RENTA y LA LEY DE LA RENTA
El término renta, en su sentido económico, tiene un significado diferente del que vulgarmente se da a la palabra renta. En algunos aspectos el significado económico es más limitado que el ordinario, en otros aspectos es más amplio. Es más limitado en lo siguiente: en el lenguaje usual, aplicamos la palabra renta a los pagos por el uso de edificios, maquinaria, locales, etc., lo mismo que a los pagos por el uso de la tierra u otros bienes naturales; y al hablar de la renta de una casa o una granja, no separamos del pago por el uso de la sola tierra el pago por el uso de las mejoras.
Pero en el significado económico de renta excluimos los pagos por el uso de todo producto del trabajo humano; y en los pagos globales por el uso de casas, granjas, etc., sólo es renta la parte que se paga por usar la tierra. La parte pagada por el uso de edificios u otras mejoras es propiamente interés, pues remunera el uso de capital. Es más amplio en lo siguiente: en el lenguaje usual, sólo hablamos de renta cuando el propietario y el usuario son personas distintas.
Pero en el sentido económico hay también renta cuando una misma persona es a la vez propietario y usuario. Donde una misma persona posee y usa la tierra, una parte de sus ingresos, la que podría obtener dejando arrendada su tierra a otro, es renta, mientras que la recompensa de su trabajo y capital es la parte de su ingreso que éstos le darían si tomase arrendada la tierra en vez de ser dueño de ella.
La renta se expresa también en un precio de venta. Cuando se compra tierra, el pago hecho por la propiedad o derecho a uso perpetuo es renta capitalizada. Si compro tierra a bajo precio y la retengo hasta que puedo venderla a un precio elevado, me hago rico, no por el salario de mi trabajo ni por el interés de mi capital, sino por el aumento de la renta.
En resumen, la renta es la participación que, en la riqueza producida, tiene el propietario por el derecho exclusivo a usar los recursos naturales. Donde quiera que la tierra tenga valor de cambio, allí hay renta en el sentido económico del término. Donde quiera que una tierra que tenga valor es utilizada, sea por su dueño, sea por su arrendatario, allí hay renta actual; donde quiera que no es utilizada, pero tiene valor, allí hay renta potencial. Esta facultad de dar renta es lo que da valor a la tierra.
Mientras la posesión de la tierra no da ninguna ventaja, la tierra no tiene valor. (Al hablar del valor de la tierra, uso y usaré estas palabras refiriéndome al valor de la sola tierra. Cuando quiera hablar del valor de la tierra y las mejoras, emplearé estas palabras.) Origen de la Renta Así, pues, la renta o valor de la tierra no procede de la productividad o utilidad de la tierra.
En modo alguno representa un auxilio o ventaja dado a la producción, sino que representa sencillamente el poder de quedarse con una parte de los resultados de la producción. Cualquiera que sea su productividad, la tierra no puede dar renta ni tiene valor, mientras no haya alguien dispuesto a dar su trabajo o el resultado de su trabajo por el privilegio de usarla; y por lo tanto, lo que alguien dará depende, no de la productividad de la tierra, sino de su productividad en comparación con la de la tierra que se pueda conseguir gratis.
Yo puedo tener tierra muy buena, pero no me dará renta mientras haya otra tierra de igual calidad, que se pueda conseguir sin pagar. Pero cuando se han apropiado esta otra tierra y la mejor tierra que se puede obtener de balde es inferior en fertilidad, situación u otra cualidad, mi tierra empieza a tener un valor y dar una renta.
Y aunque la capacidad productiva de mi tierra puede disminuir, si, no obstante, disminuye en mayor proporción la de la tierra gratuitamente asequible, la renta que puedo obtener y, por lo tanto, el valor de mi tierra, seguirán aumentando. Si un hombre poseyese toda la tierra accesible de un país, podría, naturalmente, exigir por su uso cualquier precio o condición que tuviera por conveniente; y en tanto que su propiedad fuese reconocida, los otros individuos del país no tendrían otra alternativa sino la muerte, la emigración o someterse a sus condiciones.
Esto ha ocurrido en muchos países; pero, en la forma moderna de la sociedad, la tierra, aunque generalmente reducida a propiedad individual, está en manos de demasiadas personas para permitir que el precio obtenido por su uso se fije por el mero capricho o deseo. Mientras que cada propietario individual procura obtener tanto como puede, lo que pueda obtener tiene un limite, y éste constituye el precio o renta en el mercado, variable según las tierras y los tiempos.
Ley de la Renta En régimen de libre competencia (condición indispensable para investigar los principios de la Economía política), la relación que determina qué renta o precio puede obtener el propietario, se denomina ley de la renta. Una vez fijada con corteza esta ley, tenemos algo más que un punto de partida para averiguar las leyes que regulan el salario y el interés.
Pues, siendo la distribución de la riqueza un reparto, al averiguar lo que fija la parte del producto tomada por la renta, averiguamos también lo que fija la parte que queda para el salario, donde el capital no colabora; y lo que fija la parte que queda para salario o interés juntos, donde el capital colabora en la producción.
A la admitida ley de la renta se la llama a veces «de Ricardo» por el hecho de haber sido este autor el primero, si no en enunciarla, sí en dar a conocer su importancia. Esta ley es: La renta de la tierra se determina por el exceso de su producto sobre el que una igual aplicación de trabajo y capital puede obtener de la menos productiva de las tierras que se utilizan.
Su mero enunciado tiene toda la fuerza de una afirmación evidente por sí misma, pues es claro que, a causa de la competencia, la recompensa máxima que el trabajo y el capital pueden exigir, es la recompensa mínima por la que ellos se pondrán a producir.
Esto permite al propietario de tierra más productiva apropiarse como renta todo el producto que exceda del necesario para recompensar el trabajo y el capital al tipo corriente, que es lo que ellos pueden obtener sobre la tierra en uso menos productiva (o en el punto menos productivo) por el cual, claro está, no se paga renta.
Quizá pueda conducir a una más plena comprensión de la ley de la renta el ponerla en esta forma: la propiedad de un agente natural de producción dará el poder de adueñarse de toda aquella parte de riqueza, producida aplicando a dicho agente trabajo y capital, que exceda de la recompensa que la misma aplicación de trabajo y capital podría obtener en la ocupación menos productiva a la cual se dediquen libremente.
Pero esto significa precisamente lo mismo, pues no hay ocupación en ,que el trabajo y el capital se puedan emplear, que no requiera el uso de tierra; además, el cultivo u otro uso de tierra será siempre llevado hasta un punto en que la remuneración es tan baja, todo considerado, como la que se acepta libremente en cualquier otra ocupación.
Deducción Partiendo de la Ley de la Competencia Supongamos, por ejemplo, una colectividad en que una parte del trabajo y capital se dedica a la agricultura y otra a la industria. La tierra cultivada más pobre produce una ganancia que designaremos por 20, y, por consiguiente, 20 será la retribución media del trabajo y del capital, lo mismo en la industria que en la agricultura.
Supongamos que, por alguna causa permanente, la retribución media en las fábricas queda ahora reducida a 15. Es claro que el trabajo y el capital empleado en la industria se dirigirá hacia la agricultura y el movimiento no se detendrá hasta que, o por extensión del cultivo hacia tierras inferiores o puntos inferiores de las mismas tierras, o por un aumento en el valor relativo de los productos industriales, debido a su menor producción, o, de hecho, por ambas causas, la retribución del trabajo y capital en ambas ocupaciones, todo considerado, haya sido llevada de nuevo al mismo nivel.
De este modo, cualquiera que el punto final de productividad en el cual la industria prosigue, sea 19, 18, 17 o 16, el cultivo se extenderá también hasta este punto. Por esto, decir que la renta será el exceso de productividad sobre la del margen o lo inferior de cultivo, es como decir que será el exceso de producto sobre el que la misma cantidad de trabajo y capital obtiene en la ocupación menos remunerativa.
De hecho, la ley de la renta no es más que una deducción de la ley de la competencia y consiste simplemente en afirmar que, al tender a un nivel común los salarios y el interés, toda aquella parte de la riqueza total producida, que excede de lo que el trabajo y el capital empleados podrían obtener aplicándose a los más pobres agentes naturales en uso, irá, en forma renta, a los propietarios. ¿No es tan claro como la demostración métrica más sencilla que el corolario de la ley de la renta es la ley del salario, donde el producto se reparte entre renta y salarios sólo; o la ley de salarios y el interés juntos, donde el reparto se hace entre renta, salario e interés? Relación de la Renta con el Salario y el Interés Enunciada al revés, la ley de la renta es forzosamente la ley del salario e interés reunidos, pues afirma que, cualquiera que sea el resultado de la aplicación de trabajo y capital, estos dos factores sólo recibirán en salario e interés aquella parte del producto que habrían producido en tierra libre pago de renta, esto es, en la tierra menos productiva entre las que se utilizan.
Pues, si del producto, todo lo que exceda de la suma que el trabajo y el capital obtendrían de una tierra donde no se pague renta ha de ir, en forma de renta, a los propietarios, entonces todo lo que el trabajo y el capital pueden exigir como salario e interés es lo que podrían obtener de la tierra e no da renta.
Por lo tanto, el salario y el interés no dependen del producto del trabajo y el capital, sino de lo que queda una vez sacada la renta, o del producto que obtendrían sin pagar renta, o sea, de la tierra menos productiva. Por esto, por mucho que aumente el poder productivo, si el aumento de la renta pone a su nivel, ni el salario ni el interés pueden aumentar.
Desde el momento en que se reconoce esta sencilla relación, un torrente de luz penetra en lo que antes era inexplicable, y hechos, al parecer discordantes, se agrupan bajo una ley evidente. Se ve de pronto que el aumento de la renta que avanza en los países progresivos es la clave que explica por qué el salario y el interés no logran subir con el aumento del poder productivo.
Pues la riqueza producida en toda sociedad queda dividida en dos partes por lo que podríamos llamar línea de la renta, la cual es determinada por el margen de cultivo, que es la retribución que el trabajo y el capital podrían obtener de aquellas oportunidades naturales que les son accesibles sin pago de renta.
De la parte del producto por debajo de esta línea, se han de pagar el salario y el interés. Todo lo que queda encima va a los dueños de la tierra.
Capitulo II Progreso y miseria
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
miércoles, 28 de julio de 2010
sábado, 24 de julio de 2010
Sobre la admiración de Leon Tolstoy a Henry George en español
León Tolstoi y Henry George
Víctor Lebrun
[Tomado de Progress, Julio, 1966, tr. Hector Raul Sandler ]
Víctor Lebrun era amigo personal y Secretario de León Tolstoi. Esta es una traducción de su artículo publicado en el julio 1956 cuestión de los franceses periódico, "Contre-Courant", y reimpreso en el periodo julio-septiembre 1956 de la revista georgista francés, "Terre et Liberté". Su interés histórico, en vista del establecimiento del comunismo en Rusia en 1917 y su colapso en el último tercio del Siglo XX, no necesita ser subrayado.
Por prestar extrema simpatía y atención a otros pensadores y escritores, el gran Tolstoi se diferenciaba de sus colegas, los genios de todos los países y todos los siglos. Pero nada demuestra más su completa honestidad y su sorprendente libertad de espíritu que su actitud hacia Henry George.
Fue solo a principios de 1885 cuando llegaron a sus manos los libros del gran sociólogo norteamericano. Para entonces, la doctrina moral y social del pensador había sido sólida y definitivamente establecida. El supremo y único deber del hombre era perfeccionarse moralmente y no prestarse a cooperar con el mal. Los problemas sociales se resolverían de forma automática cuando la mayoría hubiera entendido el verdadero significado del cristianismo puro y el hombre aprensiera a abstenerse de todos los delitos cometidos de manera común y frecuente. Todo razonamiento sobre la precisa naturaleza de los derechos de los ciudadanos, sobre las leyes, sobre la coactiva organización de los gobiernos para su protección, es un anatema para el gran pensador.
Pero apenas Tolstoi hechó una mirada a "Problemas Sociales" y "Progreso y Miseria" quedó cautivado por completo por la excepcional exposición de George. Su estricta rutina diaria quedó rota.
