Héctor Sandler, Profesor Consulto, Derecho,
UBA
“Ningún factor es más decisivo (para el buen
orden social y el bienestar de sus miembros)
que el tamaño social, tal
como lo expresan el número (cantidad
de habitantes) . la densidad (habitantes
/km2) , la integración (articulación
de aspiraciones y esfuerzos) y aceleración
demográfica (crecimiento anual de la población necesaria)”
Leopold Kohr, El superdesarrollo (Los peligros del gigantismo)
Nuestra
realidad demográfica sobre la mesa
1. Si de modo principal se tienen en cuenta
los factores “número” y “densidad” considerados por Leopòld Kohr, debe decirse
que en nuestro pais existen 2 Argentinas.
Por un lado la Argentina/urbana , formada por el 85% de la
población según último censo. Sobre
40 millones son unas 34 millones de personas. Ellas habitan en la Ciudad de Buenos Aires, el
gran Buenos Aires , capitales de
provincia , ciudades y pueblos con mas
de 2000 habitantes. Se puede conjeturar que la superficie territorial ocupada
por los “urbanos” no supera, ni de lejos, los 34.000 km2. Aceptando a modo de
hipótesis esta cifra, la densidad media
de la “Argentina/urbana” oscila alrededor de 10.000 h/km2.
2. Junto a la anterior está la Argentina/desértica .
Es el 15% de la población que vive en unos 2.766.000 km2 . Surge de restar a los 2.800.000 km2
de nuestro territorio continental
los 34.000 km2 “urbanos” . La densidad
media no alcanza en esta otra inmensa Argentina a 2 h/km2. Un gran geografo aleman probó con hechos de
la historia que el mínimo de densidad necesaria para que emerjan rudimentos de
una “civilización” son unos 12 h/km2. Desde este punto de vista, en mas del del
99% del territorio argentino el tipo de vida es
“prehistórico”.
El
problema social menos considerado en la Argentina
3. Reconocer la realidad de 2 Argentinas ( la poblada y la
desertica) es clave para entender muchos graves problemas que nos
aquejan y abrir nuestras cabezas para
pensar qué hacer para lograr una sociedad demográficamente equilibrada. La disyuntiva sarmientina “civilización a
barbarie” y la sentencia alberdiana “gobernar es poblar”, siguen tan vigentes
como lo estaban al promulgar la Constitución Nacional
1853/60. Solo que los graves problemas de “orden social” que derivan de ese
enorme desequilibrio demográfico son mucho más difíciles de resolver hoy que hace
un siglo atrás. Lo más grave del caso es que este enorme desequilibrio no es
percibido como problema, cuando de hecho es el generador de constantes conflictos
latentes y abiertos que estancan nuestro desarrollo general en perjuicio de
todos los habitantes.
Un mal
antiguo que se agrava aceleradamente
4. El señalado desequilibrio es hoy peor que en la etapa de la Organización Nacional pues mientras el desierto de aquel entonces no ha cedido han
emergido en las zonas pobladas hacinamientos
urbanos entonces inexistentes. Entre esas poblaciones hacinadas suele, a veces, mediar gran distancia; pero solo
en esta separación entre ellas pueden ser tomadas como oasis en el desierto
prevaleciente. Cuando uno llega al gran Buenos Aires, al gran Rosario o al gran
Córdoba, para citar los ejemplos mas conocidos pero no únicos, lejos esta de
encontrarse con un oasis. Con lo que choca es con reales aglomeraciones humanas
que sufren una verdadera de patología social.
Aglomeraciones de edificios y de millones de personas fuertemente
masificadas que han perdido no solo la condición sino el sentimiento mismo de
vecindad. Es en ellas donde germinan y persisten de modo constante focos de incendios
sociales, los que cuando estallan consumen bienes y vidas humanas. Por su forma
de ser aun en momentos de aparente tranquilidad la aglomeración hace de los
individuos solo miembros de grupos de gente, con lo que se enervan las ya
debilitadas energías de la sociedad argentina.
Los oficiales promedios de densidad asignados
a la Argentina en la literatura corriente no reflejan la
dramática realidad que sufre nuestra sociedad. Ni siquiera permiten atisbar a su través nuestro mayor problema de orden social
necesitado de urgente atención.
Este problema radical se puede enunciar en dos
preguntas esenciales:
1º) ¿qué
ha causado esta deformación demográfica?
2º) Cómo eliminar los actuales hacinamientos
y a la vez poblar ordenadamente nuestro inmenso
desierto?
Es el más difícil de nuestros problemas
políticos. Pero mientras no se tome conciencia viva de su existencia y se actue
para resolverlos, fracasaran todas las
políticas de gobierno aplicadas a resolver – no ese problema fundamental – sino de los millares y variables efectos
derivados de su destructiva existencia.
Empecemos por bosquejar la realidad para
despertar la conciencia dormida de los dirigentes y la ciudadanía.
El
hacinamiento de los pobres
5. La información diaria da cuenta de graves y
crecientes problemas sociales en la Argentina/urbana.
