertad.  Propone superar ese grito de guerra.  En este punto tiene razón.  Pero no la tiene cuando propone sustituir  los ideales sociales de los fundadores de la “teoría económica clásica”. Sostiene en su lugar que debe regir el siguiente: “El trabajo para quien lo trabaje” (sic). 

¡Estupenda consigna! ¿Quién puede desentrañar el significado de ese galimatías conceptual. ¿Qué se quiere decir con este disparate?

El líder Emiliano Zapata enarboló una consigna revolucionaria.  Limitada en la sabiduría por su condición. Fue emotiva y no científica.  Esto es verdad. 

Pero ningún hombre decente puede en la actualidad ignorar las demandas  de quienes claman por un orden social distinto al que rige hoy en la mayoría de los países del mundo. En especial en los que impera el derecho romano de propiedad de la tierra. 

Necesitamos un orden social en el que todos los hombres en capacidad de trabajar puedan hacerlo y que en recompensa de su trabajo puedan gozar a pleno fruto de su labor.  

Un orden social en el que sea ilegal por falta de legitimidad moral, que unos hombres puedan vivir sin trabajar gracias a fallidas  leyes positivas que les permiten apropiarse de la renta del suelo con pésimas consecuencias para todos. Una de ellas, que  para sostener el gasto público, el Estado establezca cada vez más impuestos despojando a los trabajadores del fruto de su trabajo. 

No cabe ninguna duda que los fundadores y cultivadores de la “economía clásica” fueron motivados por modernos “sentimientos morales”. Sentimientos  que repugnan a la esclavitud, la servidumbre y las explotaciones forzadas. 

Tampoco hay duda alguna que a diferencia del mundo animal,   a los hombre no les viene dado un determinado orden económico. Han de construirlo. 

Mas han de hacerlo inspirados en precisos  ideales espirituales: plena libertad individual  y el trato en un pie de igualdad, para que la natural fraternidad humana pueda concretarse en la convivencia social. A estos modernos ideales se los puede alcanzar solo con una firme voluntad social, pero esta exige previamente un conocimiento superior al que revela el autor que criticamos.






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