"En verdad, confiesa Tolstoi en una carta a su esposa, esta mañana he leído George en lugar de escribir". Dos días más tarde agrega: "Leo a mi George" (dice "mi". Nunca dijo esto de cualquier otro autor). "Este es un libro muy importante. Este es un paso adelante de la misma importancia a la liberación de nuestros siervos. Esto es la liberación de la tierra de la propiedad privada."
"Su punto de vista en este asunto es el control de los hombres. Y es necesario leer George, quien definió el problema con precisión y de manera definitiva. Después de esto no hay más debate. De manera resuelta se ha de tomar parte de uno u otro lado. Yo exijo mucho más que él, pero su proyecto es el primer peldaño de una de la escalera en la que me gustaría subir.”
Y el pensador no duda más. A partir de este encuentro, con decisión y entusiasmo se pone de parte de George. Durante un cuarto de siglo y hasta su último suspiro hará todos los esfuerzos, sin descanso, para difundir su descubrimiento. Publica artículos sobre George, escribe las introducciones a las notables traducciones en Rusia de sus obras.
El "Posrednik" ("La intérprete") - la serie creada por Tolstoi - distribuye los artículos y los inflamados discursos del gran americano en millones de ejempares a bajos precios. Vendedores ambulantes llevan los pequeños folletos a las fronteras de la Gran Rusia. A cada político, a todos los escritores, el maestro les habla acerca de George. En "Resurrección", el novelista se muestra en la práctica, a todo el mundo, cómo hija mayor Tatiana, en representacion del arrepentido propietario de la tierra, Nekleudoff, le da la tierra libremente a los campesinos de la comuna a condición de que los usuarios de la tierra paguen la renta a la comuna de los campesinos.
Por último, el pensador reconoce los méritos de George en muchas citas, incluyendolas en su "Selección de Lecturas para todos los días." Entre los 300 pensadores que se citan, Henry George está representado por 30 citas.
El momento histórico en que Occidente, y especialmente África, se encuentran hoy día, recuerda singularmente a la Rusia de 1906. Desde la absurda guerra ruso-japonesa la indignación casi general creció todo el tiempo. La popularidad de Tolstoi llegó a ser tal que Suvarin, editor de uno más grande y reaccionario diario, publicaría las siguientes frases:
"Tenemos dos Zares: Nicolás II y León Tolstoi; ¿cuál de los dos es el más fuerte? Nicholas no puede hacer nada contra de Tolstoi, no puede derribar su trono. Mientras Tolstói está sacudiendo, sin duda, el trono de Nicolás y a toda su dinastía."
La correspondencia del georgista Tolstoi con el Primer Ministro de la época es también sorprendente. Aquí las cumbres de los dos bandos chocan, las dos principales teorías, las del “recto pensar” y la de los honestos.
En 1907 la gente estaba exasperada. La revuelta campesina estaba en pleno apogeo. Y el Ministro hizo que los soldados dispararan a las multitudes, fueran colgados casi a diario los campesino, y otros miles encarcelados y deportados. La horca, después de él recibó el nombre de "corbata de Stolphin". Tolstoi sufrió terriblemente por los crímenes y el creciente odio que veía en ambos lados. Por último perdió la paciencia. El 26 de julio de 1907, le envió un mensaje al Primer Ministro:
"Peter Arcadievich, Me dirijo a usted, bajo el impulso de mis mejores sentimientos hacia el hijo de mi amigo. Está usted en el camino equivocado. Usted tiene dos posibilidades ante si: una, seguir participando en forma directa en todas las deportaciones, los trabajos forzados, ejecuciones y, sin haber alcanzado su objetivo, dejar detrás suyo una sórdida memoria. O bien, hacer lo contrario, hacer progresar los pueblos de Europa, contribuyendo a destruir la antigua, enorme injusticia, de la apropiación de la tierra. Tomando este último camino lograría usted hacer de verdad una grande y benefica tarea, que apaciguaría a la gente mediante el más eficiente de los procesos, dando satisfacción a sus más respetables demandas. Esto pondría fin a los horribles crímenes que se cometen tanto por el lado de los revolucionarios como por el lado del Gobierno. León Tolstoi. "
Después de que tres meses, el ministro decidió contestar:
"Leo Nicolalevich, no crea que no haya prestado atención a su carta. No podía contestarla porque me ha tocado donde más le dolía. Usted considera que está mal lo que considero que es para el bienestar de Russia. No niego la doctrina de Henry George, pero creo que el “single tax” (el impuesto ùnico) podría con el tiempo (sic) ayudar en la lucha contra el latifundio. En el presente, no veo ninguna razón para que, aquí, en Rusia, perseguir a los propietarios de las tierras, que cultivan mejor que los campesinos. Por el contrario, veo la necesidad de hacer posible que los campesinos adquirieran un pedazo de tierra en propiedad para sí mismos. ¿Cómo podría hacer yo otra cosa que lo que considero que es correcto? Y usted me escribe que estoy en camino hacia la mala reputación, de las acciones crueles, y sobre todo del pecado. Créeme que, sintiendo la posibilidad de acercarse a la muerte, uno no puede evitar en pensar estas preguntas y sobre el camino que se presenta directamente ante mí. Entiendo que esta carta totalmente en vano. Acepte mis disculpas. Suyo, Stolphin ".
Esta fue la respuesta del Primer Ministro. Y siguió con sus innumerables crímenes.
El 28 de enero de 1908, Tolstoi pierde la paciencia una vez más:
"Peter Arcadievich, ¿por qué? ¿Por qué está perdiendose a si mismo yendo adelante con su acción errónea, la que sólo puede conducir a un empeoramiento de la situación general y la suya en ella? Valiente, honesto y noble hombre, y yo que le conozco como tal, no debiera persistir en sus errores, sino reconocerlos y dirigir sus fuerzas para corregir sus consecuencias. ...
"Sus dos errores: la lucha violenta contra la irresistible fuerza de la gente, y el consolarse con que la propiedad (excluyente) de la tierra puede ser corregida por medio de una reforma sencilla, clara y alcanzable. Hay que reconocer que el territorio del país es de propiedad de toda la población, y un impuesto sobre la tierra tiene que establecerse de modo que se corresponda exactamente con el privilegio que significa el disfrute de cada sitio. Esta renta ha de sustituir por completo todos los impuestos.
"Sólo que esta medida puede apaciguar a la gente. ... Sólo esta medida permitirá deshacerse de la horrible represión que se aplica a los que se rebelan por tener que sufrir ... Insisto en que escribo esto para desearle con el mayor afecto lo mejor ... León Tolstoi”
Esta segunda carta quedó sin respuesta, pero se mantuvo la terrible agonía del horrible régimen.
Algún tiempo más tarde, el Primer Ministro fue asesinado por un revolucionario, y en 1918 llegaron al poder los comunistas. Los acaparadores de tierra se negaron a pagar a la nación la renta económica. Ahora todo se les ha quitado. Ninguno escapó al castigo.
Es aterrador revivir esta época, volver a leer esta correspondencia.
Y en el momento que escribo estas líneas (1956) arde en el África, la amenaza para Europa.
Pronto los pensadores de los dos continentes establecieron contacto personal. En 1894 George pidió a un corresponsal norteamericano le llevara sus libros a Tolstoi "en sus propias manos, y le hiciera presente el sentimiento de profunda devoción que George había sentido por él desde que leyera sus obras."
Al agradecer a George, el maestro pide a los intermediarios para decirle que está "encantado por la claridad, el dominio y las conclusiones de sus exposiciones, que George fue el primero que había dejado una base sólida para la economía del futuro, y que su nombre siempre será recordado con gratitud por la humanidad. "
En marzo de 1896, George escribió al maestro y expresó su gratitud por "sus buenas palabras" y su respeto y admiración por su actividad. Le pidió a su permiso para visitarlo durante su próximo viaje a Europa. Tolstoi contestó que "lo había conocido disfrutado por mucho tiempo. La lectura de cada una de sus obras le abrieron nuevos horizontes encontrarese con él sería un gran placer."
La reunión de los dos pensadores no podría tener lugar. George murió durante su campaña electoral para la alcaldía de Nueva York.
Tolstoi escribió a su esposa: "Henry George ha muerto; es extraño decirlo, pero su muerte me sorprendió como la muerte de un amigo muy cercano. Los periódicos anuncian su muerte y ni siquiera hablan de sus libros, tan notables y de tanta importancia. "
Un fragmento de la introducción de Tolstoi al libro "Problemas sociales", muestra hasta qué punto él apreciaba sus obras.
El gran maestro escribió:
Henry George, dijo: "A aquellos que nunca han estudiado el tema, les va a parecer ridículo proponer como la más grande y de mayor alcance de todas las reformas un mero cambio fiscal. Pero el que ha seguido a través de los capítulos anteriores la línea de pensamiento que me he esforzado en presentar, verá que esta simple propuesta entraña la mayor de las revoluciones sociales. Una revolución comparada con la cual, la que destruyó la antigua monarquía en Francia, o la que destruyó la esclavitud en nuestros Estados del Sur, no fueron nada."
"Y vean, esto es justo la enorme importancia de la gran reforma real propuesta por George, la que no se ha entendido en el "mundo hasta ahora ", dice Tolstói y sigue:
"La idea de George, que cambia la manera de vivir de los pueblos, en beneficio de la gran mayoría (en la actualidad integrada por silenciosos oprimidos) y en detrimento de la minoría dominante, se expresa de forma tan convincente y eficaz, y sobre todo, de modo tan simple que es imposible no entenderla. Por esta razón, sólo hay una manera de luchar contra ella: falsificarla y silenciarla. Ambos recursos se practican con tal rigor que es difícil inducir a la gente a leer los libros de George con atención y profundizar su doctrina. En todo el mundo y entre la mayoría de los intelectuales las ideas de George siguen siendo mal interpretadas y la indiferencia hacia ellas parece crecer.”
"Pero un pensamiento tan preciso y fértil, no puede ser destruido. Aunque se trate de estrangularlo, sigue más vivo que todas las otras doctrinas, las que vagas y carentes de sentido se mantienen sostenidas por la fuerza. Tarde o temprano la verdad atravesará el velo que la oculta, y arrojará luz sobre el mundo. Tal es la fuerza del pensamiento de George.”
Y continua diciendo Tolstoi:
"Tal es el pensamiento de Henry George" - continúa Tolstoi -
"Él dice que la sustitución de todos los impuestos por la renta económica - es decir los ingresos no devengados por el usuario de la tierra - es el ajuste más importante a las leyes naturales. Dice que la idea de emplear para toda la sociedad los ingresos no derivados del trabajo y manifiestos en los terrenos urbanizados, es tan natural para la sociedad como es natural para los seres humanos caminar sobre sus patas y no con las manos.
"Es exactamente esta la idea que no siempre fue reconocida, pero aplicada por el campesinado ruso. Se practicaba regularmente por la comuna campesina cada vez que el Gobierno no podía detenerlo. Todos los impuestos y tasas se pagaban siempre en común por todo el territorio de propiedad común, y cada familia pagaba en proporción a la superficie y la calidad de la parte que usaban.
"Esta es la manera de pensar del pueblo ruso, y éste punto de vista es el mismo que el de George. Esto no es en absoluto, como podría parecer a ciertas personas, una simple cuestión de repartición de tierras. La esencia del procedimiento de George es que se garantiza a cada uno la inviolabilidad completa de los productos de su propio trabajo, y la capacidad completa para gozar de los beneficios - para todos por igual - de las ventajas que proceden de la explotación individual de la tierra.
"Así es como el pueblo ruso visualiza los derechos de cada uno al producto de su trabajo y el derecho de todos y cada uno a explotar la tierra.” León Tolstoi
Es sorprendente encontrar que en el mundo entero, León Tolstoi en medio de una pequeña élite intelectual y moral, fue lo suficientemente grande como para comprender la cuestión.
