miércoles, 31 de marzo de 2010

Radio Guillermo Andreau Debate en Cadena Uno con Elena Valero Narvaez, Alvaro Alsogaray y Eduardo Dubischec



AUDIO DEL DEBATE


http://www.redconceptual.net/_/audio/andreucadenauno.mp3

en 3:20 hoy el gobierno se apropia del 65% de tu propiedad privada mediante impuestosal trabajo. La renta del suelo es como un alquiler -es un costo de producción- en vez de que se la lleve el propietario, se la lleva el estado para solventar el gastos publico sin impuestos.

en 7:10 todas las mejoras son del dueño del terreno, el estado no puede atacar la propiedad privada -mejoras-. La renta ataca solo el valor de la tierra libre de mejoras.

en 12:00 la especulación con tierras es una inmoralidad porque al aumentar el valor de la tierra se esta condenando a los argentinos a caer en la indigencia y en la esclavitud. El sistema rentístico triplica el poder adquisitivo del salario.

en 22:20 Alsogaray dice que en la argentina no hay problema en el acceso a la tierra. Que le pregunte a cualquier trabajador porque no compra con su sueldo de 5.500$ un lote de 100.000 dolares para vivir con su familia y asi dejar de pagar un alquiler de 3.000 $ por mes?

SANDLER COMENTA el Debate por radio en Cadena Uno entre el “ponente” Guillermo Andreau y los “oponentes” Elena Valero Narvaez, Alvaro Alsogaray y Eduardo Dubischec.

1. He escuchado con toda la atención que me es posible y que merecen el tema y los protagonistas participantes. Los felicito a todos por el tema elegido y su variada participación.

2. Creo que para analizarlo seriamente y sacar fructíferas conclusiones conviene ubicar al ingeniero Guillermo Andreau como “ponente” de una tesis y como “oponentes”, tan serios como amables, a las otras tres personas. Esto permitirá iluminar lo esencial del debate, eliminar lo ocasionalmente innecesario y descubrir los obstáculos que han demorado el franco acuerdo entre los cuatro. Esta demora no es de ninguna manera mala. Al contrario. La magnitud del problema tratado y las grandiosas consecuencias que para la Argentina podrían darse de alcanzar un acuerdo pleno sobre él, aconseja penetrar hondo en el problema tratado y refinar una solución técnicamente eficaz y democráticamente compartida. Solo por esta vía larga, el acuerdo que se logre obrará como la piedra fundamental para la recuperación de nuestro país. A imagen y semejanza con la lograda en 1853, podría ser el punto de partida para un nuevo rutilante progreso.

3. La “tesis” del ponente Andreau, a tenor de sus dichos, puede resumirse así: 1) Hay que modificar todo el derecho tributario argentino, de manera que la mayor cantidad del gasto público (provincial, municipal y nacional), sea soportado con la recaudación de un 1,5% del valor de mercado de toda la tierra pura en propiedad de los particulares, sin tener en cuenta las mejoras en ellas construidas. 2) Debemos tener por meta (“política de estado”) eliminar la mayoría de los impuestos actuales en cuanto gravan al trabajo , la inversión de capital real, la producción y el consumo.

4. En mi opinión la tesis Andreau debiera ser mejorada con esta idea: la eliminación se debe hacer progresivamente y en consonancia con lo recaudado por el cobro del porcentaje a la tierra desnuda, hasta el punto ideal de soportar todo el gasto con esa recaudación. Solo se debiera recurrir a los “impuestos” bajo el principio democrático “no taxation without representation” y el principio liberal según el cual solo se los puede crear de modo provisorio para un gasto excepcional o para corregir conductas destructivas del mercado en libre competencia.]

5. La oposición de los oponentes. Los “oponentes” no se manifestaron abiertamente en contra de la tesis (salvo de refilón casi al cierre del debate); sin embargo sus expresiones reflejaron una arraigada oposición. Pero – y esto es muy importante – aducieron argumentos dignos de ser tenidos en cuenta. Paso a enunciarlos.

