EL PAIS DE CARTON
Hector Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
El video
Con el título “El país de cartón” circula por la Red el video que corre más abajo. No es anónimo pues formalmente aparece el nombre de sus productores. Merece ser examinado con una mirada que supere las reacciones que puede generar en uso su fin proselitista. Este fin proselitista no solo es lícito sino que la esencia de la democracia. Pero se justifica si ilustra a los electores sobre algún problema real y propone soluciones. Para que el ciudadano forme libremente su juicio y decida su voto.
La narración en off
El propósito del video no se ajusta a la primera “regla de juego” de quienes pretenden ser líderes en la democracia: presentar un problema. Porque presentar un problema no es mostrar un mal. Es algo más: es explicar su estructura y posible solución. El video falla por completo en dos puntos esenciales: uno, principalísimo, no explica las causas por las que la Argentina ha llegado a ser un “país de cartón”. Falla también cuando no propone acciones o proyectos con los que se pueda librar a tanta gente de la terrible situación que las fotos muestran. Cada uno de estos puntos es condicional del otro. No aclarar las causas por las que las cosas han llegado a ser, imposibilita proponer el remedio para corregirlas. Sugerir como remedio para acabar con cierta ruina social el constituir nuevo gobierno, esta desmentido por la experiencia de casi un siglo. No es el collar, sino el perro!, diría un juicioso asesor de campaña.
Un país atroz
El video importa por sobre todo porque da cuenta de una grave ignorancia padecida por la sociedad argentina en torno al estado de “amontonamiento” en que vive y se desenvuelve el 90% de la población de nuestra sociedad. Para hacer esta observación no hay que limitarse al alto porcentaje de los que subsisten en o por debajo de nivel de la línea de pobreza. Hay que incluir a los que pernoctan en “pensiones” , “hoteles residenciales”, “conventillos” y “villas de emergencia” y agregar, además, a los millones de hacinados en costosos, pero absurdamente estrechos departamentos de 1 o 2 ambientes. Este panorama hace sospechar la existencia de un terrible problema de base: “mala administración” del suelo. Se ve aun mas grave si se tienen presente a los millones de automóviles que de modo “habitual” estacionan en la vía publica por falta de garajes o por el alto costo de los pocos existentes. Verdaderas “trombosis” que si bien dan trabajo a los “trapitos” y algunos pesos a las municipalidad, restan fluidez y seguridad al transito. Las calles fueron construidas para circular, no para estacionar.
Todos estos hechos reflejan un disparate mayúsculo. Pensemos que hablamos de un país con un inmenso territorio y de escasa densidad de población. Sin embargo ni la ciudadanía ni sus hombres mas estudiados lo denuncian; ni las autoridades creen que sea su obligación corregirlo. Estamos “acostumbrados”. Del mismo modo que hasta antes de la constitución de la Argentina moderna, iniciada en los últimos decenios del siglo XIX, se tenía por “normal” a las condiciones de vida que en el cuento “El matadero” de Esteban Echeverría.
Problema de vieja data
El video muestra lo hoy por hoy ningún argentino desconoce. Pero no explica porque el 85% de la población urbana tiene que vivir en menos del 1% del territorio argentino. A este general hacinamiento de personas y cosas se la atribuye a la “costumbre de los argentinos”. Pero pronto se advierte la falsedad de esa creencia si se tienen en cuenta los palacios construidos por muy notables argentinos, casi dueños de la tradición nacional, en la etapa del “progreso” (1880-1930) y, también, en el numero de viviendas aceptables hasta los 1960. La explicación de ese desastre demográfico no esta tampoco en “la naturaleza” que nos agracia con la segunda pampa del mundo, un clima de excepción, inmensos ríos y fácil acceso a los puertos de ultramar. El estado inmundo del Riachuelo no se debe a la “lluvia”. Ni nadie ignora su pésima condición. Sobran los estudios, pero falta la plata para llevar a cabo la obra. Tampoco escasea la “voluntad política”, pues promesas de reconstituirlo han sido hechas una y otra vez. Hasta se consiguió el préstamo para hacerlo. Pero…un muro invisible a la conciencia de los argentinos, paraliza toda voluntad. Como paralizo la de trasladar la Capital a Viedma en 1983. ¿Se acuerda?