Todos los demás: los sociólogos, los reformadores de todas las religiones y sectas, todos los partidos políticos, todos los idealistas con sus caballitos de batalla y sus "ismos", no se dan cuenta de la importancia fundamental de la gran obra de Henry George. Todos los tolstoianos ortodoxos son sordos a ella. Los cristianos tolstoianos, al igual que los cristianos dedicados a la beneficencia, entran en contradicción con ellos mismos. No reconocen el derecho de los demás. Creen que sólo debemos "amor" al prójimo. Ellos dan a los pobres una camisa y no ven que mientras la renta económica es apropiada por el dueño del suelo, infrinjen con toda su actividad, los derechos más elementales de los desgraciados pobres. Ellos no ven que mientras los propietarios de la superficie terráquea se apropien para si de la renta del suelo, los proletarios de la humanidad seguiran la siendo presa del capitalista. Mientras este crimen incalificable sea tolerado, es imposible hablar de "amor" y "beneficencia”.
Victor Lebrun
[Reprinted from Progress, July, 1966]
Victor Lebrun was a personal friend and Secretary to Leo Tolstoy. This is a translation of his article published in the July 1956 issue of the French periodical, "Contre-Courant," and reprinted in the July-September 1956 issue of the French Georgist magazine, "Terre et Liberte." Its historical interest, in view of the establishment of Communism in Russia in 1917, needs no emphasis.
In giving his extreme and sympathetic attention to other thinkers and writers, the great Tolstoy differed essentially from his colleagues -- the geniuses of all countries and all centuries. But nothing shows the complete honesty and surprising liberty of his spirit more than his attitude towards Henry George.
It was at the beginning of 1885 that he happened to lay his hands on the books of the great American sociologist. By then the moral and social doctrine of the thinker had been solidly and definitely established. Man's supreme and unique duty was to perfect himself morally and not to co-operate with the wrong. Thus the social problem would be automatically solved when the majority has understood the true meaning of pure Christianity and when it has learned to abstain from all crimes which are frequently and commonly committed. All reasoning about the precise nature of the citizens' rights, about laws, about the organisation of governmental compulsion for their protection is anathema to the great thinker.
But … hardly had Tolstoy had a glance at "Social Problems" and "Progress and Poverty" and he was completely captivated by George's outstanding exposition. His strict daily routine is broken.
"This morning I read George instead of writing," Tolstoy confesses in a letter to his wife. Two days later lie adds: "1 read my George" (He says "my"). He never sad this of any other author). "This is a very important book. This is a step forward of equal importance to the liberation of our serf's. This is the liberation of the earth from private ownership."
"Their point of view in this matter is the control of men. And it is necessary to read George, who defined the problem with precision and definitively. After this there is no more debating, one has to take resolutely one side or the other. Personally I demand much more than he does; but his project is the first step of the ladder which I would like to climb.
And the thinker does not hesitate any longer. From this encounter on he resolutely and enthusiastically takes George's side, and to his last breath for a quarter of a century, he makes every effort without relaxation to make his discovery known. He publishes articles on George; he writes introductions to the remarkable Russian translations of his works.
The "Posrednik" ("The Interpreter") series founded by Tolstoy distributes the articles and inflammatory addresses of the great American by the million at low prices. Hawkers carry the small pamphlets to the borders of Great Russia. To every politician to every writer, the master speaks about George. In "Resurrection" the novelist shows in practice to the whole world how its oldest daughter Tatiana, in the person of the repentent land owner, Nekleudoff, gives her land freely to the peasant commune on condition that the land users will pay rent to the peasant commune.
Finally, the thinker acknowledges the merits of many quotations from George by including them in his "Selection of Readings for Every Day." Among the 300 thinkers who are quoted, Henry George is represented by 30 quotations.
The historical moment in which the West, and especially Africa, find themselves to-day, reminds singularly of the Russia of 1906. Since the absurd Russo-Japanese venture the almost general indignation grew all the time. Tolstoy's popularity became such that Suvarin, editor of one of the biggest and most reactionary dailies, could publish the following significant sentences:
"We have two Czars: Nicholas II and Leo Tolstoy; which of the two is strongest? Nicholas can do nothing against Tolstoy; he cannot shake his throne. While Tolstoy no doubt is shaking the throne of Nicholas and of his dynasty."
The correspondence of the Georgist Tolstoy with the Prime Minister of the time is also astonishing. Here the summits of the two camps clash, the two leading theories, those who "think right" and the honest ones.
In 1907 the people were exasperated. The peasant revolt was in full swing. And the Minister made his soldiers fire at the crowds, hanged peasants almost daily, imprisoned and deported them by the thousands. The gallows had been named after him "Stolphin's necktie." Tolstoy suffered terribly from the crimes and the hatred he saw growing on both sides. Finally he lost his patience. On the 26th July, 1907, he sent word to the Prime Minister:
"Peter Arcadievich, I write to you under the impulse of my best feelings towards the son of my friend.
"You are on the wrong road. You have two possibilities in front of you: The one is to continue not only to take part in but direct all the deportations, forced labour, executions, and not having achieved your aim, leave behind you a sordid memory. Or, doing the opposite, advance the peoples of Europe by helping to destroy the old, enormous injustice of the appropriation of the soil. In the latter way you would truly accomplish a great and good task, and you would appease the people through the most efficient of processes by giving satisfaction to their most loyal demands.
"This would 'stop these horrible crimes which are perpetrated on the side of the revolutionaries as well as on the side of the Government.
Leo Tolstoy."
It is after three months that the Minister decides to reply:
"Leo Nicolalevich, don't think that I have not given my attention to your letter. I couldn't answer it because it touched me where it hurt. You consider to be wrong what I consider to be for the welfare of Riissia.
"I don't deny the doctrine of Henry George but believe that the Single Tax could in time (sic) help in the struggle against the big estates. At present I don't see any reason why we should, here in Russia, chase the owners from their lands, which they cultivate better than the peasants. Quite the contrary, 1 see the necessity of making it possible for the peasants to acquire a piece of land of their own. …
"How could I do anything else than what I consider to be right. And you write to me that I am on the road of bad repute, of cruel actions, and above all of sin. Believe me that, feeling the possibility of approaching death, one cannot avoid thinking of these questions, and my road seems straight to me. I understand that it is completely in vain that I write this letter.
"Accept my apologies.
Yours, Stolphin."
This is the Prime Minister's answer. And he goes on with his countless crimes.
On the 28th January, 1908, Tolstoy loses his patience once more:
"Peter Arcadievich, why? Why are you losing yourself in going on with your erroneous action which can only lead to aggravation of the general situation and of your position in it? Courageous, honest and noble man, and I know you as such, should not persist with his errors, but should recognize them and direct his forces to correct their consequences. …
"Your two errors: the violent struggle against the irresistible force of the people, and the consolation of the ownership of land can be corrected by a simple, clear and achievable reform. It has to be recognized that the territory of the country is the equal property of the entire population, and a land tax has to be established which would correspond exactly to the privilege enjoyed by each site. This rent would replace entirely all taxes.
"Only this measure can appease the people. …Only this measure can dispose of the horrible repression which those who revolt have to suffer. …I repeat that I write this to you wishing you the best and loving you. … Leo Tolstoy
This second letter remained unanswered, but the terrible agony of the horrible regime remained.
Some time later the Prime Minister was assassinated by a revolutionary, and in 1918 the communists gained power. The hoarders of territory refused to pay the nation the economic rent. Now everything was taken from them. None escaped punishment.
It is terrifying to re-live this era, to re-read this correspondence.
And at the moment that I write these lines (1956) it has burning timeliness for Africa, for threatened Europe.
Soon the thinkers of the two continents established personal contact. In 1894 George asked one American correspondent to give his books to Tolstoy "into his own hands, and ask him to believe in his sentiment of profound devotion that George had been feeling for him since he read his works."
In thanking George, the master asks the intermediary to tell him that he is "enchanted by the clarity, the mastery and conclusions of his expositions; that George was the first who had put down solid foundations for the economy of the future, and that his name would always be remembered with gratitude by mankind."
In March, 1896, George wrote to the master and expressed his gratitude for "his good words" and his respect and admiration for his activity. He asked his permission to visit him during his forthcoming trip to Europe. Tolstoy replied that "he had known and liked him for a long time. The reading of each of his works opened new horizons to him, and to meet him would be a great pleasure."
The meeting of the two thinkers could not take place. George died during his election campaign for the mayoralty of New York.
Tolstoy wrote to his wife: "Henry George is dead; it is strange to say but his death surprised me like the death of a very close friend. -- The newspapers announce his passing and do not even speak of his books, which are so remarkable and of such great importance."
A fragment of Tolstoy's introduction to "Social Problems" shows to what degree he appreciated his works.
The great master wrote:
Henry George said: "To those who have never studied the subject it will seem ridiculous to propose as the greatest and most far-reaching of all reforms a mere fiscal change. But whoever has followed the train of thought through which in preceding chapters I have endeavoured to lead, will see that in this 'simple proposition is involved the greatest of social revolutions -- a revolution compared with which that which destroyed ancient monarchy in France, or that which destroyed chattel slavery in our Southern States, were as nothing."
"And see, this is just the enormous importance of the big and real reform proposed by George that has not been understood in the 'world until now," Tolstoy continues:
"George's idea which changes the way of living of the peoples, to the advantage of the big majority -- at present downtrodden and silent, and to the detriment of the ruling minority -- this idea is expressed so convincingly and effectively and above all so simply that it is impossible not to understand it. For this reason, there is only one way to fight against it, to falsify it and to keep silent about it. Both are practiced with such pains that it is difficult to induce people to read George's books attentively and to deepen his doctrine. In the whole world among the majority of intellectuals the ideas of George continue to be misinterpreted, and the indifference towards them appears to grow.
"But a precise, and consequently fertile thought, cannot be destroyed. However one tries to strangle it, it remains more alive than all the other doctrines which are vague and devoid of meaning and behind which one tries to force it. Sooner or later truth will pierce the veil by which it is hidden, and will throw light over the world.
"Such is the thought of Henry George" -- Tolstoy continues -
"He says that to transfer all taxes on the economic rent -- that is the income not earned by the user of the soil -- is conforming to the most important adjustment to natural laws. He says that the idea to employ the unearned income produced by unimproved land for the whole society is just as natural for society as it is natural for humans to walk on their legs and not on their hands.
"It is exactly this idea which was not always only recognised but applied by the Russian peasantry. It was regularly practiced by the peasant commune every time that the Government was unable to stop it. All taxes and rates were always paid in common for the whole territory owned in common, and each family paid in proportion to the area and quality of the part that it used.
"This is the way of thinking of the Russian people, and this is the same point of view as that of George. This is not at all, as it could appear to certain people, the simple question of dividing the land. The essence of this procedure is that it guarantees to each the complete inviolability of the products of his own labour, and the complete capacity to benefit -- equally with all others -- from the advantages which come from the individual exploitation of the land.
"This is how the Russian people envisage the rights of each of the products of his labour, and the right of each to exploit the land.
Leo Tolstoy
It is certainly surprising to find that in the whole world Leo Tolstoy, alone with a small intellectual or moral elite, was great enough to understand the matter.
All the others: the sociologists, the reformers. all the religions and sects, all political parties, all the idealists with their hobby-horses and "isms." do not notice the basic importance of Henry George's great work. All the orthodox Tolstoyeans are deaf to it. The Tolstoyan Christians, just as the Christians of benefaction, come into contradiction with themselves. They do not recognise the right of others. they believe that they only owe "love" to the neighbour. They give the poor a shirt and don't see that as long as the economic rent is appropriated by the owner of the soil, they infringe, by all their activity, the most elementary rights of the unfortunate. They do not see that as long as the owners of the globe's surface make proletarians of mankind, and make them a prey to the capitalist, as long as this unspeakable crime is tolerated, it is impossible to speak of "love" and "benefaction."
viernes, 23 de julio de 2010
EL PAIS DE CARTON Video
EL PAIS DE CARTON
Hector Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
El video
Con el título “El país de cartón” circula por la Red el video que corre más abajo. No es anónimo pues formalmente aparece el nombre de sus productores. Merece ser examinado con una mirada que supere las reacciones que puede generar en uso su fin proselitista. Este fin proselitista no solo es lícito sino que la esencia de la democracia. Pero se justifica si ilustra a los electores sobre algún problema real y propone soluciones. Para que el ciudadano forme libremente su juicio y decida su voto.
