Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
jueves, 25 de agosto de 2011
CIVILIZACIÓN Y BARBARIE, HOY
por Gary North
[Gary North es un seguidor de los economistas Ludwig von Mises y Murray Rothbard. Es un analista de la Escuela Austriaca Económica. Su formación académica formal fue en Historia (Ph.D). Desde 1974 edita un boletín de noticias financieras. Anteriormente se desempeñó como Asistente de Investigación para el congresista Ron Paul ,Diputado por Texas, USA. Su pagina es http://www.garynorth.com..Tr. H.R.S.]
Conocemos la frase, "los bárbaros a las puertas" . Ella evoca la imagen de una destrucción inminente. Los bárbaros armados en la frontera equivale a la violación y el pillaje contra el sofisticado interior. Estas imágenes se basan en la historia de la caída de Roma.
Nunca fueron tan simples las cosas en el Imperio romano de Occidente. Desde el punto de vista del régimen de impuestos , los verdaderos bárbaros estaban puertas adentro. En la actualidad nos enfrentamos a un problema similar.
Lo que voy a describir sobre la civilización occidental no se encuentra en los libros de texto corrientes. Hablan de los fuertes impuestos y la inflación en Roma antes de Constantino (312 dC), pero no describen los detalles de la revuelta generalizada por causa de los impuestos en la Roma occidental en el siglo siguiente. Empezando a más tardar a finales de los años 300 para continuar hasta la caída de la ciudad de Roma en el año 476, la carga de los impuestos fue tan grande que en ocasiones los residentes preferían a los bárbaros que vivir bajo el gobierno de Roma.
LA REBELIÓN CONTRA LOS IMPUESTOS EN EL SIGLO V
En 440 dC, Salviano, conocido en Occidente como "el presbítero," escribió un libro cuyo título se traduce como "El Gobierno de Dios". Contiene una evaluación de la carga fiscal que agobiaba a los romanos. Salviano vivía en lo que se conoció más tarde como Trier o Treves. Su descripción de la carga fiscal merece una mayor difusión.
Pero ¿qué otra cosa puede desear esta gente miserable que padecen una incesante, e incluso destructiva carga de gravámenes fiscales públicos. Para ellos siempre hay una inminente , inquietante y pesada prohibición para ganarse la vida. Abandonan sus hogares para no ser realmente torturados en sus casas. Buscan el exilio para no sufrir la tortura. El enemigo les es más favorable que los recaudadores de impuestos. Esto queda demostrado por el mismo hecho de huir al enemigo con el fin de evitar el peso de la recaudación de los pesados impuestos. Esta recaudación fiscal dura e inhumana, no obstante, hubiera sido menos pesada si todos la tuvieran por igual y en común.
La fiscalidad es un hecho aún más vergonzoso y gravoso, cuando no todos soportan por igual la misma carga. Los tributos cargan a los pobre con impuestos que no pagan los ricos y los más débiles soportan las carga que corresponderían a los más fuerte El sistema que Salviano describe es un sistema fiscal era verdaderamente regresivo.
Los pobres pagan, los ricos no. Esto no era lo que los economistas modernos describen como los impuestos regresivos, que definen como el mismo porcentaje de impuestos, o la fiscalidad plana, como en el caso de los impuestos de ventas. El economista moderno, siguiendo el ejemplo del político moderno, define como impuesto "regresivo" al "no progresivo", es decir no escalonado. Con los impuestos en vigor que recaen sobre la renta escalonada, la gente más rica paga un mayor porcentaje por sus ingresos que el que los pobres pagan, cuando no pagan nada, aunque esto último es raro. Pero el l sistema escalonado tiene otro efecto: consigue votos.
Salviano estaba tan indignado por este sistema que él rechazó como errónea la tesis de que Roma fuera inocente y por lo tanto que las invasiones bárbaras fueran causada por una injusticia divina. En materia de impuestos los bárbaros, no Roma, eran los realmente civilizados.
¿No pensamos que somos dignos de grave sanción divina cuando así se castiga constantemente a los pobres?¿Creemos que siendo siempre malvados, Dios dejará de ejercer su justicia contra todos nosotros?¿Tan grandes males no acontecerán sino por nosotros mismos? Los francos desconocen esta penuria. Los hunos tampoco la padecen. No hay agravios entre los vándalos ni entre los godos. Tan lejos están los bárbaros de tolerar semejantes injusticias que entre los godos ni siquiera los romanos que viven entre ellos las sufren.
Cuando los bárbaros invadieron alguna ciudad no impusieron una confiscación general seguida de una desgravación fiscal. El pueblo se regocijaba después que el inicial pillaje terminara.