Para registrar la dinámica conflictiva que
existe en esta sección –basta con leer en los periódicos y ver en la televisión
las noticias sobre el incremento de la delincuencia más burda y la constante
cadena de conflictos, individuales y
colectivos, que emergen cada mañana borrando de la retina el que estallara la semana
anterior. Estos primeros días de Diciembre han sido suficientemente mostrativos
del mal que nos preocupa. Pero ese dinámica
violencia responde a una realidad estructural no del todo ignorada, aunque
mal entendida y peor atendida. Todos
saben de los inhumanos habitat que
proliferan en toda ciudad relativamente grande. Son los denominados conventillos, villas de emergencia, casas
ocupadas, tolderías provisorias, taperas sobre veredas y paseos públicos, etc.
6. Con pseudo verdad aritmética se sostiene,
por ejemplo, que la densidad de la población en la CABA es de alrededor de
15.000 h/km2 (3 millones viviendo sobre 200 km2). Este dato no sirve para nada
y menos para reconocer nuestro principal
problema social. La densidad real en cada lugar lejos está de esa uniformidad estadística.
Fluctúa a saltos de un punto a otro dentro de cada ciudad. Así, por ejemplo, en la “villa 11/14” ubicada en la CABA la densidad real es tres veces
la media aritmética oficial. Sobrepasa
los 45.000h/km2. Estos niveles de densidad impiden una sana vida humana y el desarrollo
de indispensables virtudes sociales, que ninguna instrucción escolar – cuando
existe b- puede suplantar. Estos “asentamientos” se repiten en muchos lugares
de la Capital, en el gran Buenos Aires y en todas las capitales de provincia e incluso
en las ciudades menos pensadas. Cada día aparece un nuevo asentamiento de este
tipo sin que haya desparecido ninguno de los anteriores. Esto prueba de la
existencia de un mal crónico, producido – anticipémoslo desde ya - por el derecho
positivo vigente en dos materias: el derecho
de propiedad sobre la tierra y el derecho
impositivo. .
El
hacinamiento de los “no pobres”
7. Si la densidad en las villas y
asentamientos semejantes hace que la vida sea
inhumana, casi horrible, desde cierto punto de vista no lo es menos en
los sectores “no pobres” de las ciudades.
En una gran cantidad de casos , a pesar de las apariencias, la calidad de vida llega igualmente mala
cuando no peor.
El regimen de la Ley 13.512 creando el derecho
real de propiedad horizontal ha
rebajado la calidad de vida en
forma inaceptable. Este
es el peor invento legal argentino. Apilar los hogares como si fueran cosas ha
arruinado la vida ciudadana.
En barrios
habitados por personas con mejores ingresos,
sobre cada hectárea, se edifican
(en promedio) alrededor de 10 edificios de 10 pisos cada uno sobre cada
lado del cuadrado llamado “manzana”. Podemos
ejemplificar este fenomeno diciendo que hay barrios en los que en cada manzana
hay alrededor de 40 edificios construidos bajo regimen de
propiedad horizontal. Si suponemos cada
piso contiene 3 departamentos el total de éstos por manzana es de 120
departamentos. Habitados cada uno por una “familia tipo” (4 personas) la población sobre cada hectarea
alcanza a casi 500 personas. La densidad en este caso es de 50.000 h /
km2. Más alta que en las villa miserias mas numerosas de la Capital. Aunque pintado de rosa
y con “moñitos del mismo color” el fenómeno del hacinamiento urbano se repite aqui. Hay otro efecto aun peor: la acumulación de edificios aumenta la
renta del suelo, en la Argentina
pagada principalmente por los trabajadores. Es decir, sus salarios son
castigados por el valor de la tierra.
Ciudades
que agobian a sus habitantes
8. Estos son
datos estáticos del hacinamiento.
La dinamica y el ajetreo de la vida moderna multiplica exponencialmente sus
efectos. Piénsese entre otros los siguientes: la permanente necesidad reconstituir
calles, veredas y caminos, el estado de
los transportes ferroviarios, el costo del transporte automotor, la congestión
en los lugares de trabajo y en los centros comerciales, la falencia de
servicios publicos, etc. Con esto. se tendra una primera imagen de esta agobiadora dinámica ciudadana. No se
necesita mucha estadistica para conocerla. Se la sufre todos los días del año.
Hay que comparar el tipo de vida en este tipo de ciudades argentinas , dominadas por el hacinamiento, con la vida
que se suele disfrutar en algun aun subsistente “pueblito del interior” o en
los aislados “countries” lejos del
“infierno” de la ciudad. Estas lugares que en las grandes ciudades argentinas
son “islas privilegiadas” son el modo regular de ser en pueblos y ciudades de
otros paises. Valga como ejemplo la forma de vivir en paises como Austria o
Dinamarca.
El
desequilibro poblacional
9. El hacinamiento emerge por aglomeración de gente sobre una superficie insignificante. Paradójicamente
ocurre en la Argentina
poseedora de uno de los mayores
territorios del mundo. Lo sufre el 85% de la población arrumada en pocos
puntos del territorio, cuyas superficies
sumadas no llegan a los 34.000 km2. Casi nada frente a la superficie 2.766.000 km2 practicamente desierta. Algo
huele mal en el ordenamiento legal para acceder al suelo argentino.
Buenos Aires,
Diciembre 12 de 2003
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