6. Tendencia a reducir la tesis de Andreau a un problema del campo. La mayor de las veces quienes pedían aclaraciones tenían en mente al “campo agropecuario”, a los “productores agrarios”, a la “tierra improductiva”, medidas de superficie solo en “hectáreas”, etc. Salvo en un pasaje y de refilón el Ing. Alzogaray mencionó al ABL, como para dejar entrever que la legislación actual no ignoraba por completo el problema. En defensa de los oponentes digamos que, desgraciadamente, esta es la mirada de toda la población. No se repara (por causa de falta de conceptos adecuados) en que el “tesoro” llamado “recursos del Estado” está muchísimo más en la ciudad que en el campo.

7. Este estrabismo conceptual deriva de no distinguir entre la “tierra” como recurso físico natural creado por Dios (“cosa”) y la “renta del suelo”, un “valor crediticio” que emerge en la sociedad cuando no quedan tierras libres con arreglo a los distintos fines económicos; o sea que es un “crédito” para el propietario y un “débito” para el quien la necesita. No captar esto es el más formidable muro mental que se opone a la solución de los problemas que plantea el crecimiento de la población promovido por la Constitución. ( En el Preámbulo se invita a poblar a nuestro territorio a todos los hombres del mundo y por el Art.25 la inmigración es permanente “política del Estado” argentino). Se manda por la Ley fundamental que la población aumente, mientras el territorio (esa cosa llamada “tierra”) es finito. ¿Cómo con el “derecho positivo” se pone el cascabel al gato manteniendo la libertad individual, la igualdad de oportunidades y la fraternidad?. He aquí el reto para los hombres públicos.

8. Un terrible error conceptual. Hombres del común, hombres ilustrados y casi sin excepción los profesionales de las ciencias sociales, en especial del derecho, la economía, identifican como algo que merece igual trato legal al “inmueble por su naturaleza” (la “tierra”, cosa dada en la Naturaleza) con las cosas producidas mediante el trabajo por los hombres; en general “mercaderías”. Este error aparece en varias expresiones de los “oponentes”.

9. Es un error fatal que los “liberales clásicos” jamás cometieron, aunque no siempre tuvieran en cuenta la distinción. La “tierra” era para ellos el factor básico de la economía. Los agentes de la economía eran dos cosas muy distintas : el trabajo y capital. Usada la tierra por el “trabajo” (aplicación de energía humana) aparecen en el mundo las “cosas producidas por el hombre”, variables y perecederas. Desde esta PC con la que escribo hasta la “casa” en la que estoy instalado. Si parte de lo producido, lo separo para aplicarlo a la producción de más cosas y servicios, esta parte del producto, es “capital”. Sin la distinción de tales distintas realidades yerra cualquier teoría que se pretenda como “ciencia de la economía”. Sobre una ciencia económica falsa no es posible una política económica correcta.

10. Aplicación indiscriminada del mercado. Hoy por hoy nadie discute que son superiores las economías (y las sociedades) en las que las actividades económicas son “coordinadas por los mercados”, a aquellas otras que recurren a una “dirección central de la economía”. Pero esta es una muy gruesa conclusión. Debe ser refinada a la hora de establecer un mejor orden social. Sin embargo los oponentes no sobrepasan esa gruesa apreciación.

11. Dejemos de lado que “mercado” para ordenar la economía (sin considerar el sistema monetario) se dan en los hechos 25 formas de mercados posibles. De ellas una y solo una es de “libre concurrencia” ; es decir libre por el lado de la oferta y la demanda. Las 24 restantes están “infestadas” por monopolios y oligopolios ambos lados (Ver Walter Eucken, “Cuestiones fundamentales de Economía Política”).

12. En el caso de la “tierra” dada la finitud del territorio la oferta tiende a ser naturalmente “monopólica”. De hecho lo es en los casos históricos en que el Estado es el “único dueño” de la tierra. Pero no se evita esta tendencia con el “derecho romano de propiedad” (que es el argentino).

13. En apariencia por la división por herencia y la compraventa de lotes de tierra, esa tendencia pareciera ceder. Los hechos desmienten esta creencia. Luego de mas de 150 años de vigencia del Codigo Civil, se calcula que apenas algo mas del 1% de la población argentina (unos 400.000 grupos: familias, sociedades, etc) es propietaria de alrededor del 96% del territorio económicamente apto.