Por lo tanto, en los distritos tomados por los bárbaros, entre los romanos que en ellos viven nace un deseo: nunca más verse en la necesidad de volver a caer bajo el dominio romano. En Roma el principal y general pedido del pueblo romano es que se les permita llevar a cabo la vida que llevaron con los bárbaros. Se preguntaba Salviano ¿por qué los godos no son conquistados por la parte de nuestra población romana que viven bajo su dominio? ¿Por qué prefieren, en cambio, seguir viviendo entre ellos a volver con nosotros?. Nuestros hermanos, por lo tanto, no sólo están totalmente dispuestos a huir de nosotros, sino que incluso nos echan a un lado para poder huir hacia los bárbaros.
Se trataba de una revuelta fiscal. La presión fiscal había crecido de manera tan grande que la conquista militar de los bárbaros fue vista por muchos residentes del Imperio como su liberación económica. La libertad era posible más allá de la frontera, entre las hordas bárbaras.
CENTRALIZACIÓN ESTATAL
El Imperio Romano había centralizado su poder durante cinco siglos cuando Salviano escribió lo citado. La República hacía tiempo que había sido reemplazada por el Imperio. Los ingresos del Imperio habían sido conseguidos en los primeros siglos de la conquista. Los pueblos derrotados pagaban la mayor parte de los impuestos. La rica aristocracia creció aun más en riqueza con ingresos derivados de la venta como esclavos de los pueblos vencidos. Los pobres de la ciudad de Roma eran comprados cada vez más mediante el famoso “pan y circo”. Esta manipulación para comprar voluntades era financiada con los impuestos o la generosidad de los aristócratas enriquecidos por las conquistas y buscadores de votos.
Llega un día en que el parásito comienza a drenar hasta el fondo la fuerza del cuerpo que lo recibe. Eso fue lo que el Imperio estaba haciendo en los años de Marco Aurelio (121-180 dC), una figura querida por los historiadores modernos, porque era un filósofo. Pero también fue el perseguidor de los cristianos y el director de un imperio que había llegado al límite de su rentabilidad. La centralización que siguió económicamente fue ruinosa.
La vida mejoró para los residentes en provincias después de la caída de Roma. Thomas Schmidt cita el libro de Joseph Tainter The Collapse of Complex Societies (1988)[El Colapso de las Sociedades Complejas ]. Schmidt escribe:
“El nivel de vida de los ciudadanos en los nuevos reinos góticos en realidad aumentó después de la caída, pues la carga de apoyo del Estado central desapareció y los impuestos que los ciudadanos pagaban fueron recaudados por los gobernantes locales que aportaban algo de protección a cambio de sus exacciones”.
Una de los grandes puntos débiles de las descripciones al uso sobre la Edad Media es comparar la pobreza de las provincias con la riqueza de la ciudad de Roma, en los comienzos del Imperio. Esto es completamente engañoso. La comparación debe ser entre las provincias en el primer siglo con las provincias o cinco siglos más tarde. La condición del siervo era mejor bajo el sistema feudal de la llamada "edad oscura" que la del esclavo en la época de Augusto. La agricultura era más eficiente, debido a la rotación de cultivos. La metalurgia era más avanzada . Es verdad que la construcción de carreteras no era como en el esplendor de Roma. Pero en este caso los caminos eran una obra más derivada de la actividad militar que del efectivo comercio.
El historiador económico Robert Latorre ya en 1956 sostuvo que, comparando las condiciones económicas en el corazón de Europa Occidental del antiguo Imperio Romano con las que existían durante la Edad Media, eran mejores las de esta última. Otro historiador de la economía, Rondo Cameron, hace dos décadas escribió que "la Europa medieval experimentó un florecimiento de la creatividad tecnológica y el dinamismo económico que contrasta fuertemente con la rutina del mundo mediterráneo en la antigüedad".
No hay duda de que la ciudad de Roma se derrumbó. Puede que haya habido hasta medio millón de residentes en la Roma de César Augusto , en los días de Jesús. Pero en el año 800, había menos de 20.000. El sistema feudal de Europa occidental no era favorable a la concentración en grandes urbes y ni a la centralización política. La producción fue local. El fisco era local.
Conclusión: menores impuestos incrementaron la libertad. La libertad económica alientó el progreso económico. Pero esta real historia aún no ha sido aún recogida en los libros de texto de historia.
EL PRECIO DE LA LIBERTAD
Piense en una familia en los días de Salviano. Las familia fueron bloqueadas en su posición social por el derecho romano, que fijaba impuestos. Ellas no podían escapar de estos impuestos. Legalmente no podían salirse del la jurisdicción fiscal a la que estaban asignadas . Generación tras generación estaban atrapadas en una malla legal y fiscal. Los impuestos empeoran la condición de las familias y la producción cayó.