La narración en off
El propósito del video no se ajusta a la primera “regla de juego” de quienes pretenden ser líderes en la democracia: presentar un problema. Porque presentar un problema no es mostrar un mal. Es algo más: es explicar su estructura y posible solución. El video falla por completo en dos puntos esenciales: uno, principalísimo, no explica las causas por las que la Argentina ha llegado a ser un “país de cartón”. Falla también cuando no propone acciones o proyectos con los que se pueda librar a tanta gente de la terrible situación que las fotos muestran. Cada uno de estos puntos es condicional del otro. No aclarar las causas por las que las cosas han llegado a ser, imposibilita proponer el remedio para corregirlas. Sugerir como remedio para acabar con cierta ruina social el constituir nuevo gobierno, esta desmentido por la experiencia de casi un siglo. No es el collar, sino el perro!, diría un juicioso asesor de campaña.
Un país atroz
El video importa por sobre todo porque da cuenta de una grave ignorancia padecida por la sociedad argentina en torno al estado de “amontonamiento” en que vive y se desenvuelve el 90% de la población de nuestra sociedad. Para hacer esta observación no hay que limitarse al alto porcentaje de los que subsisten en o por debajo de nivel de la línea de pobreza. Hay que incluir a los que pernoctan en “pensiones” , “hoteles residenciales”, “conventillos” y “villas de emergencia” y agregar, además, a los millones de hacinados en costosos, pero absurdamente estrechos departamentos de 1 o 2 ambientes. Este panorama hace sospechar la existencia de un terrible problema de base: “mala administración” del suelo. Se ve aun mas grave si se tienen presente a los millones de automóviles que de modo “habitual” estacionan en la vía publica por falta de garajes o por el alto costo de los pocos existentes. Verdaderas “trombosis” que si bien dan trabajo a los “trapitos” y algunos pesos a las municipalidad, restan fluidez y seguridad al transito. Las calles fueron construidas para circular, no para estacionar.
Todos estos hechos reflejan un disparate mayúsculo. Pensemos que hablamos de un país con un inmenso territorio y de escasa densidad de población. Sin embargo ni la ciudadanía ni sus hombres mas estudiados lo denuncian; ni las autoridades creen que sea su obligación corregirlo. Estamos “acostumbrados”. Del mismo modo que hasta antes de la constitución de la Argentina moderna, iniciada en los últimos decenios del siglo XIX, se tenía por “normal” a las condiciones de vida que en el cuento “El matadero” de Esteban Echeverría.
Problema de vieja data
El video muestra lo hoy por hoy ningún argentino desconoce. Pero no explica porque el 85% de la población urbana tiene que vivir en menos del 1% del territorio argentino. A este general hacinamiento de personas y cosas se la atribuye a la “costumbre de los argentinos”. Pero pronto se advierte la falsedad de esa creencia si se tienen en cuenta los palacios construidos por muy notables argentinos, casi dueños de la tradición nacional, en la etapa del “progreso” (1880-1930) y, también, en el numero de viviendas aceptables hasta los 1960. La explicación de ese desastre demográfico no esta tampoco en “la naturaleza” que nos agracia con la segunda pampa del mundo, un clima de excepción, inmensos ríos y fácil acceso a los puertos de ultramar. El estado inmundo del Riachuelo no se debe a la “lluvia”. Ni nadie ignora su pésima condición. Sobran los estudios, pero falta la plata para llevar a cabo la obra. Tampoco escasea la “voluntad política”, pues promesas de reconstituirlo han sido hechas una y otra vez. Hasta se consiguió el préstamo para hacerlo. Pero…un muro invisible a la conciencia de los argentinos, paraliza toda voluntad. Como paralizo la de trasladar la Capital a Viedma en 1983. ¿Se acuerda?
La ley como causa de desorden
Todos estos malos efectos sociales y ecológicos califican el “tipo de orden económico” que sufrimos. Pero es fatal error creer que éste orden es obra de la naturaleza o de de un “grupo de intereses”. Aquélla y éstos existen, sin duda. Pero en la constitución material de un orden económico que tiene facha de “desorden”, hay que darle lugar como “causa directa principal” a las leyes dictadas después de aprobada la Constitución de 1853-60. Y estas leyes positivas, coactivas, no manan de la naturaleza. Existen por obra del “poder político”. Nadie puede negar la existencia de “lobbys” y manipulaciones detrás de cada ley que se aprueba. Pero la ley es ley porque el poder político (legislativo, ejecutivo y judicial) la ponen en existencia con su fuerza. Este poder político, para bien o para mal, la causa directa del derecho positivo.
Detrás de la ley positiva está la cultura
Cuando se establece como “orden político” a la democracia, el contenido de las leyes esta fuertemente condicionada por el “el tipo de cultura” que domina en la sociedad. Incluyendo a la que practican representantes y representados, ciudadanos comunes y hombres educados. En la Argentina de hoy – en la ciudadanía, su lideres y su clase intelectual - la “cuestión del acceso a la tierra” como condición de vida para los particulares y su intima dependencia con el “sistema de recursos públicos” , necesarios para ordenar la sociedad y afrontar el gasto de los gobiernos, esta fuera de agenda. Esto se ve escuchando sus proclamas y observando que “tópico a la carta” se ventila cada día en los diarios y la televisión.
Cuándo se acabó la buena racha argentina
El video que corre más abajo falsea la verdad cuando atribuye la miseria muestran las fotos al actual gobierno. Que la Argentina se encaminaba a ser un “país de cartón” era visible. Lo anuncia el Martín Fierro y lo describen muchos tangos. Tan pronto se dictara en 1869 el Código Civil restaurando el derecho de propiedad de la antigua Roma para acceder al suelo, se echaron las bases para una sociedad integrada – a futuro – por tres clases: patricios, plebeyos y proletarios. En un comienzo la baratura del precio del suelo permitió la recepción de millones de inmigrantes, nuestros ascendientes. Millones de hombres y mujeres aplicados al trabajo, gracias al bajo costo de la tierra, hicieron de la desolada Argentina el “granero del mundo”. Pero la buena racha en algún momento se quebraría si – de de alguna manera – no se corregían los efectos clasistas del derecho romano. Pero el fatal momento se anticipó cuando tras la guerra 1914/18 los estados inspirados en ideologías estatistas (de derecha e de izquierda) repusieron en el mundo, en pleno siglo XX, al antiguo mercantilismo, bajo el nombre de “proteccionismo nacional”.
Nadie arroje la primera piedra
Llegados los 1930, que la Argentina tuvo la insoslayable necesidad de establecer un “sistema de recursos” fiscales que a la vez que mantuviera el régimen de propiedad privada de la tierra, asegurara “igual derecho de acceso al suelo para todos sin excepción”. Lo había propuesto Roque Sáenz Peña en 1914. El gobierno de entonces, no lo hizo. Pero lamentablemente, atrapados por los ardorosos ideales estatizantes del momento, mas tarde encendidos por el aumento del proletariado (falta de justicia social) comenzaron los experimentos. Todo se tocó, nada se mantuvo igual, salvo el sistema de acceso al suelo y la creación de un régimen de impuestos creado para medrar del fruto del trabajo y la inversión. Nada mejor para castigar la producción y el consumo. Hasta hoy este es el disparate que se mantiene. Ningún ciudadano, ningún partido, ningún gobierno - mas allá de las muy notables diferencias entre todos ellos, salvo alguna ocasional excepción - lo ha tratado. Nadie esta libre de ese pecado. Ninguno puede ni debe arrojar la primera piedra.
La cuestión planteada importa a todos por igual
Las imágenes del video presentan, sin duda, un gravísimo problema de muy malas y vastas consecuencias en todos los órdenes de la vida social. Establecer la democracia con todas las libertades para todos sin excepción exige algo más que proponer un cambio de collar. Hay que cambiar al perro. En este caso el perro es el conjunto legal que establezca un sistema de acceso a la tierra igual para todos, elija como la base del sistema de recursos del Estado a la renta del suelo y proceda a eliminar la miríada de impuestos que castigan al trabajo y la producción.
Todos debemos recapacitar sobre este asunto. Solo así puede ser que entre todos podamos corregir la mala “constitución real”. La que nuestra el video. Hay que posponer toda disputa secundaria para asumir como asunto “constituyente” de la realidad esta cuestión básica del orden social argentino.
Establecida esa base, hay mucha tarea para ordenar al país desde los sendos puntos de vista de cada uno y de cada corriente política. Si no lo hacemos, aprestémonos a seguir con las insulsas disputas que arruinan a los gobiernos y hartan a los ciudadanos.
Buenos Aires, julio 23 del 2010
Hector Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
El video
Con el título “El país de cartón” circula por la Red el video que corre más abajo. No es anónimo pues formalmente aparece el nombre de sus productores. Merece ser examinado con una mirada que supere las reacciones que puede generar en uso su fin proselitista. Este fin proselitista no solo es lícito sino que la esencia de la democracia. Pero se justifica si ilustra a los electores sobre algún problema real y propone soluciones. Para que el ciudadano forme libremente su juicio y decida su voto.
La narración en off
El propósito del video no se ajusta a la primera “regla de juego” de quienes pretenden ser líderes en la democracia: presentar un problema. Porque presentar un problema no es mostrar un mal. Es algo más: es explicar su estructura y posible solución. El video falla por completo en dos puntos esenciales: uno, principalísimo, no explica las causas por las que la Argentina ha llegado a ser un “país de cartón”. Falla también cuando no propone acciones o proyectos con los que se pueda librar a tanta gente de la terrible situación que las fotos muestran. Cada uno de estos puntos es condicional del otro. No aclarar las causas por las que las cosas han llegado a ser, imposibilita proponer el remedio para corregirlas. Sugerir como remedio para acabar con cierta ruina social el constituir nuevo gobierno, esta desmentido por la experiencia de casi un siglo. No es el collar, sino el perro!, diría un juicioso asesor de campaña.
Un país atroz
El video importa por sobre todo porque da cuenta de una grave ignorancia padecida por la sociedad argentina en torno al estado de “amontonamiento” en que vive y se desenvuelve el 90% de la población de nuestra sociedad. Para hacer esta observación no hay que limitarse al alto porcentaje de los que subsisten en o por debajo de nivel de la línea de pobreza. Hay que incluir a los que pernoctan en “pensiones” , “hoteles residenciales”, “conventillos” y “villas de emergencia” y agregar, además, a los millones de hacinados en costosos, pero absurdamente estrechos departamentos de 1 o 2 ambientes. Este panorama hace sospechar la existencia de un terrible problema de base: “mala administración” del suelo. Se ve aun mas grave si se tienen presente a los millones de automóviles que de modo “habitual” estacionan en la vía publica por falta de garajes o por el alto costo de los pocos existentes. Verdaderas “trombosis” que si bien dan trabajo a los “trapitos” y algunos pesos a las municipalidad, restan fluidez y seguridad al transito. Las calles fueron construidas para circular, no para estacionar.
Todos estos hechos reflejan un disparate mayúsculo. Pensemos que hablamos de un país con un inmenso territorio y de escasa densidad de población. Sin embargo ni la ciudadanía ni sus hombres mas estudiados lo denuncian; ni las autoridades creen que sea su obligación corregirlo. Estamos “acostumbrados”. Del mismo modo que hasta antes de la constitución de la Argentina moderna, iniciada en los últimos decenios del siglo XIX, se tenía por “normal” a las condiciones de vida que en el cuento “El matadero” de Esteban Echeverría.
