Nuestra cultura occidental tiene la necesidad de recuperar datos que han sido deliberadamente ocultados, olvidados y perdidos por impostación filológica y por filtraje académico y universitario producidos básicamente por la Inquisición del Siglo XI al XVII primero y por la nacionalización de la educación superior del Siglo XVIII al XX. La misión de esta Enciclopedia es resucitar la sabiduría necesaria para salvar a occidente del proceso autodestructivo en que se encuentra en pleno desarrollo.
miércoles, 13 de mayo de 2009
EL DERECHO ROMANO Y LAS CRISIS SOCIALES
Sostuvo elredactor de nuestro Código Civil,don Dalmacio Velez Sarsfield “No enumeramos el derecho del superficiario , ni la enfiteusis , porque por este Código no pueden tener lugar….Hemos juzgado que era más conveniente aceptar el derecho puro de los romanos…” (Nota al art.2503 del Código)
Ese derecho romano (que regula nuestro derecho en materia de propiedad del suelo), produjo la constante y dramática historia de Roma, hasta su colapso en el siglo IV. ¿No ofrece una gran semejanza con la nuestra?
“Las condiciones peculiares que habían alcanzado pleno desarrollo en Roma, en el siglo II a. C. no constituían un secreto para los pensadores de todos los partidos y modos de pensar, fuesen nacionalistas, amantes de Grecia o reformadores radicales. Todos comprendían con claridad que el problema de modificar la constitución no se podía resolver sin hacer reformas en la vida social y, en especial, en la esfera económica. En este último aspecto, el mal fundamental estribaba en el crecimiento vertiginoso de las grandes propiedades y en el descenso simultáneo de pequeños y medianos propietarios. Una prueba palmaria del peligro que representaba el sistema de empleo de mano de obra esclava se pudo ver durante el tribunado de Tiberio Graco (133 a. C.), cuando los esclavos se lanzaron a una rebelión feroz y enconada, tanto en Sicilia como en Asia Menor. Aunque la mayoría de la aristocracia gobernante, en otras palabras, la mayoría de los senadores tenía plena conciencia de los obstáculos que impedían la libre marcha hacia un progreso efectivo del Estado, sin embargo, no estaban dispuestos a emprender una reforma seria en ningún sentido. Cualquier posible reforma afectaba, de un modo u otro, su orgullo o su bolsillo. La prosperidad económica del Estado se vio también afectada por los desastres que llenaron los tiempos de los últimos Antoninos. Los gastos del Estado aumentaban: había más soldados y su paga era mayor, el número de funcionarios crecía. El Estado no tuvo otra solución que elevar los impuestos. Los habitantes de las ciudades se habían acostumbrado al lujo y las comodidades, pero sus crecientes demandas no podían ser satisfechas solo con la generosidad privada; fue, pues, necesario aumentar las cargas. Tanto el gobierno central como las ciudades obtenían sus principales ingresos de los impuestos que pagaban los labradores y ganaderos. El aumento de esos impuestos no fue acompañado de un mejoramiento de los métodos agrícolas. Por consiguiente, la carga se hizo cada vez más pesada para los propietarios de tierras o para los que trabajaban la tierra con sus propia manos, los pequeños propietarios y los arrendatarios de los grandes fundos. El campo sufrió más que la ciudad por el aumento de los impuestos. Durante el desdichado período de revoluciones del siglo III, todos los síntomas mencionados se agravaron a un ritmo terrible. El ejército y sus dirigentes se hicieron dueños del Imperio. Conscientes de su propia fuerza, los soldados trataban de explotarla al máximo. Esperaban de los títeres que colocaban en el trono una paga mayor, grandes dádivas y permiso para saquear impunemente a sus conciudadanos, en especial, a las ciudades ricas por las que los soldados, de extracción campesina, sentían envidia y odio. Los emperadores nombrados por el ejército precisaban dinero más que otra cosa para triunfar en los conflictos políticos. El único medio de conseguirlo era aumentar los impuestos. Los impuestos se elevaron constantemente en el siglo III; las requisas extraordinarias para as necesidades del ejército se convirtieron en costumbre. Al mismo tiempo, las exigencias suplementarias del Estado, que las mismas entidades debían satisfacer, presionaban cada vez más duramente sobre el pueblo. La situación llegó a ser crítica en el siglo III. Como coronamiento de todas esas calamidades, los emperadores, que necesitaban dinero, emitían una enorme cantidad moneda". [ Fragmentos de ROSTOVTZEFF, M.ROMA DE LOS ORIGENES A LA ULTIMA CRISIS EUDEBA. 1968])
El Código Civil del Dr. Velez Sarsfield nos volvio al "Derecho y a la Propiedad de los antiguos" contrarios al Derecho y a la Propiedad de los modernos" de la Revolución de Mayo y de la Constitución de 1853, desencadenando un "Derecho de barbarie" que es el que se dicta hoy en todas nuestras Facultades de Leyes.
Los conservadores de la antigua barbarie Romana -como llama Voltaire a los abogados- son los responsables de los terribles males economicos, politicos y sociales que soporta nuestra sociedad.
Debemos tomar conciencia de ello para volver al Derecho de Civilización que diseñaron nuestros padres fundadores alla por 1810.
DE NOSOTROS DEPENDE
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