Una familia podía evadirse. El marido cruzaba los límites llevando a su esposa e hijos al campamento de los bárbaros. Los bárbaros podían robar lo que la familia poseía, pero cruzando la línea de frontera, los ciudadanos romanos gozaban de mayor libertad.
Estos principios se han reproducido entre nosotros. El gobierno de Estados Unidos mantiene un derecho sobre los ingresos devengados por sus ciudadanos, sin importar donde vivan. Los ingresos salariales obtenidos fuera de las fronteras de los Estados Unidos por encima de unos 90.000 dólares al año son gravados como si se hubieran ganado dentro de las fronteras nacionales. En contraste, una familia que cruzara la línea de frontera hace 1600 años se escapaba de la jurisdicción de los recaudadores de impuestos de Roma.
El dolor causado por los impuestos en los tiempos modernos ha sido insuficiente para crear algo parecido a un éxodo desde los Estados Unidos. Los votantes se quejan, pero no votan con sus pies. Sin embargo todavía hay gente pobre que trata de entrar en los Estados Unidos y otras naciones occidentales. Para esa gente, cruzar esa frontera es como cruzar la línea de la barbarie en el año 400 dC. Pese a lo dicho, a libertad es mayor aquí.
Sin embargo, como los impuestos y los controles aumentan, los votantes se están dando cuenta de que no hay escapatoria. El crecimiento económico no va a reducir la carga global del estado moderno de “bienestar y guerra”. Los políticos siempre tienen planes para gastar más dinero que el que rinden los impuestos sobre los productos. El gobierno también puede seguir gastando sin aumentar impuestos porque hay prestamistas que transfieren su riqueza al Estado, sobre la base de la promesa que el gobierno pagará la deuda. Estas transferencias aumentan la probabilidad de la inflación monetaria, la que permite al gobierno canjear las viejas deudas por otra nueva a una tasa de interés inferior al del mercado.
Los residentes en Occidente se contentan a sí mismos con la ilusión de lorar una seguridad para toda la vida. Ellos creen que las promesas de sus gobiernos son fiables - tan fiables que hacen planes para obtener una jubilación confortable a expensas de los contribuyentes pagadores de impuestos.
Estos contribuyentes a su vez esperan que los prestamistas proporcionen al gobierno los recursos necesarios para que pueda cumplir con la montaña de promesas. Al mismo tiempo los prestamistas están convencidos de que siempre hay una fuente de riqueza sin explotar - los futuros contribuyentes – lo que permitirá al gobierno escapar de la quiebra.
Hoy el precio de la libertad es suspender esta falsa creencia. Se constata ésto al ver que cientos de millones de votantes en Occidente planifican su futuro en términos de una” imposibilidad estadística”.
Los occidentales están disfrutando de una libertad semejante a la del adicto a las drogas. Alivian el dolor actual por la ingesta de una sustancia que distorsiona su sentido de la realidad. Cuanto más dependiente se vuelve de esta sustancia - ilusión estadística - más necesita de la droga para persuadirse que el día del juicio final no llegará a su vida.
Desde diciembre de 2007 los gobiernos nacionales han aumentado considerablemente su nivel de la deuda pública. Los bancos centrales han aumentado la cantidad de moneda fiduciaria emitida por estos gobiernos y sus agencias. Los prestamistas han cooperado con este gasto masivo mediante la reasignación de sus carteras de inversión. Se ha transferido el dinero bajo su administración a los gobiernos nacionales sobre la base de promesas oficiales que , claramente, no se pueden cumplir. ¿Por qué han hecho esto? Para evitar los riesgos que acarrea la existencia de mercados de capital privado.
El sector integrado por los titulares de créditos privados pueden legalmente hacer promesas similares, pero no por medio de la frase de marca registrada, "plena fe y crédito del gobierno." Estas palabras en el mundo de la inversión privada es equivalente al trafico de las palabras: "Por supuesto que ahora, por la mañana,respeto la palabra.."
LA FRONTERA DE LOS BÁRBAROS
En la mitad occidental de finales del Imperio Romano, los bárbaros eran los invasores temidos por aquellos que vivieron de los ingresos fiscales provenientes de los ciudadanos esclavizados. Desde el punto de vista de los contribuyentes en el corazón del Imperio, los bárbaros eran los libertadores. Ellos ofrecían una barrera que se alzaba entre los ex-romanos y los recaudadores de impuestos enviados por el gobierno central.
Cruzar la línea de los bárbaros fue una propuesta arriesgada. Nadie sabía cómo iba a ser tratado al cruzar a través de esa frontera. Nadie sabía qué clase de vida que podía hacer en el otro lado. Pero todo el mundo sabía que la presión fiscal se reduciría y de forma permanente.
