Estimado Juan Santacreu:
He leído con todo interés su escrito titulado "2009 Año de la verdadera crisis". Puede descontar que estoy en un todo de acuerdo con la necesidad de cambiar el estado de cosas reinante en nuestro país. Un estado de cosas que deviene desde hace varias décadas.
Aunque suene a paradójico vivimos en "crisis permanente". Este espasmódico modo de vivir demanda un continuo desgaste de energía sin producción alguna de valor. Un desperdicio de país.
A partir de este acuerdo sobre la "sintomatología", conviene profundizar el "diagnóstico".
Como Ud. bien dice, debajo de distintos sayos, el mal se ha ido agravando. Esto sugiere, entre otras cosas, que intereses creados en cada momento, aun sin proponérselo, nos velen algunas de las profundas raíces del caos "in crescendo". A una de esas, una principal, se ha referido hoy el Ing. Andreau en su conferencia. Estoy seguro, sin embargo, que nadie, si alguno, lo ha apreciado en su debida magnitud.
En trabajos míos he puesto al descubierto contradicciones internas en nuestro "ordenamiento legal" aplicado al orden y los procesos económicos, de los que depende materialmente la salud de la vida social y la de los individuos.
La principal contradicción (no la única) es la existente entre nuestra Constitución Nacional (Preámbulo y Derecho y Garantías) con la que debe ser la principal ley de la civilización: el Código Civil.
Mientras aquella promulga como principio de orden social un precioso manojo de libertades individuales (a la cabeza la libertad de actividad económica), el Código Civil instaura entre nosotros el más incivil y antiguo de los derechos. Nada menos que el derecho de propiedad privada sobre las parcelas del territorio (Para comprobarlo con sus propios ojos lea, por favor, el párrafo 5º de la nota (a) del Titulo IV del Código Civil, Allí sostiene Vélez Sarsfield su solución legal respecto al derecho de propiedad sobre el suelo. Dice: “Hemos juzgado que era más conveniente aceptar el puro derecho de los romanos...". Eligio el derecho que hundió a Roma ("latifundia perit Roma").
Seamos justos. Era necesario poblar al país. Vélez sabia mejor que nadie que los hombres (como todo ser viviente) no pueden vivir sin acceso a la tierra, mejor denominada, la naturaleza. ¿Cómo conciliar la necesidad de poblar a un país desértico con el derecho romano de propiedad del suelo? Vélez nos da "su solución". Nos dice: "El contrato de arrendamiento será entre los propietarios y los cultivadores y criadores de ganado un intermediario suficiente" ( Aparrafo 8º, in fine, de la nota al Articulo 2503 del CC). Los cimientos de un mundo "clasista" eran puestos en la base del edificio que la Constitución. Un derecho se sabor "esclavista" pretendía constituir una sociedad de "individuos libres", en una Republica, por añadidura democrática y por su enorme extensión, federal. "Gobernar es poblar", es verdad. ¿Pero poblar cómo? (También los colonos esclavistas participaban de la conveniencia de poblar sus propiedades).
El efecto fuerte de tal contradicción no se notó al principio (1869/1920) por la inmensidad de nuestro territorio y la escasa cantidad de inmigrantes que vinieron en esos años (comparada con los millones que se asentaron en los EEUU). Pero aparecieron los típicos "ruidos sociales" producidos entre el engrane legal del Código y la Constitución, Anticipatorios de crisis y estallidos. Los Padres Fundadores de la Argentina moderna, la liberal, eran consistentes: asegurando los derechos individuales que redactaron en la Constitución invitaron a poblar el país "a todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino" (Preámbulo). Basta con llegar para vivir en libertad y ser dueños de todo el producto del trabajo que eligieran (Arts.14 a 20).
No coincidió con esto el Código Civil. Dada la previa ocupación de las tierras por parte de los escasos primeros terratenientes ( con no mas de 800.000 habitantes) , garantizó muy ligeramente a los "invitados" el acceso a la tierra . Lo podían hacer en calidad de "arrendatarios" en el campo e "inquilinos" en la ciudad. Claro que también seria posible a los "recién llegados”, con el tiempo, llegar a ser propietarios. Por la "compra" de algún "lote", pagando al nativo propietario con el fruto de años de su trabajo. Asunto bastante posible hasta los 1900. ¿Se piensa cuantos siglos debe trabajar hoy un asalariado argentino, aunque sea "profesional educado”, para pagar un lote cueste unos 30.000 dólares, o sea más de ciento veinte mil pesos? La inmigración se paro en seco en los 1930. En la Argentina "gobernar es despoblar". Algo huele mal en ella.
Ya por el 1910, en el Centenario, junto a casas fabulosas como la de los Anchorena (actual palacio San Martín), o la de los Basuado (actual embajada del Brasil) o de los Pereda (actual sede del Circulo Militar en Maipú y Santa Fe), pululaban los que vivían en los "conventillos", en el "barrio de las latas" y no pocos en "los caños". La Argentina creada por el derecho romano de propiedad del suelo ya mostraba su horrible rostro.
