martes, 22 de septiembre de 2020

Insubordinación a la Ley de Loteos para Volver al Orden Natural Transformando Proletarios Usurpadores en Propietarios

La subordinación a leyes corruptas genero PROGRESO Y MISERIA transformando a la sociedad en "una manga de ladrones del primero al último" empujando a las victimas al sufrimiento que lo empujan al mal y a la muerte.

La Educación endogámica, acrítica genera una ignorancia inducida que desarrolla una sociedad traumatizada que no sabe, no quiere y no puede modificar el statu quo.

Presentación de Guillermo Andreau ante el gabinete de la Subsecretaria de Tierra y Habitat de la Provincia de Buenos Aires responsables del desorden económico y social, 22 de setiembre de 2020.



OCUPACIÓN ANÁRQUICA DE TERRENOS PÚBLICOS Y DESTRUCCIÓN DEL ORDEN NATURAL. (Los loteos privados y el rol de los viejos martilleros) 
Dr. Antonio I. Margariti Agosto de 2018 

Las ciudades argentinas tuvieron históricamente un buen diseño urbano. Las manzanas divididas en clásicas cuadrículas, el área central -de gran calidaddestinada a edificios públicos de exquisita arquitectura, las plazas y parques diseñados por paisajistas de renombre mundial, las zonas comerciales atractivas, los bulevares y áreas residenciales con viviendas de categoría y los barrios suburbanos bien organizados. 

Casi todas las ciudades estaban rodeabas por cinturones verdes de quintas y huertas. Pero todo esto se terminó. Fue en 1977 cuando mentes bien intencionadas pero ignorantes del orden natural sancionaron la ley 8912 denominada “Ley de ordenamiento territorial y uso del suelo”. A partir de ella y en todo el país, los pobres ya no pudieron comprar lotes de tierra por $ 20 mensuales. Tuvieron que refugiarse en las “villas Miseria”. 

Según refiere el economista Alejandro Bunge (Una nueva Argentina, Editorial Kraft, Bs.Aires 1946 e Hyspamérica Ediciones, Madrid 1984) el actual conurbano porteño era un inmenso y valioso cinturón verde ocupado por inmigrantes europeos, pequeños hortelanos que cultivaban la tierra y vendían su producción agrícola de calidad trasladándola a la ciudad capital. 

Hasta tal punto fue así, que la circunstancia histórica del 17 de octubre de 1945 para liberar al coronel Perón de su precaria internación en el Hospital Militar, fue organizada por Cipriano Reyes con obreros y trabajadores del cordón industrial La Plata-Ensenada–Avellaneda. Porque todo lo que hoy conocemos como el Conurbano bonaerense y sus distintos cordones eran huertas sin población urbana, sólo ocupadas por pequeños quinteros que no adhirieron a la epopeya populista. Alejandro Bunge había advertido al peronismo triunfante que la política de traslados masivos de “cabecitas negras” desde el interior profundo al Conurbano iba a terminar en un caos. Por lo cual instaba a no construir Barrios Obreros, ni grandes Hospitales regionales, Hogares Escuelas de la Fundación Eva Perón o Centros Asistenciales alrededor de Buenos Aires sino hacerlo en los lugares donde esa gente nativa estaba viviendo. 

Sin embargo, por razones electorales que tendían a compensar los votos contreras de Capital Federal con los votos peronistas, los funcionarios del nuevo gobierno laborista (devenido en peronista y luego en justicialista) armaron 4 extravagantes distritos electorales que comprendían Recoleta y Palermo juntados con distritos populares del gran Buenos Aires. Esta viveza política, ha sido minuciosamente estudiada por el ex director del diario La Vanguardia, Hugo Gambini (1934-2019) en documentados libros de investigación política como: “El 17 de octubre de 1945” (1969), “Historia del peronismo: El poder total” (1943-1951), “La Obsecuencia” (1952-1955), “La violencia” (1956-1983); “Frondizi, el estadista acorralado” y “Las prácticas oscuras de Perón” (2017).. S 

Pero evidentemente el desmedido apetito electoral de contar con triunfos en todas las jurisdicciones, fue mayor que la idea de desarrollar y equipar el territorio, allí donde ya vivían los humildes. Con esa migración masiva de “cabecitas negras” se armaron curiosas circunscripciones electorales que tomaban toda la Recoleta, seguían por un estrecho cordón hacia el Gran Buenos Aires y englobaban poblaciones de trabajadores. 

