viernes, 22 de octubre de 2010

La influencia cristiana en Alberdi


Por Guillermo Cabrera Leiva publicado en diariolasamericas.com
N.de la R.: el interesante articulo omite que su pensamiento social y economico parten del sistema juridico y rentistico de recursos del estado judeo cristiano contrario al romano.

Estamos cerca del bicentenario de Juan Bautista Alberdi, el padre de la Constitución de la República Argentina, nacido en 1810, año en que se inició el movimiento independentista de su patria.
Se ha dicho que fue también el padre del panamericanismo, y el primero que vislumbró una asociación de Estados americanos y quien combatió, como nadie, la guerra y el espíritu contencioso del hombre en sociedad.
Su libro “El crimen de la guerra” ofrece un caudal de razones para desaprobar los conflictos armados entre las naciones. Precisamente, al revisar su obra escrita, reconocemos en Alberdi un lidiador por la causa de la paz – una paz fundada en el amor fraterno, en la comprensión y en el respeto mutuo.
Pero sobre todo, reconocemos la influencia cristiana que permeó su pensamiento, una influencia que le llevó a escribir libros como “El crimen de la guerra”, del que tomamos párrafos como estos:
“El cristianismo ha enseñado a los pueblos modernos a considerarse como una familia de hermanos. Nacidos de un padre común”. “No hay moral que haya subordinado la paz a la buena voluntad tanto como la moral cristiana. Se puede decir que la voluntad del hombre de paz es la voluntad del cristiano, es decir, la buena voluntad”.
Alberdi, que en política era republicano de buena cepa, había nacido en 1810, y por eso decía: “Yo he nacido con la Revolución; me he criado con ella; sus intereses me ligan a los recuerdos de mi niñez y del país de mi nacimiento; sus dogmas y principios, a los estudios de mi juventud, sus perspectivas, a las quimeras doradas de mi vida….”
Como abogado, se interesó vivamente en el derecho constitucional, habiendo coronado su obra jurídica con la publicación de “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”. Con esta obra, en la que se plasma la Constitución argentina de 1853, adquiere Alberdi la fama imperecedera que hoy lo proclama como el forjador institucional de la Argentina moderna.
Su pensamiento, sin embargo, va más allá de lo estrictamente jurídico, y nos deja en la citada obra una gran riqueza filosófica y cristiana. “Dad a leer el Evangelio – dice Alberdi – a un hombre de sentido común. Y si no corren de sus ojos esas dulces lágrimas que hacen verter la más sublime acción, la más alta y noble poesía, decid que ese hombre no tiene alma o carece de un sentido, pues ni Rafael, ni Ticiano, ni Miguel Angel han dado a Jesús la belleza que tiene su doctrina por sí misma”.
Reflexionando sobre los valores humanos expresa: “La buena voluntad es la voluntad que cede, que perdona, que abdica su derecho cuando su derecho lastima el bienestar de su prójimo. En moral, como en economía, hacer el bien al prójimo es hacerse el propio bien”. “Presentad la otra mejilla al que os da un bofetón” significa una verdad inmortal, a saber: ceded en vez de disputar; la paz vale todas las riquezas; la bondad vale diez veces la justicia”.
“Si sólo amáis a los que os aman, ¿qué gracia tendréis?” Cambiar el bien por el bien es hazaña de que son capaces los tigres, las víboras, los animales más feroces. Dar flores al que nos insulta, regar el campo del que nos maldice, es cosa de que sólo es capaz el hombre, porque sólo él es capaz de imitar a Dios en ese punto”.
Y esta profunda reflexión sobre la bondad y la justicia:
“Todo el hombre moderno, el hombre de Jesucristo, consiste en que su voluntad tiene por regla la bondad en lugar de la justicia. El que no es más que justo, es casi un hombre malo, porque se puede practicar toda clase de iniquidades sin sacar el pie de la justicia”.
Así pensaba este argentino nacido hace dos siglos, que se llamaba Juan Bautista Alberdi, el hombre que dijo lo siguiente: “La misión más bella del cristianismo no ha empezado: es la de ser el código civil de las naciones”.

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