Hoy en día, el imperio de Occidente ha perdido el control de las fronteras. Hay jurisdicciones extranjeras más allá de las fronteras que ofrecen el mismo tipo de libertad que ofrecían los bárbaros en el Siglo V. Sin embargo, los contribuyentes están satisfechos con su situación actual. Y ¿por qué no? Están viviendo sus vidas en un ambiente de deuda pública. Al igual que en los fumaderos de opio de la China en el siglo XIX, cuando los británicos los promovieron como una forma eficaz para reducir la resistencia de las masas chinas. Semejante a esto es cavar el foso de la deuda pública. Los gobiernos extienden su control sobre las vidas de sus ciudadanos que no ofrecen resistencia.
El sistema ha funcionado magníficamente en cada nación en la que ha habido un banco central con licencia del gobierno. La deuda se expande, la base monetaria se expande, la lista de las promesas se expande, y el poder adquisitivo de la disminución de las monedas disminuye. Los contribuyentes están satisfechos con este ordenamiento institucional pues les parece que las cuentas nunca se vencerán. La oferta de nueva deuda está siempre disponible a bajo costo para los usuarios.
Los usuarios más adictos de todos son los representantes políticos, los miembros del Congreso. Ellos extienden las facultades del gobierno central sin oponer una resistencia significativa. En nombre del pueblo, y por el pueblo, como representantes del pueblo, el Congreso vota cada vez más a favor de la redistribución de la riqueza. Se financian estos gastos mediante una promesa y un lema: ".La fe y el crédito de los Estados Unidos"
Karl Marx estaba equivocado. La religión no es el opio del pueblo. La deuda pública sí lo es. La verdadera fe de Occidente no es la fe en Dios. Es la fe en la fidelidad a los gobiernos - el gobierno de Estados Unidos por encima de todo.
Los votantes no van a poder escapar a través de la frontera de los bárbaros. Seguirán soñando los sueños que sueñan los comedores de loto.
El imperio se expandirá hasta que un buen día, el precio de la obtención de nuevos suministros de los aumentos de la deuda se incremente. Como las tasas de interés suben en todos los ámbitos, en una nación tras otra, los bancos centrales tendrán que decidir si siguen aumentando la fuente de la ilusión: el dinero fiduciario. Los bancos centrales son los prestamistas de última instancia.
Esta es la amenaza: la adición al dinero fiduciario. Al igual que el azúcar en polvo de la heroína, así es el dinero fiduciario. Viabiliza a la droga. Posibilita la acción de la sustancia narcótica para reducir el dolor causado por la realidad.
Pero la indomable realidad se entromete con venganza. Si los bancos centrales siguen proporcionando la ilusión de la riqueza, es decir, la ilusión de capital barato, los adictos a la deuda permanecen en un estado de estupor parcial. Pero el dolor no desaparece. La retirada ha comenzado, y todo el azúcar que se agrega en polvo en la fuente de la heroína aplazará al dolor por mucho más tiempo.
Los síntomas de la abstinencia fue dolorosa ya en 2008 y 2009, cuando las cosas difíciles fueron imposibles de obtener a un precio mayor. Los bancos centrales añadieron nuevos suministros de azúcar en polvo. El Congreso votó dos rescates masivos: a finales de 2008 y principios de 2009. Los prestamistas han cooperado suministrando la materia dura, pero la Reserva Federal vierte el azúcar en polvo como nunca antes. Los adictos regresaron a sus sueños.
Los usuarios que por fin ven su situación real son los desempleados. Están recibiendo su dosis de metadona mensual del Congreso, pero la ilusión de la seguridad se ha ido. Ellos están en el estado de recibir dosis de mantenimiento del dolor, no el del sueño de los comedores de loto.
CONCLUSIÓN
Los ciudadanos de Roma en Occidente sufrían una dolorosa situación en el Siglo V. La vía de escape fue la frontera bárbara. Algunos reunieron el coraje para cruzarla. Los que se quedaron en su localidad optaron por otros pasos fronterizos más cercanos. Ciudad por ciudad, los ciudadanos de Roma pasaron a ser residentes en tierras paganas. Los recaudadores de impuestos romanos no llegaron más a esos sitios.
En la actualidad, las regiones fronterizas se van convirtiendo en adictas a la deuda. Los países asiáticos ya tienen sus bancos centrales y están trabajando duro para transferir riqueza a los sectores favorecidos por los políticos. La adicción al dinero fiduciario crece. La inflación de precios sigue de cerca.
Los “comedores de loto”, finalmente descubrirán que la fuente de sus sueños ya no son viables.
Si usted decide quedarse donde está, sería prudente deje de inhalar el humo en las casas de la deuda y esté listo para sufrir los dolores de la retirada de sus vecinos y colegas. La retirada llegará.
25 de enero 2011
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