Problema de vieja data
El video muestra lo hoy por hoy ningún argentino desconoce. Pero no explica porque el 85% de la población urbana tiene que vivir en menos del 1% del territorio argentino. A este general hacinamiento de personas y cosas se la atribuye a la “costumbre de los argentinos”. Pero pronto se advierte la falsedad de esa creencia si se tienen en cuenta los palacios construidos por muy notables argentinos, casi dueños de la tradición nacional, en la etapa del “progreso” (1880-1930) y, también, en el numero de viviendas aceptables hasta los 1960. La explicación de ese desastre demográfico no esta tampoco en “la naturaleza” que nos agracia con la segunda pampa del mundo, un clima de excepción, inmensos ríos y fácil acceso a los puertos de ultramar. El estado inmundo del Riachuelo no se debe a la “lluvia”. Ni nadie ignora su pésima condición. Sobran los estudios, pero falta la plata para llevar a cabo la obra. Tampoco escasea la “voluntad política”, pues promesas de reconstituirlo han sido hechas una y otra vez. Hasta se consiguió el préstamo para hacerlo. Pero…un muro invisible a la conciencia de los argentinos, paraliza toda voluntad. Como paralizo la de trasladar la Capital a Viedma en 1983. ¿Se acuerda?
La ley como causa de desorden
Todos estos malos efectos sociales y ecológicos califican el “tipo de orden económico” que sufrimos. Pero es fatal error creer que éste orden es obra de la naturaleza o de de un “grupo de intereses”. Aquélla y éstos existen, sin duda. Pero en la constitución material de un orden económico que tiene facha de “desorden”, hay que darle lugar como “causa directa principal” a las leyes dictadas después de aprobada la Constitución de 1853-60. Y estas leyes positivas, coactivas, no manan de la naturaleza. Existen por obra del “poder político”. Nadie puede negar la existencia de “lobbys” y manipulaciones detrás de cada ley que se aprueba. Pero la ley es ley porque el poder político (legislativo, ejecutivo y judicial) la ponen en existencia con su fuerza. Este poder político, para bien o para mal, la causa directa del derecho positivo.
Detrás de la ley positiva está la cultura
Cuando se establece como “orden político” a la democracia, el contenido de las leyes esta fuertemente condicionada por el “el tipo de cultura” que domina en la sociedad. Incluyendo a la que practican representantes y representados, ciudadanos comunes y hombres educados. En la Argentina de hoy – en la ciudadanía, su lideres y su clase intelectual - la “cuestión del acceso a la tierra” como condición de vida para los particulares y su intima dependencia con el “sistema de recursos públicos” , necesarios para ordenar la sociedad y afrontar el gasto de los gobiernos, esta fuera de agenda. Esto se ve escuchando sus proclamas y observando que “tópico a la carta” se ventila cada día en los diarios y la televisión.
Cuándo se acabó la buena racha argentina
El video que corre más abajo falsea la verdad cuando atribuye la miseria muestran las fotos al actual gobierno. Que la Argentina se encaminaba a ser un “país de cartón” era visible. Lo anuncia el Martín Fierro y lo describen muchos tangos. Tan pronto se dictara en 1869 el Código Civil restaurando el derecho de propiedad de la antigua Roma para acceder al suelo, se echaron las bases para una sociedad integrada – a futuro – por tres clases: patricios, plebeyos y proletarios. En un comienzo la baratura del precio del suelo permitió la recepción de millones de inmigrantes, nuestros ascendientes. Millones de hombres y mujeres aplicados al trabajo, gracias al bajo costo de la tierra, hicieron de la desolada Argentina el “granero del mundo”. Pero la buena racha en algún momento se quebraría si – de de alguna manera – no se corregían los efectos clasistas del derecho romano. Pero el fatal momento se anticipó cuando tras la guerra 1914/18 los estados inspirados en ideologías estatistas (de derecha e de izquierda) repusieron en el mundo, en pleno siglo XX, al antiguo mercantilismo, bajo el nombre de “proteccionismo nacional”.
Nadie arroje la primera piedra
Llegados los 1930, que la Argentina tuvo la insoslayable necesidad de establecer un “sistema de recursos” fiscales que a la vez que mantuviera el régimen de propiedad privada de la tierra, asegurara “igual derecho de acceso al suelo para todos sin excepción”. Lo había propuesto Roque Sáenz Peña en 1914. El gobierno de entonces, no lo hizo. Pero lamentablemente, atrapados por los ardorosos ideales estatizantes del momento, mas tarde encendidos por el aumento del proletariado (falta de justicia social) comenzaron los experimentos. Todo se tocó, nada se mantuvo igual, salvo el sistema de acceso al suelo y la creación de un régimen de impuestos creado para medrar del fruto del trabajo y la inversión. Nada mejor para castigar la producción y el consumo. Hasta hoy este es el disparate que se mantiene. Ningún ciudadano, ningún partido, ningún gobierno - mas allá de las muy notables diferencias entre todos ellos, salvo alguna ocasional excepción - lo ha tratado. Nadie esta libre de ese pecado. Ninguno puede ni debe arrojar la primera piedra.
La cuestión planteada importa a todos por igual
Las imágenes del video presentan, sin duda, un gravísimo problema de muy malas y vastas consecuencias en todos los órdenes de la vida social. Establecer la democracia con todas las libertades para todos sin excepción exige algo más que proponer un cambio de collar. Hay que cambiar al perro. En este caso el perro es el conjunto legal que establezca un sistema de acceso a la tierra igual para todos, elija como la base del sistema de recursos del Estado a la renta del suelo y proceda a eliminar la miríada de impuestos que castigan al trabajo y la producción.
Todos debemos recapacitar sobre este asunto. Solo así puede ser que entre todos podamos corregir la mala “constitución real”. La que nuestra el video. Hay que posponer toda disputa secundaria para asumir como asunto “constituyente” de la realidad esta cuestión básica del orden social argentino.
Establecida esa base, hay mucha tarea para ordenar al país desde los sendos puntos de vista de cada uno y de cada corriente política. Si no lo hacemos, aprestémonos a seguir con las insulsas disputas que arruinan a los gobiernos y hartan a los ciudadanos.
Buenos Aires, julio 23 del 2010
Debate sobre El Origen de los Recursos del Estado para una Sociedad Libre, Igualitaria y Fraternal
Video del DEBATE SOBRE EL ORIGEN DE LOS RECURSOS DEL ESTADO PARA UNA SOCIEDAD DE HOMBRES LIBRES
Guillermo ANDREAU defiende la Tesis Rentística de recursos del Estado del Liberalismo Clásico -paradigma desafiante de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Constitución de 1853- para una reforma de consecuencias Económicas, Políticas, Sociales y Culturales. HOY.
Eduardo MARTY defiende la tesis vigente en Think Tanks Liberales -cultura del individualismo contra el avance del estado, la moral del capitalismo y la ética del autointerés racional- y ataca el geocomunismo del impuesto a la tierra del Sistema Rentistico.
El evento es abierto y será grabado en vídeo para ser difundido por Internet.
"El sistema rentístico de recursos del Estado duplica el poder adquisitivo del salario por dos razones: Primero por la eliminación de todos los impuestos y Segundo porque impide el aumento del valor de la tierra y con ello el aumento de los alquileres para vivir y trabajar. Convierte además a una sociedad improductiva en industrial y a una sociedad corrupta y autodestructiva como la nuestra en virtuosa y hermanada". Guillermo ANDREAU
A 200 años.
Debate sobre El Origen de los Recursos del Estado para una Sociedad Libre, Igualitaria y Fraternal
12 de agosto de 2010 · 18:00 - 20:00 hs.
Sede Catalinas, Universidad de Palermo, Edificio Madero
12 de agosto de 2010 · 18:00 - 20:00 hs.
Sede Catalinas, Universidad de Palermo, Edificio Madero
Av. Madero 942 8vo. Piso
Importante llevar documento para poder ingresar
Guillermo ANDREAU defiende la Tesis Rentística de recursos del Estado del Liberalismo Clásico -paradigma desafiante de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Constitución de 1853- para una reforma de consecuencias Económicas, Políticas, Sociales y Culturales. HOY.
Eduardo MARTY defiende la tesis vigente en Think Tanks Liberales -cultura del individualismo contra el avance del estado, la moral del capitalismo y la ética del autointerés racional- y ataca el geocomunismo del impuesto a la tierra del Sistema Rentistico.
El evento es abierto y será grabado en vídeo para ser difundido por Internet.
"El sistema rentístico de recursos del Estado duplica el poder adquisitivo del salario por dos razones: Primero por la eliminación de todos los impuestos y Segundo porque impide el aumento del valor de la tierra y con ello el aumento de los alquileres para vivir y trabajar. Convierte además a una sociedad improductiva en industrial y a una sociedad corrupta y autodestructiva como la nuestra en virtuosa y hermanada". Guillermo ANDREAU
La Universidad de Palermo nos recibe con cafe y medialunas.
Auspician:
CÁTEDRA LIBRE SISTEMA JURÍDICO REVOLUCIÓN DE MAYO DE 1810
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
INSTITUTO DE CAPACITACIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA (ICEPAL)
BLOG EL RELATIVISMO JURÍDICO www.elrelativismojuridico.blogspot.com
CÁTEDRA LIBRE SISTEMA JURÍDICO REVOLUCIÓN DE MAYO DE 1810
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
INSTITUTO DE CAPACITACIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA (ICEPAL)
BLOG EL RELATIVISMO JURÍDICO www.elrelativismojuridico.blogspot.com
jueves, 22 de julio de 2010
“Nadie puede considerarse en nuestros tiempos hombre culto" si no ha leído la obra de George".León Tolstoi
FELICITACIONES!
Felicito al Blog por asumir la oportuna y relevante tarea de poner a disposición de todos los que asisten y navegan en la Red, la obra prima de Henry George (1839-1897), titulada "Progreso y Miseria". Obra insuperable por la profundidad de su contenido, la cuidadosa exposición de los razonamientos, la fundada y mesurada critica a los economistas más reconocidos de su época, la prolija indagación sobre la causa radical de las crisis económicas y del aumento de la pobreza justo cuando en el mundo comenzó a crecer modo increíble la riqueza. Un libro que se caracteriza por ser riguroso en la definición de los conceptos, forjados casi "more matemático" , construidos con las mas bellas y precisas palabras, para que esté al alcance de toda persona que supiera leer y escribir. Indispensable condición cuando lo que se pretende es formar una sociedad democrática ordenada por un derecho positivo acomodado a la realidad, forjado con la razón e inspirado en los más nobles ideales individuales y sociales. Como públicamente sostuviera León Tolstoi, “nadie puede considerarse en nuestros tiempos hombre culto" si no ha leído la obra de George. No era un elogio casual ni un acto de cortesía, sino de una advertencia muy seria y fundada. Trataba de evitar el desencadenamiento de la violencia que sacudió hasta sus cimientos a la sociedad durante el terrible siglo XX.
Lamentablemente este consejo no fue seguido. Y la estupida y repugnante guerra mundial de 1914, entre las muchas otras bárbaras secuelas, llevó a la desaparición pública de la obra de George. Ideólogos de corazón frio y cabeza calientes, cuando no descarriada, endurecieron el alma de los pueblos colocándolos al borde del colapso de la civilización. La obra de George quedo sepultada bajos los escombros provocados por la catástrofe producida por una legión de líderes de mentes ganadas por el odio, la falta de afecto por el projimo, manifiesto en su persecución al individuos y enaltecimiento de la “masa” que es la muerte de aquellos. Tras esta locura, la humanidad desoyó la recomendación de Tolstoi y no presto atención al "remedio" de George. Hoy, un siglo después, para nada se trata y profundiza su obra en vitales campos del orden socia: en la educación superior, en las asociaciones profesionales, en los partidos políticos y en los sindicatos de trabajadores y empresarios, principales interesados, pues fue para éstos que George agotó hasta el ultimo aliento de vida escribiendo y llevando su verbo a las principales ciudades del mundo.
Si Tolstoi estaba en lo cierto, visto este ocultamiento de la obra de George , la sociedad actual, sin excepciones de revelancia, padece de peligrosa grave incultura. Esta ignorancia, sin ser el única, es quizá el mayor obstaculo con que tropiezan los hombres de hoy para abocarse con acierto a la tarea de ordenar una sociedad de hombres libres, con iguales oportunidades para construir su propio destino y para construir una "civilización empática". Esto es, una civilización en que todos actuemos a partir de habernos puesto en el lugar de nuestros semejantes. Antes se la llamaba "civilización fraterna".