La ley como causa de desorden
Todos estos malos efectos sociales y ecológicos califican el “tipo de orden económico” que sufrimos. Pero es fatal error creer que éste orden es obra de la naturaleza o de de un “grupo de intereses”. Aquélla y éstos existen, sin duda. Pero en la constitución material de un orden económico que tiene facha de “desorden”, hay que darle lugar como “causa directa principal” a las leyes dictadas después de aprobada la Constitución de 1853-60. Y estas leyes positivas, coactivas, no manan de la naturaleza. Existen por obra del “poder político”. Nadie puede negar la existencia de “lobbys” y manipulaciones detrás de cada ley que se aprueba. Pero la ley es ley porque el poder político (legislativo, ejecutivo y judicial) la ponen en existencia con su fuerza. Este poder político, para bien o para mal, la causa directa del derecho positivo.
Detrás de la ley positiva está la cultura
Cuando se establece como “orden político” a la democracia, el contenido de las leyes esta fuertemente condicionada por el “el tipo de cultura” que domina en la sociedad. Incluyendo a la que practican representantes y representados, ciudadanos comunes y hombres educados. En la Argentina de hoy – en la ciudadanía, su lideres y su clase intelectual - la “cuestión del acceso a la tierra” como condición de vida para los particulares y su intima dependencia con el “sistema de recursos públicos” , necesarios para ordenar la sociedad y afrontar el gasto de los gobiernos, esta fuera de agenda. Esto se ve escuchando sus proclamas y observando que “tópico a la carta” se ventila cada día en los diarios y la televisión.
Cuándo se acabó la buena racha argentina
El video que corre más abajo falsea la verdad cuando atribuye la miseria muestran las fotos al actual gobierno. Que la Argentina se encaminaba a ser un “país de cartón” era visible. Lo anuncia el Martín Fierro y lo describen muchos tangos. Tan pronto se dictara en 1869 el Código Civil restaurando el derecho de propiedad de la antigua Roma para acceder al suelo, se echaron las bases para una sociedad integrada – a futuro – por tres clases: patricios, plebeyos y proletarios. En un comienzo la baratura del precio del suelo permitió la recepción de millones de inmigrantes, nuestros ascendientes. Millones de hombres y mujeres aplicados al trabajo, gracias al bajo costo de la tierra, hicieron de la desolada Argentina el “granero del mundo”. Pero la buena racha en algún momento se quebraría si – de de alguna manera – no se corregían los efectos clasistas del derecho romano. Pero el fatal momento se anticipó cuando tras la guerra 1914/18 los estados inspirados en ideologías estatistas (de derecha e de izquierda) repusieron en el mundo, en pleno siglo XX, al antiguo mercantilismo, bajo el nombre de “proteccionismo nacional”.
Nadie arroje la primera piedra
Llegados los 1930, que la Argentina tuvo la insoslayable necesidad de establecer un “sistema de recursos” fiscales que a la vez que mantuviera el régimen de propiedad privada de la tierra, asegurara “igual derecho de acceso al suelo para todos sin excepción”. Lo había propuesto Roque Sáenz Peña en 1914. El gobierno de entonces, no lo hizo. Pero lamentablemente, atrapados por los ardorosos ideales estatizantes del momento, mas tarde encendidos por el aumento del proletariado (falta de justicia social) comenzaron los experimentos. Todo se tocó, nada se mantuvo igual, salvo el sistema de acceso al suelo y la creación de un régimen de impuestos creado para medrar del fruto del trabajo y la inversión. Nada mejor para castigar la producción y el consumo. Hasta hoy este es el disparate que se mantiene. Ningún ciudadano, ningún partido, ningún gobierno - mas allá de las muy notables diferencias entre todos ellos, salvo alguna ocasional excepción - lo ha tratado. Nadie esta libre de ese pecado. Ninguno puede ni debe arrojar la primera piedra.
La cuestión planteada importa a todos por igual
Las imágenes del video presentan, sin duda, un gravísimo problema de muy malas y vastas consecuencias en todos los órdenes de la vida social. Establecer la democracia con todas las libertades para todos sin excepción exige algo más que proponer un cambio de collar. Hay que cambiar al perro. En este caso el perro es el conjunto legal que establezca un sistema de acceso a la tierra igual para todos, elija como la base del sistema de recursos del Estado a la renta del suelo y proceda a eliminar la miríada de impuestos que castigan al trabajo y la producción.
Todos debemos recapacitar sobre este asunto. Solo así puede ser que entre todos podamos corregir la mala “constitución real”. La que nuestra el video. Hay que posponer toda disputa secundaria para asumir como asunto “constituyente” de la realidad esta cuestión básica del orden social argentino.
Establecida esa base, hay mucha tarea para ordenar al país desde los sendos puntos de vista de cada uno y de cada corriente política. Si no lo hacemos, aprestémonos a seguir con las insulsas disputas que arruinan a los gobiernos y hartan a los ciudadanos.
Buenos Aires, julio 23 del 2010
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
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