Así fue como se terminaron los remates bien organizados y los pobres ya no pudieron obtener los títulos de propiedad. Comenzó una grieta social y territorial: por un lado las “villas de emergencia” o chabolas edificadas sin ningún plan urbano y por, el otro lado, los” countries”, que se convirtieron posteriormente en “barrios cerrados” y “urbanizaciones de lujo” donde el lote de un terreno costaba entre u$s 20 mil y u$s 100 mil. Inaccesible para los pobres y la clase media. 

A partir de la migración de “cabecitas negras” los gobiernos militares y civiles, de derecha y de izquierda, peronistas, socialistas o radicales, no supieron ver el problema. Todas las medidas económicas, financieras, impositivas y laborales tendieron a empobrecer el interior del país y priorizar la concentración humana y de riqueza en la Capital Federal. Ezequiel Martínez Estrada lo describió muy bien en el libro “La cabeza de Goliath”, 

Ahora estamos pagando las consecuencias con la inesperada “invasión de los bárbaros” que ocupan violentamente pedazos de tierra para revenderla a precio vil a familias necesitadas de construir sus casillas. Lo importante no es regalarles la vivienda, sino que sean propietarios de un lote de terreno adquirido con sus recursos y que, de a poco, con esfuerzo y ayuda fiscal puedan ir construyendo y mejorando sus casas en un entorno urbanizado. 

IGNORANCIA DEL ORDEN ESPONTÁNEO. 
Los gobernantes argentinos tienen una ignorancia genética profundamente grabada en sus ADN: no saben distinguir entre el orden espontáneo y el orden forzoso o fabricado. El orden espontáneo surge cuando las leyes amparan la vigencia de estas cuatro condiciones para la convivencia social.
 1º CUMPLIR CON LA PALABRA EMPEÑADA. 
2° ASEGURAR LA POSIBILIDAD DE AHORRO FAMILIAR 
3º RESPETAR LA POSESION PACÍFICA DE LOS BIENES 
4º TRANSMITIR BIENES POR CONSENSO SIN FRAUDE. 

Bajo este orden espontáneo surgieron los barrios, las ciudades y las empresas privadas que dan trabajo a la gente. Cuando a partir de 1945 el Estado quiso alterar ese orden espontáneo imponiendo una organización prepotente, obligatoria, dispuesta por la fuerza de la ley, en algunos casos tecnológicamente avanzada pero sin libertad de elección, entonces emergió el caos y el desorden que hoy sufrimos. 

Y lo mismo puede pasar próximamente cuando se sancionen y apliquen las leyes intervencionistas con las entidades de medicina prepaga, los medios de comunicación audiovisual, la educación privada, el sistema de tarjetas de crédito y la propiedad privada de la tierra rural. 

TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR

Hasta mediados de los ‘70, las personas humildes vivían en barrios del suburbio, en casas de una planta, hechas con mampostería de ladrillos, unidos con mortero de cal y arena, mosaicos calcáreos en patios y cocina, pisos de pinotea con cámara de aire en los dormitorios, techos de chapas de zinc o de ladrillos cargados sobre la famosa bovedilla catalana. 

Estaban construidas en lotes de 10 varas de ancho (8,356 m), por un largo de 30 a 50 metros, donde se armaba el gallinero y preparaba la huerta. Casi siempre había una higuera y un limonero. Eran casas modestas pero seguras y confortables. Se iban construyendo de a poco, agregando nuevas piezas a medida que la familia crecía. Los arquitectos las llamaban “casas chorizos”. Alberto Vaccarezza las inmortalizó en el sainete del Conventillo de la Paloma. 

Si sus ocupantes tenían la suerte de ser amigos de algunos hábiles albañiles, embellecían las fachadas con pilastras, zócalos, listeles, frontis triangulares o semicirculares encima de las ventanas, arquitrabes, frisos y cornisas que les otorgaban un aspecto sumamente atractivo. Sin saberlo repetían el “art nouveau” de la patria de sus padres y abuelos. 