El Blog acierta de un modo digno de aplauso al asumir la tarea de hacer pública la obra de George, inexistente en plaza, y apenas oculta en algunas bibliotecas de polvorientos anaqueles. Contar con esta publicación importa mucho. No por ser, como lo es, base para ser un moderno culto, sino porque leyendo a George, el lector argentino descubrirá con asombro cosas que ignora: 1º) La necesidad - para salvar la democracia y establecer la justicia social – de sustituir el desmadre económico y social actual , que hunde a nuestra patria, para reemplazarlo por un orden económico que tome como "base y punto de partida" la libre decisión de los habitantes en todas las esferas de vida, de modo principal en la económica. 2º) Que la filosofía política, pulida y sistematizada por George en los 1870, es la misma que inspiró a los patriotas de la Revolución de Mayo de 1810, iluminó el pensamiento de Estaban Echeverria en "El dogma socialista" y el de Juan Bautista Alberdi en "Sistema económico y rentistitico para la Confederación Argentina", cristalizado en normas y principios claros en la Parte Primera, Derechos y Garantías, de la Constitución Nacional de 1853.
En los 1920 comenzó en la Argentina el "ninguneo" de Mayo y de George. El pensamiento de Mayo" dejo de ser agua viva para la ciudadanía y se seco en un oropel a festejar sin llamas en el corazón ni ideas en la cabeza. El pensar de Mayo y de George fue tapado por patológicas y reaccionarias ideologías populistas, colectivitas y totalitarias. Esto fue manifiesto a partir de los 1930 y perdura, disfrazado, en la actualidad. El pensamiento y el sentimiento argentino, fue cortado de sus raíces. En consecuencia el país fundado para ser el hogar de hombres libres dispuestos a vivir de su trabajo, ha perdido el rumbo. Deambula a impulsos de un electoralismo vacío y sin sentido. Por ello, volver al pensamiento de Mayo mediante el estudio de George, es la más relevante actualización que los argentinos debemos hacer con urgencia.
Hacerlo en el Bicentenario no es mera ocasión; es un deber.
PROGRESO Y MISERIA Texto completo
Buenos Aires, Julio 22 del 2010
Héctor Sandler, Profesor Consulto, Derecho, UBA, Diputado Nacional (mandato cumplido)
miércoles, 21 de julio de 2010
PROGRESO Y MISERIA EN LA ARGENTINA
PROGRESO La economía argentina vuela en los números del Indec: creció 12,4% en mayo El estimador de la actividad, que anticipa la evolución del PBI, logró su mayor avance en seis años; la marca anterior era de marzo de 2004, cuando se había expandido 13,2%
MISERIA Un informe revela que creció el núcleo duro de la pobreza El 17% de la población vive en villas de emergencia o en asentamientos; en 2004 era el 10%
Indagación acerca de las causas de las crisis económicas y del aumento de la pobreza con el aumento de la riqueza. El remedio.
CAPITULO 1 EL GRAN ENIGMA DE NUESTROS TIEMPOS
El empleo del vapor y la electricidad, la adopción de métodos perfeccionados y maquinaria que ahorra trabajo, la mayor subdivisión y más amplia de la producción y las portentosas facilidades para los cambios, han multiplicado enormemente la eficacia del trabajo.
Era natural esperar, y se esperó, que los inventos economizadores de trabajo aliviarían la fatiga y mejorarían la situación del trabajador; que el enorme aumento del poder de producir riqueza haría de la pobreza una cosa del pasado. Si, en una visión del futuro, un Franklin o un Priestley hubiese visto el buque de vapor reeemplazando al velero, el ferrocarril a la diligencia, la máquina segadora a la guadaña, la trilladora al mayal; si hubiesen oido el trepidar de las máquinas que, obedientes a la voluntad humana y para satisfacer el humano deseo, ejercen un poder mayor que el de todos los hombres y todas las bestias de carga de la tierra juntos; si hubiesen visto el árbol de la selva convertido en madera acabada (en puertas, marcos, postigos, cajas o barriles) sin apenas tocarlo la mano del hombre; los grandes talleres en que botas y zapatos llegan a sus cajas con menos trabajo que el exigido al anticuado remendón para poner una suela; las fábricas donde, bajo la mirada de una joven, el algodón se convierte en tela más aprisa que si cientos de fornidos tejedores lo hubiesen elaborado con sus telares de mano; si hubiesen visto martinetes de vapor modelando inmensos ejes y poderosas áncoras, y delicadas maquinarias construyendo diminutos relojes; el taladro de diamante perforando las entrañas de las rocas y el aceite mineral ahorrando el de ballena; si hubiesen comprobado el enorme ahorro de trabajo que resulta del aumento de facilidades para el cambio y las comunicaciones, el carnero muerto en Australia comido fresco en Inglaterra, y la orden dada por el banquero en Londres por la tarde, cumplida en San Francisco en la mañana del mismo día; si hubiesen imaginado los cien mil progresos que estos solos ya sugieren, ¿qué conclusión habrían sacado respecto a la situación social de la humanidad? No habría parecido una deducción.
Más que fruto de la imaginación, le habría parecido como si él realmente lo viera, y le habría palpitado el corazón, y los nervios se le habrían estremecido como los de quien, desde una altura, frente a la sedienta caravana, divisa el esplendor vívido del bosque rumoroso y el reflejo de las rientes aguas.
Sencillamente, con los ojos de la imaginación habría contemplado cómo esas nuevas fuerzas elevaban la sociedad desde sus mismos cimientos, levantando al más pobre por encima de la posibilidad de la escasez, redimiendo al más humilde de la ansiedad por las exigencias materiales de la vida.
Habría visto cómo aquellos esclavos de la lámpara del saber tomaban sobre sí mismos la carga de la maldición tradicional, y cómo aquellos músculos de hierro y tendones de acero convertían la vida del obrero más pobre en una fiesta en la que toda alta cualidad y noble impulso tendrían motivo de desarrollo.
La asociación de la pobreza con el progreso es el gran enigma de nuestros tiempos. De esta generosa situación material, habría visto surgir, como obligada consecuencia, un ambiente moral realizador de la Edad de Oro. que siempre ha soñado la humanidad.
La juventud no cohibida ni famélica, la vejez no acosada por la avaricia; ¡el más tacaño embriagándose en la magnificencia de los astros! ¡La corrupción ausente; la discordia trocada en armonía! Porque, ¿cómo podría haber codicia donde todos tuviesen bastante? El vicio, el crimen, la ignorancia, la brutalidad que dimanan de la pobreza y del temor a la pobreza, ¿cómo podrían existir donde ésta hubiese desaparecido? ¿Quién se rebajaría donde todos fuesen libres? ¿Quién oprimiría donde todos fuesen iguales? Más o menos, vagas o claras, éstas han sido las esperanzas, éstos han sido los ensueños nacidos de los progresos que han dado a esta prodigiosa era su preeminencia.
Tan hondamente han arraigado en la mente popular, que han cambiado radicalmente las corrientes del pensamiento, refundiendo creencias y desalojando los conceptos más fundamentales.
Verdad es que un desengaño ha seguido a otro desengaño. Descubrimiento tras descubrimiento e invento tras invento, ni han disminuido la fatiga de los que más necesitan descanso, ni han traido la abundancia al pobre. Pero han habido tantas cosas a las que, al parecer, podía atribuirse este fracaso, que hasta hoy apenas se ha debilitado la nueva fe. Hemos evaluado mejor las dificultades que hay que vencer, pero no hemos confiado menos en que la tendencia de los tiempos era superarlas.
Ahora, no obstante, tropezamos con hechos inconfundibles. De todas partes del mundo civilizado llegan quejas de depresión industrial; de trabajo condenado al paro forzoso; de capital acumulado que se desperdicia; de apuros pecuniarios entre los hombres de negocios; y de escasez, sufrimiento y ansiedad entre las clases trabajadoras.
Hay malestar donde se mantienen grandes ejércitos permanentes, pero también lo hay donde éstos son nominales; hay malestar donde se aplican tarifas protectoras, pero también lo hay donde el comercio es casi libre; hay malestar donde todavía prevalece el gobierno autocrático, pero también lo hay donde el poder político está completamente en manos del pueblo; en países donde el papel es dinero y en países donde el oro y la plata son la única moneda corriente.
Evidentemente, hemos de colegir que, bajo todas estas cosas, hay una causa común. Que hay una causa común y que ésa es, o lo que llamamos progreso material, o algo íntimamente ligado a él, resulta más que una deducción al observar que los fenómenos agrupados con el nombre de crisis económicas no son sino intensificaciones de los que siempre acompañan al progreso material y que se muestran con mayor claridad y fuerza a medida que éste avanza. A los países más nuevos, es decir, a los países donde el progreso material está aún en sus fases primeras, es a donde los trabajadores emigran en busca de salarios más altos y el capital afluye en busca de más alto interés.
Es en los países viejos, es decir, en los países donde el progreso material ha alcanzado fases más avanzadas, donde la pobreza habitual se halla en medio de la mayor abundancia. Id a uno de los países nuevos donde el mecanismo de la producción y el intercambio es todavía rudo y poco eficaz; donde el incremento de la riqueza no basta para permitir a ninguna clase social la vida cómoda y lujosa; donde la mejor casa no es sino una cabaña de troncos o una choza de lona y cartón y el hombre más rico está obligado al trabajo diario, y, aunque no encontraréis la opulencia y todo su acompañamiento, no hallaréis mendigos. No hay lujo, pero tampoco hay miseria. Nadie se da una Vida regalada, ni siquiera muy buena vida; pero todos pueden ganarse la vida y nadie apto y deseoso de trabajar es oprimido por el temor a la indigencia. Pero tan pronto como uno de estos países alcanza la situación por la cual se afanan todas las sociedades civilizadas y asciende en la senda del progreso material, así que una más densa población, una más íntima relación con el resto mundo y un mayor uso de la maquinaria que ahorra trabajo, posibilitan mayores economías en la producción y el cambio, y por consiguiente la riqueza aumenta, no sólo en conjunto, sino en relación al número de habitantes, entonces la pobreza toma un aspecto más sombrío.
Algunos logran hacer su vida infinitamente mejor y más fácil, pero a otros les es difícil tan siquiera ganársela. El vagabundo llega con la locomotora, y los hospicios y cárceles son señales del progreso material tan seguras como las suntuosas viviendas, los ricos almacenes y las magníficas iglesias. Este hecho, el gran hecho de que la pobreza con todas sus derivaciones aparece en las sociedades precisamente cuando éstas alcanzan la situación a que tiende el progreso material, demuestra que las dificultades sociales existentes dondequiera que se ha logrado un cierto grado de progreso, no provienen de circunstancias locales, sino que son engendradas, de una u otra manera, por el progreso mismo.
Esta asociación de la pobreza con el progreso es el gran enigma de nuestros tiempos. Es el hecho central del cual dimanan las dificultades económicas, sociales y políticas que tienen perplejo al mundo y contra las cuales el arte de gobernar, la beneficencia y la enseñanza luchan en vano.
De él vienen las nubes que amenazan el porvenir de las `naciones más progresivas y seguras de sí mismas. Es el enigma que la esfinge del destino plantea a nuestra civilización, y no resolverlo es ser destruido. Mientras todo el aumento de riqueza suministrado por el progreso vaya sólo a formar grandes fortunas, a aumentar el lujo y acentuar el contraste entre la Casa de la Opulencia y la Casa de la Privación, el progreso no es real y no puede ser permanente.
Esta cuestión, a pesar de su capital importancia y de llamar universal y dolorosamente la atención, aún no ha tenido una solución que explique todos los hechos y señale un remedio claro y sencillo.
Prueban esto los diversísimos intentos de explicar las crisis de la producción. No sólo muestran una divergencia entre los pareceres populares y las teorías científicas, sino también que la coincidencia que debería haber entre los adeptos de las mismas teorías generales se disgrega, ante las cuestiones prácticas, en una anarquía de opiniones.
