lunes, 21 de junio de 2010

EL BARULLO MENTAL DE LOS CEREBROS FINANCIEROS


Raul Girbau, economista

LA NOTICIA
En el diario La nación (20 de junio, 2010) aparece un reportaje del CEO del banco BNP Paribas Investment Partners. El barullo conceptual que padece no solo revela un deplorable conocimiento en la mayoría de los ejecutivos financieros en el mundo, sino algo peor: que por su grave ignorancia se convierten en una de las causas de la ruina que amenaza a la actual economía humana.
El lema de M. Philippe Marchessaux es este: “Si hay inflación, compro inmuebles"

QUIEN ES PHILIPPE MARCHESSAUX
Philippe Marchessaux tiene sobre sus espaldas la responsabilidad de invertir de la mejor manera posible 530.000 millones de euros, casi el doble que el PBI argentino. Sucede que desde julio de 2009 es el CEO mundial de BNP Paribas Investment Partners, división del banco francés BNP Paribas que incorporó recientemente a Fortis Investments y se convirtió en la quinta entidad de gestión de activos en Europa y la número 11 en el mundo. Pocos en el planeta, pueden interpretar como él el mensaje de los mercados en medio de la actual crisis del euro.

QUE ACONSEJA PHILIPPE MARCHESSAUX
¿En qué invertiría acá, donde la inflación es del 25% anual?, pregunta el periodista.
“No soy especialista en la Argentina. Si hay inflación en mi país, uno compra bienes raíces, porque es un activo real y, en cierta medida, está vinculado con la tasa de inflación. Y también invertiría en commodities . Esto es lo que hacemos en situaciones de inflación.”

COMENTARIO
El reportaje publicado es más extenso. Nos hemos atrevido a seleccionar lo que hace al núcleo de la cuestión: los erróneos conceptos que padece tan importante profesional, responsable de la suerte de millones trabajadores e inversores de capital y de la ruina de los países en los que en él confían.
Hay dos conceptos en la exposición que son tratados por separado, cuando en la realidad están inevitablemente enraizados entre si. Solo pueden ser separados – evitando la ruina de la sociedad – si se adopta una legislación que separe a tal dañina pareja: la inflación monetaria y el valor comercial de la tierra.
Considerar ambos fenómenos como independientes es la opinión vulgar, la de la gente, la de los académicos y como se ve, la los CEO como M. Marchessaux. Este error es una desgracia para los hombres de trabajo, los ahorristas, los empresarios, los consumidores y para su orden social todo. Tratare de explicar en que consiste el error.
Para este caso limitaremos la denominación “inflación monetaria” al fenómeno consistente en el alza general de los precios de todos los objetos en el mercado, más allá de pequeñas diferencia de precios entre ellos. En general y con razón se tiene por causa directa de ese fenómeno al incremento excesivo de moneda en relación a la cantidad de cosas ofrecidas y demandadas en el mercado. En términos ideales, una economía muestra un mayor grado de salud cuando la relación entre la cantidad de “títulos conteniendo derechos a adquirir” (“valores representativos”, llamado en general moneda) y la cantidad de “ cosas” (“valores reales, satisfactorios de necesidades humanas) , se aproxima a la ecuación 1:1. La inflación monetaria crece en la medida en que la cantidad de títulos en circulación conteniendo “derechos para adquirir cosas” aumenta más que las “cosas ofrecidas”; en una relación 1,25 : 1 la inflación seria del 25%.
Muchas y variadas son las perspectivas, definiciones y explicaciones dadas para explicar el crónico desequilibrio inflacionario. Hay una, propuesta por el danés Knud Tholstrup , muy interesante porque revela la grave relación que puede existir entre el aumento del valor de la tierra y la inflación monetaria. Más aun: su explicación apunta a mostrar que uno de los primeros y quiza principal motor de la inflación monetaria sea el trato legal que se dé a la propiedad de la tierra. Tholstrup invita a pensar que una persona P decide cancelar una deuda D, aceptando el acreedor A ser pagado con diversos “títulos que contengan derechos para adquirir”. La deuda es, supongamos de 1 millón de pesos. El deudor ofrece y el acreedor acepta que se le pague con los siguientes “títulos”: 1) 300.000 pesos nacionales; 100.000 en divisas (dólares, libras, etc.); 200.000 en acciones cotizadas en bolsa y el saldo o sea 400.000, transfiriendo a favor del acreedor su “título de propiedad” sobre un terreno en la ciudad. Esta claro que el “título de propiedad” ha fungido como moneda.
Dada la posibilidad que en el orden jurídico vigente acepte el derecho a la propiedad privada de la tierra (acreditado la escritura o “titulo”) y que el mismo orden legal consienta en que el titular del derecho de propiedad, además de poder usar el, predio, se beneficie con el creciente “valor de la tierra” (tal como ocurre en Argentina y muchos otros países), ciertamente que el “titulo inmobiliario” contiene un poder cancelatorio de pago variable. Un ejemplo histórico que sirve de prueba fue la convocatoria en la Ciudad de Buenos Aires de los Molinos Morixe. En los 1900 había adquirido un par de cuadras en una zona despoblada de la ciudad por unos pocos pesos. Al finalizar el siglo, alla por los 1980, sus negocios habían marchado muy mal y sus deudas no se podían pagar con las ganancias de su actividad industrial. Al borde de la quiebra se presento en convocatoria de acreedores. El final fue relativamente feliz, pues pudo cancelar las enormes deudas derivadas de un siglo trabajo con una “moneda” muy especial. En acuerdo con su acreedor, transfirió el “titulo de propiedad” sobre aquellos terrenos , ahora rodeados del excelente barrio de Caballito. Fueron tasados en 90.000.000 de pesos. Morixe perdió plata trabajando; pero saldo sus deudas con “la renta del suelo acumulada” sobre el terreno por causa del desarrollo del barrio. Por nuestro sistema legal (Código Civil más Régimen de Impuestos), su titulo de propiedad fungió de moneda.
Esto revela que bajo el actual sistema legal (conjunción del Código Civil mas un régimen de impuestos que exacciona al trabajo y la producción), la tierra es un “brillante negocio” y el “título de propiedad” sobre ella es un foco de inflación monetaria. Quien medite sin prejuicios sobre esta realidad, podrá formarse un más certero juicio sobre el peligro que para la sociedad implica el “conocimiento” de los CEO , en su mayoría igual al de M. Marchessaux. Cuando muy sabihondo dice – a modo de consejo - “Si hay inflación, compro inmuebles", pone una bomba de tiempo en el corazón de los hombres y la sociedad. Aumentando la demanda de inmuebles, aumenta el valor de los títulos de la tierra y la “masa monetaria total” recibe otro golpe de inflación.
Así se explica no solo el desorden argentino sino incluso la crisis norteamericana del 2008. Todos hablan de hipotecas “subprime” y de “paquetes tóxicos” , pero nadie, salvo unos pocos como el economista Fred Foldvary, presta atención a la raíz de todos estos problemas: la apropiación de la renta del suelo por parte de los particulares que hacen de la tierra – don de Dios – el mejor de los negocios sobre la Tierra.

Buenos Aires, 21 de junio de 2010

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