Esos viejos albañiles italianos eran los famosos “frentistas” que construyeron nuestros más emblemáticos edificios. En Rosario hicieron las residencias del “Paseo del siglo”, que hoy se conservan como ejemplo de arquitectura modernista hecha con un material denominado “piedra París”. Tales fachadas parecen eternas, no presentan ninguna rajadura ni englobamiento. Están intactas después de más de 100 años. Lamentablemente están cayendo bajo la piqueta de las demoliciones mdernistas sin ton ni son. 

BARRIOS POBRES PERO NO VILLAS MISERIAS. 
Hace 74 años, había barrios pobres, muy pobres, pero no existían las villas Miserias, que se multiplican hoy en día, y donde vive una multitud cada vez mayor de ciudadanos en condiciones tan inhumanas que ni los animales se les asemejan. 6 ¿Por qué ha sucedido todo esto? 

¿Porqué esa invasión de parques por miles de familias que se asemejan a los bárbaros medievales ocupando y destruyendo las áreas urbanizadas? ¿Qué han hecho los sucesivos gobernantes democráticos o de facto para que las familias tengan que vivir en covachas inmundas, indignas de seres humanos? 

CÓMO FUNCIONABA EL ORDEN NATURAL. 
A pesar de que la constitución nacional lo consigna pomposamente, en materia de erradicación de villas miseria los gobiernos peronistas y no peronistas no han hecho absolutamente nada. Sólo las han incrementado y hoy llegan a 4.200. Utilizan electoralmente a sus habitantes como ganado doméstico que se arrea en los actos políticos. 

Ahora, hasta han llegado a ser territorio enemigo porque son “plazas estratégicas ocupadas por bandas de narcotraficantes”. 

Los ideólogos zurdos, cuando llegan al poder actúan como las siete plagas de Egipto, obrando con una perniciosidad sólo comparable con los escandalosos actos de corrupción que cometen a diario. Destruyen el proceso natural por el que los pobres tenían acceso a la propiedad privada e impiden que, en el mejoramiento de la vivienda propia, volcasen los pocos pesitos que podrían ahorrar. 

De paso cuando esto ocurría el valor adquisitivo del peso se mantenía constante. No había aparecido la demagogia distributista de la inflación secular.

El proceso natural se desarrollaba de este modo. 

1º Una oficina de rematadores -que gozaba de la confianza pública- a cargo de un martillero público ofrecía, a los dueños de baldíos en los aledaños de la ciudad, convertirlos en terrenos urbanos. El atractivo consistía en que esa tierra, sin valor agrícola, podía ser transformada en terreno del conurbano valorizándose sustancialmente. 

2º Agrimensura. Con un agrimensor, emprendían la tarea de amojonar y medir el terreno, estableciendo lotes, con sus respectivos niveles y calzadas. Una vez llevada al tablero la división de la tierra, se dibujaban lotes y calles, designándoselas con nombres de patriotas o personas ilustres. Los lotes se numeraban según el tamaño y la calidad de su ubicación. Una parte del terreno quedaba reservada para construir la plaza del barrio, el templo parroquial, la escuela primaria, el puesto policial, el dispensario médico y la oficina del registro civil. 

3º Plano de urbanización. El plano resultante se llevaba a la Dirección de Catastro o Registro de la propiedad inmueble, donde se gestionaba la aprobación 7 oficial. En ciertos casos se hacían trabajos con moto niveladoras para emparejar el terreno, formar cordones y trazar veredas huecas para pasar ulteriormente las redes con distintas cañerías. 

4º Pública subasta. Luego los rematadores organizaban una verdadera fiesta de capitalismo popular, convocando a la pública subasta. Alquilaban medios de transporte para llevar y traer a los interesados, levantaban unas atractivas carpas en el lugar de remate, adornándolas con vistosos banderines y colocaban enormes carteles anunciando el remate público, incluyendo el plano del loteo. En el interior de las carpas se colocaban sillas de madera y la multitud de interesados con su familia, esperaban sentados el comienzo del remate. Para hacer más amena la espera, algunos contrataban fanfarrias o pequeñas bandas polifónicas de la colectividad italiana o española y ofrecían un pequeño concierto de canzonettas, pasodobles y música popular. 