Las ideas de ser inevitable el conflicto entre el capital y el trabajo, de ser nociva la maquinaria, de haberse de restringir la competencia y abolir el interés, de poderse crear riqueza emitiendo dinero, de ser un deber del gobierno el proporcionar capital o trabajo, se abren rápidamente paso entre la gran masa del pueblo que siente hondamente el daño y tiene viva conciencia de una injusticia. Tales ideas, que ponen a las grandes multitudes, depositarias de la fuerza política definitiva, bajo la gula de charlatanes y demagogos; están cargadas de peligros; pero no pueden ser combatidas con éxito mientras la Economía Política no dé al gran problema una respuesta conforme con todas sus enseñanzas y capaz de imponerse por sí misma a las percepciones de las grandes muchedumbres.
Incumbe a la Economía Política dar esta respuesta. Porque la Economía Política no es un conjunto de dogmas. Es la explicación de un cierto conjunto de hechos. Es la ciencia que, en la sucesión de ciertos fenómenos, procura hallar sus relaciones mutuas y reconocer la causa y el efecto, del mismo modo que las ciencias físicas tratan de hacerlo en otro grupo de fenómenos. Pone sus cimientos sobre terreno firme.
Las premisas de donde saca sus conclusiones son verdades que tienen la más alta sanción; son axiomas que todos reconocemos; sobre ellas cimentamos con certeza los razonamientos y acciones de la vida diaria y pueden ser reducidas a la expresión metafísica de la ley física por la cuál el movimiento busca la línea de menor resistencia, esto es, que el hombre procura satisfacer sus deseos con el mínimo esfuerzo.
Partiendo de una base asegurada de este modo, su método, que consiste sencillamente en identificar y separar, tiene igual certeza. En este sentido es una ciencia tan exacta como la geometría, la cual, de análogas verdades relativas al espacio, saca conclusiones por medios parecidos; y sus conclusiones, cuando sean válidas, han de ser igualmente claras de por si. Y aunque en el dominio de la Economía Política no podemos probar nuestras teorías con combinaciones o condiciones provocadas artificialmente, como se puede hacer en algunas otras ciencias, podemos, no obstante, emplear comprobaciones no menos concluyentes, comparando sociedades en las cuales existen condiciones diferentes o separando, cambiando, adicionando o eliminando con la imaginación fuerzas o factores de dirección conocida. Que la Economía Política, como ahora se enseña, no explique de acuerdo con las más arraigadas percepciones humanas la persistencia de la pobreza en medio de la creciente riqueza; que las verdades indiscutibles que enseña estén inconexas y dispersas; que no haya logrado difundirse en el pensamiento popular, ha de ser debido, a mi juicio, no a incapacidad de la ciencia cuando se estudia como es debido, sino a algún paso en falso en sus premisas o algún factor olvidado en sus apreciaciones. Y como, por respeto a la autoridad, se suele disimular estas equivocaciones, me propongo en esta indagación no hacer ninguna concesión. Me propongo no esquivar ningún problema, no retroceder ante ninguna conclusión, sino seguir la verdad a dondequiera que nos lleve.
Si las conclusiones obtenidas van contra nuestros prejuicios, no desistamos; si impugnan instituciones mucho tiempo tenidas por prudentes y naturales, no retrocedamos.
PROGRESO Y MISERIA TEXTO COMPLETO
lunes, 19 de julio de 2010
Radio: El Neoliberalismo tiene los dias contados Sandler, Andreau.
Programa de radio Hector Sandler, Guillermo Andreau
Los Neoliberales tienen los días contados
Clikear sobre el titulo para escuchar el audio
sábado, 17 de julio de 2010
Desde Londres; Hora de Cambio.
El Presidente de IU, Fernando Scornik Gerstein, explica por qué no podemos
erradicar la pobreza bajo las actuales reglas de juego y la necesidad de reemplazar el sistema tributario de recursos del estado por el rentistico como lo intento la Constitución de 1853 y de la Revolución de Mayo de 1810.
Es interesante y de gran importancia ver lo que esta ocurriendo en los centros del capitalismo mundial. Fernando Scornik Gerstein, actual presidente de la International Union, centenaria institución dedicada a investigar problemas económicos y sociales y a proponer soluciones sustentadas en los derechos humanos, declara en el presente vídeo que una sociedad prospera de hombres libres , capaces de cooperar entre si, no solo es necesaria sino es posible. El método es más sencillo de lo que la gente del común y los especialistas creen. Se trata, en esencia, de sustituir el pésimo régimen de recursos de que se valen los gobiernos actuales, por uno simple, claro y practico. Hay que eliminar la miríada de impuestos que castigan a los trabajadores, inversores y consumidores y pagar los gastos del Estado con lo que se recaude en concepto de "renta de la tierra" . Monto obtenible mediante la aplicación de un bajo tanto por ciento sobre el valor de mercado del suelo, sin considerar las mejoras. La base, lo dice claramente, es eliminar los impuestos con la recaudación de la "renta" fundiaria. Es una buena noticia que esta idea se vaya expandiendo en el mundo. La mala noticia para nosotros es tener que escuchar desde Londres proponer lo que quiso llevar adelante durante la Revolución de Mayo y que incluso fuera presentado como proyecto legislativo en 1916 por el insigne presidente Roque Saenz Peña. Esto debiera avergonzarnos. En cierta medida el expositor del vídeo tiene razón cuando dice que el problema no es que se ignore la solución, sino que no hay voluntad política para implementarla. Por eso, desde este Blog. no solo queremos rescatar los principios de orden gestados en Mayo, sino que pretendemos que todos los dirigentes políticos democráticos argentinos - sin distinción de partido ni tendencia - ante las elecciones del 2011, tomen conciencia de esta realidad y actúen en consecuencia para poner fin a la pobreza y asegurar la prosperidad general. Pongamos todos nuestros esfuerzos en concretar esta base indispensable para lograr la paz social y colocar a la patria a la cabeza de la modernidad.
Hector Raúl Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
erradicar la pobreza bajo las actuales reglas de juego y la necesidad de reemplazar el sistema tributario de recursos del estado por el rentistico como lo intento la Constitución de 1853 y de la Revolución de Mayo de 1810.
Es interesante y de gran importancia ver lo que esta ocurriendo en los centros del capitalismo mundial. Fernando Scornik Gerstein, actual presidente de la International Union, centenaria institución dedicada a investigar problemas económicos y sociales y a proponer soluciones sustentadas en los derechos humanos, declara en el presente vídeo que una sociedad prospera de hombres libres , capaces de cooperar entre si, no solo es necesaria sino es posible. El método es más sencillo de lo que la gente del común y los especialistas creen. Se trata, en esencia, de sustituir el pésimo régimen de recursos de que se valen los gobiernos actuales, por uno simple, claro y practico. Hay que eliminar la miríada de impuestos que castigan a los trabajadores, inversores y consumidores y pagar los gastos del Estado con lo que se recaude en concepto de "renta de la tierra" . Monto obtenible mediante la aplicación de un bajo tanto por ciento sobre el valor de mercado del suelo, sin considerar las mejoras. La base, lo dice claramente, es eliminar los impuestos con la recaudación de la "renta" fundiaria. Es una buena noticia que esta idea se vaya expandiendo en el mundo. La mala noticia para nosotros es tener que escuchar desde Londres proponer lo que quiso llevar adelante durante la Revolución de Mayo y que incluso fuera presentado como proyecto legislativo en 1916 por el insigne presidente Roque Saenz Peña. Esto debiera avergonzarnos. En cierta medida el expositor del vídeo tiene razón cuando dice que el problema no es que se ignore la solución, sino que no hay voluntad política para implementarla. Por eso, desde este Blog. no solo queremos rescatar los principios de orden gestados en Mayo, sino que pretendemos que todos los dirigentes políticos democráticos argentinos - sin distinción de partido ni tendencia - ante las elecciones del 2011, tomen conciencia de esta realidad y actúen en consecuencia para poner fin a la pobreza y asegurar la prosperidad general. Pongamos todos nuestros esfuerzos en concretar esta base indispensable para lograr la paz social y colocar a la patria a la cabeza de la modernidad.
Hector Raúl Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
La Autodestrucción Argentina. El efecto Neoliberal.
CONDICIONES PARA UNA CIUDADANÍA RESPONSABLE
Héctor Raúl Sandler, profesor Consulto, Derecho, UBA
Una encuesta alarmante
En su articulo “Por una ciudadanía responsable” ( La Nación ,15 de julio de 2010), informa Natalio Botana que encuestas realizadas en 18 naciones muestran que los argentinos valoran alto a los individuos y a la familia , pero guardan poca estima por su propio país y al mundo. Los individuos y la familia reciben una opinión positiva del 82% en la Argentina, del 91% en Brasil y del 84% en Uruguay. La gran diferencia surge cuando se mide la estima que las sendas poblaciones de esas tres naciones tienen respecto de su propio país y del mundo. El caso argentino alarma. La positiva respecto del propio país y del mundo en Brasil es del 75% y 61% respectivamente. En Uruguay del 59% y 35%. En la Argentina solo del 19% para con el país y del 20% en relación al mundo. “El asunto da que pensar”, dice Botana agregando.”¿Habría que dar acaso razón a Borges que declaraba que los argentinos eran individuos y no ciudadanos”, cada uno satisfecho consigo mismo y su familia, pero hostiles a su país y al entorno mundial?.
“No es sencillo encontrar alguna pista de explicación”, escribe Botana. En una democracia – como la que vivimos desde 1983 –, la ciudadanía como afecto para con el país y sentimiento de vinculación con el mundo es, a su juicio, “una instancia que debería ser capaz de arrancar al individuo de su contorno más inmediato para lanzarlo a la acción que persigue plasmar, aunque más no sea ocasionalmente, tras el perfil del interés general”. Ella se manifiesta cuando el individuo proyecta sus afectos mas alla de su familia al país todo y tiende a vincularse con el resto del mundo traspasando las fronteras nacionales. “Estos dos parámetros están flaqueando entre nosotros” sostiene con preocupación y considera que es una importante cuestión política saber las causas de tal menosprecio respecto del propio pais y del mundo.
Según Botana “cuando se trata de defender un interés en un sector de la economía y del empleo, o en un punto geográfico, la ciudadanía vibra, se enfervoriza y se apropia del espacio público”, en los hechos , sus representantes políticos van a remolque de los acontecimientos. Es harto frecuente que asuman su rol de representantes solo previo cálculo de los beneficios a obtener haciéndose eco de lo que en la ciudadanía manifiesta. Muchos años atrás, señalábamos nosotros una creciente fractura entre “representantes” y “representados”, tanto en el ámbito político como en el sindical y empresarial. No es algo exclusivo de la democracia instalada en 1983. La fractura de era patente ya en los 1960. La floja representatividad política, sindical y empresarial fue una de las causas que facilitó, cuando no alentó, a los militares dar los golpes de estado en los años 1966 y 1976.
Continua afirmando Botana que no hay fervor general ni vibrante ciudadanía “cuando la política a través del liderazgo que se forja en los partidos políticos busca proponer una empresa mucho más amplia”, como las que importan un "proyecto de nación" o "proyecto de país". “En estos casos las convicciones decaen o abren paso a un choque con gobernantes adictos a la confrontación”. Hay entonces un repliegue hacia el individualismo y la política queda encapsulada en conflictos sectoriales. La representatividad, clave esencial para una democracia orgánica y fluida, no funciona. Los representantes pierden peso específico. Muchos, a pesar de su buena voluntad y expresos discursos, actúan como si no atinaran a insertar sus propuestas o decisiones en el “interés general”. El escenario es ocupado por intereses particulares, de sector, de grupos e incluso de simples y desconocidos individuos. Esta descomposición de la relación “representantes/representados” genera sedimentos de corrupción que se depositan y acumulan a través de sucesivos gobiernos, destaca Botana. Todo esto es bien visible. Lamentablemente a esta altura de su artículo el autor que comentamos pareciera perder el hilo de Ariadna, necesario para avanzar en el laberinto social argentino a fin de llegar a alguna conclusión firme que permita impulsar a una acción correctora del estado de cosas.
