Lo importante de una Constitución es definir que “ES” el Derecho. La declaración de Derechos y Garantías (Artículos 14 al 20 de la Constitución de 1853) era un código moral que hizo de la Argentina un país de inmigrantes que venían a protegerse en esos Derechos.
EL DERECHO NATURAL
O Jus-naturalismo declaraba que el Derecho de los hombres es anterior a la creación del Estado y que el Estado no hace más que reconocerlos y preservarlos y por lo tanto la función del Derecho es poner al Estado y al individuo en un mismo plano de “igualdad”.
En Atenas Clásica y en Roma Republicana “el Derecho estaba por sobre la Ley”. Todos los grandes pensadores políticos vieron la esencia de la libertad, en que el individuo esté sujeto solamente al Derecho y no a la voluntad de un gobernante. La asamblea popular en Atenas, no estaba investida para cambiar el “nomos” (normas morales o Derecho), solo podían promulgar “psefismata”, ordenanzas. El juez solo reconocía reglas globales de justicia y nunca órdenes concretas (ordenanzas o leyes), de algún soberano o de una corporación legislativa.
Libertad significaría, en efecto, que el ciudadano particular no tendría que obedecer la voluntad de nadie, sino exclusivamente a códigos abstractos que constarían esencialmente de prohibiciones que les impediría inmiscuirse en la igualmente protegida esfera de otros. La Ley estaba debajo del Derecho.
Para asegurar la libertad Alberdi advertía que la Declaración de Derechos debía ser una “FORTALEZA INEXPUGNABLE” por todos sus lados para evitar los avances de los hombres -por medio del Estado, justificado en el bien común o el interés general- sobre otros hombres y decía “He colocado en el Articulo 14 un “cerrojo de hierro” a los avances de la intervención del Estado”.
El gobernante estada sometido al IMPERIO DEL DERECHO.
EL POSITIVISMO JURÍDICO
De la mano de las “modernas” corrientes filosóficas de la Ilustración Francesa del Siglo XVIII nace en 1750 “El Espíritu de las Leyes” de Montesquieu que invierte la posición del Derecho al definir la libertad como “el hacer todo lo que las leyes permiten" y esto coloca a la Ley (por lo tanto, a la voluntad del bando que detenta el poder) por sobre el Derecho. El moderno positivismo llega a nuestro país de la mano del Dr. Dalmacio Vélez Sarfield cuyo primer fruto fue el Código Civil y luego de la mano del riojano Joaquín V. González que se encarga de difundir esta moderna concepción del Derecho en las nuevas Universidades Argentinas.
En 1867 el Código Civil comienza a poner en jaque la idea de libertad plasmada en la Declaración de Derechos de la Constitución de 1853. Alberdi en un extenso trabajo critica violentamente el proyecto de Código Civil y advierte las dramáticas consecuencias que tendrá para el Derecho, para el orden jurídico, para el Federalismo y para la Republica la sanción del Código del Dr. Vélez. El Código fue sancionado a libro cerrado y Alberdi silenciado hasta nuestros días (no conozco a un solo abogado argentino que conozca la critica de Alberdi al Código Civil).
Mientras la Declaración de Derechos se mantuvo inalterable seguía siendo una segura fortaleza inexpugnable para los ciudadanos de los ataques que permitía -mediante los derechos relativos- el Código Civil. El Código Civil –hijo del Derecho Canónico- generaba tensiones pero encontraba en la Declaración de Derechos un límite a los desbordes de la autoridad.
La contradicción entre la Declaración de Derechos y los Derechos Relativos de la Constitución Civil del Dr. Vélez generó tensiónes que hizo entrar al país en una situación de inestabilidad creciente. Mientras tanto, los modernos abogados formados en el positivismo jurídico seguían reproduciéndose en nuestras universidades.
Con la reforma de la Declaración de Derechos de la Constitución en 1957 la suerte quedó echada. El cerrojo de hierro que Alberdi impuso en el Artículo 14 fue violentado cayó el Imperio del Derecho.
Los seductores cantos de sirena de los Derechos Relativos del “virtuoso” Artículo 14 Bis fue la trampa que logró culminar la faena. Se consolida el Estado de Derecho. El ciudadano está ahora a merced de los políticos de turno. El concepto de Derechos individuales o absolutos o fundamentales que definían con claridad el Imperio del Derecho fue reemplazado por grises y engañosos Derechos Humanos (o por derechos relativos de imposible cumplimiento sin violentar derechos fundamentales de terceros). Esta situación condujo al país a la violencia y a la desintegración que sufrimos hace mucho tiempo, pero que en los últimos años ha demostrado su lado más oscuro.
El Positivismo Jurídico fue envenenando todas las Facultades de Derecho del país “llevando al Derecho a una situación inmoral y absurda” como lo ha declarado recientemente el Papa Benedicto XVI.
El Positivismo Jurídico generó tensiones que condujeron a la muerte a más de 180 millones de personas en el Siglo XX. La sangrienta Revolución Francesa fue producto de la influencia de Montesquieu que inauguró una era de altísima inestabilidad política en Francia hasta nuestros días. En el Siglo XX le sucedieron la Revolución Rusa donde el Estado Ruso mató a mas de 30 millones de rusos y goulags para mas de 100 millones de rusos y la Revolución Cultural China donde el Estado Chino mató a 50 millones de Chinos.
La Codificación de la Confederación Alemana fue lo que produjo una alta inestabilidad que culminó con el ascenso de Hitler al poder. Hitler decía “el Derecho es lo que digo yo” como hacen hoy los gobernantes de los países subdesarrollados causando una letal inseguridad jurídica que es el motivo del estancamiento, de la pobreza y de la violencia.
El Dr. Mario Bunge, el 1 de mayo de 2008 (Día de la Constitución Nacional), declaró en su conferencia que el Positivismo Jurídico es el “arma del Despotismo”, “que ha logrado separar la Moral del Derecho” y que el Positivismo Jurídico es altamente inmoral.
La Justicia Argentina ha sido declarada en estos días una de las peores del mundo, solo superada en America Latina por la de Ecuador. El presidente Uruguayo Batlle en 2002 termina definiendo a la política argentina como “una manga de ladrones del primero al último… que generan un volumen de corrupción sin precedente”.
Según el Positivismo Jurídico “el que tiene la fuerza pone la ley” y la ley –es decir la voluntad de los hombres que detentan el poder- crea el Derecho. Como decía Hegel “La historia universal es el tribunal universal” Estos son los principios que mueven a nuestros políticos y gobernantes. La presidenta argentina Cristina Fernández, además de ser abogada es ferviente admiradora de Hegel. Sus actos de gobierno responden a su formación académica.
Alberdi desesperado decía “existe una “Barbarie Letrada” mil veces más peligrosa que la de todos los indios de America… en muestras Universidades se esta creando una nueva casta al servicio de la destrucción de la civilización” son los intelectuales, que han destruido el IMPERIO DEL DERECHO para colocarse al provecho del ESTADO DE DERECHO. Por esta vía el Positivismo Jurídico destruyó el principio de igualdad de la Revolución Americana y la desigualdad como fuente de miseria y violencia ha sido durante milenios el peor de los problemas sociales.
A dos años del bicentenario de la patria debemos reimplantar el Imperio del Derecho en la Declaración de Derechos de nuestra Constitución con el objeto de volver a afianzar la justicia, consolidar la paz interior y promover el bienestar general. Debemos también eliminar los Códigos Nacionales para que renazca el Federalismo, la República y para asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
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