5º Acto solemne. Los martilleros comenzaban el acto realizando una descripción muy vívida del terreno y aleccionaban a la gente sobre las ventajas del ahorro, de tener una propiedad para asegurar el techo propio y proteger el futuro de los hijos. Algunos martilleros egregios, como don Elías Carranza Saroli, don Fernando Pesán y don Angel González Theyler en Rosario, y Francisco F. Vinelli, Rodolfo Vinelli, Guillermo y Ricardo Vinelli en Capital Federal, se convertían en relatores de la historia nacional y predicadores de normas morales, para confirmar la importancia de la familia, la palabra empeñada, la propiedad privada y el cumplimiento de las promesas. 

6º Escudo nacional. Se solían repartir escudos patrios litografiados en hojalata, que los asistentes colocaban con orgullo en su prenda, cerca del corazón. A veces, el acto incluía el canto del himno nacional. El remate era una verdadera fiesta de civismo dirigido a los pobres de solemnidad. Siempre había algunos bocados de pan y chorizo, tiras de asado, empanadas y bebidas no alcohólicas para calmar el hambre y sed de los asistentes. 

7º Remate uno por uno. Los lotes se iban rematando uno por uno, según el número del loteo. Ya tenían asignado un crédito automático, pagadero en cuotas fijas de hasta 120 mensualidades. Cuando alguien compraba el lote, allí mismo registraban sus datos personales y se emitía una libreta inmobiliaria, numerada, sellada, encuadernada y forrada en hule negro, formando parte del título de propiedad inscripto en la Dirección de Catastro. 

8º Libretas inmobiliarias. Esas libretas eran una parte de la propiedad total y como tal podían ser hipotecadas, compradas, vendidas o cedidas en donación. Poseer la libreta inmobiliaria de hule negro era un orgullo para las personas humildes porque por pocos pesos mensuales se convertían en propietarios. 

9º Propietarios, no proletarios. Por primera vez en la vida, contaban con un capital propio, eran dueños de un título que los respaldaba y les servía de garantía 8 para conseguir créditos en bancos, tiendas, almacenes de ramos generales y hasta para aspirar a un trabajo estable en industrias importantes. Posteriormente y de a poco, el municipio se encargaba pavimentar las calles del loteo, instalar servicios de electricidad, gas, agua potable y la red cloacal. El martillero era el que gestionaba todas estas obras de urbanización y el barrio comenzaba a progresar. 

10 º Inscripción en Catastro. Después de emitidas, las libretas se inscribían en el Registro de la Propiedad y a partir de allí eran dueños-propietarios del terreno. Sin trámites bancarios recibían el primer crédito importante de largo plazo. Era un acontecimiento imborrable para las familias. El parcelamiento de las tierras daba origen a la formación de los nuevos barrios y uno de los pioneros que contribuyó a la formación de las ciudades fueron don Rodolfo J.W. Vinelli y su padre don Francisco F. Vinelli (1876-1970). En 1906 inició el parcelamiento de las primitivas quintas en Ituzaingó y permitió la instalación de nuevos núcleos poblacionales. 

Otro de los más impactantes loteos fue el barrio Parque Chas en Capital Federal encargado por el martillero Gerónimo Grosso a los ing° Frehner y Guerrico. Su principal rasgo de identidad es la existencia, en su centro histórico, de una serie de calles circulares con nombres de ciudades europeas que le dan fama de un verdadero laberinto. Loteo de 1925: B° PARQUE CHAS en CAPITAL FEDERAL 

LOS TECNÓCRATAS DE SIEMPRE

Esos tiempos de bonanza para las personas humildes comenzaron a desaparecer a mediados de los ’70, y se acrecentaron con el shock devaluatorio de Celestino Rodrigo, ministro de economía de la primera mujer presidenta que tuvo el país. 

Como consecuencia del sinceramiento de tarifas, ocurrido después del patoteril control de precios de José Ber Gelbard y el congelamiento de salarios precedente, se desató una inflación incontenible que produjo la devastación de los ahorros. 

Las posibilidades de construir viviendas por el sistema de ajuste alzado a precios fijos inamovibles fueron liquidadas. Muchas empresas constructoras quebraron. Casi todas las obras comenzaron a ejecutarse por el sistema de costo variable y costas ajustables. 