El desencanto político
Casi al cierre de su escrito llama Botana a fijarse en lo que podría denominarse el actual “eje” Buenos Aires/Caracas, La existencia de esa vinculación entre el gobierno nacional argentino y el caraqueño es cosa bien visible. Pero si deseamos encontrar causas más profundas de estos vaivenes de los gobiernos argentinos y al mismo tiempo explicar aquellas alarmantes estadísticas que hablan del decaimiento de un espíritu público de amplias miras, no podemos limitarnos a este hecho coyuntural. Ni siquiera al gobierno que lleva un septemio en el poder. Debemos formularnos interrogantes más abarcativos. Preguntas que tras reconocer la fractura entre representantes y representados exploren cuáles factores exógenos a los individuos condicionan , cuando no dominan, a los sentimientos y voluntad de la ciudadanía. ¿No habrá alguna falla sistémica en las raíces de nuestro orden social? ¿No serán esos fenómenos alarmantes expresión involuntaria de fallas existentes en lo profundo de nuestra constitución real? Tener presente el sistema u orden general en el que los individuos viven y actúan es decisivo. Los alemanes no hablan el idioma de Goethe ni los españoles el de Cervantes por gusto o preferencia sino porque es “lo que se habla” y sabido es que acatar lo que se habla, es condición de vida y sobrevivencia. ¿Por qué la actual democracia – querida por tanta gente desde los 1983 y a la que nadie quiere resignar - da lugar a una ciudadanía que oscila entre el egoísmo individual y doméstico a explosiones masivas que ponen en riesgo a su existencia?
Nuestra idea es que la reciente democracia política ha acabado desencantar a los argentinos. Y lo curioso es que este desencanto ocurre a pesar que los habitantes de nuestro país están ampliamente dotados para formar un orden social de alta complejidad en todas las esferas de vida, en especial en la cultural y la económica. En ambas la Argentina maravillaba al mundo hace menos de un siglo. ¿Será causa de nuestro decaimiento nada menos que la democracia? Sería doloroso tener que aceptar esto cuando se dispone de una relativamente elevada cultura y un increíble repertorio de recursos naturales. Me permitiré recordar una anécdota vivida en el extranjero. En una conversación sostenida con un reclutador de CEO, me decía en actitud de alabanza para nuestra gente, que presentándose candidatos de varias nacionalidades para ocupar algún puesto gerencial, en paridad de condiciones técnicas, el prefería elegir al que fuera argentino. Me llamo la atención su preferencia y no pude dejar de comentarle que era realmente contradictorio que siendo los ejecutivos argentinos tan buenos, el país sufría los problemas sociales tan graves. Al toque me replico: “Ah no, eso es otra cosa. Como individuos son excepcionales. Pero cuando se los junta a todos, el sistema colapsa”. ¿Seremos los argentinos seres tan carentes sociabilidad como para que no podamos aunar esfuerzos? No es posible pensar tal cosa cuando ve su desempeño en el exterior. Menos aun si uno hojea las guías telefónicas de Nueva York y Buenos Aires. Es notable la similitud de los apellidos entre los americanos de allá y los de nuestro país. En ambos la mayoria de la población esta integrada por descendientes de quienes, una vez, “bajaron de los barcos” para hacerse el porvenir que en su patria les era negado. SE necesita otra explicación para aclarar el enigma que me presentara mi entrevistado.
El derecho positivo y el orden social
La causa hay que buscarla en el orden social efectivamente constituido, en cuya conformación el papel más directo, en el Estado moderno, corresponde de modo principal al derecho positivo, a la legislación vigente. Años atrás Carlos Garcia Martinez escribió dos libros que conviene repasar. En uno, premiado en 1963, describió las causas del estallido de la inflación argentina a partir de los 1940. El otro – escrito en 1969 – lleva el sugestivo nombre “La telaraña argentina. Economía política de la decadencia”. Los fenómenos que allí describe no son propios del “orden natural”. Su causa directa (no importa quienes lo dictaron ni los fines que lo motivaron) fue el derecho positivo. Disponemos de otra prueba sobre el daño que puede causar el derecho positivo. El economista, Juan Carlos de Pablo, escribió dos tomos narrando la evolución de la “Economía Argentina en la segunda mitad del Siglo XX”. En prolijo inventario incluye todas las normas coactivas regulatorias de la economía nacional; desde los Códigos hasta simples resoluciones administrativas. Se pueden hacer dos grupos con ese conjunto legislativo. Uno que corre desde 1862 hasta 1943 y otro desde 1943 a 1999. Desde el punto de vista económico – a la luz de los resultados finales de cada etapa - puede considerarse al primero, en grueso, etapa de progreso; al segundo, etapa de estancamiento y decadencia. ¿Qué relación guardan la legislación positiva dictada con los resultados de esas etapas? El siguiente: para ordenar la economía desde 1862 a 1943 se dictaron en total 262 normas coactivas, Con el mismo fin, de 1943 a 1999 fueron dictadas nada menos que 8.600. Saque el lector sus conclusiones. La peor inflación que ha sufrido la Argentina no es la monetaria; es la legislativa, que es causa directa de la otra. A la vista de estos datos no es aventurado sostener que el derecho positivo ha pasado a ser una de las principales causas de la ruina argentina. En semejante orden social la democracia no basta para cumplir su sentido primordial: mejorar la condición de vida de todos mediante gobiernos elegidos por todos. Otras razones convierten a la democracia en un catafalco, el que se mantiene en pie solo por la voluntad de mantenerla luego de habernos convencido que el ministro italiano Enaudi tenía razón: “la democracia es preferible por que para un país es mejor contar las cabezas que romperlas”. Pero la democracia no basta para recobrar el impulso necesario para recobrar la prosperidad que una vez tuvimos.
Ciudadanía política y ciudadanía económica
Sin ciudadanía, es verdad, no hay democracia. Pero la palabra “ciudadanía” es muy genérica y alude a una realidad mucho mas compleja que a la mera atribución de derechos del individuo para que con arreglo a un sistema electoral se constituya el gobierno. Hoy la ciudadanía política se adquiere por el simple cumplimiento de determinada edad y se ejerce sustancialmente en los actos electorales generales y, en algunos casos, en grupos y cuerpos menores. En la vida moderna la “ciudadanía política” es solo una de las varias “dimensiones” que la ciudadanía tiene. En el mundo actual y en especial para la Argentina, la “ciudadanía política” (derecho a elegir y ser elegido para gobernar), no basta. Hay que reparar a lo que denominamos “ciudadanía económica”. La ciudadanía económica consiste en dos derechos fundamentales: 1) el de gozar todo individuo el derecho a elegir en dónde, en qué, cuando y cómo trabajar; 2) el inseparable derecho a gozar del pleno fruto de su trabajo. Esta ciudadanía económica no debe ser confundida con la que puede llamar “ciudadanía social”. La tiene todo aquel a quien los gobiernos mediante un derecho positivo coyuntural le facilitan disfrutar de la riqueza producida en el país, aunque no trabaje. Disfrutar, por ejemplo, de un “plan trabajar” o a de un “salario universal mínimo”, puede ser socialmente necesario; pero no forma parte de la “ciudadanía económica” en los términos por nosotros definida. La ciudadanía económica en Argentina es reconocida por el Art.14 y sus correlativos en la Primera Parte de la Constitución originaria de 1853. Se piensa, en general, que esta ciudadanía económica fue plena a partir del último tercio del siglo XIX; no es la verdad estricta, pues nunca alcanzó su plenitud. Para peor, a partir de ciertas fallas estructurales iniciales, sobre las que hablare mas abajo, la ciudadanía económica entre nosotros fue degradándose cada vez más, sobre todo desde los 1930. En la actualidad luce como excepción y casi siempre merced a un privilegio dictado en lugar del recto derecho.
La ciudadanía económica depende del orden económico
Lo más importante en esta materia es que así como la existencia y ejercicio de la “ciudadanía política” solo se da en un tipo de “orden político”, la “ciudadanía económica” solo es posible dentro de un tipo de “orden económico”. Los tipos de ordenes económicos que el hombre ha sido y es capaz de constituir son harto variados. Forman una clase especial los llamados “de mercado”. Dentro de ésta clase hay muy variados tipos, pero la nota dominante es que la actividad económica de productores y consumidores responde a “sus propios planes”. El economista contemporáneo Walter Eucken, examinando morfológicamente la historia de la humanidad, muestra que son posibles 25 formas de mercado, según el grado de libertad por el lado de la oferta y de la demanda. Pero una y solo una es de “libre concurrencia” por ambos lados. Hacia este tipo apuntó la Constitución de 1853. En este tipo de orden económico la ciudadanía económica de los individuos alcanza su plenitud; y se degrada en medida que intereses y fuerzas internos o externos limitan la libertad de oferta y de demanda en creciente número de bienes transables. No existe en los órdenes económicos centralmente dirigidos por el Estado.
Juan Bautista Alberdi, hombre de su tiempo tuvo mas claro que ningún otro en America Latina cual era la base central material para una sociedad de hombres libres, susceptibles de ser tratados en pie de igualdad, laborando en condiciones de mayor “fraternidad”: afecto este ultimo llamada desde hace poco “empatía humana”. Al comentar en 1854 la Constitución Argentina recién dictada, escribió Alberdi de modo claro: “La libertad económica no es la libertad política. Ejercer la libertad económica es trabajar, adquirir, enajenar bienes privados: luego, todo el mundo es apto para ella, sea cual fuere el sistema de gobierno. Usar de la libertad política es tomar parte en el gobierno; gobernar aunque mas no sea que por el sufragio; requiere educación, cuando no ciencia; es el manejo de la cosa pública. Gobernar, es manejar la suerte de todos; lo que es más complicado que manejar (cada uno) su destino individual y privado. He aquí el campo de la libertad económica, que la Constitución argentina asimila a la libertad civil concedida por igual a todos los habitantes del país , nacionales y extranjeros por los arts.14 y 20” (J. B. Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina Según La Constitución de 1853”, Introducción).
Caso de “fraude legis” contra la Constitución
La concepción de Alberdi, institucionalizada en la Constitución de 1853, sufrió dos golpes terribles para desgracia de la naciente sociedad argentina. Ambos fueron dados mediante la ley positiva. El primero provino del Código Civil, el que (contra la opinión de Alberdi) reprodujo el sistema de propiedad sobre la tierra de la Antigua Roma. El segundo gran golpe contra nuestra Constitución –relacionado con la ciudadanía económica - fue dado en 1932, al dictarse de “modo provisorio por 3 años” la ley de impuesto a los réditos. Esta ley fue el germen del actual sistema de impuestos, que alienta la especulación con la tierra a la vez que castiga al trabajo, la inversión de capital , la producción y el consumo, Ambos – Código Civil y sistema de impuestos – conforman una prensa que aplasta a la ciudadanía económica. Sobre su ruina florece el “clientelismo” a la vez que por ella marchita la democracia.
Estamos pagando el alto costo de haber erradicado a la “ciudadanía económica” con la engañifa de la ampliar la “ciudadanía política. Quien se duela por estas consecuencias ha de obrar desde el lugar que ocupe para que mediante un nuevo derecho positivo, poner en vigencia los principios de la Constitución Nacional originaria, fraudulentamente cancelados por aquel doble sistema legal. Este obrar supone algo muy importante. Algo que no es cosa material, ni económica ni legal. Es algo propio de la cultura: un cambio espiritual. Para lograr este cambio más se requiere de hombres preocupados por el asunto que de enojadas multitudes.
Se dice que basta una chispa para poner fuego al más vasto pastizal. Nuestra democracia política sin sustento en la ciudadanía económica puede hacer del país un peligroso pastizal. Pero lograr estas transformaciones demanda un cambio cultural. Llevar este adelante es tarea difícil; pero no imposible. Además ofrece una ventaja. Cada uno puede cambiar por su propia cuenta. Basta con que en serio quiera cambiar su propio modo de pensar, de sentir y de querer. Y no olvidemos, uno más uno, en esta materia hacen más de dos. Entonces la democracia política recobrará el noble sentido que tiene y que, lamentablemente, está en riesgo de perder.
Julio 16 de 2010.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)