En ese cuadro otra luz explicativa ilumina las causas de la primera gran crisis financiera de 1877, la de 1890, la huelga de los inquilinos de 1907, el Grito de Alcorta de 1912 y, finalmente, la necesidad de una gran concesión política en 1914: "quiera el pueblo votar". La ley Sáenz Peña concedió, sin duda, acceso a la ciudadanía política....pero no a la ciudadanía económica. Justo al revés de lo que predicaba Alberdi (Leer la Introducción al Sistema Rentístico. Es expreso en esto).
Con semejante oposición entre una moderna Constitución liberal y en materia de propiedad del suelo, un Código Civil Antiguo, los preludios de la guerra intestina estaban sentados. Pero no todo estaba perdido, y con una buena legislación en materia de recursos para el Estado, el vicio podía transformarse en virtud. Eso lo propusieron hombres como el diputado Carlos Rodríguez (1919) Arturo Capdevila y Arturo Orgaz (1930) , entre otros. Una oportunidad se había dado con la democracia en los 1920. Pero el partido radical, en lugar de realizar una "conciliación radical" entre el Código y la Constitución, flaqueo o no supo hacerlo. Se limito a modificar el Código mediante la congelación de los alquileres y la ampliación el plazo de la locación (1922). Llegaría el tiempo en que para mantener el Código Civil se destituiría a la Constitución.
El Código Civil fue una pedrada capaz de hacer trizas a la cristalina Constitución de 1853. En 1932 una oportunidad apareció durante el gobierno de Justo. El mundo se había cerrado en economías proteccionistas. El cuerno de oro de la economía argentina "la exportación" se secaba. Los recursos obtenidos mediante "derechos a la exportación" no eran suficientes.
La realidad con su cara de hereje apareció entonces y como la Esfinge planteo a los políticos una fatal adivinanza: "Argentinos! Qué consideráis mejor para vosotros, para vuestros hijos y para los hijos de vuestros hijos, ¿cobrar a los ocupantes del suelo patrio la renta de la tierra según su valor de mercado y así solventar el gasto publico , como lo querían vuestros Padres Fundadores, o preferís que unos pocos se hagan ricos especulando con la tierra , mientras masas de trabajadores de toda clase carguen con el esfuerzo de sostener al Estado con el fruto de su trabajo"?
El reto era terrible. No se lo vio o no se lo explico. Esto es lo que el Ing. Andreau ha llamado "la traición" de los liberales.
Del acierto en la respuesta dependía que la Argentina fuera, de una vez por todas, una potencia mundial como su prima hermana, los EEUU (tan apreciado por Sarmiento, reformista agrario) o que acabara dando lástima en un mundo que no se explica sus padecimientos. Se optó por lo segundo. Por ley positiva se decidió que los trabajadores, los empresarios, los inversores, todos amparados por el Art.14 de la Constitución, pasaran a soportar el gasto del Estado. Se la llamo Ley de Impuesto a los Réditos. Madre de todo el sistema impositivo actual (De ahí a convertir al Estado en el "hospital de los inválidos" había un solo paso y ese paso se dio. Juntas de regulación, planes quinquenales, partidos de masas y la nueva Constitución, la de 1949. Se la derogo; pero nada significa, pues subsiste la irónicamente "llamada legislación social". Gusto de abogados que saben todo de leyes menos de justicia social.
Tierra cara, fuera del alcance de quienes viven de su trabajo y salarios cercenados por alquileres e impuestos crecientes, son la mejor formula para parar en seco al progreso de la civilización. La Argentina no iba a ser una excepción y no lo fue.
Aquí la tenemos hoy : no es la Argentina de los Padres Fundadores, sino la diseñada por los "expertos" en derecho y economía. Lindo trabajo han logrado: rascacielos en Puerto Madero erguido entre las tiendas de "bárbaros" sobrevivientes en villas miseria, mugrientos en plazas y umbrales. No es una película de Spielberg. Es la geografía creada por el derecho argentino.
Una Argentina ahogada por un endeudamiento crónico, que llama "moneda" al papel pintado, que se debate sin poder impedir caiga en el rango 197º entre 197 naciones. Ajena a la globalización y enfrascada en escaramuzas políticas provocadas por los "expertos políticos". Expertos en lograr puestos en el Gobierno. Donde debiéramos encortar a Alberdis y Sarmientos, solo aparecen los Tartufos. Así lo el gran tucumano vaticino en Viaje de Luz del Día y así se ha cumplido.
Todo atrapados en una guerra incivilizada, hemos logrado hacer en la tierra del grito sagrado, ¡Libertad! , emergiera el Leviathan. Por doquier hombres actuando como lobos del hombre. Lucha entupida cuando se libra sobre uno de los más ubérrimos territorios del planeta. Canallesca cuando vemos que en ella caen atrapados niños y adolescentes. Llegara el día, en épocas de globalización imparable, en que el mundo, necesitado de espacio, se cansara de nosotros. Y procederá a imponer su propia "Pax romana".
Que Dios, "fuente de toda razón y justicia" como enseña el Preámbulo, nos ilumine. Aun podemos ordenar nuestra sociedad usando del mayor don del hombre: su libertad. Si entendemos porque la hemos perdido.
Afectuosamente,
Héctor Sandler
"LA TRAICION LIBERAL" al Sistema Económico y Rentistico de la Constitución de 1853 Por G. Andreau
http://elrelativismojuridico.blogspot.com/2010/02/video-la-traicion-liberal-al-sistema.html
Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
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