Pocos años después, en 1977 y desde el decreto-ley 8.912/77, llamado pomposamente “Ley de Ordenamiento territorial y uso del suelo”, comenzaron a surgir por todo el país leyes regulatorias que impedían los clásicos loteos exigiendo a los martilleros dotar previamente a los terrenos suburbanos de una planificación que el Estado no tenía, con infraestructura sumamente costosa y compleja compuesta de pavimentos de hormigón, cordones y veredas, faroles de alumbrado público, servicios de agua y red cloacal hasta la puerta del lote, cañerías para la distribución de gas y cámaras subterráneas para equipos de transformación y rebaje de energía eléctrica domiciliaria. 

Es decir que el Estado quiso desentenderse de una función esencial de los municipios y tirarle el fardo a los privados. 

En un marco de inestabilidad monetaria y con costos crecientes, esa infraestructura implicaba una altísima inversión de riesgo que no podía ser pagada por los humildes compradores de los viejos loteos. Por lo tanto el mercado del loteo desapareció y la vivienda fue inaccesible para ellos. 

Las operaciones inmobiliarias se redujeron a personas de altísimos niveles de ingreso que, por moda cultural, decidieron mudarse a countries y barrios cerrados en los alrededores de las grandes ciudades. 

Los pobres y la clase media con escasos recursos no tuvieron nunca más acceso a una vivienda hecha con sus propios ahorros. Fue un proceso inverso al que se llevó a cabo en Europa durante el Renacimiento y la Epoca Moderna, que consistía en la creación y desarrollo de ciudades. Aquí, ahora las ciudades se despoblaron de personas de buenos recursos que se recluyen en esos castillos almenados rodeados de un foso de alambres de púas y concertinas denominados “BARRIOS CERRADOS”. 

El orden natural por el cual los pobres también podían llegar a ser propietarios había sido destruido y comenzaron a surgir los asentamientos irregulares, las villas de emergencia y los tenebrosos barrios de viviendas colectivas convertidos en refugio de delincuentes donde la policía y los servicios de emergencia médica temen ingresar. 

EL RETORNO A LA PROPIEDAD PRIVADA

El problema de las villas miserias no tiene solución alguna si no se encara como una operación de gran prioridad para volver a convertir a los proletarios en propietarios. El acceso a la propiedad privada y el otorgamiento de títulos de propiedad transferibles constituyen tareas prioritarias. Luego vendrá la 10 urbanización de las actuales villas, abriendo accesos y calles adecuadas con una reparcelización de aquellos habitantes a quienes habrá que expropiarles el terreno ocupado y cederle otro lote en propiedad. 

Otras cuestiones importantes son: la delimitación física de la villa miseria para evitar que se siga expandiendo y la construcción, en cada lote, de un núcleo central compuesto por baño, cocina y sistema de desagües de aguas servidas, dejando que, en el resto del terreno, los ocupantes-propietarios construyan las habitaciones que necesiten y puedan. 

El ser humano satisface sus necesidades transformando las cosas que le rodean, pero cuando construye algo y lo utiliza, necesita que ese proceso sea ordenado jurídica y urbanísticamente. Para ello es necesario que pueda decirse “yo ordeno esto” y “nadie sin mi permiso puede cambiarlo”

En todas las lenguas del mundo, la función de poseer algo tiene vocablos como “es mío”, “es tuyo”, “es de mi padre”, “es de mis hijos” o “pertenece al municipio”, en los cuales se resumen en dos sustantivos esenciales de la naturaleza humana: “propiedad” y “dominio”. Lo que es mostrenco o público es de nadie y se puede usurpar. 

Cualquier acción para producir y consumir riqueza es imposible sin que alguien pueda y tenga el derecho a fiscalizar el proceso de creación de riqueza. 

Lo deprimente de las villas miseria es precisamente la absoluta y total carencia de propiedad privada, representada por un título de propiedad, lo cual significa que esas covachas donde habitan es un bien mostrenco o de nadie y un buen día pueden ser desalojados o desplazados por acción de individuos más poderosos que se adueñan de estas propiedades precarias para instalar bunkers . 

Finalmente esos poderosos no son ya los funcionarios del Estado, ni la policía, ni la justicia, ni el capitalista inmobiliario, sino el traficante de drogas que edifica su poder en medio de la anarquía y el dominio del territorio. 

Rosario, Agosto de 2018. Dr. Antonio I. Margariti 

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