14. Lo que engaña es que hay mayor cantidad de propietarios; esto es verdad. Pero los que hay, en amplia mayoría, solo lo son de un par de cientos de metros cuadrados (La CABA tiene 200 km2 y son 3 millones sus habitantes. Suponiendo a todos propietarios, ¿de cuantos metros lo es cada uno?) Quien medite en esto se aproxima a ver la razón por la cual, siendo Argentina un país “vacío” según su densidad poblacional, frente a una buena cantidad de “mini propietarios” son millones los que forman la legión de los “sin tierra” (habitantes de pensiones, conventillos, villeros, okupas, etc).

15. Un liberal acertado es aquel que entiende el poder ordenador (o “desordenador”) del derecho positivo. No puede considerarse liberal el que en presencia del “derecho romano de propiedad sobre la tierra” se quede lo mas tranquilo perorando a favor de la libertad. Tiene que ver sin prejuicios que ese derecho positivo condujo en la Roma antigua a su cronica guerra civil por la emergencia de 3 clases sociales: patricios (dueños de la tierra); plebeyos (dedicados al trafico de mercaderías) y proletarios (los hombres libres “sin tierra”).

16. La Revolución de Mayo y la renta de la tierra. Dos pilares justificaron la “social Revolución de Mayo” de 1810, Dos columnas necesarias para sostener en alto la trilogía ideal de la civilización moderna: libertad individual, igualdad de trato y fraternidad entre todos.

17. Los dos pilares fueron: a) eliminación de la esclavitud (libertad de vientres) y b) igual derecho de acceso a la tierra para todos. Para los entonces ocupantes, para los que nacieran en el futuro y – sobre todo – para “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino para vivir de su trabajo”. La Asamblea del año XIII logro el primer pilar. El segundo habría de intentar levantarlo el Congreso de 1826.

18. ¿Cómo se intentó conseguir esto último? Con una ley jurídica de doble efecto: 1) formar el tesoro publico con el cobro de un canon a quien pidiera la tierra en propiedad y 2) pagar los gastos que demandan la oferta de bienes públicos con lo recaudado con ese canon. Se la llamó Ley de Enfiteusis. La revolución cultural y de intereses fue demasiado grande como para hacerla en un tris tras. La Argentina antigua volvió por sus fueros. Toleró la “libertad de trabajo” (art.14 de la CN), pero se distrajo respecto del acceso igual al suelo. En 1857 derogó la Ley de Enfiteusis y en 1869 el derecho romano volvio a regir la materia.

19. ¿Conviene que aumente el valor de la tierra? La pregunta así formulada carece de sentido y puede llevar a las respuestas opuestas y disparatadas. En el actual sistema legal, en el que la “gordura de la tierra” (valor crediticio), es cobrada por los “propietarios románicos” y pagada por los trabajadores, empresarios, inventores, etc. quienes – además – deben vaciar sus bolsillos para pagar el gasto público mediante “impuestos” , el aumento del valor de la tierra es la desgracia nacional. Se lo aprecia en los ataques epilépticos llamados “crisis” , en la borrachera llamada “inflación” , en el castigo llamado “ajuste” o en los disparates populistas llamados “fijación de precios” o “ley de alquileres”.

20. La tierra de “leche y miel”. Si los gobiernos (municipales, provinciales y nacional) deciden por ley jurídica recaudar la renta del suelo (es decir hacerse de los valores crediticios devenidos por el desarrollo social) y con ello afrontar el gasto público y – a la vez – quitar los frenos aplicados a la producción y eliminar el latrocinio cometido contra los ingresos de los trabajadores e inversores (esto es, eliminar impuestos) , el aumento del valor de la tierra – en esas condiciones – es la muestra más clara de la prosperidad general. Revelaría que el país esta siendo poblado, que los capitales son invertidos y que la distribución responde la ideal de “justicia social”.
Hector Raul Sandler, profesor Derecho, UBA
Buenos Aires, 31 de marzo del 2010

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