"Yo
no lo inventé a Perón ni a Eva Perón -ni a LOS K-, ni a su doctrina.
Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían
enterrado de un largo camino de miseria.
Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo
inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de
gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales
que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo
desprecio por la clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz
hasta lo de Vasena, (se refiere a la Patagonia Rebelde y a la Semana
Trágica) porque pedían un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un
salario que les permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, el hambre y
de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que
hacinar lo mismo sus ansias que su asco.
No.
Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu
intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del
candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban
un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta (se
refiere a Robustiano Patrón Costas, cuya postulación en la fórmula con
Ramón Castillo se malogró con el golpe del 4 de junio de 1943).
Sí,
yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a
terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón.
Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer
un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame.
Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. Tendrías, como un señor
que yo conocía y que iba todos los meses a cobrarlo, un puesto de ama de
cría para cubrir sus gastos, que se lo pagaban oficialmente, y un
sueldo para salir con el clan.
Yo
me acuerdo del clan. Y vos también. Aquella mafia siniestra que salía
sólo para aterrorizar gente y mataba una vez a gomazos, otra vez a tiros
y a veces con el camión para hacerlo más divertido. No, si la memoria
fastidia. Pero yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la
injusticia que manejaba el país. Mirá, si vos hubieras estado en la
Semana Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcala, y
hubieras visto morir primero a aquellos cinco, luego a cientos, y
hubieras visto masacrar judíos por una gloriosa institución que nos
llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca más parte de ese partido
que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos
delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y
Eva Perón.
En
un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de
hambre. Los maestros sirviendo de burla en lugar de hacer llorar porque
estaban sin cobrar un año entero. ¡No! ¡Y todo vendido! ¡Y todo
entregado! Yo sé que te da rabia que te lo repitan tantas veces, pero es
que entristece también pensar que no lo querés oír. El otro día, en un
discurso oí que decías refiriéndote a un gobierno de 1918: Ya por ese
entonces los obreros gozaban.... ¿De qué gozaban? ¡Los gozaban!, que no
es lo mismo. Y, sí, Mordisquito, ¡los gozaban!
La
nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera
fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra.
Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa
adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país
retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y
practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y
más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés
nada; la que te habla claro te parece vulgar.
Yo
también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más
conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El
pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre
empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado
por los pajarones cuando era chico. Ahora, ¡no! Cuando era chico, sí.
¡Pero no ahora, Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso - por
no decir la infamia - de los pajarones fue lo que trajo como una defensa
a Perón y Eva Perón. Pero no fui yo quien los inventó.
A
Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que se
ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de
harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay,
Mordisquito, qué desmemoriado te vuelve el amor propio!.
Te
dejo. Con tu conciencia. ¡Perón es tuyo! ¡Vos lo trajiste! ¡Y a Eva
Perón también! Por tu inconducta. A mí lo único que me resta es
agradecerte el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Gracias te
doy por él y por ella, por la patria que los esperaba para iniciar su
verdadera marcha hacia el porvenir que se merece.
¡A mí ya no me la podés contar, Mordisquito! Hasta otra vez, sí. Hasta otra vez".
En
una de sus apariciones radiales anteriores dijo: "... a mí no me duele
que vos tengas más... me duele que los demás no tengan nada. ¿Te has
olvidado que la vida de los otros vale tanto como la tuya? Por eso me
escribís diciendo que este gobierno ha desatado una tormenta de clases.
¡Qué error el tuyo! Lo que ha desatado este gobierno no es una tormenta
de clases, sino que ha desatado a un montón de clases que vivían en la
tormenta... sin paraguas, sin comida, sin más sueños que los que dan el
cansancio y la miseria. De gente como vos. Como vos, que sos capaz de
llorar a gritos con una película de esclavos, y los has estado viendo
morir de tristeza al lado tuyo durante tu vida, sin comprender cuál era
tu destino generoso frente a ellos...". Enrique Santos Discépolo
El peronismo es el fruto del capitalismo neo liberal -tributario y esclavista-que reina en la mente y el corazón de todos nuestros economistas, abogados y políticos por corrupción académica de nuestras Universidades
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
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